New York.
—Diego por favor reconsidera, hermano —suplicó en español Michael mientras Diego iba a paso decidido a la jaula de lucha.
—Que me maten, Mickey, el mundo no se perderá de mucho, solo de verme pelear de nuevo —dijo resignado y miró a su pupilo quién no estaba conforme, pero no le llevaría la contraria, para Diego él siempre sería un niño, el pequeño Mickey.
Diego entró a la jaula y alzó las manos mirando a su público, se permitió disfrutar de esto, quizás fuera la última vez que lo tendría, si debía irse de este mundo lo haría feliz, haciendo lo que le gusta y en lo único que era realmente bueno. Pelear; él era profesional de artes marciales mixtas, y las peleas callejeras eran iguales en casi el cien por ciento y por eso se le daba tan bien, aquí dentro de la jaula pocas eran las reglas a respetar, puños, patadas y llaves eran permitidas, el error era creer que un luchador de peleas callejera tiene la técnica de enfrentarse a un atleta de artes marciales mixtas, por ello Diego tenía un invicto en esta jaula, desperdiciando su talento, él no necesitaba nada de esto, tenía un trabajo excelente como gerente del ostentoso Gym Warriors en el hotel Larsson Milán, pudo incluso haberse postulado como peleador para la UFC, su jefa y su esposo tenían ecxelente conexiones, pero por sus malas decisiones ahora estaba aquí, en una jaula de peleas clandestinas, el público lo aclamaba “Loky”, “Loky”. Diego sonreía, como Loky era un guerrero, como Diego Aguirre un pobre diablo, pues si le tocaba morir, lo haría como Loky…
El presentador de la pelea animó al público y presentó a quien pelearía con Diego.
El retador de la noche, con ustedes el excampeón de la UFC; J. T Jones, el ruido de la gente era ensordecedor y los corredores de apuestas no se daban abasto con los interesados, el campeón veterano miró a Diego y escupió con asco, Diego solo ajustó sus vendas a las manos, el hombre hizo todo un espectáculo de su presentación tal como lo pidió el jefe.
El enfrentamiento comenzó, ambos contrincantes en posición de lucha se midieron unos segundos, J.T, lanza un golpe y Diego lo esquiva, él lanza un golpe para medir la distancia y apenas lo roza, J.T. lanza una patada a la altura de sus rodillas para desbalancear a Diego pero él no cae, después de medio giro y con la gente que quiere entrar a la jaula a patearlos porque no ven acción. J.T. lanza un golpe más y Diego esquiva y lo conecta en la mandíbula con un puñetazo, J.T. se marea y la gente grita, entonces le da otra patada a Diego a la altura de sus rodillas para tumbarlo.
—¿Qué haces?, esto no fue el trato —dice J.T. solo para que Diego lo oiga.
—Qué pasa campeón, ¿no puedes conmigo? —respondió Diego burlón, y J.T. respondió con ira, clásico y enorme error, nadie lleno de furia es calculador, se abalanzó sobre Diego lanzando un golpe tras otro, Diego esquivó dando pasos hacía atrás y consiguió el hueco por donde evitó las defensas, dando un golpe directo a la sien, J.T dio dos pasos con dificultad y cayó en la lona aturdido, en ese momento Diego aprovechó y con rápidos y certeros golpes propinó una golpiza al gran retador y ex peleador de la UFC. La pelea apenas duró cuatro minutos y medio.
«Estoy muerto» pensó Diego mientras gritaba y se golpeaba el pecho para disfrute de los espectadores.
Diego salió lo más rápido que pudo de la jaula, entró al área de peleadores y sin darse una ducha buscó una franela, lo mejor era salir de allí, logró llegar a la puerta trasera del galpón industrial donde cada fin de semana se daban citas las mejores peleas clandestinas de New York, su moto estaba más allá, pero dos hombres estaban junto a ella.
—Halcón quiere hablar contigo —dijo uno de ellos.
—Estoy apurado señores, diganle a su jefe que mi deuda está más que saldada.
—Eso lo decido yo —escuchó Diego trás él y Diego dio un paso al costado para mirar a los tres hombres, Halcón y sus dos matones—, fui muy claro cuando te ordené perder esta pelea.
—No es mi culpa que el hombre se haya resbalado y desmayado con mis golpes —respondió Diego socarrón, sujetó el bolso con una mano y se preparó para pelear, Halcón salió a la luz de la única farola, en el estacionamiento solo estaban ellos, «hasta aquí la conté», Halcón era un joven, incluso un poco menor que Diego, tendría 27 años y se notaba de buena posición con su ropa de diseñador, no tenía cicatrices ni marcas visibles, aunque su traje no ocultaba que era musculoso.
—Te crees un payaso, pero yo no tengo un circo, tengo una jaula de pelea, tú te metiste en esto al endeudarte en mi casino, no te obligué, ahora debes pagarme y tu deuda acaba de hacerse más grande —Halcón se quitó el saco entallado que le daba aspecto de respetable empresario y enrrolló cada puño de su camisa.
—¿Peleará conmigo, jefe?
—Te demostraré que de mí nadie se burla —Diego soltó su bolso y se puso en guardia y cubrió el primer golpe, pero Halcón brincó y le dio una patada de giro, Diego estaba agotado, adolorido y lejos de estar a un cien por ciento, había tenido que pelear al menos dos veces por semana en las últimas cuatro semana y eso era demasiado para cualquier peleador, era una tortura para su cuerpo, Diego lo soportaba con ayuda de drogas y voluntad, pero ya estaba entregado, «lo mejor es dar lo que te queda, Loky», Diego pasó el dorso de la mano por el labio roto y asentó una patada en el pecho de Halcón y tres golpes uno de ellos le partió la boca, los hombres de Halcón lo sujetararon para que su jefe lo golpeara con saña.
—De mí nadie se burla, me has hecho perder una fortuna en apuestas, y eso me lo debes.
—Peleas bien, tienes buenos movimientos, pero eres un maldito cobarde que necesita que dos gorilas de circo lo ayuden para enfrentar a un contrincante digno —dijo Diego escupiendo sangre y muy mal herido.
Halcón se echó a reír y lo tomó por la barbilla.
—Tú no eres un contrincante digno, eres poco más que un animal en mi jaula y a los animales se les castiga, no tengo tiempo de enseñarte lo que es una buena pelea, mi chica me espera —se separó lo suficiente para darle un golpe contundente en la cara que lo desmayó y continúo golpeando hasta casi matarlo—. Suelten a este pobre diablo cerca de una emergencia de hospital y vigilan que a lo que esté recuperado no tenga otra opción que venir —le dijo a sus hombres mientras se limpiaba las manos llenas de sangre con un pañuelo.
Diego despertó en la sala de emergencia ya vendado y siendo atendido, pero por completo acabado y no le quedó otra opción, no lo habían matado, de hecho entendió que la intención de Halcón no era matarlo, era convertirlo en esclavo, eso sí que no podía permitirlo, así que doblegando su orgullo y reconociendo que es un completo caso perdido, hizo una llamada telefónica desde el celular de una linda enfermera.
—Aló, Brenda, hermana, ahora sí que metí la pata en grande, necesito tu ayuda…
“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Reinhold Niebuhr (1951) 9 meses después Milán. Diego como gerente del Gym Warriors del hotel Larsson Milán tenía años, ganaba muy bien, tenía un departamento en una buena zona, incluso había participado en torneos que le dejan buen dinero, lo que nunca imaginó es que sería víctima de sus antiguos demonios, pensó que un trago de vez en cuando no era nada, en cuanto la tentación por otras sustancias se hizo más fuerte, comenzó a apostar en casinos para distraerse, pronto también se hizo una necesidad y ambas hicieron de su vida un desastre que terminó con él siendo explotado en New York. Su única amiga en el mundo, también era su jefa y dejó todos sus compromisos por ir a buscarlo, le devolvió su empleo y aquí estaba de nuevo en Milán, tratando de vivir un día a la vez. El teléfono celular suena dentro de su bolsillo y D
Diego era bueno ocultando sus emociones, en realidad se sentía cansado y triste, eso era una mala combinación para él, era de noche, pero aun no tan tarde, pensó en llamar a alguna amiga, pero desestimo la idea, aunque quizas el sexo sin compromiso, lo apartaría así sea por unas horas la soledad y vacío interno, aun dudoso miraba su celular mientras caminaba a unas calles de su departamento y dos hombres lo interceptaron, dos más venían detrás de él, Diego no tuvo escapatoria, se preparó para pelear, pero no era un asalto, eran profesionales, un auto sedan de lujo paró junto a él en la calle, un hombre bajó la ventanilla. —Dejaste algunas cosas pendientes en Estados Unidos, Loky… —el hombre chasqueó la lengua—, tranquilo, solo deseo hablar contigo, tengo interés en ti. —No me gustan los hombres —respondió Diego burlón, sabía que aquí podrían matarlo sin problema, sería noticia de como un triste extrangero fue asesinado en la vía pública, eso si no lo lanzaban al lago de Como y
Diego saltaba la cuerda en el salón de combate del gym, ya había pasado una semana desde su encuentro con don Massimo, desde ese día, salía del gym más temprano y dejaba a Roxana a cargo del cierre, ella era su entrenadora de confianza y los últimos años se estaba preparando en artes marciales mixtas con él. Diego, como prometió, entrenaba a los peleadores para la exhibición de apertura de la arena del casino Fortuna de don Massimo, regresaba a casa casi a medianoche, un ritmo extenuante que solo soportaba manteniendo su cuerpo caliente para que el dolor de sus músculos lastimados no lo hagan desear drogas. —¿Qué te tiene tan preocupado? —preguntó Roxana sorprendiendo a Diego, estaba recostada a la puerta del salón de combate —perdón por sorprenderte. —Debes quedarte hasta tarde y cerrar, no tienes por qué llegar tan temprano, aún no son ni las 6.00 AM —Diego soltó la cuerda y se acercó a ella limpiando el sudor con una toalla de mano y Roxana se tensó. —He visto en redes so
Rebeka se dedicó a su trabajo, todos los días le llegaba un ramo de flores de Luciano, la idea de venir a Milán era estar más cerca de él y nada había sido como lo planeó, recibió llamada de su madre y su cuñada y se emocionó con un mensaje de Luciano, esta noche regresaba a Milán, al final de la tarde estaba en una suite vip del hotel arreglándose cuando recibe la llamada de Victoria su mejor amiga, estaba en el hotel, Rebeka autorizó su ingreso. —¡Bruja, estás aquí!, —fue el recibimiento de Rebeka, su amiga la abrazó emocionada. —Hola Rebeka con “K” —le respondió Victoria sonriendo y bromeando como niña—, si tú ahora eres gerente del mejor hotel de Milán yo lo aprovecharé al máximo.Rebeka y Victoria, eran amigas de toda la vida, desde la escuela, para Rebeka era la hermana que no tuvo. —Empezaremos a divertirnos desde hoy mismo, Luciano me invitó a salir, lo llamaré y le diré que vas conmigo. —Sí, de reventón en Milán —respondió Victoria emocionada—, ya buscaré mi age
—Mi nombre es Alonzo Costa, ¿ustedes trajeron a la señorita Victoria Asunzolo? —Así es, ella es mi mejor amiga, es como mi hermana. —Nombres por favor —dijo el detective sin prestar atención a la preocupación de Rebeka. —Rebeka Larsson y Diego Aguirre —contestó Rebeka seria, Diego sabía que esto no era algo usual, sabía que la policía podría entrevistarlos, pero un detective por una sobredosis en una discoteca, pensó que quizás se debía a que eran chicas millonarias. —¿Cómo obtuvieron esas pastillas? —No lo sé, ella no me dijo, pero estaba con un amigo, supongo que fue él quién se las dio. —¿Cómo consigo a ese amigo? —preguntó anotando en su tablet y sin mirarlos. —No lo conozco —respondió Rebeka y ella misma notó que sonó mal—, es que lo conocí hoy, supongo que en cuanto Vicky despierte le pueda decir, sé que ella lo llamó. —Me dice que es como su hermana, pero no sabe cómo consiguió las pastillas, no conocé a sus amigos, ¿sabe algo acaso? Rebeka miró s
Diego traía una bolsa de papel que desprendía el aroma más exquisito de pan recién horneado, Diego se rascó la nuca, pero una sonrisa adornaba su rostro. —No es un desayuno gourmet, pero huele bien, ella sonrió abochornada y él no dijo nada por lo que escuchó. Diego y Michael las siguieron en moto al departamento de Rebeka, Victoria bajó por el lado del copiloto y casi se cae, pero Michael estaba cerca y la sujetó, ella estaba muy mareada, pero de inmediato se incorporó y caminó sola. —De nada —dijo Michael a su espalda, muy molesto con la presunción de la modelo. —¿Qué quieres?, un monumento por haberme sostenido un segundo. —No un monumento, pero no estaría de más un gracias por salvarte la vida —le respondió Michael de mala gana. —Es verdad Vicky, no seas una perra —le dijo Rebeka recriminando a su amiga su mala actitud cuando ella siempre ha sido amable—, ellos nos ayudaron, nos dieron comida, nos han cuidado. —Pues yo no lo pedí —respondió Victoria con los ojo
Rebeka le dio acceso y abrió la puerta de su departamento, se sentía aliviada de que Diego la acompañara, él entró con bolsas y un contenedor con tres vasos, fue directo a la barra y le dio un vaso. —Es café, seguro no has preparado —Rebeka negó con la cabeza muy seria sin pronunciar palabra y Diego la vio triste, quizás fue brusco, pero nunca había tratado con consentidas millonarias—; también traje desayuno, y unos dulces buenísimos, los carbohidratos ayudarán a Victoria, aunque es modelo y seguro no come carbohidratos. A Rebeka se le aguaron los ojos y miró a otra parte limpiando con cuidado el borde de sus ojos. —A ella le encantan los dulces, muchas gracias por venir, eres muy considerado y yo no sé qué hacer, nunca la había visto así. Un sollozo trancó la voz de Rebeka y lloró con hipidos, al tratar de no llorar solo consiguió privarse del llanto. —Hey, cálmate, ¿tan malo fue? —Rebeka no podía contestar, sentía un nudo en la garganta y trataba de evitar llorar
—¡Bruja!... —gritó Victoria tocando la puerta. Rebeka se levantó como impulsada por un resorte y abrió, Victoria entró a la habitación. —Bruja es mi mamá —dijo señalando su teléfono celular sonando con la cara de la madre de Victoria, puedes decirle que estoy dormida, hablar con ella me da ansiedad. —Sí claro —Rebeka tomó el teléfono y caminó al pasillo, Victoria vio a Diego y se impresionó, enrojeció y se echó a reír. —¡Ups!..., perdón —en eso Rebeka regresó—, bruji, perdoname que los interrumpí, sigan en lo suyo, buenas noches. —Es que Diego tenía una herida y yo… Victoria la miró mordiendo sus labios. —No soy tu madre, Rebeka, el hombre es un sexi bombón y le has tenido ganas un montón, solo gozalo. Diego se echó a reír y Rebeka parecía un camaleón cambiando de colores. —Tu madre dice que la llames mañana, ahora vamos a tu habitación, Diego descansa aquí, yo me quedo con Victoria. —Perdón —dijo Victoria susurrando con ambas manos en plegaria a Diego