—¡Bruja!... —gritó Victoria tocando la puerta.
Rebeka se levantó como impulsada por un resorte y abrió, Victoria entró a la habitación.
—Bruja es mi mamá —dijo señalando su teléfono celular sonando con la cara de la madre de Victoria, puedes decirle que estoy dormida, hablar con ella me da ansiedad.
—Sí claro —Rebeka tomó el teléfono y caminó al pasillo, Victoria vio a Diego y se impresionó, enrojeció y se echó a reír.
—¡Ups!..., perdón —en eso Rebeka regresó—, bruji, perdoname que los interrumpí, sigan en lo suyo, buenas noches.
—Es que Diego tenía una herida y yo…
Victoria la miró mordiendo sus labios.
—No soy tu madre, Rebeka, el hombre es un sexi bombón y le has tenido ganas un montón, solo gozalo.
Diego se echó a reír y Rebeka parecía un camaleón cambiando de colores.
—Tu madre dice que la llames mañana, ahora vamos a tu habitación, Diego descansa aquí, yo me quedo con Victoria.
—Perdón —dijo Victoria susurrando con ambas manos en plegaria a Diego.
—¿Por qué no te quedas?, no solo tú me has deseado, yo también a ti —objetó Diego lanzando el reto.
—Porque tú te irás.
—Te me salvaste princesita —dijo Diego a la habitación vacía.
Victoria fue mejorando, ahora iba a reuniones de narcóticos anónimos con Diego, Rebeka había aceptado cenar con Luciano dos veces, tendría un evento para el próximo viernes, le pidió a Rebeka varias suites en pisos consecutivos y que gozaran de discresión en el hotel para diferentes empresarios, Rebeka lo ayudó de inmediato, contenta de ayuarlo. Luciano sabía que había metido la pata y era respetuoso y un perfecto caballero, Rebeka ya quería de una vez olvidar a Diego, así que cuando Luciano la invitó al evento como su pareja y a pasar el fin de semana con él, ella aceptó. Pronto llegó el dia del evento. La secretaria de Rebeka le informó que Diego y Roxana querían verla.
—Rebeka, como acordamos, hoy es mi último día, te agradezco informes a Brenda el lunes que es cuando oficialmente Roxana tomará mi lugar.
—¿Te quedas hasta el domingo? —le preguntó Rebeka a Diego.
—No…, me voy hoy.
—Hoy es la pelea —dijo Roxana con rabia.
—Así es, nos despedimos aquí.
—Qué otro remedio me queda, no tengo dinero para pagar una entrada para ver las peleas —dijo Roxana y Diego la miró con desaprobación, claramente no la quería en la pelea, a Rebeka le parecía obvio que Roxana era amante de Diego y no quería estar en medio de los dos justo ahora.
—Roxana, confío en la capacidad de Diego y de seguro te enseñó bien, así que te apoyaré con mi cuñada Brenda para que te mantengas como gerente del Warriors.
—Muchas gracias señorita Larsson, susurró Roxana —miró a Diego con cariño—, pondré todo de mi parte.
—Ahora si nos perdonas Roxana, me gustaría conversar con Diego a solas.
Roxana suspiró y se marchó, furiosa por dejar a Diego con Rebeka, pero sin atreverse a decir nada, en cuanto cerró la puerta, Rebeka se levantó y le dio la vuelta a su escritorio, Diego se levantó y ambos se mantuvieron mirándose uno al otro.
—Diego, gracias por todo —Rebeka le dio un abrazo—, gracias por apoyarme, por estar para mí y para Vicky —Rebeka lo soltó—, te deseo que encuentres lo que buscas.
—Princesita, me gustó volverte a ver, espero que la vida te siga tratando bien.
Rebeka se echó a reír y Diego sonrió, la vio tan linda, su sueño imposible, no la volvería a ver, «al diablo» Diego tomó a Rebeka por la cintura y la pegó a él, Rebeka se iba a quejar, pero ya Diego la estaba besando, su boca demandante tomó la de ella, sus labios eran suaves al tomar los de ella, besar a Diego era como bailar, él sabía llevar el justo ritmo.
—Tú eres la tentación que no pude probar realmente, Rebeka.
—Diego, yo…
—No, princesita, no digas nada —Diego puso sus manos en ambas mejillas y regresó a sus labios, dándole el beso que fue interrumpido, «no lo volveré a ver», pensó Rebeka al abrazarlo, subiendo los brazos y posando las manos en su fuerte espalda, entregándose al deseo que Diego le produce, entonces él ahora sí que la besó en serio, con pasión y movió sus manos en su cintura y ella se levantó para poder abrazarlo mejor, ella suspiró de manera tan sexi que Diego solo quizo desnudarla, pero entonces recordó que no debe y se separó de ella.
Diego iba a marcharse, pero frenó sus propios pasos mientras se cuestionó a sí mismo que estaba haciendo, pues él no es un caballero, pensaba que ellos podrían disfrutar un poco, y en este momento siente el aroma de Rebeka y el sabor de sus labios no quiso dejar pasar esta única oportunidad
—Sabes que princesita, nos vamos a cuestionar luego haber hecho esto— ella se quedó pasmada cuando sintió como la boca de Diego colisionó con la suya, sus lenguas siguiendo un ritmo salvaje, no había nada de romántico en ese beso, pero la hacía perderse y jadear sobre sus labios en busca de un aire que sus pulmones no necesitaban.
Las manos de Diego la recorrieron y apretó sus glúteos, pegando su cuerpo con fuerza al de él, Rebeka sabía que debía detenerlo, pero ya era incapaz. Ese hombre era el único que podía hacer tal cosa y lograrlo.
—Lo siento princesita, pero el deseo por ti no me deja detenerme— Diego iba quitando lentamente cada botón de la camisa de Rebeka, con tanta calma que a ella le parecía alucinante—, sé que mereces algo mejor, pero esto es lo que soy, un hombre oscuro y dañado que no te merece, sin embargo, no soy capaz de limitarme a únicamente admirarte—, ella temblaba no sabía cuál era el plan de Diego—. Adoro tu fragancia, me acompaña cada noche y se ha quedado grabado en mi memoria— susurró él besando su cuello, dándole besos pausados y sintiendo como ella se estremecía, luego besó sus pechos alrededor del sostén de encaje y Rebeka echó la cabeza hacia atrás, exponiendo el nacimiento de sus pechos redondos que Diego quería lamer y morder.
Pero pasó de ellos surcando su abdomen y se detuvo sobre su ombligo, adorándola con detenimiento, estaba inclinado así que le bajó el cierre posterior de la falda la cargó por la cadera y la sentó en el escritorio y él se sentó en el lugar de ella.
—Diego yo no…. — él no la dejó terminar cuando haló la falda, ella ni había notado el momento en que él como un mago había aflojado la prenda para que cediera con facilidad, con los dientes dejó una suave mordida en el interior de su muslo izquierdo.
—No te preocupes princesa, no es el lugar ni el momento, — aclaró mientras dejaba caer la falda de tubo, dejando sus piernas al descubierto.
Él detuvo su ágil boca cuando llegó a su intimidad cubierta por una fina tela que estaba húmeda, y sonrió satisfecho, de modo que por encima dejó un beso y absorbió ese rico aroma de la excitación antes de subir rozando su piel con los dedos, tomando los lazos laterales de la diminuta tanga y la sacó despacio.
Luego repaso su sexo con la mirada, notando lo delicada que se ve, delicada y depilada, la boca se le hizo agua, abrió sus labios a esa suave carne, la cual chupó y lamió recorriendo toda la hendidura. Mientras Rebeka no hacía más que apretar con las manos los bordes del escritorio, mordiéndose el labio con tanta fuerza que creyó que sangraría y él no paraba hasta que sintió cómo ella empezó a jadear.
Tanteó con un dedo su entrada, y la sensación que a él le invadió, le hizo doler su palpitante erección, con un infernal deseo de reemplazar sus dedos, por su hombría. La hizo soltar varias lágrimas de puro placer, uno que la arrastró haciendo que se perdiera mientras Diego recibía ese elixir de su feminidad.
—Diego, no te vayas, es cierto, quería verte de nuevo porque nunca te olvidé, yo te am…. — el cerebro de Rebeka hizo clic y detuvo sus propias palabras que salían entre gemidos y aun con el cuerpo tembloroso y los ojos llenos de lágrimas, Diego se incorporó, volvió a tomar su boca y la hizo sentir su propio sabor, y luego sin apartar la mirada lamió de manera sensual sus dedos llenos de fluidos.
—Estos fue por mí, y solo para mí —toco los pechos de Rebeka sobre el sostén—las haré añorar mi lengua, sentirán tanto celos de tu entrepierna como mi hombría ahora siente por mis dedos— volvió a darle un beso, pero esta vez en la frente y cuando se apartó, Rebeka quiso hablar, pero él no la dejó—. No, princesita, sobran las palabras, fue nuestra despedida —Diego mordió su propio labio con esa sonrisa pícara tan de él y le hizo un guiño—, asegurate de que el florista dé todo por ti. Adiós princesita.
Rebeka tuvo que pestañear par de veces para reaccionar y darse cuenta de lo que ha pasado, se miró a sí misma viendo su camisa abierta, su falda en el piso, aún sus piernas abiertas y la pose de oficinista erótica, más con los zapatos de tacón que Diego no le quitó.
—Nada más me faltan los lentes — bromeó de sí misma y sus mejillas sonrojadas se calentaron más.
Se bajó del escritorio y empezó a buscar con la mirada su ropa interior la cual no encontró por más que busco.
—Ah Diego, te llevaste mi tanga…
Diego esperaba en el camerino de peleadores, estaba nervioso pero no por la pelea, esperaba que el detective Alonzo Costa cumpliera el plan acordado, él no tenía comunicación en este momento con él, no había donde ocultar un comunicador, solo llevaba el short negro de licra, ni siquiera zapatos, solo el batín de seda dorada con forro verde que llevaría por el pasillo. El plan consistía de esta manera: Halcón había dicho que asistirá al evento acompañado de nuevos inversionistas y asociados, esto quería decir, mafiosos y millonarios que querían de su amplia gama de servicios, drogas, mujeres y armas, la redada sería brutal y la policía conseguiría el arresto más grande desde hacía mucho, todo gracias a Diego que con el equipo que espiaba a Halcón sabían de todas las operaciones para la noche. Aquello sería una emboscada, al finalizar la pelea de Diego, con la algarabía del público cobrando las apuestas era el mejor momento para sorprender y meter a la cárcel a todo el círculo de Halcón.
—Con ustedes el peleador de la noche, invicto en Estados Unidos, ahora para el deleite en el casino Fortuna, el dios del engaño, Loky…
Un reflector iluminó a Diego dejándolo encandilado mientras caminó por el pasillo, el público gritaba emocionado, Diego entró a la jaula y quedó parcialmente oscuro porque de nuevo las luces de colores parpadeantes hacía ver la jaula psicodélica, anunciaron al retador, al que por supuesto Diego no conocía, ambos se saludaron y todo se iluminó, Diego dio un vistazo hacia la primera fila buscando a Halcón, allí estaba, Diego sintió subir un frío por su espina dorsal, al lado de Halcón, estaba Rebeka.
El árbitro inició la pelea y ya Diego no tenía oportunidad de hacer nada. «Que demonios hace Rebeka aquí con Halcón» Rebeka no quería salir con Luciano, aunque sabía que Diego no era el hombre para ella, que era necedad de su parte empecinarse en él que era el clásico chico malo al que la chica escoge sobre el buen hombre; ¿por qué las mujeres siempre perseguimos el drama?, aquello era un cliché por decir poco, así que se obligó a respetar su compromiso con Luciano, aunque no pasaría el fin de semana con él. Sin embargo, esa noche todo había sido de lo más confuso. Luciano la había mandado a buscar con su chofer, así empezó mal y ella debió negarse a salir con él así, pero Luciano le había suplicado, que era su noche, que debía vigilar que todo saliera bien, cuando el chofer la llevó a un estacionamiento privado del casino Fortuna, Rebeka estaba más que sorprendida, Luciano abrió su puerta y la abrazó dándole un beso en la boca, estaba muy emocionado. —Luciano, creí que
Diego sintió como su cuerpo reaccionaba a la sensación que conoce bien y sabe que es prohibida. —¿Qué me diste? —preguntó preocupado. —Es solo un poco de morfina para el dolor, apenas estoy comenzando. —Ay Dios mío, debiste preguntarme, preciosa, soy adicto. Johana dio un paso atrás. —No lo sabía, Diego, perdoname. —No pasa nada, no es tu culpa, ya lidiaré con eso. —Esto es malo, pero solo fue muy poquito. —No te preocupes —Diego empezó a sudar frío y Johana estaba temblando con cargo de consciencia. —Debí preguntar, no eres un animal, pero estoy tan acostumbrada a tratar con animales y ellos no hablan. —Solo imagina que soy un animal y ayúdame con la herida. Johana fue rápida, tenía destreza y estaba acostumbrada a tratar animales grandes, así que con Diego rápidamente le limpió los orificios el proyectil que entró por el brazo y salió por el hombro. —Tuviste mucha suerte, la bala no tocó nada importante, aunque no sé cómo quedará la función de
En el próximo pueblo el camión los dejó en una terminal de autobuses, Rebeka y Diego caminaron hasta sentarse en una banqueta pública dando la espalda a la carretera.—No estás en condiciones de seguir —le dijo Rebeka preocupada.—Estamos muy cerca de la ciudad aún y no tenemos ni idea de como demostrar la culpabilidad de Halcón.—Quizás el mejor escondite es precisamente estar cerca, busquemos un hotel.—No princesita, es donde buscarán primero, busquemos alojamiento para mochileros. Diego sentía mucho dolor en la herida, necesitaba reposo, antibióticos, aparte que el deseo por droga era horrible, trataba de mantenerse entero por Rebeka, porque era un hombre y tenía que encontrar la solución a sus problemas, Rebeka tocó su frente. —Tienes fiebre, quédate aquí, yo conseguiré alojamiento. Rebeka entró a la terminal de autobuses y fue con un vendedor de recuerdos y chucherías, aquí le informaron de varios casas que prestaban servicio de hospedaje a mochileros, fue a una far
—Ella era la ideal, Rebeka es una mujer hermosa, de una de las familias más ricas y con más renombre en el mundo, pensé que ella era un excelente activo, que colaboraba a mi imagen intachable. —¿Ya no es el caso? Luciano bajó la cara y estaba sudando frío, a su padre no le temblaba el pulso y él tenía mucho que perder. —Ahora es del todo imposible —Respondió Luciano en voz baja. —La niña de una de las familias más ricas y respetables del mundo es para ti un cabo suelto —dijo don Massimo en voz baja y pausada y luego se levantó y dio un fuerte golpe al escritorio con su palma— ¡Llevo años limpiando mi nombre, patán inservible!, no puedes simplemente asesinar a la consentida de los Larsson, ¿crees que ellos no lo investigarán?, darán contigo y de inmediato conmigo, eres codicioso como tu madre, jamás debí confiar en ti, lejos de mí no me dabas problemas. Luciano siente como las palabras de desprecio queman y enfurecido trata de ocultarlo. —Yo lo tengo resuelto, cubr
Rebeka se alejó de la casa, ella no planeó escapar de su familia por vivir una aventura con Diego, pero en algo tenía razón, no debía acostumbrarse a esa vida inventada, había que encontrar la forma de limpiar su nombre y en su familia ella confía, fue a la estación y tomó un autobús, bajó dos pueblos más adelante, allí encontró un centro de chat y mandó un correo electrónico a Brenda su cuñada y mejor amiga, estaba casada con su primo, al que quería como a su hermano, la citó y le pidió no decir a nadie. Brenda recibió el mensaje de Rebeka, acababa de llegar con su esposo a Milán, todos en la familia estaban desesperados y el novio de Rebeka que aún nadie de la familia conocía como tal, no paraba de llorar con mucho sentimiento, eso le dio mala espina a Brenda, “lágrimas de cocodrilo”, fue la expresión que vino a su mente, no mencionó nada a nadie, ella se excusó diciendo que debía acostar a su hijo, le hizo señas a Sebasthian su esposo, para que la acompañara, una vez solos en su
Rebeka no sabía qué hacer, si no podía confiar en su familia, ¿en quién lo haría?, pensó en Diego, era un odioso y un hombre detestable, pero regresó por ella, se atravesó ante una bala por ella y a cambio le dieron drogas y lo incriminaron de los delitos de Luciano, Rebeka pensó en Luciano y entendió que realmente no estaba enamorada de él, recordó que al conocerlo lo primero que se fijó es que se parecía a Diego, en cada hombre que llamaba su atención siempre buscaba a Diego, no era justo dejarlo solo en medio de una crisis de abstinencia, herido y sin siquiera despedirse. Regresó al terminal de autobuses, su intención era volver con Diego, pero entonces lo ve bajar de un autobús, al igual que ella con chaqueta enorme, Rebeka corrió en su dirección y Diego sintió regresar su alma al cuerpo cuando la vio, ella estaba a salvo, lo abrazó y a él no le importó el dolor de su brazo igual la cargó y la besó de inmediato con alivio y desesperación. —Mi princesita —susurró mientras le d
Diego quería ir a una estación del metro y ella a un taxi. —Princesita, el metro es más económico. —Pasemos por mi casa. Llegaron a Carneguie Hill, por supuesto uno de los barrios más ricos de New York, Rebeka sorprendió a Diego tomando impulso y brincando una verja, él la siguió quejándose del dolor de su hombro. —¿Que haces, Rebeka?, si nos ve alguien, vamos presos de inmediato. —Debemos evitar las cámaras de seguridad de la casa —explicó ella, ya en un bello jardín cuidado, Rebeka buscó en una decoración de piedras hasta que dio con una suelta y sacó una llave con la que abrió la casa y desactivó la alarma de inmediato. Rebeka entró a la habitación de sus padres y buscó ropa de su papá para Diego y lo llevó a una habitación de huéspedes. —Puedes bañarte y cambiarte. Diego vio las prendas y sonrió negando con la cabeza. —¿Qué haces Rebeka? Ella lo miró confundida. —Son prendas apropiadas, es decir, no te quedarán mal. —No es eso, ¿por qué dia
Rebeka tomó un abrigó y una toalla, la tendió en uno de los sillones de cuero y allí durmió, muy temprano en la mañana Diego la despertó. —Despierta Rebeka —Diego movió su hombro para despertarla y ella lo miró aún seria—, fui a la tienda y compré comida, voy a salir, come y guárdame algo —en eso Diego arrugó la nariz al recordar que ella no sabe cocinar—. Pero qué digo, tú no sabes cocinar —Diego chasqueó la lengua—, tendré que lidiar contigo, levántate para que me acompañes.—No…, —respondió Rebeka molesta por la manera brusca de Diego, no era una niña para que lidiaran con ella–, ve a hacer lo que debas hacer, yo me puedo cuidar sola, no soy una cría. —¿Qué vas a comer? —Tengo internet Diego, ayer compré dos teléfonos desechables, mi número está grabado, llévatelo, así podemos estar comunicados. —Gracias por el teléfono princesita y de verdad, creo que es mejor que vengas conmigo, no quiero que incendies mi casa. Diego se echó a reír y Rebeka lo odió, su burla, sie