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Gavel tenía intención de llegar a la recámara principal de la casa que funcionaba como su habitación, pero estaba siendo una tarea bastante complicada, para resumirla en una sola palabra. Sus piernas temblaban al subir cada escalón de cristal de la moderna construcción y no por el peso que llevaba en sus brazos. Sino por lo que estaba haciendo precisamente ese peso.

Cassandra lamía y mordía la piel de su cuello haciendo un desastre allí. Gavel podía jurar que sus dientes se habían incrustado en su piel y dejado heridas porque latían por todos lados.

-Vamos, alfa, bájame y fóllame- le murmuraba en su oído para morder el lóbulo y chuparlo sonoramente entre sus labios.

-Si hubiera sabido que te ponías así de salvaje hubiera hecho el primer paso desde aquella vez en tu casa, panquecito - Gavel sonrió con una mueca ante el dolor- Pero no vale nada que te diga algo ahora, no lo recordarás mañana. Espero que no me patees el culo-

-No lo patearé si acabas de una vez

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