Diego corrió con el corazón a millón y una horrible sensación de pérdida en el pecho, al entrar lo primero que vio fue a Luciano y cuatro hombres con él, en el piso una mujer tirada, sintió lo mismo que cuando muchos años atrás vio a su abuela muerta en el piso de la cocina, sintió desplomarse, pero solo por dentro dio un grito y fue por los hombres, los cuatro era profesionales, pero igual Diego no se las puso fácil al llegar junto a uno lanzó un golpe y lo dio de lleno, una patada a otro y cuando el tercero lo agarró le hizo una llave tumbandolo entonces otro lo sujetó por el brazo derecho y Diego dio un grito de dolor, por la herida de la que aún padece, otro se acercó y Diego le dio un cabezazo. —Es suficiente… —gritó Luciano con Rebeka entre sus brazos, ella lloraba desconsolada con grandes hipidos tenía una ataque de pánico y casi no le salía la voz cuando más quería gritar, todo lo que le salía era su voz entrecortada, como si se ahogara y ciertamente era lo que le pasaba, se
—Papá, ¿qué haces aquí?, te dije que yo me encargaría de todo ¿y cómo es que supiste dónde estaba? —Luciano miró a Ivan y este desvió la mirada—. Siempre cuidando de todo lo que hago, mandaste a mi propio asistente a darte cuentas ¡¿Cuándo voy a obtener tu confianza?! —gritó Luciano herido. —Francamente en este momento me da asco que me digas papá, no hables de confianza que ni en mi sombra confío, menos en ti que te comportas como un maldito imbécil. Alguien que cubra a esa niña —don Massimo chasqueó los dedos—, Ivan busca algo para adecentar a Rebeka Larsson, y tú por amor de Dios acomodate la bragueta —dijo de forma despectiva y mirando a Luciano con asco—, acaso eres tan basto que quieres follar a tu mujer con todos estos hombres como testigos, ¿te gusta que otros hombres vean tu polla? Ivan puso el saco de Luciano que era lo único disponible para cubrir a Rebeka, tuvo que soltar sus manos, pero ella seguía con los pies atados e inconsciente —Estoy impartiendo un castigo —Gritó
Los Larsson llegaron a New York, pero igual no sabían dónde buscar, hasta que por fin Victoria volvió a comunicarse con Mercedes, le dio la dirección de un hospital, todos llegaron allá con el alma en un hilo, pero no estaba Rebeka, solo Victoria con un muchacho. Brenda lo reconoció y fue de inmediato con él. —Mickey, ¿dónde están? —preguntó Brenda sin preámbulo, pero Michael la miró y a su alrededor y con rabia a Victoria que bajó el rostro apenada con él. —Brenda, no sé donde están, pero sé que corren peligro en manos de Halcón, ellos son felices juntos y la niña que está siendo operada en este momento es prueba de que Diego no es ningún Halcón. —Yo lo sé Mickey, soy yo, Diego también es mi hermano. —Pero tu familia quiere hundirlo. Sebasthian agarró a Michael de la pechera de la camisa con sangre de Guadalupe, Brenda y Victoria se metieron en medio y Sebastian lo soltó, Mikey se cuadró en postura de pelea, era más bajo que Sebasthian, pero no por mucho y más delga
Don Massimo observó a Diego sintiendo odio por él, ya que no puede evitar ver en él un nexo con los desgraciados que se llevaron a su querida Daphne. —Puedo ver tus ansias de poder, lo que me hace tener curiosidad por tus orígenes ¿cómo fue el mundo en el que creciste?, ¿qué organización te crió? ¿Quién es tu gente? Diego se echó a reír. —¿Organización?, crecí en la calle don Massimo, de mí no existe una historia trágica ni hermosa, soy una simple bala pérdida, igual ese no es su problema —Diego se levantó—. Ahora quisiera ver a Rebeka. —La señorita no está aquí, estás loco, ahora que termine de comer voy a encargarme de ella, bajo tus condiciones, para que veas que soy un hombre de palabra. Diego desvió la mirada y sintió su corazón arrugarse, quería despedirse de Rebeka, abrazarla una vez más, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y tragó el nudo en su garganta, ocultando detrás de una máscara de indiferencia, pero Massimo sabía demasiado bien como él
Rebeka despertó sintiendo un terrible dolor de cabeza y con una fotofobia espantosa, las luces de la habitación le lastimaban los ojos, jamás sintió un malestar más terrible, su madre que no se había despegado de su lado de inmediato la atendió. —Rebeka, mi niña hermosa, estás bien, estás a salvo. —¿Mamá? —A Rebeka le parecía estar soñando, pero la realidad era la que se le hacía pesadilla cuando poco a poco fue tomando conciencia, recordando como Luciano le pegaba y estaba a punto de matarla a ella y a Diego —¿Diego?, Luciano lo matará… Rebeka se sentó, no enfocaba bien, era como estar viendo todo a través del sol, mucha luz y nada claro. —Ya mi amor, no pasa nada, mamá está contigo —respondió Mercedes angustiada y abrazandola queriendo hacerla sentir segura entre sus brazos. —¡Diego!, ¡Diego!... —lo llamaba, pero él no venía, llorando desesperada se dejó caer en los brazos de su madre que la mecía y le susurraba arrullos ¿dónde estás?, Diego, Diego… Así pasó mucho
Dos días después Rebeka estaba en Venezuela, en la hacienda La Mágica Cascada propiedad de la familia Mendoza, María Mendoza era comadre de Mercedes y como hermanas, esta le dijo que el campo le caería bien a Rebeka, estaban preparados para la supuesta adicción de Rebeka y una psicóloga había ido a atenderla, pero ella la había rechazado, estaba furiosa con su familia porque no le creían, ella sufría pensando que a estás alturas Diego estaría muerto. Escucho los pasos rápidos llegar a la puerta y un rostro a la altura de la manilla asomarse. —Tía Rebeka… ¿estás dormida? Rebeka vio a la pequeña Mariana, era muy temprano, así que venía aun con la piyama y una frazada. —No…, no estoy dormida, pasa Mariana. La pequeña se acercó a la cama. —Mi abuela me dijo que no debería molestarte, que estabas enferma, ¿puedo ayudarte en algo? Rebeka lloró en silencio, tratando de no asustar a la niña. —Estoy bien, solo me duele aquí —dijo señalando su corazón. —Hay doctores par
A Diego le tocó tomar sus responsabilidades de inmediato, ya que apenas al día siguiente de haber llegado recibió instrucciones de don Massimo de atender a un representante para la compra millonaria en armas, Diego se preparó, era como entrar a un ring dispuesto a golpear a un hombre que no le había hecho nada, así lo vio, no era nada personal, el hombre se sorprendió al verlo, no se hicieron presentaciones, pero Diego era Halcón y aunque tenía permitido rebajar un veinte por ciento el valor acordado, solo rebajó un cinco, su manera tosca era ideal para la intimidación, su porte elegante inspiraba seguridad, don Massimo estaba más que complacido y dio órdenes de realizar un evento con aliados comerciales, una fiesta ofrecida por Halcón quién una vez más había burlado a la policía tanto en Italia como en Estados Unidos. —Se nota que tienes entrenamiento —le comentó Massimo tratando de abrir una brecha a su pasado, felicitándolo por la excelente negociación, ya era de tarde y esta
Murmullos se escucharon porque se expresó de Nihan como una mujerzuela, el padre de ésta sólo se echó a reír. —Si crees que Nihan se conforma con ser una chica cualquiera, haz tu intento Halcón, pero ella es más astuta que el diablo. Nihan jugó con su cabello rojo sin quitar la mirada de él, algo dejó claro el hombre, no tenía escrúpulos en utilizar a su hija como mercancía y quería un nexo con él. —No lo dudo —respondió Diego—, ni el diablo pudo con las mujeres, por eso no me encariño con ninguna. —Eso lo veremos cariño —susurró Nihan y su padre tuvo el buen gusto de alejarse. Diego sabía que debía mostrarse indiferente, detestó sentirse mal por lo que hacía, salvar a Rebeka bien valía la pena que él hiciera lo necesario y era absurdo tener remordimientos, se acercó a la barra y pidió una botella de agua embotellada.—¿Nos tomamos una copa? —le dijo Nihan.—Claro hermosa—, contestó e indicó al bartender que le rellenara la copa, él brindó con su agua.—Pero que abur