Si bien, era cierto que Biel formaba parte importante de su vida; puesto que se habían vuelto uno mismo. No podía existir un Adair sin un Biel. Era algo que estaba impregnado en él, de esa manera lo había aceptado como parte de su alma, concediéndole un espacio para vivir ahí. Sin embargo, había reservado un espacio extra; el cual, sólo una persona podía habitar.
Los ojos de Adair se curvaron en un gesto gentil - Si no hubiera querido que estés aquí, nunca te lo hubiera mostrado - movió los pulgares, acariciando sus mejillas - decidí traerte aquí porque quería que fueras parte de mí. Este lugar es tanto tuyo como mío - se inclinó, hasta que la punta de sus narices se tocaron - ¿entiendes eso?. No lo dudes, yo quiero tenerte cerca.
Caeli asintió - lo entiendo.
Con eso, Adair se retiró - ¿era muy tarde cuando
Fastidiado, se levantó. Buscó la ropa por el suelo; mientras se iba vistiendo. Bajó las gradas y cruzó otra vez el laberinto de flores. Estaba por llegar a la puerta cuando una flor llamó su atención. Era una rosa blanca y hermosa, puesta en medio de un ramo completamente rojo. Atraído por su belleza, la tomó del tronco. La sacó después de comprobar que las espinas habían sido cortadas. Todavía le quedaban hojas a sus costados, una a cada lado.Sosteniéndola entre sus dedos, se la llevó. La rosa se balanceó en su mano; mientras caminó hacía el taller. Mirándola cada ciertos pasos. Cuando llegó, se recostó en el muro frente a la puerta. Topó su espalda a la pared helada. Subió la mano, deteniéndola ante sus ojos. Entre el pulgar y el índice, rodó el tronco de la flor. Sus pétalos blancos daban vueltas volviéndose uno sólo. Adair metió la otra mano en su bolsillo. Dobló una pierna, apoyando el pie en la pared. Sus
Adair jaló el brazo. Haciendo que el cuerpo se reclinara en él. Lo acomodó en su espalda. Don Nicolás colocó el otro brazo sobre el hombro de Adair. Luego, este los sujetó fuertemente para llevarlo. Los pies del viejo se arrastraron por el suelo. Su cuerpo totalmente inmóvil.Caeli se adelantó, guiando el camino para ellos. Adair trató de caminar lo más cuidadoso posible. Tratando de no agitar mucho el cuerpo en su espalda. Caeli salió al pasillo y se detuvo del otro lado de la puerta. Cuando Adair paso, Caeli volvió a caminar otro trecho para luego detenerse y verlos. Tomaron el pasillo del lado izquierdo del patio. Donde Caeli abrió una puerta para que ellos entraran.La frente de Adair sudaba. Las gotas bajaron, mojando sus pestañas haciendo difícil la vista. Su cuerpo iba inclinado; de tal manera que no podía divisar el rostro de Caeli, sólo sus manos y pi
Adair estaba avergonzado. No quería mostrarla. Cubriéndola entre sus palmas, giró lentamente - olvidé que la tenía entre la ropa y la arruiné - Caeli se levantó, intentando distinguir el objeto, se acercó - Olvídalo, mañana te traeré otra - la apretó en el puño.-¿puedo verla? - Caeli la pidió. Estirando sus dedos para acogerla.-Ya no sirve - Adair estaba reacio a que viera ese desastre.-Quiero verla - dijo suavemente.Sin poderse negar, Adair abrió su palma. La tomó del tronco con la otra mano para pasarla a la palma de Caeli. En el proceso, los pedazos rotos amenazaron con caer al suelo. La depositó suavemente - ya no tiene espinas - informó.La palma de Caeli era mucho más pequeña que la suya; de ta
La señora se giró. La vista de Adair se quedó fija en Caeli; mientras la señora se acercaba a él - Oh, pequeño Caeli, ¿tu padre está enfermo otra vez? - su voz era como si estuviera hablando con un niño.-No hay nada de que preocuparse.Sin darse cuenta, Adair se quedó paralizado en su posición. Analizando las expresiones de Caeli; mientras intercambiaba saludos con la señora. Por un leve instante, los ojos de Caeli se toparon con los suyos; pero sutilmente, desvió la mirada. Adair lo supo. Estaba enojado. Había alcanzado a escuchar los comentarios de la señora hace un momento; pero lo disimuló a la perfección.Mientras se trababa c
El niño dirigió sus ojos furiosos a Caeli. Adair frunció el ceño. No le gustaba esa mirada - Quédate si quieres - Caeli habló tranquilamente. Adair lo volteó a ver, sin poder creer lo que escuchaba.-Pero será sólo por un rato - la señora le informó para ser fulminada por los ojos del niño - tengo que regresar en un momento. Después te irás conmigo - el niño no respondió - ¿de acuerdo? - dobló la cintura para hablarle más cerca.La frente del niño estaba sumamente arrugada. Miró al suelo - Está bien - su voz fue baja, conteniendo la molestia expresada por sus gestos.La señora volvió a su posición - Bueno, entonces, nos vemos en un momento - se despidió. Dio varios pasos cuando se detuvo - oh, mi monedero - recordó - lo dejé en la mesa.-Iré por él - Caeli
Como algo extraño, en el interior de la casa no se escuchó ningún sonido. Adair se mantuvo quieto, agudizando el oído. Después de un tiempo, sin lograr escuchar ni siquiera el ligero sonido del metal raspado contra el suelo, se giró. Bajó los brazos. Caminó hacía el interior. Desde un costado del pasillo, vio a Caeli cerca de la pila. Luego, barrió su vista alrededor. Caminó hacía él y bajó las gradas, silenciosamente.Los hombros de Caeli se movían; mientras raspaba un objeto. Conforme se fue acercando, sus manos quedaron al descubierto. Con un cepillo con puntas metálicas, rasgaba una pieza plateada. Quitando los restos impuros de la superficie pulida. Sus largos dedos apretaban con fuerza el objeto, deteniéndolo en su lugar. Al llegar a su espalda, Adair aprovechó el momento - ¿necesitas ayuda?.El cuerpo de Caeli se agitó; pero al instante se recompuso. La
El niño dio un último golpe. Luego, alzó los brazos sobre su cabeza. Enfocando a Caeli en la mira. Automáticamente, Adair gritó con el corazón en la garganta - ¡Oye! - su voz fue profunda y gruesa; la cual no sólo asustó al niño, sino que también a Caeli. Su furia estaba en un lugar inalcanzable. Se acercó a Daniel. Tomó las pinzas y las arrebató de sus manos. Con la otra palma, sujetó un brazo del niño - ¡en tu vida te vuelvas a comportar así con él! - desvío la fuerza de su mano a sus dientes, aprestándolos hasta que amenazaron con romperse.El niño lo vio asustado. Sus ojos se ampliaron; en tanto las lágrimas comenzaron a acumularse. Siendo agitado de un brazo, abrió la boca grandemente y soltó el llanto. Sus gritos irritaron más a Adair; puesto que no eran más que un intento de llamar la atención para terminar haciendo lo que se le viniera en gana. Jaló más el brazo. Los pies del niño estaban a punto de desp
La habitación quedó envuelta en un silencio sepulcral. Una gota de sudor se formó en una cien de Adair. Lentamente se deslizó por su mejilla hasta caer en su clavícula. Tragó saliva, para intentar humedecer su garganta seca. De pronto, una risa ronca se escuchó. Un escalofrío subió por toda la columna vertebral de Adair. Sus vellos se erizaron desde la nuca hasta la parte baja de su espalda. La risa era baja producida por una voz gruesa que rebotaba a través de las paredes. Era como si saliera de la oscuridad donde ella misma la tragaba para dejarla salir en otro lugar.Los ojos de Adair se abrieron tanto que estuvieron a punto de caer al suelo. Rígidamente, volteó hacía don Nicolás. El bulto temblaba, movido por las carcajadas. El sonido se detuvo. Nicolás se aclaró la garganta - Cada vez te haces más digno de mi confianza - su rostro estaba oscuro, sus ojos eran como dos piedras n