Diego fue a Brooklyn, pasó el día buscando a sus amigos peleadores y nadie sabía de Halcón, él hombre mudó todos sus negocios a Italia y mandaba a Estados Unidos drogas y armas, pero eso no le servía a Diego, en eso Halcón no daba la cara y al menos que viniera, no podía demostrar que era un delincuente y eso contando con que la policía no lo traicionara de nuevo, recordó a Rubí, ella era la dueña de un burdel y tenía pacto con Halcón para que sus chicas sirvieran a sus mejores clientes apostadores, pero al ver en Milán que Halcón ahora también tenía sus propias chicas le hizo pensar que Rubí no estaba en los mejores términos con su socio, así que quizás estaría dispuesta a traicionarlo. —Loky, mi corazón —la pelirroja muy alta y con enormes pechos, ya madura, pero muy bien conservada con una que otra ayudita del bisturí saludó a Diego—, oye nene, pensé que no volvería a verte por aquí. Diego la abrazó y apretó sus nalgas y dio un beso en cada pecho que se salían de la blusa
Rebeka trató de correr, pero sus piernas no respondían, si se caía la aplastaría la multitud, unos brazos protectores la motivaron a caminar. —Vamos Rebeka, debemos escondernos. Rebeka pudo ver que era Guadalupe. —Niña ladrona, te aprovechaste de mí. —Después te pido perdón, pero salvarte hoy me da mérito. Guadalupe la hizo saltar a un pequeño bote pesquero y se cubrieron con muchas redes y ambas rezaron por no ser descubiertas, el olor a pescado en descomposición era nauseabundo, pero ambas lo resistieron, era mejor que ir detenidas, salieron de allí cuando cesó la algarabía y Guadalupe con esfuerzo sosteniendola con el brazo bajo su hombro la acompañó a casa, iban cerca cuando Diego las encontró, también iba llegando. Diego vio a Rebeka y se asustó, corrió hacía ella sacándola de los brazos de Guadalupe. —Rebeka, Dios mío, ¿qué te pasó? —Diego no esperó respuesta de su parte y la cargó haciendo esfuerzo con el brazo malo, pero no sentía dolor, la preocupación e
Diego encendió la luz de la habitación y notó en ella mirada de espanto, sus ojos muestran rechazo, es lo que Diego entendió. De modo que se alejó de ella y le dio la espalda, no soportaba ser rechzado ahora que él se siente tan distinto con ella. «¿Cuántas veces he rechazado a una chica porque quiere una relación y yo no?, al parecer estoy pagando mi cuota» —Princesita, te lo dije, con decirme “no quiero acostarme contigo”, basta —, Rebeka se quedó callada y él volteó y la enfrentó, de manera despectiva espetó:— conmigo no se juega así, si vas a estar bajo mi techo, si voy a cuidarte, incluso a bañarte, no puedes tenerme como perro en carnicería. —Que justa y apropiada descripción, Diego, si tú eres un perro en carnicería, yo soy un trozo de carne —le reclamó Rebeka dolida como siempre con él, por sus duras palabras—. Eres un bruto, ¿acaso no sabes como expresarte sin ser hiriente? —Lo lamento, yo no tengo la educación ni la delicadeza de tu noviecito Halcón, si aún te
—Entonces no podemos hacer nada para demostrar que Luciano es Halcón —dijo resignada Rebeka acostada en el hombro bueno de Diego, dibujando con el índice las formas en sus tatuajes. —Él ha sido muy cuidadoso, no expone su rostro con muchos, los pocos no tenemos posibilidad de hacer nada cuando él cuenta con gente influyente, fíjate que yo lo expuse, estaban listos en Milán, la redada era para capturarlo y después resultó que me buscaban a mí, el mismo detective en el que confié, al que le entregué a Halcón, ahora me busca. — Yo sé quién es Halcón, yo lo descubrí, él me disparó, a mí me escuchará el mundo. Diego la apretó en sus brazos y dio un beso en la nariz—. Estoy seguro de que lograrás que te crean, pero temo que él te encuentre, pero no nos queda otra opción más que contar con tu familia, así que debo dejarte con ellos. —¿Qué harás tú? —preguntó Rebeka preocupada. —No te preocupes por mí. Rebeka lo abrazó. —No quiero dejarte —le dijo ella sintiendo su c
Rebeka y Diego descansaban aún abrazados, si Diego era intenso, Rebeka no era diferente, ella se encendía y también lo deseaba como una necesidad primaria, escucharon unos ligeros golpes en la puerta, pero después de unos minutos cesaron. —Debe ser Guadalupe —comentó Rebeka con remordimiento y Diego hizo un mohín—, no seas malo con ella y entiendela, tiene necesidad y viene una tonta como yo desconsiderada a la que no le ha faltado nada en la vida y le pone un fajo de dinero en las manos, ella me devolvió la mayor parte, se necesita más coraje para reconocer los errores y enmendarlos que entregarse a hacer lo indebido. Diego se quedó callado mirando el techo, luego de un minuto suspiró. —Si lo sabré yo —dijo Diego con remordimiento. —No, no fue mi intención que te sintieras mal, o compararte, Diego —Rebeka estaba apenada—, sé que tu infancia tampoco fue fácil. —Yo crecí en las calles robando y nunca devolví nada, fue hasta que tenía 16 años que conocí a Odín y me sal
—Perdóneme don Massimo, tenía que salir de la casa de Luciano para atenderle. —Sí te entiendo, te llamo porque necesito que me avises si encuentras a los fugitivos. —Claro señor, será como ordene, en realidad, yo no he investigado por mi cuenta, ya que en este momento la familia de la chica tiene muchos ojos en todas partes. —¿Cómo va eso? —Según la policía que entrega informes directamente al joven Luciano, al parecer se los ha tragado la tierra, la pista se enfrió. —Bueno, ya lo sabes… En la sala de conferencias del hotel, Mercedes esperaba que llegaran Alexander y Bernhard con el investigador privado, Sebasthian entró y fue con ella, aunque era su tía, había sido su madre en todo sentido desde que nació. —Mamá Mercedes —Mercedes estiró la mano y él se puso de cuclillas y puso las manos en sus mejillas rojas—. La encontraremos, ya verás que sí. —Yo no pongo en duda mi amor —Mercedes acarició su cabello rubio, ¿dónde está tu mujer? —Sebasthian miró al o
Para Rebeka y Diego el mundo era un lugar lejano, algo que encarar cuando ella estuviera recuperada de los golpes, así que temprano en la mañana por insistencia de Rebeka dispusieron del dinero que tenían para comprar una nevera y comida, por supuesto Diego fue y Rebeka lo esperó, no le gustaba salir a la calle luciendo tan maltratada, la gente pensaría que era víctima de violencia doméstica, cuando Diego regresó al mediodía, no se sorprendió de ver a Guadalupe metida en la casa, Rebeka la peinaba, Diego se acercó a Rebeka y le dio un beso tierno en los labios que hizo reír a Rebeka complacida y poner los ojos en blanco a Guadalupe. —Rebeka, nosotros usamos este cepillo, esta niña nos pegará los piojos. —Y tú le pegarás ladillas a Rebeka. Diego le metió un dedo en el orificio de la oreja y Guadalupe le dio un manotazo. —Voy a preparar la comida, deberías venir a aprender y no perder el tiempo con esa niña, más tardas en peinarla que ella en enredarse esas greñas —Diego
Amaneció un nuevo día, Diego se fue muy temprano a buscar trabajo, Guadalupe llegó poco después, Rebeka veía tutoriales de cocina, era su deseo guardarle algo preparado a Diego y demostrarle que no era una inutil, sin embargo, la amistad con Guadalupe resultó ser de provecho para ambas ya que Rebeka le enseñaba a leer y escribir y Guadalupe la enseñaba a cocinar, aunque la chiquilla no sabía mucho tampoco, sin embargo a la hora del almuerzo tuvieron preparado un arroz muy pegajoso con frijoles enlatados, en cuanto Diego llegó, los tres se sentaron a comer, Guadalupe en el piso con las piernas cruzadas porque no había otra silla, devoró su plato, Diego comía, pero sin dejar de ver como Rebeka movía el tenedor en el plato y se obligaba a comer mientras correspondía a la cháchara incansable de Guadalupe, él se hizo el desentendido, que podía decirle, un dolor le atravesó su corazón como un puñal, lo honorable era regresar a Rebeka con su familia y él huir, él estaba acostumbrado a la