Parado en medio del taller, inclinó la cintura al frente. Luego, rápidamente la inclinó hacia atrás, doblando el torso para ver la calle. Esperó un momento, antes de volver a ver el interior. El área estaba solitaria. Barrió la vista de un lado a otro, buscando esa figura familiar. Un tiempo después, alguien salió de la cocina.
Caeli se dirigía a su habitación; pero notó una sombra por el rabillo del ojo. Volteó a ver y detuvo sus pasos. Adair introdujo el cuerpo completo, sonrió, diciendo - No tengo fósforos.
Caeli mostró un gesto de entendimiento antes de regresar a la cocina. Al verlo desaparecer, Adair lo siguió. Aún caminaba con cuidado en el pasillo. Cuando llegó a la cocina, el fuego en la estufa calentaba una jarra sobre ella; Al lado contrario, Caeli tomaba una cajita de una de las gavetas del mueble. Adair se acercó, justo cuando Caeli se volteó.
Caeli no dijo más. Simplemente cerró los labios y enfrentó la mirada intensa de Adair. Al verlo así, tan cerca, sintiéndolo tan pequeño en sus manos, Adair tuvo un impulso de abrazarlo; pero aún no tenía del todo claro si sería aceptado o rechazado. Entonces, desprendió las manos. Había cierta incomodidad en el ambiente. Adair aclaró su garganta. Caminó cerca del agua. Después, volteó el rostro ligeramente y sonrió - Ahora sé que ya te bañaste y no quieres meterte al agua.-¿no te bañaste tú también? - los pasos de Caeli tronaron en las rocas.Adair lo vio a su lado por el rabillo del ojo. Asintió - se puede considerar un baño - luego, se giró completamente hacía él - ¿tu padre te mandó a buscarme?.-No - su perfil lateral vislumbraba con el reflejo del agua - vine por mi propia voluntad - lo vio - estuviste
Si bien, era cierto que Biel formaba parte importante de su vida; puesto que se habían vuelto uno mismo. No podía existir un Adair sin un Biel. Era algo que estaba impregnado en él, de esa manera lo había aceptado como parte de su alma, concediéndole un espacio para vivir ahí. Sin embargo, había reservado un espacio extra; el cual, sólo una persona podía habitar.Los ojos de Adair se curvaron en un gesto gentil - Si no hubiera querido que estés aquí, nunca te lo hubiera mostrado - movió los pulgares, acariciando sus mejillas - decidí traerte aquí porque quería que fueras parte de mí. Este lugar es tanto tuyo como mío - se inclinó, hasta que la punta de sus narices se tocaron - ¿entiendes eso?. No lo dudes, yo quiero tenerte cerca.Caeli asintió - lo entiendo.Con eso, Adair se retiró - ¿era muy tarde cuando
Fastidiado, se levantó. Buscó la ropa por el suelo; mientras se iba vistiendo. Bajó las gradas y cruzó otra vez el laberinto de flores. Estaba por llegar a la puerta cuando una flor llamó su atención. Era una rosa blanca y hermosa, puesta en medio de un ramo completamente rojo. Atraído por su belleza, la tomó del tronco. La sacó después de comprobar que las espinas habían sido cortadas. Todavía le quedaban hojas a sus costados, una a cada lado.Sosteniéndola entre sus dedos, se la llevó. La rosa se balanceó en su mano; mientras caminó hacía el taller. Mirándola cada ciertos pasos. Cuando llegó, se recostó en el muro frente a la puerta. Topó su espalda a la pared helada. Subió la mano, deteniéndola ante sus ojos. Entre el pulgar y el índice, rodó el tronco de la flor. Sus pétalos blancos daban vueltas volviéndose uno sólo. Adair metió la otra mano en su bolsillo. Dobló una pierna, apoyando el pie en la pared. Sus
Adair jaló el brazo. Haciendo que el cuerpo se reclinara en él. Lo acomodó en su espalda. Don Nicolás colocó el otro brazo sobre el hombro de Adair. Luego, este los sujetó fuertemente para llevarlo. Los pies del viejo se arrastraron por el suelo. Su cuerpo totalmente inmóvil.Caeli se adelantó, guiando el camino para ellos. Adair trató de caminar lo más cuidadoso posible. Tratando de no agitar mucho el cuerpo en su espalda. Caeli salió al pasillo y se detuvo del otro lado de la puerta. Cuando Adair paso, Caeli volvió a caminar otro trecho para luego detenerse y verlos. Tomaron el pasillo del lado izquierdo del patio. Donde Caeli abrió una puerta para que ellos entraran.La frente de Adair sudaba. Las gotas bajaron, mojando sus pestañas haciendo difícil la vista. Su cuerpo iba inclinado; de tal manera que no podía divisar el rostro de Caeli, sólo sus manos y pi
Adair estaba avergonzado. No quería mostrarla. Cubriéndola entre sus palmas, giró lentamente - olvidé que la tenía entre la ropa y la arruiné - Caeli se levantó, intentando distinguir el objeto, se acercó - Olvídalo, mañana te traeré otra - la apretó en el puño.-¿puedo verla? - Caeli la pidió. Estirando sus dedos para acogerla.-Ya no sirve - Adair estaba reacio a que viera ese desastre.-Quiero verla - dijo suavemente.Sin poderse negar, Adair abrió su palma. La tomó del tronco con la otra mano para pasarla a la palma de Caeli. En el proceso, los pedazos rotos amenazaron con caer al suelo. La depositó suavemente - ya no tiene espinas - informó.La palma de Caeli era mucho más pequeña que la suya; de ta
La señora se giró. La vista de Adair se quedó fija en Caeli; mientras la señora se acercaba a él - Oh, pequeño Caeli, ¿tu padre está enfermo otra vez? - su voz era como si estuviera hablando con un niño.-No hay nada de que preocuparse.Sin darse cuenta, Adair se quedó paralizado en su posición. Analizando las expresiones de Caeli; mientras intercambiaba saludos con la señora. Por un leve instante, los ojos de Caeli se toparon con los suyos; pero sutilmente, desvió la mirada. Adair lo supo. Estaba enojado. Había alcanzado a escuchar los comentarios de la señora hace un momento; pero lo disimuló a la perfección.Mientras se trababa c
El niño dirigió sus ojos furiosos a Caeli. Adair frunció el ceño. No le gustaba esa mirada - Quédate si quieres - Caeli habló tranquilamente. Adair lo volteó a ver, sin poder creer lo que escuchaba.-Pero será sólo por un rato - la señora le informó para ser fulminada por los ojos del niño - tengo que regresar en un momento. Después te irás conmigo - el niño no respondió - ¿de acuerdo? - dobló la cintura para hablarle más cerca.La frente del niño estaba sumamente arrugada. Miró al suelo - Está bien - su voz fue baja, conteniendo la molestia expresada por sus gestos.La señora volvió a su posición - Bueno, entonces, nos vemos en un momento - se despidió. Dio varios pasos cuando se detuvo - oh, mi monedero - recordó - lo dejé en la mesa.-Iré por él - Caeli
Como algo extraño, en el interior de la casa no se escuchó ningún sonido. Adair se mantuvo quieto, agudizando el oído. Después de un tiempo, sin lograr escuchar ni siquiera el ligero sonido del metal raspado contra el suelo, se giró. Bajó los brazos. Caminó hacía el interior. Desde un costado del pasillo, vio a Caeli cerca de la pila. Luego, barrió su vista alrededor. Caminó hacía él y bajó las gradas, silenciosamente.Los hombros de Caeli se movían; mientras raspaba un objeto. Conforme se fue acercando, sus manos quedaron al descubierto. Con un cepillo con puntas metálicas, rasgaba una pieza plateada. Quitando los restos impuros de la superficie pulida. Sus largos dedos apretaban con fuerza el objeto, deteniéndolo en su lugar. Al llegar a su espalda, Adair aprovechó el momento - ¿necesitas ayuda?.El cuerpo de Caeli se agitó; pero al instante se recompuso. La