—¿Cuál es tu puto problema? Solo me das dolores de cabeza. No tenía intención de discutir allí. Al mirar alrededor todo parecía normal pero ya no me sentía segura. Sin pensarlo mucho deslicé mis manos por su brazo hasta acoger su mano entre las mías y hacer el intento de arrastrarlo fuera. —Tenemos que irnos. Vámonos. —¿Qué coño te pasa? —siguió gruñendo. A pesar de su mal genio, sentí como su mano se aferró a las mías. —Vámonos —repetí, aunque tan bajo que igual me leyó los labios. No empujó a nadie para salir porque la gente se apartaba ante su presencia, lo entendía porque Diego era aterrador cuando quería. Consiguió sacarnos a la calle en pocos segundos y me di cuenta de que hacía más fresco del que pensaba, o podía ser el miedo. Había dejado su coche ahí en mitad de la carretera como si nada y no dudé en montarme —Dime qué está pasando —me exigió tras el volante. Abrí la boca pero vi a los dos chicos salir de la fraternidad. Definitivamente era algo contra mi. Diego miró
No llegamos a más porque no podía mover ni el brazo del dolor. Diego cogió pronto el sueño, se durmió ocupando gran parte de la cama y a mi me costó un poco más. Todavía era pura adrenalina y sentimientos, y que la cama era una mierda.Cuando me desperté por la mañana Diego estaba sentado a pies de la cama, fumando, la habitación olería más a hierba tras nuestra estancia pero eso sería lo de menos porque el suelo y parte de la colcha estaban llenos de sangre.—Tenemos que irnos —dijo.Le había escuchado pero me arrastré por la cama a su lado.—¿Cómo te encuentras?—¿Y tú?Cuando me miró, la intensidad de sus ojos me robó el aire y solo pude asentir. ¿Asentir? Yo estaba bien, sí, pero hacía tan solo horas estaba muerta de miedo.—Bien, supongo.Levantó el brazo bueno y sus dedos me tocaron la cara bajo los ojos quitándome rastros de maquillaje. Era raro que me tocara así, tan delicado, ¿es que me quería volver loca?—Estás hecha un desastre.—Tu también, y apestas a marihuana.No había
Empecé a ir a la universidad con un tipo que se llamaba Rory y al parecer mi padre le había advertido bien porque ni me hablaba en el camino, luego se quedaba rondando el campus hasta que me tocaba salir y volvíamos al club. De todas formas el haberme cambiado de niñero cambió muchas más cosas. Diego ya casi ni me miraba por los pasillos del club y durante noches que fui a buscarlo a su habitación no sé si no quiso abrirme o no estaba; más tarde me di cuenta de que estaba en el bar bebiendo y un ligero sentimiento de celos me invadió cuando lo vi en unos de los asientos del fondo del bar rodeado de esas strippers que siempre estaban contoneándose por allí.Auquello, que estuviera controlada mucho más, que no podía centrarme en mis examenes...—Tienes una cara de mierda —me dijo Sheila tras la barra y me plantó una copa delante—. Ya me he enterado de todo lo que pasó.Acepté la copa.—Está todo muy tenso —comenté.—¿Entre tu padre y tú? —me preguntó y yo me encogí de hombros—. ¿O lo di
Terminé los exámenes pero no estaba aliviada del todo pese a poder decir que ya había terminado la Universidad. Entonces estar encerrada en el club era una tortura porque no tenía nada que hacer y tampoco quería pasarme por el bar así que me pasé la noche balanceando los pies en un taburete de la cocina mientras navegaba por Internet. —¿Qué haces aquí? Estuve por no responder. Estaba enfadada con él y odiaba que por su culpa pudiera entender a mi madre y sus motivos para abandonarnos. Le estaba odiando por hacerme querer desaparecer también. —Nada —musité a desgana mientras añadía cosas a una cesta online. —Deja esa actitud conmigo. —¿Qué actitud? —Nora —me advirtió y me cerró el ordenador de un manotazo—. Todo lo que hago es por tu bien. Diego no te conviene. Me reí, ¿cómo podía asumir cosas así? —Si hicieras cosas por mi bien esto ya estaría más que solucionado y habría vuelto a mi vida corriente. Y ¿de verdad quieres hablar de Diego? Porque has pasado de querer darle las ri
Por la mañana estuve muy tentada a pasar por la habitación de Diego pero no había ni un alma en el club y solo encontré a Rory. —¿Y el resto? Da miedo el club tan vacío. —En una reunión —dijo sin más. Ir a la universidad ya no era una necesidad pero decidí seguir yendo por estar con Noah. Nos pasamos horas encerradas en la residencia hablando de cualquier tontería. Incluso de nuestros planes tras la universidad. Todavía quedaba más de un mes para graduarnos y esperaba que mi vida estuviera libre de amenazas para entonces. —Si —accedí—, deberíamos ir mirando apartamentos. Se nos hizo tarde, tanto que se hizo de noche y Diego me llamó. Pero, ¿Diego? ¿Desde cuándo el me llamaba? —Uh... ¿Es ese bombón? —canturreó Noah. Me reí y asentí deslizando el dedo por la pantalla. —¿Hola? —dudé, porque sí, era raro que me llamara. —Tienes que volver al club. Ya. Su voz me preocupó y asumí que tenía razón. No podía tampoco dejar a Rory todo el día en el coche esperando por mi. —Umm... Vale
DIEGO—¿Has encontrado algo?Estaba tan desesperado que parecía que llevaba sin dormir los tres días que Nora llevaba desaparecida. Ya no podía pensar con claridad y estaba desocupado del resto de cosas de la banda.—No, y Rory no se acuerda de nada.—Joder...No se lo dije pero lo pensé, y es que debió dejar que yo la cuidara.—Esta noche voy a salir —no se lo estaba pidiendo, pero debió creer que sí.—No. Te necesito aquí.Y yo necesitaba encontrarla pero si le decía lo que planeaba lo jodería todo como estaba jodiendo todo últimamente. Pero no le discutí. Se haría de noche en un par de horas y seguía con la cabeza metida en hacer llamadas. No le cogerían el teléfono, no querían hablar, querían lo que era nuestro como yo quería a Nora de vuelta. Joder. Era una niñata, insoportable a veces y me sacaba de mis casillas, y me plantaba cara y no podía tener la boca cerrada... y era guapísima, y valiente e inteligente, y en el fondo me gustara que hubiera alguien capaz de retarme mirándom
Volver al club se sintió como volver a casa de alguna forma u otra. Mi padre no se separó de mi lado mientras uno de los hombres me revisaba el tobillo y cuando me dejó descansando la pierna en una pila de cojines, estuve por fingir que me dolía cualquier otra cosa. ¿Cómo iba a decirle yo lo de mi madre? ¿O es que lo sabía? Por suerte, antes de afrontar eso llamaron a la puerta de mi habitación y Diego se quedó en el marco.—Vete a descansar, papá.A regañadientes nos dejó solos y Diego le relevó sentándose a mi lado en la cama. Su cuerpo era tan pesado que hundió el colchón. No habíamos tenido mucho tiempo de hablar, todo había pasado muy rápido.—¿Estás bien?—Sí, bueno, solo tengo mal el tobillo. ¿Cómo está Rory?—Bien.La habitación se quedó en silencio, como si no supiéramos hablar entre nosotros. Igual teníamos mucho que decir.—¿Te puedo hacer una pregunta? —me lancé y él asintió—. Tú sabes la historia de mi madre, ¿verdad?—Sí.—¿Hace cuánto que mi padre no sabe de ella? Y no
—¡¿Qué?! —chillé. —Sí, en tú habitación. Así que ya no puedes volver, menos mal que he visto unos apartamentos... ¿Los has visto? Te los pasé. En realidad no me había metido mucho por mi teléfono, acababa de terminar de colocar mis cosas en esa habitación nueva y mi padre no me había dejado sola ni un rato. Tampoco había tenido la cabeza para pensar en que le prometí a Noah mirar pisos para mudarnos juntas. —Ahora los miro, cualquiera me viene bien en realidad, espero poder trabajar dónde hice las prácticas el año pasado, dijeron que les llamara tras la graduación y me pilla cerca del campus. —Guay. ¿Cómo te encuentras? ¡Casi me matas del susto! Ya pensé que estabas muerta o algo así. Puedo ir a verte. —No hace falta, no quiero contagiarte —tosí muy falsa—. Espero ponerme mejor, tenemos que ir a comprar algo de ropa para la graduación. Miro vestidos y te los paso, ¿vale? —¡Genial! Y revisa lo de los apartamentos. —Que si. Te llamo mañana, ¿vale? Voy a ver si descanso un poco. T