-Adoro tu risa -dijo Ryan besando sus labios en mas de una ocasion sin dejar margen a que ella prostestara.Amelia le devolvió los besos con entusiasmo, dejandose llebar por los sentimientos que Ryan estaba despertando en ella. Adoraba su cuello, adoraba su risa. ¿No sería quizá que la adoraba a ella? De pronto él levantó la cabeza con sobresalto como si recordara algo de pronto.-Oh, demonios, los Adamos -se apoyó en un codo y miró el reloj-. Hace cinco minutos que teníamos que estar abajo.Volvió a bajar la cabeza hasta su cuello. Podía sentir sus labios a pesar del enredo de su pelo, suelto y esparcido por la cama.-Adoro tu pelo -murmuró contra su cuello.Cerró los ojos y sonrió. Risa, cuello y pelo. Quizá se iba a ir declarando por partes. ¿Es que nunca nadie le había dicho que el todo era más que la suma de las partes? rió para sí misma. Abrió los ojos y lo apartó de sí para mirar su rostro increíblemente bello y sexy. ¿Debería decirle que lo amaba? Quizá él no se atrevía a de
Entonces él redujo la marcha, no iría demasiado deprisa si ella no lo quería, ni por las escaleras ni a la cama. Tenían todo el tiempo del mundo, aquella mujer merecía la espera. Cuando llegaron al umbral de la habitacion, tuvo una idea loca. No se detuvo a pensar solo la alzo en brazos y la entro, ella se merecia algo de romantico y aunque el no era la persona mas romantica del mundo tenia sus momentos.Se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada y entonces la miró. Por fin la tenía para él solo, para toda la noche. Se acercó a ella. Aquella iba a ser la tercera noche juntos, la primera en realidad en la cual no dormiria como amigos si Dios queria y se apiadaba algo de el. Bien sabiasu creador que estaba cansado de escabullirse para darse varias duchas frias en la noche.-Enhorabuena -dijo ella sonriendo-. Lo has conseguido.-¿Que he conseguido qué?-El contrato, por supuesto.-¿Así que era por eso por lo que nos dábamos la mano hace un momento?-¿Te encuentras bien? -pregun
Amelia sentia que lo que staba a punto de hacer era una verdadera locura pero desde que supo que ellos realizarian este viaje supo que tal vez llegaria esto a ocurrir. Ella se quedó de pie en el umbral de la puerta sonriendo insegura. Llevaba un camisón ligero, una pequeña pieza muy sexy en seda verde que le colgaba de los hombros por unos tirantes increíblemente finos y que le llegaba hasta la mitad de los muslos. El pelo, suelto y rizado, le caía por la cara y los hombros como una cortina de fuego.-Vaya! -exclamó.Ella sonrió y cruzó la habitación hacia él con un, movimiento seguro de caderas. -¿Te gusta? -preguntó deslizando los brazos por su pecho.Puso las manos sobre su cintura pero la suavidad de la seda lo animó a deslizarlas hasta sus caderas. --Es una mezclar de amor y odio. Me gusta, pero ahora no. Ahora preferiría que no llevarás nada.-Está bien -dijo cruzando la habitación y tumbándose en la cama-. Pero tú primero.Se quitó la camisa de los hombros pero había olvidado
Amelia DeLucas paso su mano por la ventanilla del taxi, llevaba más de diez horas de vuelo. No sabia que se le habia metido en la cabeza a su mejor amiga cuado decidio fugarse y casarse con su novio aquí en Las Vegas. Dios, Rosa solo había salido con Jefferson por menos de seis meses. Aun recordaba la llamada que le hizo para decirle que se casaba en unas horas y que esperaba que pudiera asistir y ser su dama de honor, el dolor de cabeza que había tenido desde ese momento comenzaba a tomar fuerza. Consulto la hora en su móvil, la medicación comenzaba a dejar de surtir efecto. Busco en su bolso de mano y tomo una tableta de comprimido y el pomo de agua. Le faltaba como veinte minutos para llegar a su destino tiempo suficiente para que el medicamento apaciguara el insipiente dolor que estaba comenzando a sentir. Ella solo podía rogar por llegar a tiempo y poder poner algo de sentido común en la cabeza de Rosa antes de que dijera el si quiero. Una boda así no era buena idea, si Rosa q
No tenía intención de discutir sobre Ryan. Ella y Rosa nunca se habían sentido atraídas por los mismos hombres. Y no estaba dispuesta a tener una discusión sobre cual de los dos hombres era más atractivo el futuro esposo de su amiga o el sexy padrino. Además tenía algo más importante de qué hablar. Se preguntaba cómo iba a lograr convencerla para que abandonara una idea tan precipitada. -¿Qué es esto? -preguntó sacando el ramillete. -Se supone que es para mí, pero déjalo, tenemos que hablar. Esto no está bien, y tú lo sabes. -Por supuesto que no, sólo mi abuela llevar las flores en la cintura. - mientras le lenzaba estas palabras con una mirada picara en los ojos A Rosa y le gustaba malinterpretarla a propósito, sabiendo que esto la sacaba a ella de sus casillas. -Rosa, cambies el tema sabes bien de lo que estoy hablando, la boda. Rosa continuó mirando las flores sin hacerle caso. Por fin alzó la vista y sonrió. -Ya lo tengo. Te lo sujetaré al pelo. Acércate al tocador
Amelia camino hacia el pequeño cuarto de baño que su amiga le habia indicado, para salir unos minutos mas tardes ajustandose los tirantes del vestido. Se quedo parada y miró a Rosa a los ojos. -Probablemente nos queremos más de lo que se quieren las hermanas se pueda querer, no deseo otra cosa más que tu felicidad. Pero también quiero a tu madre y eso tu lo sabes de sobra. Sé que piensas que ella haría lo que tú le pidieras, pero no tenía por qué recogerme cuando mi madre murió. No tenía por qué cuidarme y quererme, pero aun asi lo hizo porque es una bellísima persona y no puedo soportar pensar el daño que esto le va a causar. Por favor, no te cases hoy. Espera sólo un par de meses. ¿Qué pueden importarte un mes o dos más? -¿Por qué sigues intentando hacerme cambiar de opinión? Esto es lo que quiero. Es lo que quiere Jeff. Va a ser para siempre, pero quiero que ese siempre comience hoy. Por favor, Amy, deséame felicidad y sé mi madrina de boda como habíamos planeado desde niñas. T
Era comprensible, se dijo Ryan. Rosa estaba guapísima: alta, rubia. Hacían una buena pareja. Sin embargo, pensó, parecía cansada al lado de Amelia Justo en ese momento Amelia lo miró. Con el ceiío algo fruncido y el mentón desafiante, parecía que le echaba a él la culpa de algo. Se acercó a ella, mejor era firmar una treugua o tratar sus mejores amigos se casaban y ellos no debian de arruinarles su gran momento. -¿Qué? -preguntó -Eso era lo que iba a preguntar yo. -Estabas ahí contra la pared como si fueras un semáforo, pero no sé qué tratas de decir. -Sólo me preguntaba si todo estaba en orden. -Todo perfecto, no podría ser mejor. Estoy a punto de ver cómo mi mejor amiga se casa sin que estén sus padres presentes, que ni siquiera lo saben. No sabemos como reccionaran cuando se enteren, sali corriendo de mi casa, llame a una de mis colegas para que se hicieran cargo de mi trabajo y solicitaran un permiso para mi, tome un vuelo, luego tuve que esperar en la terminal por otro, ll
De pie junto a Rosa observó cómo la esposa del parroco se levantaba del órgano para dirigir la ceremonia entre cestos de flores. Parecía que lo iba a hacer todo ella sola pero al final junto al altar la estaba esperando un señor, con solo una mirada Amelia vio el amor que la pareja de ya avanzada edad se profesaba. Debía de haber estudiado en el mismo colegio para expertos eficientes que Ryan, ese ridículo pensamiento se instaló por un segundo en su mente, era evidente que eso resultaba imposible por la gran diferencia de edad. Si torcía la cabeza hacia la derecha lo vería, pero prefirió centrar su atención en la mujer del parroco y luego en el hombre que estaba por comenzar la ceremonia de su mejor amiga. Ryan tenía algo que la hacía sentirse incómoda. Ni en un millón de años reconocería que él podía llegar a llamar su atención tenía esa cualidad de ser mandón y ella tenía problemas con las personas así. Sobre todo cuando dejaba su mirada fija en ella con esos ojos negros. Parec