Me levanto para salir de ahí, la única manera es pasar al lado de Gerald y realmente no quiero ir por ese camino.Me despido de Carlos y no tiene problema en que me vaya. No me cae bien su padre en este momento y lo entiende perfectamente, lo cual también espero que Gerald haga.Con miles de pensamientos en mi cabeza de todos modos me atrevo a atravesar la puerta que Gerald bloquea con un brazo, su voz trata de salir tan pronto como clavo los ojos en él, su corazón late rápido y esa hiperventilación desaparece, ahora él está tranquilo, lo veo con esos ojos oscuros llenos de esperanza.Esos ojos me traen esas ocasiones que no puedo perdonar. Siempre pensé que si un hombre te mostraba sus sentimientos o un ápice de interés por ti, ese mismo hombre te respetaría y esperaría por ti, pero con Gerald no fue así y me estrujó el corazón.—Con permiso —digo a secas —quiero subir y estas bloqueando mi paso.—¿Podemos hablar?—De verdad no tengo ganas ahora Gerald, tal vez luego —exprese de mala
La mano del hombre que amaba y que al mismo tiempo odiaba, estaba sobre mi pierna, acariciándola con pesar y a su vez con añoranza.—¿Por qué me quieres llevar a comer y dónde es? —pregunté haciendo que no solo tragara saliva, un ligero movimiento de sus ojos chocaron con los míos —no quiero arruinar el momento ni tus planes, sin embargo, sabes que acaba de pasar algo que es bastante desagradable.—Solo quiero que arreglemos las cosas entre nosotros —respondió con angustia —no quiero seguir estando en malos términos contigo Mili... verte todos los días y no poder hablar contigo, repetir lo mismo todos los días al igual que en la secundaria es algo en lo que no quiero pensar y no quiero que te alejes de mí otra vez.—Carlos no quiere verme lejos, por eso no me iré todavía.—¿Estás pensando en irte de nuestro lado?—Por parte de Carlos, Gerald —apreté los dientes justo cuando apareció una mirada de fastidio en mi rostro —él es el único que se preocupa por mí, además de Nana.—Me preocup
Gerald tomó el menú que dejó el mesero antes de irse para darnos tiempo de elegir lo que queríamos, observó atentamente cada plato en él y luego levantó la mano para pedirle al joven de cabello oscuro que se acercara nuevamente a nosotros.—¿Qué va a pedir señor? —Preguntó el caballero con una gran sonrisa en su rostro.—De antipasti me gustaría pedir: Frito Misto y Tuna Tartare —el joven tomó una hoja de la libreta y comenzó a anotar cada plato que nombraba Gerald —Entre las ensaladas quiero Roasted Beets, ¿cuál quieres tu Mili?—Yo-yo quiero algunas Summer Greens.El joven volvió a asentir y preguntó—: ¿Verduras, pasta, focolar y postre que desean?—Quiero un Mafaldini y un Salmón —dije antes de escuchar atentamente la elección de Gerald, quien me miró con una sonrisa divertida a punto de estallar en carcajadas.—¿Puedo ordenar ahora...? —Me reí al igual que el camarero que había notado la interrupción —Ahora que finalmente puedo elegir, quiero Fettuccine y Gerber Farm Chicken.El c
Cuando los platos estuvieron vacíos y nuestras conversaciones se agotaron, decidimos retirarnos a la mansión para descansar nuevamente.En ese auto solo se escuchaban dos corazones latiendo salvajemente. Gerald me miró de reojo mientras yo dibujaba en los cristales empañados del coche.A los pocos minutos ya habíamos llegado y algo en particular me llamó la atención.Me volví hacia Gerald con cara de asombro, mis pupilas dilatadas, mis manos sudaban y mi corazón saltaba dentro de mi pecho con preocupación.La casa estaba en completa soledad… ni Nana ni Carlos estaban adentro, solo Gerald y yo.Gerald extendió su mano para ayudarme a salir del auto, yo la tomé con gusto y él se aferró a la mía. Aparentemente estaba tan nervioso como yo, su mano sudaba como la mía y, sin embargo, parecía tener autocontrol.No salía ni un ápice de perversión de él, mantenía un respeto total y sus palabras eran lo único que me venía a la mente.«No buscaré más mujeres y esperaré hasta que quieras s
Veo esa típica sonrisa de Gerald y la inclinación de su cabeza que deja caer un mechón de su cabello sobre su frente.Sus dedos juegan con mis piernas dejándome tiernos besos en ellas hasta que sus manos llegan al borde de la tela de mis bragas y pacientemente me las quita hasta dejarme completamente desnuda.Sus ojos me recorren mientras busco una forma de cubrirme, mis mejillas están completamente rojas por la vergüenza, pero aún parece tranquilo e incluso disfruta de la vista frente a él.—¿Quieres dejar de verme? —Le digo tratando de cubrir mis pechos—. Me estás poniendo nerviosa.Se ríe, es una sonrisa pervertida llena de lujuria. De esos que te dicen que con plena certeza está disfrutando el momento, sus ojos brillan de deseo y en ellos claramente se reflejaron todos aquellos pensamientos que se habían visto limitados por aquellas ocasiones que no pudo terminar.—Solo estoy admirando tu cuerpo, en los tiempos anteriores no podía hacerlo.—Por supuesto que no, solo me viste
El sol entraba por esas ventanas como todas las mañanas, me dolía el cuerpo sin dejar un solo espacio sin llenar y el sonido de la típica alarma que sonaba del lado de Gerald me sacó de mi plácido sueño.Intento levantarme pero un dolor agudo me recorre la pelvis haciéndome llorar y soltar un sollozo. Las manos de Gerald recorren mi pelvis con ligeras caricias que aliviaron mi dolor y sus ojos marrones me miraron con dulzura.—¿Estás bien? Te ves pálida y no sé si lo sabes, pero no puedes levantarte bruscamente después de lo que hicimos anoche.Escuchar esas palabras me hizo sonrojar hasta la raíz de mi cabello.—Me moví por costumbre, lo siento, mi cuerpo se encargó de recordarme el cambio.Gerald sonrió dulcemente y me atrajo hacia su cuerpo, dejando un beso en mis labios para levantar su mano hacia el despertador y apagar la alarma sin dejarme.Sus dedos acariciaron mi cabello y se deslizaron desde mis mejillas hasta cualquier trozo de piel expuesta.—¿Te dolió mucho? —Pregunto con
Y después de un intento sobrehumano de liberarme de Gerald finalmente pude comer, sin embargo, lo tenía allí encima de mí dándome besos cada momento que estaba descuidada.—Parece que fue una buena elección pedir los waffles para el desayuno —dijo en un tono divertido.Siempre me habían gustado los waffles y más si llevaban chocolate derretido encima, que el señor que estaba a mi lado traía con todo lujo de detalles.—Son deliciosos —respondí, llenando mi boca con otro bocado—. Dios mío, es como comer pedacitos de cielo.Una risa salió de Gerald. Este hombre definitivamente estaba siendo como un terrón de azúcar y era una parte de él que desconocía. Millones de preguntas me vinieron a la cabeza, unas más deprimentes que otras y aun así no las expresé.—Me alegro de que te guste.—¿No llegas tarde al trabajo? —Pregunté curiosa cuando lo vi a mi lado aun con su pijama—, te veo relajado y es tarde.—No iré hoy.Abrí mis ojos al escuchar sus palabras. Su mano se dirigió a la comisura de m
—Bueno, supongo que no soy algo tan serio como parece —dije sin ningún tipo de expresión en mi rostro. No importa, no hay nada especial en tener una relación contigo de todos modos.—¿Por qué dices eso?—Nada especial…Como pude me levanté de la cama sabiendo que me dolía todo el cuerpo. Los ojos de Gerald saltaron de su puesto cuando vio que yo estaba de pie y rápidamente corrió en mi dirección, ese hombre podía ser insensible, pero había algo que nunca sería y eso era ser grosero.Gerald siempre fue muy educado, consintiendo la educación que le dieron sus padres y créanme, ellos no le habían dado cualquier educación, eran personas muy estrictas, tanto que ese hombre fuerte, varonil que es dos cabezas más alto que sus padres , nunca volvió por allí.Sus padres eran del tipo de personas que vivían juntas solo para aumentar el dinero en sus billeteras, no tenían ningún tipo de educación más allá de lo necesario para relacionarse con los de su misma categoría, categoría a la que Gerald