La sonrisa afectuosa en el rostro de la pareja decia mucho, ellos eran buenos juzgando a las personas sino como pudieron hacer crecer su negocio-Venid por aquí- Indico Harriet. -. Dejaden las malestas por aqui alguien las llevaran a su habiatacion, vamos al salón. ¿Tenéis un poco de hambre? Que tonta, claro que deben de tener ustedes llevan varias horas en camino, solo tendran que esperar un poco, Luisa nuestra cocinera esta haciendo una de sus especialidades. Harriet y Arturo se sentaron cada uno en un sillón de orejas. Parecían ser sus sillones habituales. Amelia se sentó en el sofá de piel y Ryan a su lado. Estuvo a punto de apartarse un poco para hacerle sitio pero recordó- a tiempo que no debía hacerlo.Se sentó tan cerca que sus piernas se tocaban desde la cadera hasta la rodilla. Era imposible mantener una conversación racional en aquellas condiciones.-He sabido por John que tu madre está mucho mejor, Amelia, me alegro mucho que la operacion fuera todo un exito -dijo Harriet
Lo que Harriet quiere saber realmente es cómo os enamorasteis -aclaró Arturo.-Bueno, tú también quieres saberlo -replicó Harriet-. No lo niegues.Arthur no lo negó. Ambos estaban sentados expectantes, con la mirada fija y sonriente, como si tener ese tipo de conversaciones íntimas con personas a las que apenas conocían fuera lo más natural del mundo. Amelia sabía que si conseguían el contrato Ryan conservaría su trabajo, así que era mejor darles lo que pedían. Sin embargo necesitaba concentrarse para pensar en una explicación razonable.- Fue amor a primera vista, aunque no lo supimos hasta la tercera o la cuarta vez que nos vimos.- Amelia no podia creer que Ryan lanzara este clichet-¡Qué romántico! -exclamó Harriet.Amelia se volvió y se quedó mirándolo. Era cierto, absolutamente cierto. Y ella no se había dado cuenta hasta ese momento. Por supuesto, se dijo, se había enamorado en el mismo instante en que lo había visto. ¿Pero cómo, se preguntó, lo había sabido él?-Te toca -dijo R
Amelia se puso derecha, si iba a decir mejor soltaba todo de una sola vez, tenia que establecer limites con Ryan para su propia seguridad y paz mental -No me gusta la forma en que me hiciste cosquillas en la nuca.-¿En serio? No me daba cuenta de que tenías cosquillas -dijo poniéndose una mano delante de la boca como para esconder una sonrisa, sabia bien la reccion que habia provocado en ella, aunque al principio trato de ocultarlo las señales estaban por todo su cuerpo.,¿Te estás burlando de mí?El levantó las manos como si fuera a detenerle un policía.-Soy inocente, lo juro -rió agarrándola por los hombros-. Si sonrío es sólo porque eres adorable.-¡Bah! -bufó-. ¡Menuda excusa!-No es una excusa. Y Arthur también piensa que eres encantadora. Me lo hadicho.No iba a creerse esa mentira. Estaba tan cerca que tenía que echar la cabeza hacia atrás para mirarlo. Cuando lo hizo por fin no pudo pensar en otra cosa más queen por qué no la besaba. -¿Él te ha dicho que pensaba que era e
-Adoro tu risa -dijo Ryan besando sus labios en mas de una ocasion sin dejar margen a que ella prostestara.Amelia le devolvió los besos con entusiasmo, dejandose llebar por los sentimientos que Ryan estaba despertando en ella. Adoraba su cuello, adoraba su risa. ¿No sería quizá que la adoraba a ella? De pronto él levantó la cabeza con sobresalto como si recordara algo de pronto.-Oh, demonios, los Adamos -se apoyó en un codo y miró el reloj-. Hace cinco minutos que teníamos que estar abajo.Volvió a bajar la cabeza hasta su cuello. Podía sentir sus labios a pesar del enredo de su pelo, suelto y esparcido por la cama.-Adoro tu pelo -murmuró contra su cuello.Cerró los ojos y sonrió. Risa, cuello y pelo. Quizá se iba a ir declarando por partes. ¿Es que nunca nadie le había dicho que el todo era más que la suma de las partes? rió para sí misma. Abrió los ojos y lo apartó de sí para mirar su rostro increíblemente bello y sexy. ¿Debería decirle que lo amaba? Quizá él no se atrevía a de
Entonces él redujo la marcha, no iría demasiado deprisa si ella no lo quería, ni por las escaleras ni a la cama. Tenían todo el tiempo del mundo, aquella mujer merecía la espera. Cuando llegaron al umbral de la habitacion, tuvo una idea loca. No se detuvo a pensar solo la alzo en brazos y la entro, ella se merecia algo de romantico y aunque el no era la persona mas romantica del mundo tenia sus momentos.Se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada y entonces la miró. Por fin la tenía para él solo, para toda la noche. Se acercó a ella. Aquella iba a ser la tercera noche juntos, la primera en realidad en la cual no dormiria como amigos si Dios queria y se apiadaba algo de el. Bien sabiasu creador que estaba cansado de escabullirse para darse varias duchas frias en la noche.-Enhorabuena -dijo ella sonriendo-. Lo has conseguido.-¿Que he conseguido qué?-El contrato, por supuesto.-¿Así que era por eso por lo que nos dábamos la mano hace un momento?-¿Te encuentras bien? -pregun
Amelia sentia que lo que staba a punto de hacer era una verdadera locura pero desde que supo que ellos realizarian este viaje supo que tal vez llegaria esto a ocurrir. Ella se quedó de pie en el umbral de la puerta sonriendo insegura. Llevaba un camisón ligero, una pequeña pieza muy sexy en seda verde que le colgaba de los hombros por unos tirantes increíblemente finos y que le llegaba hasta la mitad de los muslos. El pelo, suelto y rizado, le caía por la cara y los hombros como una cortina de fuego.-Vaya! -exclamó.Ella sonrió y cruzó la habitación hacia él con un, movimiento seguro de caderas. -¿Te gusta? -preguntó deslizando los brazos por su pecho.Puso las manos sobre su cintura pero la suavidad de la seda lo animó a deslizarlas hasta sus caderas. --Es una mezclar de amor y odio. Me gusta, pero ahora no. Ahora preferiría que no llevarás nada.-Está bien -dijo cruzando la habitación y tumbándose en la cama-. Pero tú primero.Se quitó la camisa de los hombros pero había olvidado
Amelia DeLucas paso su mano por la ventanilla del taxi, llevaba más de diez horas de vuelo. No sabia que se le habia metido en la cabeza a su mejor amiga cuado decidio fugarse y casarse con su novio aquí en Las Vegas. Dios, Rosa solo había salido con Jefferson por menos de seis meses. Aun recordaba la llamada que le hizo para decirle que se casaba en unas horas y que esperaba que pudiera asistir y ser su dama de honor, el dolor de cabeza que había tenido desde ese momento comenzaba a tomar fuerza. Consulto la hora en su móvil, la medicación comenzaba a dejar de surtir efecto. Busco en su bolso de mano y tomo una tableta de comprimido y el pomo de agua. Le faltaba como veinte minutos para llegar a su destino tiempo suficiente para que el medicamento apaciguara el insipiente dolor que estaba comenzando a sentir. Ella solo podía rogar por llegar a tiempo y poder poner algo de sentido común en la cabeza de Rosa antes de que dijera el si quiero. Una boda así no era buena idea, si Rosa q
No tenía intención de discutir sobre Ryan. Ella y Rosa nunca se habían sentido atraídas por los mismos hombres. Y no estaba dispuesta a tener una discusión sobre cual de los dos hombres era más atractivo el futuro esposo de su amiga o el sexy padrino. Además tenía algo más importante de qué hablar. Se preguntaba cómo iba a lograr convencerla para que abandonara una idea tan precipitada. -¿Qué es esto? -preguntó sacando el ramillete. -Se supone que es para mí, pero déjalo, tenemos que hablar. Esto no está bien, y tú lo sabes. -Por supuesto que no, sólo mi abuela llevar las flores en la cintura. - mientras le lenzaba estas palabras con una mirada picara en los ojos A Rosa y le gustaba malinterpretarla a propósito, sabiendo que esto la sacaba a ella de sus casillas. -Rosa, cambies el tema sabes bien de lo que estoy hablando, la boda. Rosa continuó mirando las flores sin hacerle caso. Por fin alzó la vista y sonrió. -Ya lo tengo. Te lo sujetaré al pelo. Acércate al tocador