Anás La operación salió tal cual se esperaba, no hubo problema y por eso mismo estamos rumbo a la casa que tenemos aquí, es bueno salir de ese hospital, odio todo lo que tenga que ver con eso, me deprime. María está adolorida, el efecto de la anestesia pasó muy pronto, por eso tenemos a una niña que llora cada cinco minutos porque le duele. — Preciosa, iremos a la farmacia por tus medicamentos — le digo cuando está a punto de llorar por tercera vez en el día. — Bien, necesito morfina para calmar el dolor — Amin la regaña con la mirada. — No voy a dejar que te inyecten algo tan fuerte, puede tener un efecto inesperado — nos detenemos en la farmacia, María al verlo saca su billetera del bolso y le entrega un billete a Amin — ¿Qué es eso? — Mmmm ¿Dinero? Es para los medicamentos — me encanta que sea así, que siempre busque ser independiente de nosotros. — María, no hace falta, nosotros vamos a pagarlo, quedate quieta y no digas nada — es como decirle al mar que deje de fluir. — Lo
María Isabel Duele como el infierno, el asiento justo dió en mi nariz cuando Amin se detuvo, ahora está frente a mi, con el rostro preocupado y sosteniendo el pañuelo para evitar más pérdida de sangre. Hace años que no sentía tanto dolor, puedo ser una niña cuando me lastimo. — Lo siento, te juro que lo ví, ese idiota saltó de la nada — no voy a culparlo, el pobre se trasladó a los asientos traseros en cuanto vió que estaba herida — Llamen al médico, lo esperamos en casa en 10 minutos, no más — dió la orden, yo no podía hablar del dolor, no sé cómo no grité más fuerte. — ¡Voy a matarlo! Hablaré con el abogado, le diré que le saque hasta las ganas de respirar — estoy de acuerdo, eso le dolerá más que cualquier cosa — María ¿Ves lo bueno que es que te quedes en nuestra casa? Ese hijo de puta no te dejará en paz.— Hay que contratar guardias, no podemos dejarla sola, no sabemos de qué sea capaz — Burak de inmediato toma su celular y pide refuerzos. Ni que fuera un terrorista, Antonio
María Isabel Burak y yo estamos tomando un delicioso té negro, él mismo lo hizo y debo decir que sabe muy bien, ninguna cafetería a la que he ido logró este sabor. Por el momento estamos solos, bueno, pancho también. Los demás salieron hace dos horas. Me cuenta cientos de historias de cuando eran pequeños, no paro de reír por las tonterías que hacían desde los 6 años. — ¿Cómo es que Amin metió su cabeza en su agujero? — dejo el té sobre la mesa, de tanto reír voy a tirarlo sobre mi. — No sé, cuando fuimos a buscarlo estaba escondido allí como una avestruz — me duele el estómago de tanto reír, hace años que no me pasaba esto. — Y ahora se hace el muy serio el gilipollas — una tos seca corta mi risa — ¿Está detrás de mi, verdad? — asiente riendo con los labios apretados. — Hoy voy a romper tu culo a nalgadas — la voz de Amin suena muy enojada, por lo que salgo a correr antes de que atrape — ¡Lo siento! Pero no pude evitarlo — grito en lo que corro para salvar mi vida, el hombre ave
AbdilMaría y Baruk entran como sin nada a la cocina, ella ya no parece enojada o siquiera ofendida, incluso ríe de las estupideces que dice mi primo. Amin se sintió un poco mal, pero al pensar en las cosas que hacía o decía María se le pasaba.— ¿Ya se te pasó el enojo? — pregunta Amin con burla, ella le sonríe y asiente besando la mejilla de Baruk.Hijo de puta afortunado.— Si, gracias a mi abuela y a Baruk — él la mira embobado, toca la mejilla dónde ella le besó y le devuelve el gesto — Tengo ganas de hacer unas galletas ¿Me ayudas, Abdil? — me sigue sorprendiendo como nos sabe diferenciar, no vestimos igual para ver si no era una simple casualidad, pero no, ella sabe quién soy.— C...claro ¿Te hace falta algún ingrediente? — pregunto cuando salgo de mi estupidez.Por fin alguien me tiene en cuenta primero.— Si tienen harina, huevo, azúcar y chispas de chocolate no ¿Tienen todo eso? — asiento — Bien, ahora necesito que salgan de aquí para comenzar— mira a Amin.— No me iré de mi
María IsabelObservo como Abdil está pegado a la puerta con el rostro tenso, los dedos blancos de tanto apartar la madera, su cuerpo literalmente parece un ancla en el suelo. Baruk viene detrás de mí, me sostiene de la cintura y hace que nos acerquemos a él y a quien sea que esté en la puerta.— ¿Abdil? Oye, está bien que puedes llegar a ser un inútil pero sostener puertas no es un empleo —- que mal chiste, no me gusta su sentido del humor.Se queda helado cuando ve a los tres hombres y a una muy bonita mujer adulta parada delante de Adbil, ellos sonríen al ver a mi... ¿Novio? No lo sé, no tenemos una etiqueta fija, ellos no me han propuesto.— ¿Mamá? ¿Papás? —- su agarre en mi cintura se intensifica, me duele un poco.— Duele... No seas animal — Abdil reacciona, ingresa del todo a la casa permitiendo que sus padres entren — Baruk... Ya basta de apretar — digo algo enojada y dando un codazo a su costado para hacerlo soltarme, lo hace — Por fin, creí que te volviste sordo de repente.—
AminAmo a mi madre, juro que daría la vida por ella de ser extremadamente necesario. Gracias a ella lo tengo todo, hasta el amor de madre que siempre me cuidó cuando estaba mal o a punto de caer en picada.Pero ahora es a la persona que menos quiero ver o escuchar, me tiene hasta la mierda con su porquería de candidata a esposa, no le cae bien María Isabel y por eso buscó a otra desde hace meses. Tratamos de dejarle en claro de la forma más calma posible de que no cambiaremos de idea, es ella o nadie.— No entiendo ¿Qué tiene de especial esa salvaje? — tercera vez que dice ese horrible apodo, es la última que puedo aguantar.— Madre, cuida tu tono, estamos hablando de tu futura nuera, no de una mujer cualquiera — ella misma siempre nos enseñó a respetar a las mujeres, no importa que vista o cuánto se maquille, respeto siempre hay que tener.Si algo no te gusta de esa mujer, déjala, seguro que a otro le encanta.— Hijos, piensen si de verdad quieren incluir a esa chica a nuestra famil
María IsabelMami vuelve a tomar esa botella de vidrio con un líquido transparente, es la quinta en dos días, todo cambió desde que papi se fue, ella ya no es cariñosa conmigo, dejó de ir trabajar, casi no cocina y lo peor es que llora mucho en las noches.— ¿Mami? — pregunto suavemente para no hacerla enojar de nuevo — Tengo hambre — creo que mi última comida fue ayer en la mañana.— Hay comida en la heladera — es lo mismo que dijo ayer, pero no había nada.Yo misma quise prender la hornalla de la cocina, pero me quemé la mano y ahora tengo un trapito que mojo cada media hora para aguantar.<
Baruk— Abre grande o no entrará — los gemidos de María me distraen un poco.— Es muy grande y mi boca pequeña — si, es algo grande, fuera de lo normal.— Entrará si te esfuerzas, no me hagas ser brusco — golpeo levemente su muslo, recibo otro gemido a cambio — No me hagas eso o te juro que te lo meto hasta la garganta — amenazo.— Eres terco, tú mismo te das cuenta de que no entra — y si, es cierto, lo estoy sosteniendo con la mano y ya anormalmente grande.— Puedo ayudarte si abres más la boca — insisto sabiendo que puede meter más — Hazlo como si fuera una paleta ¿Bien? — le digo