El día de la gala de beneficencia Madison bajó las escaleras, iba vestida con un traje dorado diseñado por la casa de Chanel, por delante era bastante discreto ya que cubría su pecho y hombros, solo dejando su cuello al descubierto, pero por detrás era bastante atrevido, la abertura dejaba al descubierto la casi totalidad de su espalda.Su cabello había sido peinado en un recogido discreto que le daba una apariencia muy elegante.Simón la esperaba en el vestíbulo de la casa, había bajado unos minutos antes y hablaba por teléfono caminando de un lado a otro cuando vio a su esposa descender por las escaleras.―Te llamo después ―dijo cerrando la llamada sin dejar de mirarla. Se acercó al pie de la escalera y le ofreció su brazo.―Valió la pena esperar, estás muy bella, Madison.―Gracias, Simón.Cuando comenzó a bajar las escaleras, Madison estaba nerviosa, era la primera vez que asistía a una gala de ese tipo, vestida con un caro traje de diseñador. Hasta el mes anterior había sido una c
Madison tomó el folleto que estaba frente a sí y se dispuso a leerlo para no mirar a Simón, estaba molesta porque él la llevó allí y la sentó en la misma mesa en la que estaba sentada su amante, se imaginaba que todas las personas que estaban presentes sabían de la antigua relación de Simón y Viviana y sentía todos los ojos puestos en ella esperando que estallara un conflicto.No les daría el gusto, todo lo que le dijo a esa mujer lo hizo con una sonrisa en la cara. Solo los que estaban cerca en la mesa se dieron cuenta de lo que le dijo, así que imaginó que pronto el chisme correría como pólvora, pero eso no le importó, detestaba a los matones, y Viviana tenía toda la pinta de ser una por lo que era necesario ponerla en su lugar.Mostrar debilidad a personas como ella solo haría que nunca la dejara en paz.―¿Vas a pasar la noche sin hablarme ―le preguntó Simón al oído haciendo que su piel se erizara. ―Tal vez ―dijo ella mirándolo de reojo con una sonrisa de lo más falsa.―Esta funda
Madison y Simón volvieron a su mesa, con los aplausos todavía resonando, él había tomado en sus manos el juego de Versace que había comprado y le puso el collar y la pulsera a su esposa y la instó a ponerse el resto de los accesorios.―No quiero que vayas sin joyas ―le dijo mirándola a los ojos.―Creo que fue por una buena causa, todos lo verán así y no creerán que eres un tacaño que no me regala joyas.―Aun así, compláceme, por favor.Durante la subasta les habían servido champaña y algunos entremeses para degustar, pero Madison tenía hambre.―Creo que el champán se me subió un poco a la cabeza, espero que no tarden mucho en poner la cena ―le dijo a Simón.―Comenzarán a servir pronto.―Iré al aseo entonces ―dijo ella levantándose. ―Volveré pronto ―aseguró Madison.El baño era bonito y lujoso, entró a un cubículo hizo pipí y al salir se topó de frente con Viviana.Madison dio un paso a un costado para ir al lavabo para lavarse las manos, pero Viviana la interceptó.―Eres una zorra man
La noche llegó a su fin, Madison iba un poco achispada después de las tres copas de champán que se tomó. No estaba acostumbrada al alcohol por lo que se sujetó del brazo de Simón para salir del local donde se había celebrado la gala.Al pasar por la puerta iban rodeados por sus guardaespaldas, sin embargo, fueron cegados por los flases de las cámaras de los paparazis.―Madison, ¿se sintió bien devolverle la bofetada a la amante de Simón? ―preguntó uno de los paparazis.―Esa lagarta no es la amante de mi marido ―murmuró ella con molestia.―Madison, ¿es cierto que donaron los diamantes con los que llegó a la gala porque Viviana los había usado con anterioridad?Simón le apretó el brazo para indicarle que callara, Madison se giró para preguntarle:―¿Cómo supieron eso?―No hagas más comentarios ―respondió Simón con tranquilidad y en voz baja.A cada pregunta que los periodistas le gritaban a Madison o a él, Simón solo respondía:―Sin comentariosCuando subieron al coche, Simón revisó las
Madison se despertó sola en la cama, entredormida había alargado la mano para buscar a Simón y sintió su almohada fría, levantó la cabeza y miró a su alrededor, no estaba, tampoco su ropa. Con un suspiro resignado volvió a posar la cabeza en su cama.«Tal vez no debería molestarme, pero era nuestra primera noche juntos, ¿acaso era mucho pedir que se quedara conmigo para despertar juntos? Si se tenía que ir pudo haberme despertado con un beso, o algo» pensó Madison, a cada nuevo argumento su mal humor se iba incrementando. La puerta de la habitación se abrió y el objeto de su molestia empujando un carrito con el desayuno favorito de Madison, decorado con rosas del jardín.―Buenos días, Madison.Ella se sentó en la cama, con la manta tapando su cuerpo firmemente sujeta debajo de sus brazos.―Buenos días, Simón ―respondió Madison mirándolo.Simón se estaba vestido y su cabello húmedo le indicaba que se había duchado, él se sentó en la cama y se inclinó para dejar un suave beso en los la
El sábado en la noche como ya era costumbre tomaron el avión para viajar a México para ver a Lucía, durmieron todo el vuelo y despertaron cuando la aeronave estaba aterrizando en Ciudad Victoria, cuando llegaron a la casa de la abuela, apenas estaba amaneciendo.Madison bajó del helicóptero cayéndose del sueño, en las últimas noches Simón la tenía despierta hasta tarde, según sus palabras porque tenían que trabajar en hacer un heredero.Él pasó el brazo por los hombros de su esposa para guiarla desde el helipuerto a la puerta que daba al patio trasero de la casa de su abuela.―Hola, hijitos, ¿Qué le pasa a Madison? ―preguntó Lucía a Simón preocupada de que su nueva nieta estuviera enferma, no tenía buena cara.―Tiene sueño abuela, no ha dormido bien las últimas noches.―Estoy bien, abuela, solo necesito dormir unas horas más.―Si quieren vayan a dormir un rato y los veo en un par de hora para el desayuno.―Está bien, abuela, ―dijo Simón ―, Por favor, despiértame en un par de horas, no
―¿Me has estado engañando, Simón? ¿Este matrimonio no es real? ―dijo mirando de su nieto a su esposa.Simón saltó de la silla y su cara se ensombreció al darse cuenta de que su abuela había escuchado su conversación y estaba al tanto de su acuerdo. En cambio, Madison se quedó de piedra y no pudo levantarse de su asiento.―Yo... las cosas no son así como parece, por favor, siéntate con nosotros, abuela, debemos hablar ―pidió respondió él con tranquilidad un momento después.―No tengo ganas de sentarme ―replicó Lucía irguiéndose en toda su altura ―. Solo quiero que me digas la verdad porque no me gusta esto que estoy imaginando, Simón, nunca te enseñé a mentirme de esta manera Madison estaba nerviosa y apretaba sus manos, el objetivo de su contrato matrimonial era mantener feliz a Lucía, si ella descubría la verdad su matrimonio no tendría sentido. ¿Tendría que devolver un dinero que no tenía? ¿Y si ya estaba embarazada? Desde la noche de la gala Simón y ella dormían juntos todas noche
El avión de Simón aterrizó en el aeropuerto de Corpus Christy al mediodía del día de la despedida de soltera de Marga, allí su equipo de seguridad los esperaba con tres camionetas blindadas para trasladarlos a la mansión Fulton.―Creo que nunca me acostumbraré a toda la parafernalia que se monta cuando sales de tu casa, hijito, siento que estoy viajando con el presidente de México.Simón sonrió.―Soy más rico que el presidente de México, abuela, y el dinero tiene muchos amigos y crea muchos enemigos, es preferible prevenir que lamentar.―¿Y tú, Madison? ¿Te has acostumbrado a salir con tanta gente pisándote los talones?―No, abuela, hay días que parezco candidata a presidencial y que creo que me enviaron al servicio secreto a protegerme ―dijo en broma.El camino a la mansión Fulton era corto, solo treinta minutos desde Corpus Christy. La casa se encontraba ubicada frente a la bahía de Aransa en el golfo de México, en el patio trasero había una zona de césped verde y bien cuidada con u