No duden en pasar por mi perfil y leer mis novelas anteriores, sé que de seguro les gustará saber más de mis adorados personajes. Un fuerte abrazo y gracias por la oportunidad...
Para Rebeka y Diego el mundo era un lugar lejano, algo que encarar cuando ella estuviera recuperada de los golpes, así que temprano en la mañana por insistencia de Rebeka dispusieron del dinero que tenían para comprar una nevera y comida, por supuesto Diego fue y Rebeka lo esperó, no le gustaba salir a la calle luciendo tan maltratada, la gente pensaría que era víctima de violencia doméstica, cuando Diego regresó al mediodía, no se sorprendió de ver a Guadalupe metida en la casa, Rebeka la peinaba, Diego se acercó a Rebeka y le dio un beso tierno en los labios que hizo reír a Rebeka complacida y poner los ojos en blanco a Guadalupe. —Rebeka, nosotros usamos este cepillo, esta niña nos pegará los piojos. —Y tú le pegarás ladillas a Rebeka. Diego le metió un dedo en el orificio de la oreja y Guadalupe le dio un manotazo. —Voy a preparar la comida, deberías venir a aprender y no perder el tiempo con esa niña, más tardas en peinarla que ella en enredarse esas greñas —Diego
Amaneció un nuevo día, Diego se fue muy temprano a buscar trabajo, Guadalupe llegó poco después, Rebeka veía tutoriales de cocina, era su deseo guardarle algo preparado a Diego y demostrarle que no era una inutil, sin embargo, la amistad con Guadalupe resultó ser de provecho para ambas ya que Rebeka le enseñaba a leer y escribir y Guadalupe la enseñaba a cocinar, aunque la chiquilla no sabía mucho tampoco, sin embargo a la hora del almuerzo tuvieron preparado un arroz muy pegajoso con frijoles enlatados, en cuanto Diego llegó, los tres se sentaron a comer, Guadalupe en el piso con las piernas cruzadas porque no había otra silla, devoró su plato, Diego comía, pero sin dejar de ver como Rebeka movía el tenedor en el plato y se obligaba a comer mientras correspondía a la cháchara incansable de Guadalupe, él se hizo el desentendido, que podía decirle, un dolor le atravesó su corazón como un puñal, lo honorable era regresar a Rebeka con su familia y él huir, él estaba acostumbrado a la
Atendieron a Guadalupe y Diego les compró comida preparada, Diego le dijo al niño que lo buscara, que le conseguiría un trabajo para que pudiera llevar comida y encargarse de sus hermanas. Al salir de allí, Rebeka se permitió llorar, Diego la abrazó mientras caminaban. —Y yo siempre regañandola por ir asquerosa, pero es que no sabía Diego. —Nunca habías visto algo así, no es tu culpa. —Yo he trabajado con la fundación de Brenda, he estado en distintos albergues del mundo, he escuchado historias como la de Brenda y la de la madre de Sebasthian, pero ver a Guadalupe, tan fuerte, honrada, fijate que me devolvió el dinero cuando ella lo necesita tanto, de haber sabido se lo dejaba todo. —Es una buena chica, pero para ella fue mejor que no le demostraras lástima, y si regresó es porque vio en ti una amiga, y ella necesita de eso tan desesperadamente como el dinero, una vez más me identifico con la niña, pero ella es por mucho mejor que yo. Rebeka se sintió de nuevo mal po
Rebeka y Diego regresaron a la casa, Diego puso la cava en el suelo y se besaron con toda la pasión que sentían, felices de compartir su amor sin importar las condiciones, la ropa cayó al suelo rápidamente y una vez más se acoplaron en ese sillón al que ya conocían la manera de hacerlo funcionar para ambos estar cómodos, pero en ese instante la cerradura de la puerta sonó y ambos se miraron sorprendidos, no era ninguno de los dos el que llegaba, era alguien que tenía llave y estaba a punto de verlos desnudos, ambos reaccionaron, Rebeka recogió la ropa tratando de cubrirse y Diego se puso en guardia. Se escucharon risas y de inmediato Michael y Victoria estaban dentro sin mirar a su alrededor besandose como unos locos. —¡Mickey!... Michael se sorprendió y soltó a Victoria, Rebeka corrió hacia la habitación dejando ver apenas su hermosa retaguardia, Victoria dio un grito de felicidad seguido de su habitual saludo. —¡Bruja!... Diego le hizo señas que bajara la voz y recogi
Diego corrió con el corazón a millón y una horrible sensación de pérdida en el pecho, al entrar lo primero que vio fue a Luciano y cuatro hombres con él, en el piso una mujer tirada, sintió lo mismo que cuando muchos años atrás vio a su abuela muerta en el piso de la cocina, sintió desplomarse, pero solo por dentro dio un grito y fue por los hombres, los cuatro era profesionales, pero igual Diego no se las puso fácil al llegar junto a uno lanzó un golpe y lo dio de lleno, una patada a otro y cuando el tercero lo agarró le hizo una llave tumbandolo entonces otro lo sujetó por el brazo derecho y Diego dio un grito de dolor, por la herida de la que aún padece, otro se acercó y Diego le dio un cabezazo. —Es suficiente… —gritó Luciano con Rebeka entre sus brazos, ella lloraba desconsolada con grandes hipidos tenía una ataque de pánico y casi no le salía la voz cuando más quería gritar, todo lo que le salía era su voz entrecortada, como si se ahogara y ciertamente era lo que le pasaba, se
—Papá, ¿qué haces aquí?, te dije que yo me encargaría de todo ¿y cómo es que supiste dónde estaba? —Luciano miró a Ivan y este desvió la mirada—. Siempre cuidando de todo lo que hago, mandaste a mi propio asistente a darte cuentas ¡¿Cuándo voy a obtener tu confianza?! —gritó Luciano herido. —Francamente en este momento me da asco que me digas papá, no hables de confianza que ni en mi sombra confío, menos en ti que te comportas como un maldito imbécil. Alguien que cubra a esa niña —don Massimo chasqueó los dedos—, Ivan busca algo para adecentar a Rebeka Larsson, y tú por amor de Dios acomodate la bragueta —dijo de forma despectiva y mirando a Luciano con asco—, acaso eres tan basto que quieres follar a tu mujer con todos estos hombres como testigos, ¿te gusta que otros hombres vean tu polla? Ivan puso el saco de Luciano que era lo único disponible para cubrir a Rebeka, tuvo que soltar sus manos, pero ella seguía con los pies atados e inconsciente —Estoy impartiendo un castigo —Gritó
Los Larsson llegaron a New York, pero igual no sabían dónde buscar, hasta que por fin Victoria volvió a comunicarse con Mercedes, le dio la dirección de un hospital, todos llegaron allá con el alma en un hilo, pero no estaba Rebeka, solo Victoria con un muchacho. Brenda lo reconoció y fue de inmediato con él. —Mickey, ¿dónde están? —preguntó Brenda sin preámbulo, pero Michael la miró y a su alrededor y con rabia a Victoria que bajó el rostro apenada con él. —Brenda, no sé donde están, pero sé que corren peligro en manos de Halcón, ellos son felices juntos y la niña que está siendo operada en este momento es prueba de que Diego no es ningún Halcón. —Yo lo sé Mickey, soy yo, Diego también es mi hermano. —Pero tu familia quiere hundirlo. Sebasthian agarró a Michael de la pechera de la camisa con sangre de Guadalupe, Brenda y Victoria se metieron en medio y Sebastian lo soltó, Mikey se cuadró en postura de pelea, era más bajo que Sebasthian, pero no por mucho y más delga
Don Massimo observó a Diego sintiendo odio por él, ya que no puede evitar ver en él un nexo con los desgraciados que se llevaron a su querida Daphne. —Puedo ver tus ansias de poder, lo que me hace tener curiosidad por tus orígenes ¿cómo fue el mundo en el que creciste?, ¿qué organización te crió? ¿Quién es tu gente? Diego se echó a reír. —¿Organización?, crecí en la calle don Massimo, de mí no existe una historia trágica ni hermosa, soy una simple bala pérdida, igual ese no es su problema —Diego se levantó—. Ahora quisiera ver a Rebeka. —La señorita no está aquí, estás loco, ahora que termine de comer voy a encargarme de ella, bajo tus condiciones, para que veas que soy un hombre de palabra. Diego desvió la mirada y sintió su corazón arrugarse, quería despedirse de Rebeka, abrazarla una vez más, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y tragó el nudo en su garganta, ocultando detrás de una máscara de indiferencia, pero Massimo sabía demasiado bien como él