María IsabelMañana es la jodida operación ¡Si! Operación, el maldito de Antonio desvió el tabique de mi nariz y por eso mismo no dejaba de sangrar. Ya tengo al mejor médico que hay aquí para atenderme mañana, los Abad se encargaron de todo.— Si hay algo que pueda hacer por ustedes para pagarles las molestias…— Baruk me detiene, esa m*****a costumbre de no dejarme terminar.— Cásate conmigo — ese fue un momento de debilidad, el querer ser agradecida con seres que sólo pretenden una cosa.Boda, algo que no pienso hacer ni en un millón de años.— Lo que sea menos eso — digo tajante mientras hago una cruz con mi mano.— Eres muy exagerada ¿Lo sabías? María, el matrimonio es firmar un papel y convivir con Baruk — minimiza Amin con tono enfadado.— Cásate tú entonces si es que tan fácil es. El matrimonio no es un juego, no para alguien como yo. Además, no es solo convivir con Baruk, también debo hacerlo con cuatro hombres más — no he dormido en toda la jodida noche pensando en una solución
Burak Estoy cansado, dos días completos en el hospital esperando a que operen a María, según los resultados todo está más que bien, tiene una salud perfecta. Amin aprovechó la cantidad de estudios para hacer otro, quiere saber si ella está libre de alguna enfermedad sexual, cosa que por suerte es así. Estamos contentos, ella nos dió la oportunidad de tenerla, tenemos que bajarle hasta la misma luna si eso hace que nos elija, nunca hemos sido tan determinados con respecto a algo, pero María logra ese efecto en nosotros. Esa mujer tiene que ser nuestra esposa, es ideal para enfrentar a los miembros de la familia que dudan de nuestras elecciones, ella les cerrará el culo, si no es con palabra será a patadas, no me importa. — Tengo miedo — admite María, nunca la sometieron a una intervención, y eso la tiene nerviosa desde temprano. Ya está preparada para la cirugía, tiene puesto el gorro y la ropa específica para entrar a la sala. — Estarás bien, no nos iremos de aquí hasta que salga
María Isabel Veo como papi baja sus maletas de la habitación que comparte con mami, ella corre tras él y le pide que no se vaya, que nosotras lo necesitamos, llora desde anoche, cuando papi vino a casa con otra mujer y con unos papeles que lastimaron a mami. — ¡Tenemos una hija! Ella te necesita, no la dejes como a mi, por favor— sostiene las manos de papi, pero de un tirón la deja acostada en el suelo. — Esa mocosa no me importa, fue un error, como el haberme casado contigo ¡Por su culpa soy infeliz! Me obligaron a casarme — mami llora más fuerte. — ¡Ella no tiene la culpa de nada! Fue nuestra culpa por no cuidarnos ¡No debes dejarla! Hazme lo que quieras, pero no dejes a María, ella debe tener a su padre — apreto a mi muñeca Sofía contra mi pecho, papi está gritando mucho y cada vez se acerca más a mami. — Mi única culpa fue conocerte ¡Era tu trabajo no embarazarte! Nos casamos por ella, pero ahora no vale más, ya mi padre murió y por él viví contigo por años — papi me mira cuan
Anás La operación salió tal cual se esperaba, no hubo problema y por eso mismo estamos rumbo a la casa que tenemos aquí, es bueno salir de ese hospital, odio todo lo que tenga que ver con eso, me deprime. María está adolorida, el efecto de la anestesia pasó muy pronto, por eso tenemos a una niña que llora cada cinco minutos porque le duele. — Preciosa, iremos a la farmacia por tus medicamentos — le digo cuando está a punto de llorar por tercera vez en el día. — Bien, necesito morfina para calmar el dolor — Amin la regaña con la mirada. — No voy a dejar que te inyecten algo tan fuerte, puede tener un efecto inesperado — nos detenemos en la farmacia, María al verlo saca su billetera del bolso y le entrega un billete a Amin — ¿Qué es eso? — Mmmm ¿Dinero? Es para los medicamentos — me encanta que sea así, que siempre busque ser independiente de nosotros. — María, no hace falta, nosotros vamos a pagarlo, quedate quieta y no digas nada — es como decirle al mar que deje de fluir. — Lo
María Isabel Duele como el infierno, el asiento justo dió en mi nariz cuando Amin se detuvo, ahora está frente a mi, con el rostro preocupado y sosteniendo el pañuelo para evitar más pérdida de sangre. Hace años que no sentía tanto dolor, puedo ser una niña cuando me lastimo. — Lo siento, te juro que lo ví, ese idiota saltó de la nada — no voy a culparlo, el pobre se trasladó a los asientos traseros en cuanto vió que estaba herida — Llamen al médico, lo esperamos en casa en 10 minutos, no más — dió la orden, yo no podía hablar del dolor, no sé cómo no grité más fuerte. — ¡Voy a matarlo! Hablaré con el abogado, le diré que le saque hasta las ganas de respirar — estoy de acuerdo, eso le dolerá más que cualquier cosa — María ¿Ves lo bueno que es que te quedes en nuestra casa? Ese hijo de puta no te dejará en paz.— Hay que contratar guardias, no podemos dejarla sola, no sabemos de qué sea capaz — Burak de inmediato toma su celular y pide refuerzos. Ni que fuera un terrorista, Antonio
María Isabel Burak y yo estamos tomando un delicioso té negro, él mismo lo hizo y debo decir que sabe muy bien, ninguna cafetería a la que he ido logró este sabor. Por el momento estamos solos, bueno, pancho también. Los demás salieron hace dos horas. Me cuenta cientos de historias de cuando eran pequeños, no paro de reír por las tonterías que hacían desde los 6 años. — ¿Cómo es que Amin metió su cabeza en su agujero? — dejo el té sobre la mesa, de tanto reír voy a tirarlo sobre mi. — No sé, cuando fuimos a buscarlo estaba escondido allí como una avestruz — me duele el estómago de tanto reír, hace años que no me pasaba esto. — Y ahora se hace el muy serio el gilipollas — una tos seca corta mi risa — ¿Está detrás de mi, verdad? — asiente riendo con los labios apretados. — Hoy voy a romper tu culo a nalgadas — la voz de Amin suena muy enojada, por lo que salgo a correr antes de que atrape — ¡Lo siento! Pero no pude evitarlo — grito en lo que corro para salvar mi vida, el hombre ave
AbdilMaría y Baruk entran como sin nada a la cocina, ella ya no parece enojada o siquiera ofendida, incluso ríe de las estupideces que dice mi primo. Amin se sintió un poco mal, pero al pensar en las cosas que hacía o decía María se le pasaba.— ¿Ya se te pasó el enojo? — pregunta Amin con burla, ella le sonríe y asiente besando la mejilla de Baruk.Hijo de puta afortunado.— Si, gracias a mi abuela y a Baruk — él la mira embobado, toca la mejilla dónde ella le besó y le devuelve el gesto — Tengo ganas de hacer unas galletas ¿Me ayudas, Abdil? — me sigue sorprendiendo como nos sabe diferenciar, no vestimos igual para ver si no era una simple casualidad, pero no, ella sabe quién soy.— C...claro ¿Te hace falta algún ingrediente? — pregunto cuando salgo de mi estupidez.Por fin alguien me tiene en cuenta primero.— Si tienen harina, huevo, azúcar y chispas de chocolate no ¿Tienen todo eso? — asiento — Bien, ahora necesito que salgan de aquí para comenzar— mira a Amin.— No me iré de mi
María IsabelObservo como Abdil está pegado a la puerta con el rostro tenso, los dedos blancos de tanto apartar la madera, su cuerpo literalmente parece un ancla en el suelo. Baruk viene detrás de mí, me sostiene de la cintura y hace que nos acerquemos a él y a quien sea que esté en la puerta.— ¿Abdil? Oye, está bien que puedes llegar a ser un inútil pero sostener puertas no es un empleo —- que mal chiste, no me gusta su sentido del humor.Se queda helado cuando ve a los tres hombres y a una muy bonita mujer adulta parada delante de Adbil, ellos sonríen al ver a mi... ¿Novio? No lo sé, no tenemos una etiqueta fija, ellos no me han propuesto.— ¿Mamá? ¿Papás? —- su agarre en mi cintura se intensifica, me duele un poco.— Duele... No seas animal — Abdil reacciona, ingresa del todo a la casa permitiendo que sus padres entren — Baruk... Ya basta de apretar — digo algo enojada y dando un codazo a su costado para hacerlo soltarme, lo hace — Por fin, creí que te volviste sordo de repente.—