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Una peculiar familia

La cena estuvo muy buena, era un hermoso  restaurante, después llegaron a casa y en la pequeño sala de la casa, tenían ésta conversación; el padre de Charlotte aún no podía creer lo que éste hombre seguía asegurando y dijo:

— Señor Hastings, como le dije antes, ya me habían hecho ese tipo de promesas, no tenemos propiedades, somos pobres, no tengo  un centavo en mi cuenta. 

— A partir de mañana eso cambiará, sucede Christopher que tengo como ayudarte, no me llames señor, soy Nathaniel o Nathan, al final seremos familia, quiero pedirte disculpas, por las promesas que antes no te cumplieron,no te fallaré, lo prometo, quiero que se  convenzan de que yo soy mejor que el Austin ese— dijo despectivo. 

— ¿Desde cuándo se conocen? — dijo Christopher, mirando a su hija. 

—Desde hace unas horas papá— dijo ella. 

— ¿Y por qué tenemos que creer que va a casarse contigo?— preguntó Christopher con interés.

Nathaniel se acomodó en su asiento y respondió sin ninguna dificultad. 

— Resulta que tengo un problema grave que solucionar y tu hija espera un hijo — dijo tomando la mano de Charlotte— yo asumo la paternidad, a cambio de que ella sea mí esposa, prometo que no les faltará nada, no más humillaciones por no tener dinero. 

— De todas maneras no hay prisa, no es la primera chica que se casa en esas condiciones.

— Lo sabemos Chris, pero yo sí  tengo prisa, porque si no pierdo mi herencia— dijo él— se me acaba él tiempo, mí amigo

— ¡Su familia es mala! — dijo Christopher— lo que no entiendo es porque desea ayudarnos. 

— Eso tiene una explicación— dijo el muchacho— Charlie y yo nos hemos puesto de acuerdo, ella es mí esposa y me ayuda a salvar mí herencia y yo a cambio, les llevo a vivir conmigo y no sufrirán más por miseria económica

— ¿Y qué pasará con Austin y el niño?— dijo el padre de Charlotte— quizás deseé reclamarlo. 

— ¡No querido suegro! ¡Ese bebé será mío! ¡Le daré mí apellido! ¡Crean en mí por favor!— dijo Nathaniel. 

Ella cabeceó afirmativamente y el padre de ella dijo:

— ¡Caramba señor, si que es tremendo lío! Mí hija es buena chica, muy educada y estaba estudiando, solo que no pude seguir pagando, yo estudié Contaduría, pero no consigo trabajo, por eso estaba de empleado de seguridad en la empresa de Austin. 

— Si ese Austin al parecer es una joyita— terminó diciendo Nathan— Se me hace tarde, mañana muy temprano nos ocupamos de acelerar el proceso, para lo de la boda, y lo del trabajo de usted Chris, ahora tengo que volver a casa. 

— ¡Gracias!— dijo  Charlotte. 

Nathaniel se despidió de Christopher Lewis como si fuera un viejo amigo, ya en la puerta  de la humilde casa ella le dijo:

— Estoy sorprendida de lo bueno que has sido con nosotros, espero que de verdad seas sincero con lo que me has contado, no quiero que mi padre sufra Nathaniel Hastings. 

— He sido sincero contigo y si, cómo oíste  no deseó que ese novio tuyo venga a reclamar su paternidad cuando te vea unida a mí— dijo él— no soy un dechado de virtudes Charlotte, pero tampoco la bestia que proclama mi madrastra, ya me irás conociendo, ¡Gracias por aceptar ser mi esposa! No tienes idea de lo que significa para mí. 

— ¡Gracias a tí por ser mi milagro Nathaniel, tampoco tienes idea de lo terrible que hubiese sido nuestro destino si no hubieras aparecido en nuestras vidas — dijo ella. 

Se despidieron con un beso en la mejilla, Charlotte se dirigió a su habitación, allí vió que tenía varias llamadas perdidas de Austin, también un mensaje de audio, lo escuchó, le preguntaba sobre su embarazo, no le iba a contestar, decidió bloquearlo, no quería que éste hombre interfiriera más en su vida, su hijo era de ella. 

Que cosas tenía el destino, ella enamorada de Austin y él no sentía nada por ella, absolutamente nada, por eso lo mejor era no pensar, y convencer a su mente y corazón que Nathaniel sería ahora el padre de su bebé, solo esperaba que éste cumpliera con sus promesas. Sentía temor, apenas lo conocía, lo vió sincero cuando hablaba con su padre, tenía que confiar en él, era la única solución que tenía a la mano. 

Nathaniel Hastings vivía en la casa paterna con su madrastra y el hijo de ella, aunque tenía un departamento, le gustaba su casa allí había vivido con su madre hasta que ésta falleció cuando él tenía  diecinueve años, un año más tarde su padre volvió a contraer nupcias con Meredith Archer quien tenía un hijo tres años mayor que él, llamado Benjamín. 

Al cumplir sus veintiún años, había empezado a desempeñarse en las empresas de su padre, había heredado un buen olfato para los negocios, así que pronto se vió que un día sería un digno heredero de todo lo que su padre tenía. 

Eso sí, no le gustaba el matrimonio, sentía que era atarse y a él le encantaba disfrutar de una buena compañía femenina. 

A los veintitres años había conocido a Emma Hall, era una chica hermosa y se dedicó a conquistarla, la pasaban bien, pero no había un compromiso matrimonial entre ellos, pero poco más de un año ella lo sorprendió diciéndole que se casaría con su hermanastro, fue una gran sorpresa para él; su padre aprovechó para comentarle que sería bueno que él también eligiera una buena esposa, para qué, le había respondido a su padre, su querido hermanastro le había robado a su novia.

Cuando habían pasado siete años de que el padre de Nathaniel se había casado con Meredith, un día enfermó y el deterioro de su salud fue rápido falleciendo irremediablemente, a la semana se leyó el testamento y allí descubrió la fatídica cláusula que lo tenía de cabeza. 

A su padre, aconsejado por Meredith,se le había ocurrido la grandiosa idea de que el hombre que estuviera al frente de las empresas debía estar casado, y en eso Benjamín le llevaba ventaja, hacía ya un año que se había casado con su novia Emma Hall. 

Cuatro meses de fallecido tenía su padre, el plazo eran seis meses, o encontraba una esposa o su hermanastro sería el flamante heredero de todo el emporio empresarial de los Hastings y eso él no podía permitirlo, éste hombre era un ambicioso, le gustaba el juego, además de eso, oyó un día una conversación donde planeaban fraccionar las empresas y sacar mayor provecho. 

Tenía la leve sospecha de que su padre había sido envenenado por ellos para quedarse con todo, esos dos no eran buenas personas. Al llegar a casa esa noche los vió sentados en el gran salón, Emma con su mirada huidiza, Benjamín altivo, listo para salir a algún antro y Meredith con aires de reina dijo:

— Hasta que apareces Nathan, ¿dónde andabas metido?, te he hecho varias llamadas y ninguna respuesta, nos tenías preocupados. 

— Dudo mucho de sus preocupaciones, estaba con mi novia, por eso no quise contestar, estábamos poniendo fecha a nuestra boda, como ves me ocupaba de resolver ciertos asuntos— dijo despectivo— hola Emma, ¿todo bien? 

Ésta cabeceó afirmativamente, pero sin mirarlo, en eso Benjamín intervino diciendo

— No sabía de tu noviazgo, me alegra por ti, bueno ya llegaste, me voy, a mí no me esperen, saben dónde estaré, cuidate chiquita— dijo ésto dirigiéndose a Emma que casi ni levantó la mirada. 

— Sí, ve a divertirte cariño, tuviste un día muy ajetreado— dijo Meredith,luego volviéndose hacia Nathan— esa si que es una noticia sorprendente, también me alegro, vamos a dormir Emma, ya Nathaniel está acá sano y salvo y con novia— dijo Meredith con ironía. 

— Te hubiera gustado que eso no hubiera sucedido, ¿verdad? — dijo Nathaniel también con ironía. 

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