El líquido se escurrió por las orillas que envolvían el miembro de Adair. Había degustado cada centímetro de su interior; mientras el chico lo aceptaba en su totalidad. Tragó saliva. Su boca estaba seca. Dejó caer las piernas del chico a sus costados. Luego se inclinó sobre él. Ajustó la cabeza del joven con una mano, con el codo de la otra sobre la cama. Lo besó, reacio a salirse. Se subió a la cama y acomodó las rodillas en medio. Las piernas de Caeli se envolvieron en sus caderas; mientras se movía nuevamente sin romper el contacto de sus labios.
Sus respiraciones se entrelazaron como jadeos apresurados. El sonido de su piel chocando al unirse sonaba como melodía nocturna traída por el viento. Sus cuerpos estaban sudorosos. Las ropas se pegaron a su piel, volviéndose transparente por la humedad. De repente, Caeli desprendió los labios, estirando el cuello hacía atrás para soltar un gemido ahogado. Un momento
El rostro del viejo pasó de sorprendido a serio en una fracción de segundo. Ignorando al joven tendido en el suelo, empujó la puerta hasta la pared. La trabó en su lugar antes de darse la vuelta. Caminó recto hacía la otra puerta; pero sus ojos se desviaron sin querer, por un momento, hacía Adair para luego concentrarse nuevamente.Adair vio esa mirada, como si quisiera decirle algo; así que, se levantó. Sus piernas temblaban, ya sea por miedo o por el cansancio de haber mantenido mucho tiempo la posición en la que estaba; pero aún así, tomó el valor de acercarse. La luz del sol, que estaba sobre su cara, se quedó atrás con cada paso que daba. Sumergiéndose en la sombra producida por la casa. Sus ojos se oscurecieron, resaltando las ojeras de cansancio por no haber dormido nada. Se paró en el punto donde las puertas se unían. Sobre el hoyo de sujeción para la barra que aseguraba el portón. Sólo faltaba un paso m
Adair esperó a que ambos desaparecieran en el pasillo antes de que sus labios se estiraran en una gran sonrisa. En su cuerpo, la sangre corría a gran velocidad, llenando cada vena en todos los extremos. Su energía aumentó de cero a un millón. La alegría era tan grande que incluso parecía que iba a explotar. Todos los pesares salieron de su cuerpo, dejándolo como un alma libre.Mientras perdía el tiempo, una figura se asomó por la puerta. Al verlo, salió al taller - ¿qué te dijo? - los ojos de Caeli estaban ampliados en busca de una respuesta; pero no había duda en ellos.Al verlo, Adair no pudo contenerse. Fue hacía él rápidamente. Su mano fugaz, le sujetó la nuca; en tanto, la otra lo apretaba hacía él desde la espalda. Le devoró los labios con un beso emocionado. Hasta que sus pulmones ardieron pidiendo oxígeno, se separó un centímetro. Sus ojos se conectaro
“Demasiado fría”.El agua subió a su pecho; mientras fue recostándose poco a poco. El frío le llegó a la nariz. Tomó una bocanada de aire antes de hundirse nuevamente.“No aguanto más”.Toda su cabeza se enfrió. Sus pulmones ardían por la falta de oxígeno. Se sentó de golpe cuando le fue necesario volver a respirar. Abrió los ojos para ver el agua correr, cristalina, reflejando las rocas que adornaban el fondo. Las gotas caían desde su cabello, chorreando sobre su espalda desnuda. Sacudió la cabeza. Meneando cada pelo mojado, haciendo una brisa rápida a todo su alrededor.Se levantó, descubriendo cada parte de su cuerpo. El agua apenas era capaz de cubrir su pantorrilla. Caminó con los pies descalzos sobre las rocas hasta la orilla. Así, con el cuerpo húmedo, se colocó sus prendas. Mojando la tela, provocando que se adhiriera a su piel.-¡ahh! - suspiró - tengo que volver a casa - subió las manos a su cabeza. Tranquilamente, comenzó a caminar sin prisa.El sol empezaba a esconderse tr
Fabiola dio un paso más cerca de él; mientras Adair suspiraba por poder alejarse cuanto antes - iré a visitar a tu madre luego, ojalá pudiera verte allá también.Adair mostró una sonrisa relajada - haré lo posible por estar ahí - dio un paso atrás, doblando su torso hacía la calle - por ahora tengo cosas que hacer.Estaba a punto de marcharse cuando la joven de repente soltó - ¡ah, es verdad! - Adair se sorprendió por el repentino entusiasmo - Don Nicolás te ha estado buscando desde la mañana - los ojos oscuros de Adair se ampliaron cuando vio a Fabiola alzar una mano en el aire; al mismo tiempo que subía la otra para colocarla alrededor de su boca mientras gritaba - ¡Don Nicolás!, ¡Don Nicolás!.Adair dirigió la vista hacia el lugar al cual Fabiola gritaba. Recordó sutilmente el nombre de Nicolas cuando su madre lo despertó por la mañana. En ese momento supo que estaba perdido. “Mierda”, pensó; en tanto un viejo canoso caminó hacia ellos. Su estatura era baja y su espalda estaba li
Con pasos lentos, Adair se acercó después de escucharlo hablar, con los brazos aún en alto. Al verlas pesadas se alarmó ligeramente. Dudando de su fuerza, pasó a un lado de Nicolás. Rodeó con los dedos un bloque e intentó levantarlo. El peso hacía que el metal se resbalara; así que, arregló su postura. Flexionó las rodillas para después agarrar firmemente el metal. Con mucho esfuerzo, logró levantarlo a la altura de su cintura antes de dejarlo caer. El bloque chocó con los otros, moviéndolos en tanto producían un fuerte sonido.Adair se frotó las manos; mientras el viejo se acercó. Colocó una mano en su hombro y lo apartó. Luego, tomó el bloque con ambas manos y lo levantó, haciéndolo parecer sencillo. Adair se irritó un poco al ver que el viejo presumía su fuerza. Nicolás volvió a poner el bloque en su lugar. Soltó el aire antes de hablar - Soy viejo, pero estas cosas son sencillas de levantar - se puso las manos en la cadera y con una mirada sería añadió - ¿eres capaz de hacerlo?.A
Adair se sintió sorprendido porque a pesar de su furia no alzó la voz en gritos; pero, aún así, lograba calar en sus nervios haciendo que obedeciera en el mismo instante en que escuchaba su voz. Adair se dio la vuelta. La leña ya se había consumido, quedando solamente pequeños trozos de brazas dispersas. Con un palo, juntó los pedazos antes de arrojarlo y agregar más. Después acercó su rostro para soplar dentro mientras escuchaba sonidos a su espalda.Una puerta rechinó. Luego, alguien habló - ¿está todo bien? - la alarma se notaba en su voz. Adair sopló con fuerza para que las llamas cobraran vida.-Todo está bien - Nicolás respondió gentilmente.-¿Qué fue ese sonido? - la voz del joven volvió a preguntar. Adair volvió a llenar sus pulmones con aire, dejándolo ir de golpe contra el fuego. Sin el más mínimo interés de saber quién era el chico.Solamente Nicolás le prestaba atención - Sólo fue un accidente con el bloque, no ha pasado nada.Hubo silencio por un tiempo, antes de que el c
Don Nicolás fijó su mirada oscura en Adair. Parecía enojado. Adair le devolvió la mirada un poco confuso.Con voz ronca, habló - Sigamos - Nicolás se marchó. Dejando atrás a Adair con la mente en blanco. Le costaba asimilar el comportamiento cambiante del viejo; puesto que, por un momento estaba contento y al otro enojado.“¿Qué le pasa ahora?”, se preguntó. No había hecho nada malo en absoluto; de tal manera que no comprendía lo sucedido. Adair siguió sus pasos; mientras escuchaba el suspiró que provenía del chico. En ese momento, su mente se sintió comprimida. No pudo evitar pensar, “¿qué hice mal?”. Si bien, le importaban muy poco las personas, no era alguien que se regocijaba al causar dolor; en consecuencia, se sintió mal internamente. No le agradaba sentirse así. Con cada segundo que pasaba deseaba más largarse de ese lugar.Su pie pisó la grada del patio. Giró su cuello hacía atrás, encontrándose con la vista del chico sobre él. Ese rostro no mostraba expresión; pero esos ojos
Adair se relajó - Sí, madre - la señora regresó de donde había salido, dejando a Adair solo en el enorme pasillo.La señora pasaba por una puerta a la derecha de la sala donde estaba Adair. Esa puerta siempre se mantenía abierta para que su madre pudiera escuchar cuando alguien llamaba en la entrada. Por ese lugar se podía ingresar a un pequeño patio donde, a una distancia corta, se encontraba la entrada a la cocina. Por otro lado, a un costado de esa puerta, estaban las escaleras que se dirigían hacia arriba. Adair las subió. Entró a su cuarto y se recostó en la cama. La ventana quedaba a un lado, por donde la claridad proveniente del patio alumbraba su habitación. Quizás tanta preocupación canso su mente; de tal manera que se quedó dormido hasta la mañana siguiente.Cuando abrió los ojos, todo el lugar estaba sumergido en la oscuridad. Con tal de evitar a su madre, se levantó en silencio. Procuró no emitir el más mínimo sonido hasta que estuvo fuera de casa. En un principio no tení