Perla llegó a su casa, el taxista le ayudó a bajar las maletas y las dejó en la entrada, ella abrió la puerta, Fabiola estaba despierta y salió a la sala.—¡Perla! —Observó las maletas y notó la postura de fracaso que tenía su hija y se acercó a ella, Perla la abrazó y comenzó a llorar, Fabiola se consternó.—¿Te peleaste con Jeremith? —Arturo me puso otra trampa, Jeremith piensa que yo trabajé como prostituta y que me acosté con su primo Dimitri.—¿Dimitri? ¿Y ese quién es?—Es un primo de Jeremith que estaba fuera del país, él ya me había visto bailar; no entiendo, creo que él y Arturo están aliados, le hicieron creer a Jeremith que yo me había acostado con él por dinero, ahora Jeremith me odia porque cree que era prostituta.—Eso no es justo, Arturo ya se está pasando de la raya.—No pude defenderme, Jeremith jamás va a creerme, es definitivo que no desea verme jamás, me echó de su vida para siempre.***Reymond llegó a la casa de Jeremith, lo encontró en la sala sentado en los es
Reymond se encontraba en su despacho con uno de sus asistentes, de pronto su secretario le llamó por teléfono.—Dr. La señora Perla Hamilton desea verlo. —¡Perla! Está bien, dile que pase.Cuando ella llegó al despacho Reymond le pidió a su asistente que los dejara solos, luego se quedó mirando a Perla, notó la tristeza que había en su rostro, Perla siempre tenía sus ojos muy hermosos, eso estaba claro para él, pero ese día se veían opacos, habían perdido su brillo, Reymond se dijo en sus adentros que ella no podía estar fingiendo,esa mirada carfadayde tristeza no se podía fingir, pensó que tal vez ella si estaba sufriendo por Jeremith, intuyó que estaba realmente enamorada de él, pero a su vez pensó que aunque lo amara no podían seguir juntos, ella no era la mujer ideal para su primo, Jeremith debía olvidarse de ella y con seguir a otra que en verdad lo mereciera.—Siéntate.—Gracias. —Perla se sentó frente al escritorio, Reymond estaba en su silla detrás de este, él se quedó observ
Al otro día en la tarde Jeremith decidió hablar con Perla acerca de que se practicara el aborto, pero en casa no había nadie, Perla estaba trabajando y Fabiola había salido al parque con el niño. Una vecina le informó a Jeremith que Perla llegaría como a las seis, él decidió esperar hasta que ella llegara, miró el reloj, aún tardaría más de media hora, entonces decidió ir a un café cerca de ese lugar, bajó la laptop del auto para trabajar un rato y así aprovechar el tiempo.Perla llegó a la casa después de un largo día de trabajo, la piernas le dolían del cansancio, pero ella ya estaba acostumbrada a trabajar duro. Fue a la habitación a ponerse ropa cómoda para estar en casa, luego fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua, estaba bebiendo cuando de pronto alguien llamó a la puerta, Perla sintió preocupación creyendo que tal vez se trataba de Arturo, la verdad era que ella tenía miedo de que él continuara acechandola.Fue a la sala y se acercó a la puerta, sin abrir preguntó:—¿Quié
Fabiola regresó a la casa y encontró a Perla llorando en la sala, llevaba a Josep en una silla de ruedas, se consternó al verla en ese estado.—¿Qué te pasó?—Jeremith estuvo aquí.—¿A qué vino? —Perla miró al niño, Fabiola comprendió que se trataba de algo muy delicado y le dijo al pequeño:—Vamos a tu habitación a descansar. Perla se quedó esperando en la sala, minutos después Fabiola regresó, Perla estaba parada junto a la ventana con los brazos cruzados mirando hacia afuera, Fabiola se acercó a ella.—¿Qué te dijo Jeremith?—Quería obligarme a abortar.—¡¿Pero qué le pasa a ese hombre?! —Perla se desanimó aún más de lo que ya estaba y agachó el rostro.—No desea tener un hijo con una prostituta, él piensa que yo era o soy una prostituta. —Sus ojos se llenaron de lágrimas, Fabiola la abrazó.—Esto es tan injusto.—Fue muy doloroso escucharlo decir tantas cosas tan hirientes, Jeremith parece otro, no es el hombre del que me enamoré, ahora es duro, sin corazón —Se secó las lágrimas
Jeremith salió de la mansión y se estuvo un rato encerrado en su oficina, allí decidió llamar a Reymond a su celular, cuando él le contestó Jeremith le dijo:—¿Dónde estás? Necesito que hablemos.—Estoy en un restaurant, acabo de terminar la cena que tenía con un inversionista. ¿Qué sucede?—¿Podríamos reunirnos en el bar de siempre?—Sí claro, iré para allá.***Cuando Reymond llegó al bar, Jeremith ya se encontraba en una mesa, tenía consigo una botella de whisky y había bebido varios tragos, Reymond observó que la botella ya iba casi a la mitad.—¿Hace cuánto estás aquí?—¿Por qué la preguntas?—Veo que te estás bebiendo toda la botella tú solo.—Necesitaba esos tragos. —¿Qué querías hablar conmigo?Jeremith le contó todo lo que sabía de Arturo y Perla a Reymond, este no salía del asombro, tenía dudas al respecto y le dijo:—¿Estás seguro? ¿No serán inventos de Perla para confundirte?—Ya confronté a Arturo y no lo negó.—Pero… no entiendo, ¿qué clase de broma es esta? Tal parece
Jeremith aún tenía dudas respecto a la traición de Arturo, pues desde niños habían sido como hermanos, él Reymond y Arturo crecieron juntos, pensó en sus adentros:"Una parte de mí se rehúsa a creerlo, pero es muy posible que Arturo y Perla lo hayan planificado todo, ojalá y solo sean conjeturas mías y de Reymond."Necesitaba de nuevo confrontar a Arturo, simplemente no podía aguantar por más tiempo, necesitaba saber la verdad, si Arturo y Perla habían planificado embaucarlo, quería oírlo de su propia boca. Arturo aún estaba hablando con Antonio cuando de pronto su celular sonó, él miró la pantalla.—Es Jeremith, ¿qué querrá?—Contestele. —Arturo contestó.—Jeremith.—Quiero que nos veamos.—Ya hablamos lo suficiente ¿No te parece?—No, aún debemos hablar otras cosas.—Bien, ¿en dónde estás?—En mi casa.—Iré para allá entonces. —Colgó la llamada, Antonio le dijo:—¿Qué quería Jeremith?—Desea hablar conmigo.—¿De qué?—De Perla seguramente, creo que ha bebido licor.—Entonces ve, si
Arturo llegó a la casa de Jeremith, llevó consigo a uno de los hombres de Antonio. Estacionó el auto al fondo donde un par de arbustos impedían la visibilidad desde el exterior, así se aseguró que nadie viera su auto, luego apagó el motor y respiró hondo, después miró al hombre y le dijo:—Quédate aquí pendiente por si te llamo.—Aquí lo espero.Abrió la guantera y sacó un revólver, también se puso un par de guantes de invierno para no dejar huellas; no pretendía usar el arma, pero si debía hacerlo no le temblaría la mano. Como Perla ya no estaba en la casa, Jeremith había retirado a los guardias de seguridad, la casa había quedado sola.Arturo bajó del auto y se dirigió a la puerta principal, esta estaba entreabierta, entonces ingresó a la sala.—Jeremith. —Lo llamó.—Aquí estoy. —Contestó desde los escalones que conducían al otro nivel de la casa, estaba sentado y con la botella de vino en la mano; Arturo caminó hacia él.—¿Estás bebiendo otra vez?—¿Acaso no lo amerita la ocasión?
Pasó un rato desde que Arturo lanzó a Jeremith por el acantilado, él ya había ido a la casa y limpiado el desastre que quedó de la pelea, él y el otro hombre pusieron cada cosa en su lugar y recogieron los cristales del florero con qué lo hirió.Jeremith despertó en medio de la maleza, cada músculo de su cuerpo estaba temblando por la baja temperatura, respiraba bocanadas de aire, aunque le era dificultoso, estaba débil por el golpe, se percató del lugar donde se encontraba, en sus adentros no comprendía cómo podía seguir con vida. Con sus manos temblorosas se abrochó los botones de su chaqueta, aunque su traje no era suficientemente abrigado, pero de no haberlo usado ese día él frío ya lo habría matado.Con tristeza recordó todo lo que había pasado, sintió que mil espinas se clavaron en su corazón, la traición de Arturo le dolió aún más que la traición de Perla, porque él más que un amigo era como su hermano, desde siempre lo amó como tal, pero lo había traicionado. Sus ojos se llen