La mujer me miró enfadada y de arriba abajo como si yo fuera una especie de bicho raro mientras que Gerald tenía cara de enfado y miedo.La última vez que me cabreó tanto termino boca abajo en el suelo con un ojo morado.Podría permitir que me pasaran tantas mujeres como quisiera o que me dijera cosas hirientes, pero nunca permitiría que una mujer tan estúpida tratara mal a Nana.—¿Quién diablos eres tú? Pareces loca y hablas como si fueras la dueña de la casa —me mira burlona y se ríe— oriéntate, niña.Me río a carcajadas por su comentario y la ira en mis ojos brilla.—¿Estás hablando de apariencias? ¿Notaste cómo llegaste a esta casa? Mandando y ordenando tirar a Nana a la calle como si fueras la dueña —la miré de arriba abajo como había hecho conmigo— la que no se encuentra orientada eres tú.La mujer me mira de mala gana con el rostro completamente rojo y mira de soslayo a Gerald junto a ella, lo toma del brazo, apretando sus senos contra él, haciendo que sus mejillas se sonrojen
Esa noche fue totalmente pesada, ni él me habló ni yo a él, todavía no podía creer que este hombre fuera capaz de hacer tales cosas solo para ir tras una mujer.Parecía que le gustaba y me lo demostró de muchas formas como: la cena, los detalles, la invitación a la fiesta y la ropa que me había comprado para ir, lo que pasó con Federico, entre otros detalles que no puedo mencionar pero que eran regalos.Todo lo que quería saber era si sus sentimientos eran los mismos que los míos o si solo quería mi virginidad además de jugar conmigo.Gerald Green era el hombre que más odiaba en el mundo, lo odiaba hasta la médula y no quería tenerlo cerca nunca más sabiendo que solo lastimaba a las personas que lo rodeaban, pero todo cambió después de esa noche en la casa de mis padres.Conocí a un Gerald totalmente diferente.Un Gerald lindo, dulce, amable, cariñoso y aunque no dejaba de ser un pervertido, me llamaban todas esas formas de ser que no conocía de él y las amaba por completo, sí, hasta
Me levanto para salir de ahí, la única manera es pasar al lado de Gerald y realmente no quiero ir por ese camino.Me despido de Carlos y no tiene problema en que me vaya. No me cae bien su padre en este momento y lo entiende perfectamente, lo cual también espero que Gerald haga.Con miles de pensamientos en mi cabeza de todos modos me atrevo a atravesar la puerta que Gerald bloquea con un brazo, su voz trata de salir tan pronto como clavo los ojos en él, su corazón late rápido y esa hiperventilación desaparece, ahora él está tranquilo, lo veo con esos ojos oscuros llenos de esperanza.Esos ojos me traen esas ocasiones que no puedo perdonar. Siempre pensé que si un hombre te mostraba sus sentimientos o un ápice de interés por ti, ese mismo hombre te respetaría y esperaría por ti, pero con Gerald no fue así y me estrujó el corazón.—Con permiso —digo a secas —quiero subir y estas bloqueando mi paso.—¿Podemos hablar?—De verdad no tengo ganas ahora Gerald, tal vez luego —exprese de mala
La mano del hombre que amaba y que al mismo tiempo odiaba, estaba sobre mi pierna, acariciándola con pesar y a su vez con añoranza.—¿Por qué me quieres llevar a comer y dónde es? —pregunté haciendo que no solo tragara saliva, un ligero movimiento de sus ojos chocaron con los míos —no quiero arruinar el momento ni tus planes, sin embargo, sabes que acaba de pasar algo que es bastante desagradable.—Solo quiero que arreglemos las cosas entre nosotros —respondió con angustia —no quiero seguir estando en malos términos contigo Mili... verte todos los días y no poder hablar contigo, repetir lo mismo todos los días al igual que en la secundaria es algo en lo que no quiero pensar y no quiero que te alejes de mí otra vez.—Carlos no quiere verme lejos, por eso no me iré todavía.—¿Estás pensando en irte de nuestro lado?—Por parte de Carlos, Gerald —apreté los dientes justo cuando apareció una mirada de fastidio en mi rostro —él es el único que se preocupa por mí, además de Nana.—Me preocup
Gerald tomó el menú que dejó el mesero antes de irse para darnos tiempo de elegir lo que queríamos, observó atentamente cada plato en él y luego levantó la mano para pedirle al joven de cabello oscuro que se acercara nuevamente a nosotros.—¿Qué va a pedir señor? —Preguntó el caballero con una gran sonrisa en su rostro.—De antipasti me gustaría pedir: Frito Misto y Tuna Tartare —el joven tomó una hoja de la libreta y comenzó a anotar cada plato que nombraba Gerald —Entre las ensaladas quiero Roasted Beets, ¿cuál quieres tu Mili?—Yo-yo quiero algunas Summer Greens.El joven volvió a asentir y preguntó—: ¿Verduras, pasta, focolar y postre que desean?—Quiero un Mafaldini y un Salmón —dije antes de escuchar atentamente la elección de Gerald, quien me miró con una sonrisa divertida a punto de estallar en carcajadas.—¿Puedo ordenar ahora...? —Me reí al igual que el camarero que había notado la interrupción —Ahora que finalmente puedo elegir, quiero Fettuccine y Gerber Farm Chicken.El c
Cuando los platos estuvieron vacíos y nuestras conversaciones se agotaron, decidimos retirarnos a la mansión para descansar nuevamente.En ese auto solo se escuchaban dos corazones latiendo salvajemente. Gerald me miró de reojo mientras yo dibujaba en los cristales empañados del coche.A los pocos minutos ya habíamos llegado y algo en particular me llamó la atención.Me volví hacia Gerald con cara de asombro, mis pupilas dilatadas, mis manos sudaban y mi corazón saltaba dentro de mi pecho con preocupación.La casa estaba en completa soledad… ni Nana ni Carlos estaban adentro, solo Gerald y yo.Gerald extendió su mano para ayudarme a salir del auto, yo la tomé con gusto y él se aferró a la mía. Aparentemente estaba tan nervioso como yo, su mano sudaba como la mía y, sin embargo, parecía tener autocontrol.No salía ni un ápice de perversión de él, mantenía un respeto total y sus palabras eran lo único que me venía a la mente.«No buscaré más mujeres y esperaré hasta que quieras s
Veo esa típica sonrisa de Gerald y la inclinación de su cabeza que deja caer un mechón de su cabello sobre su frente.Sus dedos juegan con mis piernas dejándome tiernos besos en ellas hasta que sus manos llegan al borde de la tela de mis bragas y pacientemente me las quita hasta dejarme completamente desnuda.Sus ojos me recorren mientras busco una forma de cubrirme, mis mejillas están completamente rojas por la vergüenza, pero aún parece tranquilo e incluso disfruta de la vista frente a él.—¿Quieres dejar de verme? —Le digo tratando de cubrir mis pechos—. Me estás poniendo nerviosa.Se ríe, es una sonrisa pervertida llena de lujuria. De esos que te dicen que con plena certeza está disfrutando el momento, sus ojos brillan de deseo y en ellos claramente se reflejaron todos aquellos pensamientos que se habían visto limitados por aquellas ocasiones que no pudo terminar.—Solo estoy admirando tu cuerpo, en los tiempos anteriores no podía hacerlo.—Por supuesto que no, solo me viste
El sol entraba por esas ventanas como todas las mañanas, me dolía el cuerpo sin dejar un solo espacio sin llenar y el sonido de la típica alarma que sonaba del lado de Gerald me sacó de mi plácido sueño.Intento levantarme pero un dolor agudo me recorre la pelvis haciéndome llorar y soltar un sollozo. Las manos de Gerald recorren mi pelvis con ligeras caricias que aliviaron mi dolor y sus ojos marrones me miraron con dulzura.—¿Estás bien? Te ves pálida y no sé si lo sabes, pero no puedes levantarte bruscamente después de lo que hicimos anoche.Escuchar esas palabras me hizo sonrojar hasta la raíz de mi cabello.—Me moví por costumbre, lo siento, mi cuerpo se encargó de recordarme el cambio.Gerald sonrió dulcemente y me atrajo hacia su cuerpo, dejando un beso en mis labios para levantar su mano hacia el despertador y apagar la alarma sin dejarme.Sus dedos acariciaron mi cabello y se deslizaron desde mis mejillas hasta cualquier trozo de piel expuesta.—¿Te dolió mucho? —Pregunto con