—¿Qué te tiene tan preocupado? —preguntó Roxana sorprendiendo a Diego, estaba recostada a la puerta del salón de combate —perdón por sorprenderte.
—Debes quedarte hasta tarde y cerrar, no tienes por qué llegar tan temprano, aún no son ni las 6.00 AM —Diego soltó la cuerda y se acercó a ella limpiando el sudor con una toalla de mano y Roxana se tensó.
—He visto en redes sociales la promoción de la primera noche de peleas en el casino Fortuna, serás el peleador de la noche, ¿por qué no me invitaste a participar?
—No estás lista para entrar a esa jaula —dijo Diego con determinación y estiró su mano para tomar la de ella cuando la vio resoplar jactanciosa—. Roxana eres muy buena en esto, pero no quisiera que te ligaras a un casino de apuestas, puedes optar a desarrollarte en campeonatos profesionales, incluso te recomendaré para gerente de aquí en cuanto me vaya y será pronto.
—¿Por qué te vas?, ¿te dedicarás a pelear para don Massimo? —preguntó interesada—, se rumora que viene con todo y que su gente consigue a los mejores luchadores, incluso de la UFC…
—¡No se te ocurra involucrarte con Halcón!... —gritó Diego, mostrando preocupación, sabe que Halcón es un desgraciado y no desea mal para Roxana.
—¿Halcón?, no he oído nada de un fulano halcón.
—Y es mejor que no lo oigas ni lo veas nunca, si el Halcón que conocí en Estados Unidos es quien conseguirá peleadores para don Massimo, él solo tiene esclavos, así que mantente alejada.
—Don Massimo no puede involucrarse con matones, es un hombre respetable —expresó muy segura, miró a todas partes, aún no habían clientes en el gym, miró a Diego coqueta—. Me gusta que te preocupes por mí —Roxana se pegó a él hasta acariciar su cuello—, me has hecho falta.
—Buongiorno —saludó Rebeka desde la puerta.
Rebeka había desestimado varías veces la idea de ir al gym, con llamar a Brenda e informarle que Diego renunciaba se libraba de problemas, pero quedaría mal con Diego, como poco profesional y niña chismosa, ahora lo ve con una entrenadora muy acaramelado, pues ella había cambiado, pero obviamente él no y seguía siendo un mujeriego.
—Rebeka —dijo Diego y Roxana lo miró molesta, ya que no le agradó la confianza que él mostraba —es decir, señorita Larsson.
—Puedes tutearme Diego, nos conocemos.
—¿Y qué tanto se conocen? —preguntó cruzando los brazos Roxana mirando a Diego, él la miró haciendo un mohín y negando con la cabeza.
—Quiero presentarte a Roxana, a ella recomiendo para la vacante de gerente que quedará cuando yo no esté.
—Diego, eso lo discutirás con Brenda, que es quien se encarga de los gym Warriors en todos los hoteles, recuerda nuestro trato.
—Princesita, Brenda se enfurecerá conmigo, contigo no tiene por qué hacerlo.
—Bueno, ya veremos —le contestó Rebeka restando importancia—, ahora no tengas miedo a que una chica toque tu cara, vamos al ring antes de que deba estar en la oficina —invitó a Diego con una sonrisa, luego miró a Roxana de manera amable—, si pierdo, lleva tu curriculum a mi oficina.
Rebeka dió tres pasos dentro del salón de combate y a Diego se le iluminó la cara con una sonrisa.
—Así que le agarraste el gusto al combate, veremos si ya sabes patear traseros.
—Si quieres apostamos —respondió Rebeka riendo y Diego también rió, pero con una sonora carcajada, él no podía apostar, claro que ella no sabía que él era un imbécil que se hacía adicto a cada cosa posible en el mundo.
—Hermosa, las princesas no deben patear traseros, deben tener quien lo haga por ellas —dijo él de manera dulce, Rebeka lo miró mientras ambos caminaban hacia el ring, Rebeka no podía saber si era sarcasmo o si era sincero.
—Pues esta princesa aprendió a patear traseros.
—Pelee conmigo —la voz de Roxana llegó desde atrás, pero de inmediato estaba junto a ellos—, así no necesitará mi curriculum, sabrá que soy buena.
—Yo no tengo problema —respondió Rebeka elevando los hombros sin demostrar emoción alguna.
Roxana estaba furiosa, no le agradó ver las risas de Diego con Rebeka, Diego en verdad le gustaba, pensó en darle su merecido a la consentida, para que no le coqueteara más a su hombre.
—Espero que si le dejo un moretón no le diga a los dueños que me despidan —respondió Roxana lanzando el reto a Rebeka, se moría de ganas partir su bello rostro para que Diego no la mirara embobado como lo hacía.
Rebeka se echó a reír y contestó:
—Para hacerme un moretón, primero tendrás que pegarme.
Diego las miró a ambas.
—Cambio de planes, peleará Roxana y yo seré el árbitro —en cuanto estuvieron preparadas, Diego les ajustó las vendas en las manos, primero a Roxana y luego fue con Rebeka.
—No me dirás que no debo estar de bravucona —comentó Rebeka concentrada en sus manos mientras Diego ajustaba la fina venda para proteger aún más sus manos— ; que no debería pelear con una profesional que obviamente me tiene rencor porque está celosa.
Diego la miró a los ojos.
—Tú aceptaste meterte en esto y yo no consiento a nadie. Además dijiste que te entrenó Brenda y estabas dispuesta a patearme el trasero, si es cierto estarás bien, si no lo es, Roxana te dará una paliza.
Ambas mujeres se pusieron los guantines y en guardia, Roxana era ligeramente más baja que Rebeka, pero más musculosa, también era excelente con las piernas, Roxana lanzó el primer golpe y de inmediato la primera patada de frente, Rebeka esquivó ambas, no era lo que hubiera hecho Diego, él hubiera asentado el primer golpe, Roxana descuidó su defensa, se notaba que pensaba que esto sería un castigo fácil a Rebeka, ambas lanzaron golpes con los que se rozaron, lo siguiente fue muy rápido, Roxana repitió la combinación, lanzó el golpe y de inmediato preparó el movimiento para lanzar la patada, pero Rebeka vio el movimiento y esquivó el golpe, pero no echando atrás, ella se agachó y lanzó desde abajo un opel golpeando con fuerza en la barbilla a Roxana antes que pudiera lanzar la patada, Roxana aturdida dio un paso atrás y Rebeka aplicó una llave tumbándola, Roxana al verse en la lona le dio dos buenos golpes en el abdomen, Rebeka le dio dos golpes en la cara y Diego paró la pelea.
—Es suficiente —dijo Diego interponiéndose entre ambas mientras quitaba a Rebeka de encima de Roxana, que no pudo pararse de inmediato, y tenía un hilo de sangre en la ceja.
—¿Por qué nos detuviste? —dijo Rebeka molesta y llena de adrenalina.
—Soy el árbitro —respondió sin dar detalles y le dio la mano para ayudar a levantar a Roxana.
—¿Estás bien, Roxana?
—Creí que no consentías a nadie —dijo Rebeka de mala gana y se mordió la lengua, se sintió celosa y lo demostró.
—No estaba preparada, quiero la revancha —dijo Roxana levantándose.
—Es suficiente, tenemos que trabajar, ya empezarán a llegar los primeros clientes —dijo Diego con autoridad.
Roxana pasó por el lado de Rebeka tropezandola con el hombro.
—No la aceptaré como gerente, que no lleve ni siquiera el curriculum —dijo Rebeka en voz alta para que Roxana escuchara.
—¿Crees que me importa ser gerente y andar de lamebotas de los Larsson?, yo me largo, y me debes la revancha, princesa.
—Cuando quieras —contestó Rebeka subiendo los hombros.
En cuanto quedaron solos, Rebeka vio cómo se transformaba el semblante de Diego, se veía furioso, pensó que estaba molesto porque ella ganó el enfrentamiento con la presumida Roxana.
—¿Por qué ella no puede ser gerente del Warriors Milán?, ya solo me quedan dos semanas aquí, no puedo conseguir y mucho menos preparar a otra persona en quince días.
—Pues ese es tu problema y no el mío —contestó Rebeka de mala gana, suspiró y le dio la espalda a Diego buscando su toalla—. Esa chica tiene mala actitud —dijo más calmada tratando el asunto profesionalmente—; no nos llevaremos bien…
—Y todo debe ser a gusto de la princesita —espetó Diego acentuando cada palabra y Rebeka enfrentó su mirada—, todos a tu alrededor deben complacerte o si no los deshechas, tú no sabes lo que son problemas, Rebeka Larsson, crees que todo es un juego, pero es la vida real, con problemas reales y gente con necesidad, entérate de que por mucha riqueza que tengas no tienes por qué caerle bien a todo el mundo y aunque Roxana no se lleve bien contigo no quiere decir que lo hará mal aquí.
—No me la puedes imponer a mí, Diego, porque yo necesito demostrar que soy capaz de hacer bien mi trabajo como gerente del hotel y no puedo aceptar a esa chica con lo que desafío a Brenda por ti, para días después llamar a Brenda y pedirle que la despida porque no me respeta.
—Por favor, como si tu familia se tomara en serio que estás trabajando —Diego estaba molesto, solo quería hacer bien las cosas, alejarse de su trabajo con los Larsson para que no se vieran involucrados si las cosas se complicaban y solo veía que ahora tenía que lidiar con la malcriadez de una consentida—. A ti no te cuesta nada, Rebeka, puedes hacer lo que quieras en este hotel y si lo haces muy mal, la única consecuencia para ti será que te enviaran a hacer otra cosa, si te sientes con los nervios destrozados por el estrés podrás irte a una isla privada a tomar piña colada con tu novio, ¿por qué tienes que molestarme a mí?
—Eres un patán, un resentido y un imbécil.
—No soy resentido porque no ambiciono tu fortuna, solo te pedí un favor, pero como no se ajusta a tus gustos…
—Pues así es, pero tranquilo, no tendrás que acostumbrarte a consentir a la princesita Larsson, ya pronto te irás y no tendrás el más mínimo resentimiento en que Brenda asociará tu abrupta salida con que yo esté aquí, no te importará que me miren condescendientes, que creerán que no pude llevarme bien contigo porque…
Rebeka calló, no le inflaría el ego a Diego por él que en este instante sentía muchas cosas y ninguna bonita.
—Pensarán que no me llevé bien contigo porque quisiste llevarme a tu cama y yo no quise ir —completó Diego con un pésimo gusto la frase de ella que quedó inconclusa.
Rebeka le dio un contundente golpe en la cara.
—Por si quedaba duda, el reto está cumplido —fue lo único que le dijo Rebeka al pasar junto a Diego, él se quedó mirando su espalda y tocando su mejilla.
—Sí que Brenda te enseñó a pelear, princesita —murmuró Diego al salón aún solitario.
Rebeka se dedicó a su trabajo, todos los días le llegaba un ramo de flores de Luciano, la idea de venir a Milán era estar más cerca de él y nada había sido como lo planeó, recibió llamada de su madre y su cuñada y se emocionó con un mensaje de Luciano, esta noche regresaba a Milán, al final de la tarde estaba en una suite vip del hotel arreglándose cuando recibe la llamada de Victoria su mejor amiga, estaba en el hotel, Rebeka autorizó su ingreso. —¡Bruja, estás aquí!, —fue el recibimiento de Rebeka, su amiga la abrazó emocionada. —Hola Rebeka con “K” —le respondió Victoria sonriendo y bromeando como niña—, si tú ahora eres gerente del mejor hotel de Milán yo lo aprovecharé al máximo.Rebeka y Victoria, eran amigas de toda la vida, desde la escuela, para Rebeka era la hermana que no tuvo. —Empezaremos a divertirnos desde hoy mismo, Luciano me invitó a salir, lo llamaré y le diré que vas conmigo. —Sí, de reventón en Milán —respondió Victoria emocionada—, ya buscaré mi age
—Mi nombre es Alonzo Costa, ¿ustedes trajeron a la señorita Victoria Asunzolo? —Así es, ella es mi mejor amiga, es como mi hermana. —Nombres por favor —dijo el detective sin prestar atención a la preocupación de Rebeka. —Rebeka Larsson y Diego Aguirre —contestó Rebeka seria, Diego sabía que esto no era algo usual, sabía que la policía podría entrevistarlos, pero un detective por una sobredosis en una discoteca, pensó que quizás se debía a que eran chicas millonarias. —¿Cómo obtuvieron esas pastillas? —No lo sé, ella no me dijo, pero estaba con un amigo, supongo que fue él quién se las dio. —¿Cómo consigo a ese amigo? —preguntó anotando en su tablet y sin mirarlos. —No lo conozco —respondió Rebeka y ella misma notó que sonó mal—, es que lo conocí hoy, supongo que en cuanto Vicky despierte le pueda decir, sé que ella lo llamó. —Me dice que es como su hermana, pero no sabe cómo consiguió las pastillas, no conocé a sus amigos, ¿sabe algo acaso? Rebeka miró s
Diego traía una bolsa de papel que desprendía el aroma más exquisito de pan recién horneado, Diego se rascó la nuca, pero una sonrisa adornaba su rostro. —No es un desayuno gourmet, pero huele bien, ella sonrió abochornada y él no dijo nada por lo que escuchó. Diego y Michael las siguieron en moto al departamento de Rebeka, Victoria bajó por el lado del copiloto y casi se cae, pero Michael estaba cerca y la sujetó, ella estaba muy mareada, pero de inmediato se incorporó y caminó sola. —De nada —dijo Michael a su espalda, muy molesto con la presunción de la modelo. —¿Qué quieres?, un monumento por haberme sostenido un segundo. —No un monumento, pero no estaría de más un gracias por salvarte la vida —le respondió Michael de mala gana. —Es verdad Vicky, no seas una perra —le dijo Rebeka recriminando a su amiga su mala actitud cuando ella siempre ha sido amable—, ellos nos ayudaron, nos dieron comida, nos han cuidado. —Pues yo no lo pedí —respondió Victoria con los ojo
Rebeka le dio acceso y abrió la puerta de su departamento, se sentía aliviada de que Diego la acompañara, él entró con bolsas y un contenedor con tres vasos, fue directo a la barra y le dio un vaso. —Es café, seguro no has preparado —Rebeka negó con la cabeza muy seria sin pronunciar palabra y Diego la vio triste, quizás fue brusco, pero nunca había tratado con consentidas millonarias—; también traje desayuno, y unos dulces buenísimos, los carbohidratos ayudarán a Victoria, aunque es modelo y seguro no come carbohidratos. A Rebeka se le aguaron los ojos y miró a otra parte limpiando con cuidado el borde de sus ojos. —A ella le encantan los dulces, muchas gracias por venir, eres muy considerado y yo no sé qué hacer, nunca la había visto así. Un sollozo trancó la voz de Rebeka y lloró con hipidos, al tratar de no llorar solo consiguió privarse del llanto. —Hey, cálmate, ¿tan malo fue? —Rebeka no podía contestar, sentía un nudo en la garganta y trataba de evitar llorar
—¡Bruja!... —gritó Victoria tocando la puerta. Rebeka se levantó como impulsada por un resorte y abrió, Victoria entró a la habitación. —Bruja es mi mamá —dijo señalando su teléfono celular sonando con la cara de la madre de Victoria, puedes decirle que estoy dormida, hablar con ella me da ansiedad. —Sí claro —Rebeka tomó el teléfono y caminó al pasillo, Victoria vio a Diego y se impresionó, enrojeció y se echó a reír. —¡Ups!..., perdón —en eso Rebeka regresó—, bruji, perdoname que los interrumpí, sigan en lo suyo, buenas noches. —Es que Diego tenía una herida y yo… Victoria la miró mordiendo sus labios. —No soy tu madre, Rebeka, el hombre es un sexi bombón y le has tenido ganas un montón, solo gozalo. Diego se echó a reír y Rebeka parecía un camaleón cambiando de colores. —Tu madre dice que la llames mañana, ahora vamos a tu habitación, Diego descansa aquí, yo me quedo con Victoria. —Perdón —dijo Victoria susurrando con ambas manos en plegaria a Diego
El árbitro inició la pelea y ya Diego no tenía oportunidad de hacer nada. «Que demonios hace Rebeka aquí con Halcón» Rebeka no quería salir con Luciano, aunque sabía que Diego no era el hombre para ella, que era necedad de su parte empecinarse en él que era el clásico chico malo al que la chica escoge sobre el buen hombre; ¿por qué las mujeres siempre perseguimos el drama?, aquello era un cliché por decir poco, así que se obligó a respetar su compromiso con Luciano, aunque no pasaría el fin de semana con él. Sin embargo, esa noche todo había sido de lo más confuso. Luciano la había mandado a buscar con su chofer, así empezó mal y ella debió negarse a salir con él así, pero Luciano le había suplicado, que era su noche, que debía vigilar que todo saliera bien, cuando el chofer la llevó a un estacionamiento privado del casino Fortuna, Rebeka estaba más que sorprendida, Luciano abrió su puerta y la abrazó dándole un beso en la boca, estaba muy emocionado. —Luciano, creí que
Diego sintió como su cuerpo reaccionaba a la sensación que conoce bien y sabe que es prohibida. —¿Qué me diste? —preguntó preocupado. —Es solo un poco de morfina para el dolor, apenas estoy comenzando. —Ay Dios mío, debiste preguntarme, preciosa, soy adicto. Johana dio un paso atrás. —No lo sabía, Diego, perdoname. —No pasa nada, no es tu culpa, ya lidiaré con eso. —Esto es malo, pero solo fue muy poquito. —No te preocupes —Diego empezó a sudar frío y Johana estaba temblando con cargo de consciencia. —Debí preguntar, no eres un animal, pero estoy tan acostumbrada a tratar con animales y ellos no hablan. —Solo imagina que soy un animal y ayúdame con la herida. Johana fue rápida, tenía destreza y estaba acostumbrada a tratar animales grandes, así que con Diego rápidamente le limpió los orificios el proyectil que entró por el brazo y salió por el hombro. —Tuviste mucha suerte, la bala no tocó nada importante, aunque no sé cómo quedará la función de
En el próximo pueblo el camión los dejó en una terminal de autobuses, Rebeka y Diego caminaron hasta sentarse en una banqueta pública dando la espalda a la carretera.—No estás en condiciones de seguir —le dijo Rebeka preocupada.—Estamos muy cerca de la ciudad aún y no tenemos ni idea de como demostrar la culpabilidad de Halcón.—Quizás el mejor escondite es precisamente estar cerca, busquemos un hotel.—No princesita, es donde buscarán primero, busquemos alojamiento para mochileros. Diego sentía mucho dolor en la herida, necesitaba reposo, antibióticos, aparte que el deseo por droga era horrible, trataba de mantenerse entero por Rebeka, porque era un hombre y tenía que encontrar la solución a sus problemas, Rebeka tocó su frente. —Tienes fiebre, quédate aquí, yo conseguiré alojamiento. Rebeka entró a la terminal de autobuses y fue con un vendedor de recuerdos y chucherías, aquí le informaron de varios casas que prestaban servicio de hospedaje a mochileros, fue a una far