Los ojos de la señora se abrieron por completo - ¿ya lo sabe? - preguntó, sorprendida.
-Fue un accidente - su voz estaba ronca, dañada por los residuos del llanto. Su garganta se contrajo al decir - me ha echado de su casa - sin querer, las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos.
Los pulgares de la señora, limpiaron sus mejillas. Llevándose con ellos la humedad de las lágrimas - Don Nicolás es un hombre de razón, ¿te ha echado sin más?.
A través de la neblina en sus ojos, le explicó a la figura borrosa ante él - Se puso furioso, me gritó a mi y a Caeli - luego, añadió - me preocupa haber dejado a Caeli solo.
La señora asintió, tomando la esquina del delantal. Lo jaló desde sus piernas hasta que llegó al rostro de Adair, donde rozó la tela gastada en
A pesar de tener un presentimiento de los orígenes de esas heridas; de cualquier manera, preguntó con la esperanza de conseguir una respuesta diferente para así no sentirse culpable. Adair buscó una respuesta amable; con tal de no alterarla más. No podía verla a la cara; así que desvió la mirada al frente. Se quedó callado un tiempo, sin encontrar qué decir. Luego, solamente pronunció - He tenido golpes peores - después, al no escuchar nada, levantó el rostro.Las lágrimas caían en silenció de ese rostro cansado. Los dedos que sostenían la camisa sucia se apretaron hasta tornarse de un color morado. El líquido salado se deslizó a través de sus mejillas, cayendo sobre el dorso de esas manos maltratadas. Ella sabía que era su culpa y no podía librarse de ella - Madre - Adair se encontraba en un punto muerto. Debido a que nunca había recibido un consuelo de su parte, él no sabía cómo dárselo a ella - Estas heridas
En la cama seguía tendido el conjunto nuevo de ropa. Adair lo vio desde la entrada. Empujó la puerta hacia atrás para cerrarla. Luego, fue a la cama, se giró y se dejó caer, con el cuerpo desnudo, sobre la ropa limpia. Con las piernas estiradas colgando de las orillas y los brazos reposando a sus costados. Cerró los ojos. La imagen del chico apareció en su cabeza. Lo extrañaba; además el sentimiento de preocupación no desaparecía. Durante el resto de la tarde no salió de su habitación. Paseándose desnudo de un lado a otro. Sólo hasta que oyó la llegada de otra persona se apresuró a vestirse.Su padre había llegado, tenía que estar listo para escapar antes de ser asesinado. Después de que la persona entrara a la casa, fue a la cocina. Un tiempo después oyó los pasos en la escalera. Los golpes se acercaron, retumbando en su pecho como si fuera su corazón. Los pasos llegaron al pasillo. Adair no supo si fue product
El ramo estaba ligeramente aplastado. Metió una mano por el centro de las flores, comprobando el interior. Hasta que sintió que los tallos estaban intactos comenzó a respirar de nuevo. Sacó la mano para intentar componer la forma redonda del papel. Una vez presentable, se puso de pie. Volteó en dirección a la casa de al lado, se acercó al borde y saltó. Sus zapatos se deslizaron por el tejado, cayendo en el punto medio, donde las tejas se unían. Evitando así, quebrarlas y no hacer tanto ruido.Enseguida, caminó del lado opuesto al patio. Cubierto por la parte alta del techo hasta llegar a la esquina de la cocina. Donde subió, alzó la cabeza por la cima. Miró alrededor, comprobando que no hubiera nadie en el patio. Como suponía, el lugar estaba oscuro y en silencio; puesto que era pasada la medianoche. Los pájaros estaban en silencio dejando sólo al viento frío silbar a través de las ventanas. Aunque el clima era
-¿cómo estabas tan seguro de que vendría? - con el corazón comprimido, no pudo evitar preguntar.-Confiaba en que lo harías; además, no tenía otra cosa que hacer más que esperarte - el chico se escondió en su abdomen, rodeando con sus brazos la cintura de Adair.Adair lo abrazó, pasando sus manos por la espalda delgada - Te extrañé - Caeli se pegó más. Transmitiendo el calor de su cuerpo a través de la ropa. El pecho de Adair pudo sentirlo; mientras observaba desde arriba su cara ligeramente sonrojada. Aunque el color no era tan vivaz como en un principio; aún así, no podía controlar el rubor que le subía desde el cuello, llegaba a sus orejas y bañaba su rostro.Levantando la cara, miró a una esquina. Pegó a Caeli a su cuerpo, con una mano. Luego, se inclinó a un lado estirando el otro brazo. Los dos se movi
El ramo de flores se oprimió entre Caeli y el mueble - Ten cuidado - Advirtió el chico, con temor a destruirlo.-¿Qué importa? - dijo Adair - puedo traerte otro - se negó a soltarlo.Sin embargo, Caeli dio un paso atrás. Sintiendo el movimiento, retrocedió y lo soltó. El chico llevó el ramo al otro lado de la habitación y cuidadosamente lo puso sobre la silla. Una punzada de celos molestó a Adair. Realmente intentó fulminar con la mirada a ese ramo de flores. Por un momento, se sintió menos importante que un manojo de hierba envuelta en papel. Cruzó los brazos y se reclinó hacía atrás, topando la espalda al mueble.Después de acomodar las flores, Caeli se giró, enfrentándose a Adair. Se sostuvieron la mirada por un tiempo antes de que el chico comenzara a acercarse. Su vista lo recorrió por completo mientras
El líquido se escurrió por las orillas que envolvían el miembro de Adair. Había degustado cada centímetro de su interior; mientras el chico lo aceptaba en su totalidad. Tragó saliva. Su boca estaba seca. Dejó caer las piernas del chico a sus costados. Luego se inclinó sobre él. Ajustó la cabeza del joven con una mano, con el codo de la otra sobre la cama. Lo besó, reacio a salirse. Se subió a la cama y acomodó las rodillas en medio. Las piernas de Caeli se envolvieron en sus caderas; mientras se movía nuevamente sin romper el contacto de sus labios.Sus respiraciones se entrelazaron como jadeos apresurados. El sonido de su piel chocando al unirse sonaba como melodía nocturna traída por el viento. Sus cuerpos estaban sudorosos. Las ropas se pegaron a su piel, volviéndose transparente por la humedad. De repente, Caeli desprendió los labios, estirando el cuello hacía atrás para soltar un gemido ahogado. Un momento
El rostro del viejo pasó de sorprendido a serio en una fracción de segundo. Ignorando al joven tendido en el suelo, empujó la puerta hasta la pared. La trabó en su lugar antes de darse la vuelta. Caminó recto hacía la otra puerta; pero sus ojos se desviaron sin querer, por un momento, hacía Adair para luego concentrarse nuevamente.Adair vio esa mirada, como si quisiera decirle algo; así que, se levantó. Sus piernas temblaban, ya sea por miedo o por el cansancio de haber mantenido mucho tiempo la posición en la que estaba; pero aún así, tomó el valor de acercarse. La luz del sol, que estaba sobre su cara, se quedó atrás con cada paso que daba. Sumergiéndose en la sombra producida por la casa. Sus ojos se oscurecieron, resaltando las ojeras de cansancio por no haber dormido nada. Se paró en el punto donde las puertas se unían. Sobre el hoyo de sujeción para la barra que aseguraba el portón. Sólo faltaba un paso m
Adair esperó a que ambos desaparecieran en el pasillo antes de que sus labios se estiraran en una gran sonrisa. En su cuerpo, la sangre corría a gran velocidad, llenando cada vena en todos los extremos. Su energía aumentó de cero a un millón. La alegría era tan grande que incluso parecía que iba a explotar. Todos los pesares salieron de su cuerpo, dejándolo como un alma libre.Mientras perdía el tiempo, una figura se asomó por la puerta. Al verlo, salió al taller - ¿qué te dijo? - los ojos de Caeli estaban ampliados en busca de una respuesta; pero no había duda en ellos.Al verlo, Adair no pudo contenerse. Fue hacía él rápidamente. Su mano fugaz, le sujetó la nuca; en tanto, la otra lo apretaba hacía él desde la espalda. Le devoró los labios con un beso emocionado. Hasta que sus pulmones ardieron pidiendo oxígeno, se separó un centímetro. Sus ojos se conectaro