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―Madison, abre la puerta ―ordenó Simón golpeando la puerta de la habitación de su esposa.No obtuvo respuesta.Volvió a golpear y nada, frustrado caminó de un lado a otro.A pesar de que salió disparado detrás de ella una vez que Max le pasó una toalla, no logró alcanzarla. Sabía que estaba dentro porque dejó su libro y sombrero en el salón.Fue hasta su habitación y llamó a la recepción.―¿Cómo puedo abrir una puerta que está cerrada por dentro? Al parecer puse el seguro sin darme cuenta.―Puede abrirla con su huella, señor Barton.―Muchas gracias ―dijo cerrando la llamada.Volvió de nuevo a la puerta, puso la huella en el dispositivo que estaba en la pared y la puerta se abrió, asomó la cabeza en la habitación y no vio a nadie.La puerta del baño estaba abierta y se escuchaba la ducha y una canción de Miley Cyrus que decía que ella misma se podía regalar flores.«Que tontería»Como un ladrón se deslizó por la habitación y llegó al aseo, se asomó y la vio a través del cristal de la d
Hacía dos semanas que habían regresado de la luna de miel y Madison estaba a punto de volverse loca.Simón tenía su propia habitación y ordenó que las cosas de su esposa fueran puestas en la habitación que estaba frente a la de él. Era dos veces más grande que su apartamento de Austin tenía un baño inmenso y un armario con tantas cosas que pensó que podía sobrevivir a un apocalipsis zombi si lo llenaba de comida.Los primeros días disfrutó de poder pararse tarde y que le tuvieran listo el desayuno, salir a hacer ejercicio y jugar con los gatos, pero después de unos días en los que vio todas las películas que quería ver y leyó algunos de los libros que tenía pendiente tuvo que confesarse que estaba aburrida a más no poder.Simón salía muy temprano por la mañana y llegaba a la hora de cenar, durante la comida hablaban de cosas sin importancia, después se retiraba a su habitación o al despacho que tenía en la casa y no lo volvía a ver hasta la noche siguiente.Madison comprobó que lo que
―¿Estás hablando en serio, Simón? ―respondió ella levantándose de la cama para mirarlo ―. En las dos semanas que han pasado desde que regresamos de la luna de miel solo hemos compartido la cena. Los sábados trabajas medio día y en la noche partimos a México a ver a tu abuela.―He pasado todas las noches contigo en un intento de que nos conozcamos mejor ―replicó él a la defensiva.―¿Esa es tu idea de conocernos? Me gustó el hombre que vislumbre en México durante la luna de miel, pero desde que llegamos has vuelto a ser el señor témpano de hielo.El apodo logró sacarlo de sus casillas.―¿Qué más quieres, Madison? Te estoy dando una oportunidad única, que es mucho más de lo que mereces. Hicimos un trato por dinero, te casarías conmigo y me darías un hijo, me engañaste diciendo que nuestro matrimonio sería real, pero en cuanto te puse un anillo en el dedo cambiaste de opinión.―¿Más de lo que merezco? ¿Eso es lo que piensas? ¿Qué debería darme con una piedra en los dientes por te dignaste
El día de la gala de beneficencia Madison bajó las escaleras, iba vestida con un traje dorado diseñado por la casa de Chanel, por delante era bastante discreto ya que cubría su pecho y hombros, solo dejando su cuello al descubierto, pero por detrás era bastante atrevido, la abertura dejaba al descubierto la casi totalidad de su espalda.Su cabello había sido peinado en un recogido discreto que le daba una apariencia muy elegante.Simón la esperaba en el vestíbulo de la casa, había bajado unos minutos antes y hablaba por teléfono caminando de un lado a otro cuando vio a su esposa descender por las escaleras.―Te llamo después ―dijo cerrando la llamada sin dejar de mirarla. Se acercó al pie de la escalera y le ofreció su brazo.―Valió la pena esperar, estás muy bella, Madison.―Gracias, Simón.Cuando comenzó a bajar las escaleras, Madison estaba nerviosa, era la primera vez que asistía a una gala de ese tipo, vestida con un caro traje de diseñador. Hasta el mes anterior había sido una c
Madison tomó el folleto que estaba frente a sí y se dispuso a leerlo para no mirar a Simón, estaba molesta porque él la llevó allí y la sentó en la misma mesa en la que estaba sentada su amante, se imaginaba que todas las personas que estaban presentes sabían de la antigua relación de Simón y Viviana y sentía todos los ojos puestos en ella esperando que estallara un conflicto.No les daría el gusto, todo lo que le dijo a esa mujer lo hizo con una sonrisa en la cara. Solo los que estaban cerca en la mesa se dieron cuenta de lo que le dijo, así que imaginó que pronto el chisme correría como pólvora, pero eso no le importó, detestaba a los matones, y Viviana tenía toda la pinta de ser una por lo que era necesario ponerla en su lugar.Mostrar debilidad a personas como ella solo haría que nunca la dejara en paz.―¿Vas a pasar la noche sin hablarme ―le preguntó Simón al oído haciendo que su piel se erizara. ―Tal vez ―dijo ella mirándolo de reojo con una sonrisa de lo más falsa.―Esta funda
Madison y Simón volvieron a su mesa, con los aplausos todavía resonando, él había tomado en sus manos el juego de Versace que había comprado y le puso el collar y la pulsera a su esposa y la instó a ponerse el resto de los accesorios.―No quiero que vayas sin joyas ―le dijo mirándola a los ojos.―Creo que fue por una buena causa, todos lo verán así y no creerán que eres un tacaño que no me regala joyas.―Aun así, compláceme, por favor.Durante la subasta les habían servido champaña y algunos entremeses para degustar, pero Madison tenía hambre.―Creo que el champán se me subió un poco a la cabeza, espero que no tarden mucho en poner la cena ―le dijo a Simón.―Comenzarán a servir pronto.―Iré al aseo entonces ―dijo ella levantándose. ―Volveré pronto ―aseguró Madison.El baño era bonito y lujoso, entró a un cubículo hizo pipí y al salir se topó de frente con Viviana.Madison dio un paso a un costado para ir al lavabo para lavarse las manos, pero Viviana la interceptó.―Eres una zorra man
La noche llegó a su fin, Madison iba un poco achispada después de las tres copas de champán que se tomó. No estaba acostumbrada al alcohol por lo que se sujetó del brazo de Simón para salir del local donde se había celebrado la gala.Al pasar por la puerta iban rodeados por sus guardaespaldas, sin embargo, fueron cegados por los flases de las cámaras de los paparazis.―Madison, ¿se sintió bien devolverle la bofetada a la amante de Simón? ―preguntó uno de los paparazis.―Esa lagarta no es la amante de mi marido ―murmuró ella con molestia.―Madison, ¿es cierto que donaron los diamantes con los que llegó a la gala porque Viviana los había usado con anterioridad?Simón le apretó el brazo para indicarle que callara, Madison se giró para preguntarle:―¿Cómo supieron eso?―No hagas más comentarios ―respondió Simón con tranquilidad y en voz baja.A cada pregunta que los periodistas le gritaban a Madison o a él, Simón solo respondía:―Sin comentariosCuando subieron al coche, Simón revisó las
Madison se despertó sola en la cama, entredormida había alargado la mano para buscar a Simón y sintió su almohada fría, levantó la cabeza y miró a su alrededor, no estaba, tampoco su ropa. Con un suspiro resignado volvió a posar la cabeza en su cama.«Tal vez no debería molestarme, pero era nuestra primera noche juntos, ¿acaso era mucho pedir que se quedara conmigo para despertar juntos? Si se tenía que ir pudo haberme despertado con un beso, o algo» pensó Madison, a cada nuevo argumento su mal humor se iba incrementando. La puerta de la habitación se abrió y el objeto de su molestia empujando un carrito con el desayuno favorito de Madison, decorado con rosas del jardín.―Buenos días, Madison.Ella se sentó en la cama, con la manta tapando su cuerpo firmemente sujeta debajo de sus brazos.―Buenos días, Simón ―respondió Madison mirándolo.Simón se estaba vestido y su cabello húmedo le indicaba que se había duchado, él se sentó en la cama y se inclinó para dejar un suave beso en los la