Superando la Acción

El mundo estalló en caos cuando el arma del dron disparó, lanzando un rayo de energía roja chisporroteante al suelo a pocos pies de donde el grupo había estado de pie. La explosión levantó tierra y escombros, obligándolos a dispersarse como pájaros asustados.  

Amira se lanzó detrás de un árbol grueso, su corazón latiendo tan fuerte que estaba segura de que los drones podían oírlo. A su lado, Luis se deslizó a cubierto, con las gafas ligeramente torcidas.  

—¿Qué pasó con entrar silenciosamente? —susurró con frustración.  

Amira asomó la cabeza desde el tronco del árbol, vislumbrando a Alex moviéndose entre las sombras con movimientos eficientes y precisos. Jonah no se veía por ningún lado. Los tres drones humanoides avanzaban, sus cuerpos mecánicos brillando ominosamente bajo la luz filtrada del dosel.  

—¿Te parecen más enojados, o solo soy yo? —murmuró Luis, aferrándose a una piedra como si fuera su última esperanza.  

—No eres solo tú —respondió Amira, mientras su mente buscaba un plan rápidamente—. Tenemos que deshabilitarlos, o nunca llegaremos a esa estructura.  

Luis gimió.  

—Claro, déjame sacar mi bazuca anti-robots del bolsillo.  

—Luis —dijo ella con un tono más agudo—, dijiste antes que podrías bloquear su señal si nos acercábamos lo suficiente. ¿Eso sigue siendo posible?  

Él dudó, ajustando sus gafas con dedos temblorosos.  

—Teóricamente, sí. Pero eso si consigo acceder a su frecuencia de transmisión. Ya sabes, esa que no tengo ahora mismo.  

Amira le agarró del brazo, obligándolo a concentrarse.  

—Entonces vamos a conseguirte esa frecuencia. Quédate cerca de mí.  

—Idea terrible. Horrible idea —murmuró, pero la siguió de todas formas.  

Al otro lado del claro, Alex ya había tomado acción. Desde su posición agachada detrás de un tronco caído, lanzó una pequeña granada EMP hacia el dron más cercano. Esta detonó con un sonido agudo, enviando una onda de energía azul hacia afuera. El dron líder se congeló a mitad de paso, sus ojos brillantes parpadeando erráticamente antes de colapsar en un montón.  

—¡Bien hecho! —gritó Amira, agachándose mientras el arma del segundo dron disparaba.  

—¡Sigan moviéndose! —ordenó Alex con un tono cortante mientras rodaba hacia otra posición—. Estas unidades son adaptativas. El EMP no funcionará dos veces.  

El arma del segundo dron giró, fijándose en la ubicación de Alex. Disparó, y él apenas tuvo tiempo de saltar detrás de otro árbol, dejando el suelo chamuscado donde había estado.  

—Presumido —murmuró Luis mientras él y Amira avanzaban a lo largo del borde del claro, manteniéndose bajos—. ¿Por qué no odian más al dron que a él?  

—Concéntrate, Luis —susurró Amira. Señaló al tercer dron, que estaba escaneando el área con precisión mecánica—. Ese está custodiando la estructura. Si logramos acercarte lo suficiente, puedes hackear su señal y desactivar a todo el grupo.  

Luis la miró como si se hubiera vuelto loca.  

—¿Tengo pinta de alguien que corre hacia robots asesinos?  

—Ahora mismo, sí —dijo ella con firmeza.  

Antes de que pudiera protestar más, Jonah salió de la maleza como un hombre poseído, con un machete en alto.  

—¡Sorpresa, latas de hojalata! —gritó, cortando la pierna del segundo dron. Volaron chispas al conectar la hoja, y la máquina tambaleó, volviendo su atención hacia él.  

—¡Jonah! —gritó Amira alarmada.  

—¡No se preocupen por mí! —respondió Jonah mientras esquivaba un golpe del dron—. ¡Solo les doy una oportunidad!  

—¡Vamos! —instó Amira a Luis, tirando de su brazo mientras corrían hacia la estructura.  

Mientras corrían, el zumbido de la máquina enterrada se hacía más fuerte, vibrando en el pecho de Amira como un segundo latido. El tercer dron los notó casi de inmediato, sus ojos brillantes se estrecharon mientras levantaba su arma.  

—¡Oh, vamos! —gritó Luis, tropezando mientras Amira lo empujaba detrás de una roca.  

—Estamos lo suficientemente cerca —dijo ella jadeando—. ¡Haz lo tuyo!  

Luis sacó su dispositivo portátil con manos temblorosas y comenzó a teclear frenéticamente.  

—Esto es una locura. Estoy loco. Tú estás loca por hacerme hacer esto.  

—Y sin embargo, lo estás haciendo —dijo Amira, asomándose por encima de la roca. El dron avanzaba, su arma zumbando ominosamente.  

—Cinco segundos más —murmuró Luis.  

—¡No tenemos cinco segundos! —gritó ella, agarrando una rama suelta del suelo. Sin pensarlo, salió de detrás de la roca y se la lanzó al dron. La rama chocó inútilmente contra su estructura metálica, pero la distracción funcionó. El dron dudó, recalibrando su objetivo.  

Luis soltó un grito triunfal.  

—¡Lo tengo!  

El dron se congeló, sus ojos brillantes parpadeando mientras el bloqueador de señal de Luis surtía efecto.  

—Soy un genio —dijo Luis, ajustándose las gafas, sonriendo a pesar del sudor que le caía por la cara.  

Amira no tuvo tiempo de responder antes de que Alex apareciera a su lado, su camisa ligeramente chamuscada pero ileso.  

—Los otros dos drones están neutralizados —dijo.  

Luis lo miró, aún respirando con dificultad.  

—Define "neutralizados". Porque Jonah estaba peleando con uno usando un machete.  

—Jonah está bien —respondió Alex secamente—. Necesitamos movernos antes de que lleguen más unidades.  

Como si fuera una señal, un fuerte zumbido resonó desde la estructura, seguido por el sonido de metal rechinando. Amira se giró para ver una escotilla deslizándose, revelando un oscuro y estrecho pasaje subterráneo.  

—Oh, esto no es para nada siniestro —murmuró Luis—. ¿De verdad tenemos que entrar ahí?  

—Sí —dijo Alex, ya dirigiéndose a la entrada—. El origen de la señal está bajo tierra. Si queremos respuestas, no tenemos opción.  

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