Llegó como se anticipaba

  

La figura en el exotraje negro dio un paso deliberado hacia adelante, con las botas resonando contra el piso metálico. La voz distorsionada resonó en la cámara, amplificada por altavoces invisibles.  

—No deberías haber venido aquí. Solo has acelerado tu destino.  

Amira instintivamente se acercó a Alex, con los ojos fijos en la figura misteriosa. Podía sentir la tensión emanando de él, su habitual exterior tranquilo reemplazado por una mandíbula apretada y ojos entrecerrados. Jonah, todavía recuperando el aliento tras su escapada anterior, murmuró:  

—Bueno, esa frase es sacada directamente del manual de los supervillanos.  

Luis, por otro lado, estaba menos compuesto. Se movía nerviosamente, aferrando su inhibidor de señales como si fuera un amuleto de seguridad.  

—Entonces, eh... ¿alguien quiere preguntarle al cyborg malvado qué está planeando o asumimos que no es nada bueno?  

Alex dio un paso al frente, su voz firme pero cortante.  

—¿Quién eres y cuál es tu objetivo?  

La figura inclinó ligeramente la cabeza, el resplandor rojo de la consola reflejándose en su visor.  

—Tus preguntas son irrelevantes. No puedes detener lo que ya está en marcha.  

Los instintos de Amira le gritaban que mantuviera hablando a la figura para ganar tiempo y pensar en su próximo movimiento.  

—Eres tú quien controla los drones, ¿verdad? ¿Por qué nos estás atacando? ¿Qué quieres?  

La figura soltó una risa baja y mecánica que le erizó la piel.  

—Asumes demasiado. Los drones son solo herramientas, al igual que tú. Todo esto forma parte de un diseño más grandioso.  

Luis levantó una mano con timidez.  

—Eh, solo para aclarar, ¿somos los buenos o los malos en este diseño? Porque sería bueno saberlo.  

La figura lo ignoró y se volvió hacia la consola brillante. Sus manos se movían con precisión inhumana, escribiendo comandos más rápido de lo que los ojos de Amira podían seguir. El zumbido de la maquinaria a su alrededor se intensificó, y los símbolos rojos en las paredes palpitaban como un latido.  

—Sea lo que sea que esté haciendo, tenemos que detenerlo —dijo Alex en voz baja pero urgente. Señaló a Jonah—. Crea una distracción. Amira, Luis, quédense conmigo.  

Jonah saludó de forma burlona, con una sonrisa un poco temeraria.  

—Entendido. Hora de molestar al cyborg espeluznante.  

Avanzó a grandes pasos mientras aplaudía ruidosamente.  

—¡Oye, Robocop! ¿Sabías que los exotrajes negros están pasados de moda?  

La figura se detuvo y lentamente se volvió hacia Jonah.  

—Insensato.  

—Sí, me lo dicen seguido —respondió Jonah, sacando una granada flash de su cinturón. La lanzó hacia la figura, y el dispositivo explotó en un estallido de luz y sonido cegador.  

La figura tambaleó, su visor parpadeando mientras se recalibraba.  

—¡Ahora! —gritó Alex, corriendo hacia la consola.  

Amira lo siguió, con el corazón acelerado al llegar a la interfaz brillante. Los símbolos parecían retorcerse bajo su mirada, con patrones alienígenas y mareantes.  

—¿Puedes apagarlo? —le preguntó a Alex con urgencia.  

—Puedo intentarlo —respondió él, sus dedos volando sobre los controles—. Pero este sistema... no se parece a nada que haya visto antes.  

Luis se agachó junto a él, mirando los símbolos.  

—Esto supera mi nivel salarial. Es como... código cuántico o algo así.  

—Entonces descífralo —espetó Alex, perdiendo la calma—. No tenemos tiempo.  

Amira mantuvo su mirada en la figura del exotraje, que se había recuperado más rápido de lo esperado. Levantó un brazo, revelando un arma integrada en su traje.  

—Lamentarán esto —dijo, su voz goteando amenaza.  

El arma disparó, y Amira apenas logró empujar a Alex y Luis fuera del camino. El impacto alcanzó la consola, lanzando chispas y llenando el aire con el olor acre de circuitos quemados.  

...  

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