CAP 2
María Isabel
Cuando digo que hoy no es mi día no bromeaba. Esa fotografía desencadenó un efecto dominó que no esperaba. Una jugada medio inocente fue mi sentencia, e incluso tengo una carta de despido sobre el escritorio.
— ¿El jefe? — asiente. — ¿Te ha dicho para qué?
Sabes bien para que, pecadora insensata.
— No, solo dijo que no tardes. No es un hombre muy paciente o con muchas cosas para decir — siente pena por mí, hasta el diablo debe sentirla.
— Muchas gracias, puedes retirarte — le digo amablemente a mi secretaria, ella no tiene la culpa de lo que me pasa.
Me desplomo en mi silla cuando cierra la puerta. Tengo que ir y encarar a mi jefe, el mismo que me vió desnuda.
No voy a negar que metí la pata muchas veces, la primera fue cuando nací, no fui planeada y eso hizo que mis padres me dejaran al cuidado de mi abuela.
Estuve poco con ellos.
M****a... ¿Cómo explico la fotografía? Nadie me creería o tal vez si, aquí dentro soy como una santa por mi actitud.
Mi celular vuelve a sonar, seguro es mi amada abuelita, no he hablado con ella desde hace tres días, odia que no le llame, teme que algo malo me pase estando en la ciudad y ella en nuestra granja.
¡Hijo de puta! Exclamo mentalmente.
🗨️ Amorcito:
María, tengo una explicación, responde.
Te juro que solo es una amiga, una muy buena.
Cielo, deja que hable contigo, me hace falta escucharte.
Lo siento, fui un idiota al no presentarte a mi prima.
¡Contesta! No me hagas ir a la empresa a verte, no querrás que te avergüence.
Maldito idiota, todavía tiene cara de amenazarme.
Pero eso no es lo que hace que mi ya pobre y casi roto móvil vuelva a saludar a su nuevo amigo, el suelo, no, es el mensaje que está debajo.
🗨️ Desconocido: ¿Porqué no está sentada frente a mi? Venga a mi oficina, no me haga ir por usted.
¿Qué m****a? Los hombres hoy se creen con el derecho de amenazarme, primero mi ex y ahora mi jefe.
🗨️ María: Estaré allí en 5 minutos, tengo un informe que terminar para entregarle.
No es del todo una mentira, una de las tantas órdenes que tengo es presentar un informe con los libros más populares dentro de las plataformas que tenemos bajo nuestro control, qué mejor para usarlo de excusa y retrasar mi vergüenza.
Parece que funcionó, no volvió a escribir y eso me tranquiliza un poco, tengo algo de tiempo para pensar en que mentira decir.
Amo mi trabajo, y voy a perderlo por un acto tan infantil como enviar una foto.
— ¡J... Jefe! L...la señorita…— me preocupan los gritos de mi secretaria, pero más aún el jefe ¡No! No pudo venir por mí, no respondió mi mensaje.
Escucho los tacones de Elona impactar fuerte contra el suelo, pero eso no es lo que me hace sudar hasta donde la luz del sol no entra, no, son la cantidad de pasos que siguen los suyos o al revés.
— ¡Por favor, señor! — termina de decir y las puertas de cristal oscuro se abren de golpe, tan fuerte que una de ellas se rompe.
No, no, no ¡Porque me persigue la desgracia! Mi jefe está aquí, no lo había visto, pero no hay que ser una genia para saber que es él, su porte y actitud tan dominante lo demuestran.
— ¿Sabe usted leer o escuchar? — Dios, hasta mis senos se mojaron por su voz, su español es bueno, pero se nota que no es de aquí y que le falta algo de práctica.
No puede ser, él me mira con ganas de matarme y yo le corrijo el modo de hablar.
Es para chuparse los dedos, es precioso y su cuerpo enorme, su cabello es castaño oscuro; sus ojos marrones, es alto, mucho más que yo, no soy pequeña.
— ¿Tampoco puede hablar? ¡Conteste! — el golpe sobre mi escritorio me hace reaccionar.
— Y...yo, s...señor — balbuceo cosas sin sentido, no pensaba conocerlo así.
— Vaya... Parece que no es muda — los dos hombres con los que me encontré antes de subir a mi oficina entran como perro por su casa, se acercan lentamente y se sientan sobre mi escritorio.
Si tengo que describirlos físicamente basta con decir que sus padres los crearon con amor y paciencia.
Ellos sí fueron planeados, no como yo.
— ¿Están de coña? No pueden entrar así a mi oficina — me importa un carajo que sea mi jefe.
— ¡Entro cuando quiera y cómo quiera! Que no se le olvide que es mi empresa y si quiero puedo sacarla de aquí por ser una irrespetuosa — me grita casi en la cara.
— ¿Sabía que la pasta de dientes tiene el beneficio de refrescar su aliento? — le digo limpiando los restos de saliva.
Eso lo enfurece más, y hace que sus amigos o parientes comiencen a reír.
Veo que Elona ya no está dentro de la oficina, seguro que le dió miedo ver la cara de demonio que tiene mi jefe.
— ¡Usted se lo buscó! — me grita antes de rodear la mesa, llegar hasta donde estoy y cargarme como un saco de papas.
— ¡Maldito cavernícola! — golpeo una y otra vez su espalda, al no funcionar busco que más hacer para que me baje.
Si, ya sé cómo.
— Si aprecias tu vida te recomiendo no hacerlo, nena — me dice uno de los gemelos o mellizos, no entiendo la diferencia.
Sonrío malvada y claro que lo hago.
— ¡Me cago en la puta! — morder su redonda nalga fue una buena idea, bueno, a medias.
— ¡Eso dolió! — le grito cuando caigo al suelo después de que me soltara.
Se acaricia la nalga que mordí, creo que hasta veo la marca de mis dientes.
Mentira, como siempre estoy exagerando.
— Preciosa, corre — me dice una de las copias sin dejar de mostrar sus blancos dientes.
¿Correr? ¿Por qué?
— ¡¡María Isabel Álvarez!! — ah sí, por eso.
Me quito los tacones para comenzar a correr, el diablo me sigue muy de cerca. Empujo a varias personas en el camino, justo ahora tenían que meterse en medio. Cómo el ascensor está en uso, no me queda más opción que ir por las escaleras.
Por fin la actividad física de todas las mañanas es útil.
— ¡No siga! — me grita enojado, que va, está peor que un león.
— ¡Tengo mucho por vivir! — le respondo de vuelta.
No pienso parar, es obvio que mi despido ahora sí está confirmado ¿Quién le muerde la nalga a su jefe? Si, la misma que le envía una foto de sus inexistentes atributos.
Voy por el tercer piso, y el edificio tiene casi doscientos en total, antes de llegar al último muero de cansancio.
Hay varias puertas, pero no voy a detenerme para llevarme la sorpresa de que están con llave.
— ¡Tiene tres segundos para detenerse! — nadie va a creerme, pero está más enojado.
La cagaste, María, de nuevo la cagaste.
— ¡Compartiré su fotografía si no se detiene! — mis pies detienen su andar con esa amenaza.
¿A...acaba de d...?
— ¡¡Gilipollas!! — lo enfrento con el rostro rojo de ira. — ¡Tendrá una m*****a demanda mañana en su oficina si se le ocurre compartir mi fotografía!.
— No lo haría jamás — está sudado, y eso hace que la camisa blanca se pegue más a su torso, uno muy marcado.
— ¡Lo dijo! Usted… — se coloca frente a mí, está más tranquilo pero aún molesto.
— Nunca le haría eso a una mujer, mucho menos a ti. Te llamé a mi oficina para hablar de la foto, y lo sabes, quería solucionar esto como gente adulta— lo golpeo en el pecho.
— ¡Entonces porque coño lo dijo! — no es pregunta.
— Para qué te detengas, sabía que dejarías de correr. Nunca te haría eso, nadie más puede verte desnuda, no lo permitiría— se inclina un poco para arreglar mi cabello.
— Esa foto no era para usted, me equivoqué de contacto, me disculpo por eso — no puedo verlo a los ojos, no con la vergüenza que tengo.
— No, no lo era, pero agradezco que la hayas enviado, no del todo por el motivo que crees… — ahora sí lo miro.
— ¿No del todo? — alzo una de mis cejas.
— María, soy hombre, no voy a negar que me sentí excitado al verte — espero a que diga algo más.
— ¿Pero...? — le hago una señal con la mano de que continúe.
— Nada, me gustó y eso es todo — ahora que lo recuerdo...
— ¿Le envió mi fotografía a alguien más? La vi en el celular de uno de esos gemelos — aparta la mirada nervioso, pero su cara no demuestra nada más que una expresión fría.
— No fui yo, esos gemelos, que son mis primos, se la envió a su móvil cuando olvidé el mío en su casa esta mañana — estoy indignada, mi cuerpo desnudo se encuentra en sabrá Dios cuántos celulares.
— Haga que la borren, y usted también — golpeo mi dedo índice en su pecho.
— Veré que puedo hacer — seguimos así, él pegado a mi cuerpo, con su mano apoyada en mi mejilla.
¿Cómo no me di cuenta de que no la quitó?
— Bien, ya quedó solucionado ¿Volvemos? — paso por su lado, pero me detiene de la cintura. — ¿Qué? — pregunto sorprendida pero tranquila.
— Hay algo más que hablar, vamos a mi oficina — asiento confusa, pensé que ya estaba claro.
Caminamos uno al lado del otro, su cercanía me pone los pelos de punta, incluso los de ahí abajo. Cada vez que me alejo de él, aunque sea un milímetro, vuelve a tomar la misma posición, casi pegado a mi lado.
— ¿En su familia no hay un concepto llamado espacio personal? — le digo cuando ya estamos llegando al inicio de las escaleras.
— No — ahora sí parece el jefe de una mega corporación. — Pase — como buen caballero abre la puerta de su oficina y me permite el paso primero.
— Deje de ver mi culo — digo sin voltear.
— No puedo, fue lo único que no se vió en la foto — será hijo de su madre.
Más voces se escuchan detrás de la puerta que todavía continúa abierta, y ahí están de nuevo, esos gemelos con sus típicas sonrisas traviesas, pero no entran solos, dos guapetones más cierran las puertas.
El aire se volvió más pesado desde que estos pecados hechos hombres fijaron su vista en mi.
Nadie dice nada, y eso no me tranquiliza, el silencio no es de mi gusto, siempre digo estúpido.
— Buenos días, señorita Álvarez — dice uno de ellos, no tengo idea sus nombres.
— Buenas noches — ellos se ríen de mí, menos uno que permanece serio, parece un maniquí ¿Respira?
— Querrá decir buenos días, la luna no ha salido todavía — es el gemelo que tenía mi foto en su celular.
— Jefe ¿Qué hacemos todos en su oficina? Digo, ya solucionamos el problema — sonrío contenta, por fin tendré tranquilidad.
— ¿Solución? ¿Aceptó? — le pregunta el otro hombre de cabello negro y barba a mi jefe.
— No, esa parte no le he dicho. Pensaba hacerlo cuando llegaran — no entiendo nada.
— ¿Decirme qué? — ninguno me contesta, más bien se encargan de cuestionar a mi jefe por una decisión que desconozco.
— ¿Cómo que no? Baruk, tú tenías esa responsabilidad — el gemelo uno deja de sonreír.
— No me dió tiempo de decirle, estaba ocupado corriendo detrás de ella cuando escapó — me fastidia.
— ¿Decirme qué? Respondan — es como si fuera un fantasma, pero no de los que asustan, sino de los que son ignorados.
— ¿Escapar? Dime ¿Cómo encaraste la conversación?
—- ¿Conversación? No me dió oportunidad de explicar nada, tampoco obedeció cuando le dije que fuera a verme — estoy comenzando a enojarme.
— ¿Decirme qué? ¡Con una m****a! — el segundo gemelo me tapa la boca con su mano.
— Shhh, preciosa, están hablando los grandes, las niñas no se meten — intento sacar su mano, pero ahora también están entre las suyas.
— Le mordió una nalga cuando se comportó como un tonto, sin querer la tiró al suelo y ella salió corriendo.
— Dile, Baruk— el serio que no dijo nada hasta ahora por fin me deja escucharlo.
— Señorita Álvarez, le dije que era nuestra ¿Lo recuerda? Pues, ahora…— el serio no tiene nada de paciencia, por lo que termina por él.
— Ahora tiene que casarse con Baruk
¿He oído bien? ¿Casamiento?
María Isabel ¿Casamiento? Okey, creo que la persecución con mi jefe me movió el cerebro del lado equivocado dentro de mi cabeza. Tal vez tenga que ir al médico para un estudio completo, no pude haber escuchado casamiento y jefe en la misma frase. Me he vuelto loca, más de lo que ya soy por naturaleza, es imposible que me case con Baruk. ¿Baruk? Que nombre extraño, buscaré su significado luego. — ¿Casamiento? — lo digo ahora en voz alta, esperando a que lo nieguen y cuando por fin el gemelo dos me suelta. — Casamiento — responde el mismo ser. Hago lo impensable, comienzo a reír como una foca epiléptica con graves problemas mentales. Tiene que ser una broma, una muy bien planeada. — ¡Deje de reírse! Hablan en serio — me regaña Baruk, no deja de acariciar su nalga, estuvo fuerte la mordida. — Baruk, detente, pareces un idiota frotando su nalga, y tú ¿Eres un perro o qué? ¿Qué te pasó por la cabeza para morder a tu jefe? — nos habla enojado a ambos don cara de culo. — Que te mue
María Isabel Es hora de salir de la oficina, no pude concentrarme en los libros a corregir por esos jodidos insoportables que buscan casarme. Hice mal mi trabajo, algo que nunca había pasado, siempre fui muy cuidadosa en cada cosa, no me gustan los errores y yo misma los estoy cometiendo. Me irrita no poder olvidar sus promesas, por más que hayan dicho que se detendrían si me negaba a casarme no les creo, su actitud reflejaba otra cosa, si me quieren me tendrán, eso es lo que ellos aseguran que pasará. Muchos pensarán que soy una tonta por no aceptar una propuesta así, pero mi orgullo no me permite ser dominada por esos hombres, ellos no mandan sobre mí o sobre mi futuro. De dónde viene es normal que manejen a las mujeres a su antojo, la tendrán difícil con alguien como yo. — Voy a retirarme, señorita ¿Desea alguna otra cosa antes de que me marche? — Elona siempre hace bien su deber. — Dos cosas, la primera que me llames María, como ya te lo he pedido hasta el cansancio; y la seg
María Isabel Me duele mucho la nariz, el golpe fue muy fuerte, tanto que ya tengo mis manos llenas de sangre al intentar contener el sangrado, ya no estoy tirada en el suelo, Burak me tiene en brazos como una niña en lo que Amin trata de ayudarme con su pañuelo a detener el sangrado. — ¡María! M... mi amor, lo siento mucho. E...el golpe era para ese mentiroso — todos están pendientes de mi, los gemelos tratan de contener a Baruk, no deja de mirar con odio a Antonio. — ¡Es mi prometida! Y tú escoria de porquería ¡Te atreves a tocarla! — los gemelos tienen fuerza, pero no mayor que Baruk, unos empujones más y logrará zafarse. — ¡Ella es mía! ¡Mi novia! — es tan estúpido, después de lo que hizo tiene cara para venir aquí y pelear por mi como una bestia. — ¡Tuya ni mis tetas! ¡Bestia! — le grito entre sollozos y quejas. No contuve las ganas de llorar, el golpe me afectó mucho, temo que mi preciosa nariz esté rota. Me refugio en los brazos de un desconocido. — M****a... Tenemos que i
Abdil Mi otra mitad y yo salimos del hospital, estamos tranquilos porque ellos no dejarán sola a María, incluso la atarán a la cama de ser necesario, o solo porque Amin quieta mantenerla quieta un rato. — Bueno hermano mío, es hora de trabajar de niñeras de perros — no soy admirador de los animales, algo que no comparto con el sujeto a mi lado. Siempre asegure que los perros o gatos son como los bebés, si, esa clase de comparación hago ¿Por qué no? Ambos cagan, orinan, comen y lloran... No son muy diferentes a los adultos. — No quiero, pero era eso o encerrarla en el baño para que no vaya por su amado pancho — hasta el nombre me parece poco pensando, no solo son nuestros apodos. — Yo sí, tengo ganas de ver su hogar, husmear un poco y descubrir más de ella ¿Eres lento? Por eso iré contigo, algo bueno tenemos que sacar de esto — me río de mi hermano mientras nos acomodamos en el auto. — Ya veo porque tú eres el cerebro del dúo. Hay que investigar cómo lo haría una chica, mejor que
María Isabel Odio estar recostada en una cama sin hacer nada, me siento una completa inútil incapaz de hacer algo, por eso mismo cada que no voy a trabajar limpio de arriba abajo mi departamento, por poco y limpio hasta el del vecino para no quedarme recostada por muchas horas. Amo dormir, pero si paso mucho tiempo en cama comienzo a pensar idioteces, cosas como por ejemplo, mi ex. Si, pierdo el tiempo pensando en Antonio un ser que verdaderamente no vale la pena ni el esfuerzo. — ¿Algo más que necesiten de la tienda? — Burak es el más servicial de todos ellos, ahora mismo anda en plan de mandadero. — Unos condones — dice Baruk a modo de chiste, para ser mi jefe se comporta como un niño. — ¿Qué tamaño? Oh sí, extra pequeño — se burla su primo, con esa misma sonrisa sale de la habitación sin darle tiempo a Baruk a reaccionar. — Ya quisiera tener mi miembro — dice apretando los dientes viéndome — ¿Qué? — me pregunta brusco él homo sapiens. — Dos cosas, la primera es que le bajes a
Amin Desde que ví esa jodida fotografía no ha pasado un día en el que no juegue con mi pene, en la ducha o en la cama me masturbo hasta que mi semen pierde color. ¿Pueden culparme? Claro que no, María es una mujer sexy, con piernas largas y estilizadas, su busto es pequeño, pero así nos encantan a nosotros. Pude ver su culo, y con su comportamiento me está dando la oportunidad de marcarlo con mis manos. Nunca conocí a una mujer con un carácter igual, podría decirse que explota tan fácil como un barril lleno de pólvora, es gracioso verla enojada, no sabe controlar esa rosada lengua que seguramente tiene conocimiento de cómo chupar adecuadamente una verga. Desde que la ví en persona noté que no es fácil de tratar, sabe defenderse a través de las palabras, puede que sea porque vive de leer y corregir obras. Las mujeres de mi pasado eran sumisas, criadas para seguir órdenes, por más ridículas y humillantes que sean, todo por el poder y prestigio que nuestro poder podría darles si sabe
María IsabelMañana es la jodida operación ¡Si! Operación, el maldito de Antonio desvió el tabique de mi nariz y por eso mismo no dejaba de sangrar. Ya tengo al mejor médico que hay aquí para atenderme mañana, los Abad se encargaron de todo.— Si hay algo que pueda hacer por ustedes para pagarles las molestias…— Baruk me detiene, esa m*****a costumbre de no dejarme terminar.— Cásate conmigo — ese fue un momento de debilidad, el querer ser agradecida con seres que sólo pretenden una cosa.Boda, algo que no pienso hacer ni en un millón de años.— Lo que sea menos eso — digo tajante mientras hago una cruz con mi mano.— Eres muy exagerada ¿Lo sabías? María, el matrimonio es firmar un papel y convivir con Baruk — minimiza Amin con tono enfadado.— Cásate tú entonces si es que tan fácil es. El matrimonio no es un juego, no para alguien como yo. Además, no es solo convivir con Baruk, también debo hacerlo con cuatro hombres más — no he dormido en toda la jodida noche pensando en una solución
Burak Estoy cansado, dos días completos en el hospital esperando a que operen a María, según los resultados todo está más que bien, tiene una salud perfecta. Amin aprovechó la cantidad de estudios para hacer otro, quiere saber si ella está libre de alguna enfermedad sexual, cosa que por suerte es así. Estamos contentos, ella nos dió la oportunidad de tenerla, tenemos que bajarle hasta la misma luna si eso hace que nos elija, nunca hemos sido tan determinados con respecto a algo, pero María logra ese efecto en nosotros. Esa mujer tiene que ser nuestra esposa, es ideal para enfrentar a los miembros de la familia que dudan de nuestras elecciones, ella les cerrará el culo, si no es con palabra será a patadas, no me importa. — Tengo miedo — admite María, nunca la sometieron a una intervención, y eso la tiene nerviosa desde temprano. Ya está preparada para la cirugía, tiene puesto el gorro y la ropa específica para entrar a la sala. — Estarás bien, no nos iremos de aquí hasta que salga