—Ella era la ideal, Rebeka es una mujer hermosa, de una de las familias más ricas y con más renombre en el mundo, pensé que ella era un excelente activo, que colaboraba a mi imagen intachable. —¿Ya no es el caso? Luciano bajó la cara y estaba sudando frío, a su padre no le temblaba el pulso y él tenía mucho que perder. —Ahora es del todo imposible —Respondió Luciano en voz baja. —La niña de una de las familias más ricas y respetables del mundo es para ti un cabo suelto —dijo don Massimo en voz baja y pausada y luego se levantó y dio un fuerte golpe al escritorio con su palma— ¡Llevo años limpiando mi nombre, patán inservible!, no puedes simplemente asesinar a la consentida de los Larsson, ¿crees que ellos no lo investigarán?, darán contigo y de inmediato conmigo, eres codicioso como tu madre, jamás debí confiar en ti, lejos de mí no me dabas problemas. Luciano siente como las palabras de desprecio queman y enfurecido trata de ocultarlo. —Yo lo tengo resuelto, cubr
Rebeka se alejó de la casa, ella no planeó escapar de su familia por vivir una aventura con Diego, pero en algo tenía razón, no debía acostumbrarse a esa vida inventada, había que encontrar la forma de limpiar su nombre y en su familia ella confía, fue a la estación y tomó un autobús, bajó dos pueblos más adelante, allí encontró un centro de chat y mandó un correo electrónico a Brenda su cuñada y mejor amiga, estaba casada con su primo, al que quería como a su hermano, la citó y le pidió no decir a nadie. Brenda recibió el mensaje de Rebeka, acababa de llegar con su esposo a Milán, todos en la familia estaban desesperados y el novio de Rebeka que aún nadie de la familia conocía como tal, no paraba de llorar con mucho sentimiento, eso le dio mala espina a Brenda, “lágrimas de cocodrilo”, fue la expresión que vino a su mente, no mencionó nada a nadie, ella se excusó diciendo que debía acostar a su hijo, le hizo señas a Sebasthian su esposo, para que la acompañara, una vez solos en su
Rebeka no sabía qué hacer, si no podía confiar en su familia, ¿en quién lo haría?, pensó en Diego, era un odioso y un hombre detestable, pero regresó por ella, se atravesó ante una bala por ella y a cambio le dieron drogas y lo incriminaron de los delitos de Luciano, Rebeka pensó en Luciano y entendió que realmente no estaba enamorada de él, recordó que al conocerlo lo primero que se fijó es que se parecía a Diego, en cada hombre que llamaba su atención siempre buscaba a Diego, no era justo dejarlo solo en medio de una crisis de abstinencia, herido y sin siquiera despedirse. Regresó al terminal de autobuses, su intención era volver con Diego, pero entonces lo ve bajar de un autobús, al igual que ella con chaqueta enorme, Rebeka corrió en su dirección y Diego sintió regresar su alma al cuerpo cuando la vio, ella estaba a salvo, lo abrazó y a él no le importó el dolor de su brazo igual la cargó y la besó de inmediato con alivio y desesperación. —Mi princesita —susurró mientras le d
Diego quería ir a una estación del metro y ella a un taxi. —Princesita, el metro es más económico. —Pasemos por mi casa. Llegaron a Carneguie Hill, por supuesto uno de los barrios más ricos de New York, Rebeka sorprendió a Diego tomando impulso y brincando una verja, él la siguió quejándose del dolor de su hombro. —¿Que haces, Rebeka?, si nos ve alguien, vamos presos de inmediato. —Debemos evitar las cámaras de seguridad de la casa —explicó ella, ya en un bello jardín cuidado, Rebeka buscó en una decoración de piedras hasta que dio con una suelta y sacó una llave con la que abrió la casa y desactivó la alarma de inmediato. Rebeka entró a la habitación de sus padres y buscó ropa de su papá para Diego y lo llevó a una habitación de huéspedes. —Puedes bañarte y cambiarte. Diego vio las prendas y sonrió negando con la cabeza. —¿Qué haces Rebeka? Ella lo miró confundida. —Son prendas apropiadas, es decir, no te quedarán mal. —No es eso, ¿por qué dia
Rebeka tomó un abrigó y una toalla, la tendió en uno de los sillones de cuero y allí durmió, muy temprano en la mañana Diego la despertó. —Despierta Rebeka —Diego movió su hombro para despertarla y ella lo miró aún seria—, fui a la tienda y compré comida, voy a salir, come y guárdame algo —en eso Diego arrugó la nariz al recordar que ella no sabe cocinar—. Pero qué digo, tú no sabes cocinar —Diego chasqueó la lengua—, tendré que lidiar contigo, levántate para que me acompañes.—No…, —respondió Rebeka molesta por la manera brusca de Diego, no era una niña para que lidiaran con ella–, ve a hacer lo que debas hacer, yo me puedo cuidar sola, no soy una cría. —¿Qué vas a comer? —Tengo internet Diego, ayer compré dos teléfonos desechables, mi número está grabado, llévatelo, así podemos estar comunicados. —Gracias por el teléfono princesita y de verdad, creo que es mejor que vengas conmigo, no quiero que incendies mi casa. Diego se echó a reír y Rebeka lo odió, su burla, sie
Diego fue a Brooklyn, pasó el día buscando a sus amigos peleadores y nadie sabía de Halcón, él hombre mudó todos sus negocios a Italia y mandaba a Estados Unidos drogas y armas, pero eso no le servía a Diego, en eso Halcón no daba la cara y al menos que viniera, no podía demostrar que era un delincuente y eso contando con que la policía no lo traicionara de nuevo, recordó a Rubí, ella era la dueña de un burdel y tenía pacto con Halcón para que sus chicas sirvieran a sus mejores clientes apostadores, pero al ver en Milán que Halcón ahora también tenía sus propias chicas le hizo pensar que Rubí no estaba en los mejores términos con su socio, así que quizás estaría dispuesta a traicionarlo. —Loky, mi corazón —la pelirroja muy alta y con enormes pechos, ya madura, pero muy bien conservada con una que otra ayudita del bisturí saludó a Diego—, oye nene, pensé que no volvería a verte por aquí. Diego la abrazó y apretó sus nalgas y dio un beso en cada pecho que se salían de la blusa
Rebeka trató de correr, pero sus piernas no respondían, si se caía la aplastaría la multitud, unos brazos protectores la motivaron a caminar. —Vamos Rebeka, debemos escondernos. Rebeka pudo ver que era Guadalupe. —Niña ladrona, te aprovechaste de mí. —Después te pido perdón, pero salvarte hoy me da mérito. Guadalupe la hizo saltar a un pequeño bote pesquero y se cubrieron con muchas redes y ambas rezaron por no ser descubiertas, el olor a pescado en descomposición era nauseabundo, pero ambas lo resistieron, era mejor que ir detenidas, salieron de allí cuando cesó la algarabía y Guadalupe con esfuerzo sosteniendola con el brazo bajo su hombro la acompañó a casa, iban cerca cuando Diego las encontró, también iba llegando. Diego vio a Rebeka y se asustó, corrió hacía ella sacándola de los brazos de Guadalupe. —Rebeka, Dios mío, ¿qué te pasó? —Diego no esperó respuesta de su parte y la cargó haciendo esfuerzo con el brazo malo, pero no sentía dolor, la preocupación e
Diego encendió la luz de la habitación y notó en ella mirada de espanto, sus ojos muestran rechazo, es lo que Diego entendió. De modo que se alejó de ella y le dio la espalda, no soportaba ser rechzado ahora que él se siente tan distinto con ella. «¿Cuántas veces he rechazado a una chica porque quiere una relación y yo no?, al parecer estoy pagando mi cuota» —Princesita, te lo dije, con decirme “no quiero acostarme contigo”, basta —, Rebeka se quedó callada y él volteó y la enfrentó, de manera despectiva espetó:— conmigo no se juega así, si vas a estar bajo mi techo, si voy a cuidarte, incluso a bañarte, no puedes tenerme como perro en carnicería. —Que justa y apropiada descripción, Diego, si tú eres un perro en carnicería, yo soy un trozo de carne —le reclamó Rebeka dolida como siempre con él, por sus duras palabras—. Eres un bruto, ¿acaso no sabes como expresarte sin ser hiriente? —Lo lamento, yo no tengo la educación ni la delicadeza de tu noviecito Halcón, si aún te