Madison dejó de mecerse al ritmo de la música y su cuerpo se puso rígido al instante.―¿En qué momento dije que me acostaría contigo? ―. La pregunta salió de sus labios antes de que pudiera contenerla.Simón separó su cuerpo del de ella y la miró a la cara con el ceño fruncido, su pregunta lo había desconcertado.―¿Estás hablando en serio, Madison? En la entrevista que te hice antes de firmar el contrato.―Sí, lo sé ―. Trató ella de corregirse reanudando el baile, solo que ahora se miraban a la cara ―solo que pensé que las opciones para tener un bebé por otros medios seguirían abiertas. ―Y siguen abiertas, Madison, nunca te obligaría a acostarte conmigo si no lo deseas, no soy esa clase de hombre.―Luces molesto, tu abuela se dará cuenta de que algo anda mal ―murmuró ella bajando la cara a su pecho.―Estoy molesto porque no me gustan las mujeres volubles y porque no me gustan que jueguen conmigo, Madison. Igual hubiese firmado si me hubieses dicho esto desde el principio. En fin, mi
Simón se acercó al grupo donde estaba su esposa acompañada de Roberto Fernández, su madre y algunas chicas más.―... En el momento en que puse mi estetoscopio sobre su pecho, la pequeña me preguntó si podía escuchar al hada que habitaba en su corazón ―. Simón casi pudo escuchar el suspiro colectivo que brotó de todos los pechos femeninos ―le dije que escuchaba una pequeña campañilla sonando...―Madison, ―llamó Simón tomándola del brazo para separarla del grupo ―Ven, quiero hacer el sorteo de tu liga a ver si los solteros del lugar encuentran su propia mujer.En un acto reflejo Madison tiró del brazo, Simón la había apretado con excesiva fuerza provocándole dolor. Al mirarlo se dio cuenta de su mirada vidriosa.―¿Estás borracho, Simón? ―preguntó Madison entre asombrada y furiosa, mientras que con su mano se sobaba el brazo.―Por supuesto que no, algunos chupitos del mejor tequila no pueden emborracharme ―gruñó su esposo ―solo que no me gusta tener que recordarte que tu obligación es es
Madison despertó porque un enano estaba golpeando su cabeza con un martillo, al abrir los ojos el sol que entraba por la ventana la cegó. De inmediato la náusea la invadió por lo que se levantó de la cama y corrió al baño para vaciar el contenido de su estómago.Al mirar hacia abajo se encontró que solo tenía puesta su ropa interior, la hermosa y sexy ropa interior que estaba debajo de su vestido de novia. Un gemido escapó de su garganta y su cabeza se posó en la tapa del inodoro.―TomaAl escuchar la voz de Simón levantó su cabeza con rapidez para encontrárselo en calzoncillos tendiéndole un vaso y dos pastillas.Su aspecto era tan malo como debía ser el suyo.―¿Qué es eso? ―preguntó con desconfianza. ―Una pastilla para la náusea y otra para el dolor de la cabeza.Madison estiró la mano y él puso en la de ella las dos pastillas, se las tomó de inmediato y suspiró de placer al probar la soda de limón que él le había llevado.―¿Qué pasó anoche? ¿Acaso nosotros... dormimos juntos? ― se
Llegaron poco después del mediodía a un hotel de lujo en Playa del Carmen, Simón pidió la suite más lujosa que afortunadamente contaba con dos habitaciones y una increíble vista al mar Caribe. Mientras subían el equipaje, Simón la guio hasta uno de los restaurantes de lujo del lugar para un almuerzo tardío. Durante el almuerzo Simón se dedicó a hablarle de todos los lugares de interés de la Riviera Maya. ―¿Cuál será el primer sitio que visitemos? ―preguntó ella cuando iban saliendo del restaurante. ―Tengo algunos asuntos de trabajo que resolver, puedes irte de compras a la Quinta Avenida o comprar algún traje de baño en el hotel y pasar la tarde en la piscina o en la playa ―anunció él entregándole una tarjeta de crédito con su nombre, cualquier compra que hagas en el hotel la puedes cargar a la habitación. «Hoy es domingo, el día siguiente de nuestra boda, pasó todo el vuelo trabajando, ¿y aún necesita seguir?» pensó Madison, pero se abstuvo de hacer algún comentario, de lo contra
―Madison, abre la puerta ―ordenó Simón golpeando la puerta de la habitación de su esposa.No obtuvo respuesta.Volvió a golpear y nada, frustrado caminó de un lado a otro.A pesar de que salió disparado detrás de ella una vez que Max le pasó una toalla, no logró alcanzarla. Sabía que estaba dentro porque dejó su libro y sombrero en el salón.Fue hasta su habitación y llamó a la recepción.―¿Cómo puedo abrir una puerta que está cerrada por dentro? Al parecer puse el seguro sin darme cuenta.―Puede abrirla con su huella, señor Barton.―Muchas gracias ―dijo cerrando la llamada.Volvió de nuevo a la puerta, puso la huella en el dispositivo que estaba en la pared y la puerta se abrió, asomó la cabeza en la habitación y no vio a nadie.La puerta del baño estaba abierta y se escuchaba la ducha y una canción de Miley Cyrus que decía que ella misma se podía regalar flores.«Que tontería»Como un ladrón se deslizó por la habitación y llegó al aseo, se asomó y la vio a través del cristal de la d
Hacía dos semanas que habían regresado de la luna de miel y Madison estaba a punto de volverse loca.Simón tenía su propia habitación y ordenó que las cosas de su esposa fueran puestas en la habitación que estaba frente a la de él. Era dos veces más grande que su apartamento de Austin tenía un baño inmenso y un armario con tantas cosas que pensó que podía sobrevivir a un apocalipsis zombi si lo llenaba de comida.Los primeros días disfrutó de poder pararse tarde y que le tuvieran listo el desayuno, salir a hacer ejercicio y jugar con los gatos, pero después de unos días en los que vio todas las películas que quería ver y leyó algunos de los libros que tenía pendiente tuvo que confesarse que estaba aburrida a más no poder.Simón salía muy temprano por la mañana y llegaba a la hora de cenar, durante la comida hablaban de cosas sin importancia, después se retiraba a su habitación o al despacho que tenía en la casa y no lo volvía a ver hasta la noche siguiente.Madison comprobó que lo que
―¿Estás hablando en serio, Simón? ―respondió ella levantándose de la cama para mirarlo ―. En las dos semanas que han pasado desde que regresamos de la luna de miel solo hemos compartido la cena. Los sábados trabajas medio día y en la noche partimos a México a ver a tu abuela.―He pasado todas las noches contigo en un intento de que nos conozcamos mejor ―replicó él a la defensiva.―¿Esa es tu idea de conocernos? Me gustó el hombre que vislumbre en México durante la luna de miel, pero desde que llegamos has vuelto a ser el señor témpano de hielo.El apodo logró sacarlo de sus casillas.―¿Qué más quieres, Madison? Te estoy dando una oportunidad única, que es mucho más de lo que mereces. Hicimos un trato por dinero, te casarías conmigo y me darías un hijo, me engañaste diciendo que nuestro matrimonio sería real, pero en cuanto te puse un anillo en el dedo cambiaste de opinión.―¿Más de lo que merezco? ¿Eso es lo que piensas? ¿Qué debería darme con una piedra en los dientes por te dignaste
El día de la gala de beneficencia Madison bajó las escaleras, iba vestida con un traje dorado diseñado por la casa de Chanel, por delante era bastante discreto ya que cubría su pecho y hombros, solo dejando su cuello al descubierto, pero por detrás era bastante atrevido, la abertura dejaba al descubierto la casi totalidad de su espalda.Su cabello había sido peinado en un recogido discreto que le daba una apariencia muy elegante.Simón la esperaba en el vestíbulo de la casa, había bajado unos minutos antes y hablaba por teléfono caminando de un lado a otro cuando vio a su esposa descender por las escaleras.―Te llamo después ―dijo cerrando la llamada sin dejar de mirarla. Se acercó al pie de la escalera y le ofreció su brazo.―Valió la pena esperar, estás muy bella, Madison.―Gracias, Simón.Cuando comenzó a bajar las escaleras, Madison estaba nerviosa, era la primera vez que asistía a una gala de ese tipo, vestida con un caro traje de diseñador. Hasta el mes anterior había sido una c