DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 17. ChispasXimena sentía que el corazón se le aceleraba un poquito más cada vez que lo veía, y por desgracia sabía que no había forma de evitar eso, porque las cosas que había sentido una vez por Javier habías sido demasiado grandes como para olvidarlas por completo.La idea de trabajar con él en un proyecto tan grande la hacía dudar a cada segundo, el problema era que verlo le hacía olvidar todas las dudas. Así que al día siguiente cuando llegó a la clínica, su primer pensamiento fue que Javier se había vuelto loco, porque en lugar de un Jeep o una cuatrimoto, lo que había esperándola eran un par de caballos.—¡Ni de broma! ¡Pero claro que no! —exclamó girándose en redondo y Javier la retuvo de un brazo, muerto de risa.—Muñeca, hay lugares que no tienen paso para las cuatrimotos —le avisó—, solo podríamos rodear la zona a caballo. Vamos, no seas miedosa, si Calíope es un amor.Pero por más que Ximena mirara a la yegua, no había forma de convencerla.—Ca
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 18. ¿Confías en mí?Y era terrible, precisamente era terrible porque era cierto. El calor afuera era insoportable en el verano, pero el calor que había entre ella y Javier era muy diferente.Todo en su cuerpo vibraba cuando lo tenía cerca, aunque era obvio que los dos estaban haciendo un esfuerzo por controlarse hasta el infinito. —Javier...—Sí... este... mejor vamos a seguir... —jadeó él porque no podía negar que todo, absolutamente todo en su cuerpo estaba despertando y aquel no era el momento ni el lugar.Recorrieron un estimado de unas diez hectáreas mientras él iba contándole más o menos lo que quería para aquel proyecto, y quizás tenía razón, porque Ximena no tardó nada en captar su idea.—¿Ahora vas a dejar hablar a la sabionda? —preguntó ella tratando de girarse para mirarlo, pero Javier solo subió una de sus piernas con un movimiento fluido y la hizo darse la vuelta.—Dispara.—Bueno... hay muchas cosas que se pueden hacer de las que quieres y o
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 19. ConsecuenciasPor desgracia no había una respuesta fácil para eso, porque Ximena sabía que decirle que sí al proyecto la pondría en un contacto directo y constante con Javier, y si no habían podido evitar hacía nueve años cuando los dos eran un desastre, ¿cómo iban a evitarse ahora que eran un par de adultos completamente conscientes uno del otro?—Dame tres días —le pidió mirándolo a los ojos—. Déjame ver si soy capaz de diseñar lo más escabroso de la clínica, y luego veremos qué sucede.Javier asintió con el corazón medio nervioso y medio aliviado, porque sabía muy bien que ella iba a poder hacer cualquier cosa; así que solo media hora después cabalgaban de regreso a la hacienda.Para ella su sonrisa fue tranquilizadora, pero Ximena estaba a punto de irse a su casita cuando recordó que iba a necesitar algunos materiales si quería comenzar a dibujar, y regresó para preguntarle dónde en Villahermosa podía comprarlos, cuando lo vio detenerse junto a un
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 20. Tres díasTuvo que sentarse, no tenía más opción. Así que se apoyó en la primera jardinera que vio y se sentó en aquel borde de cemento sin importarle que la tierra de adentro la ensuciara.—Yo no... no sabía —murmuró y Nuria se sentó a su lado con un suspiro cansado.—Porque ese condenado va pregonando cualquier cosa menos el bien que ha hecho —rezongó—. Me salvó la vida, pero esa bala pasó muy cerca de su columna y se llevó por delante algunos ligamentos que no pueden recuperarse. La mayoría del tiempo está bien, incluso puede levantar sus pesos y sus cosas, pero parece que derribar al chico el otro día lo hizo entrar en crisis y no quiere inyectarse. Ximena respiró profundo y trató de entender por qué no querría, aunque para alguien como él posiblemente fuera más un castigo autoimpuesto que otra cosa.—¿Crees que tenga miedo de recaer? —le preguntó a la mujer y la vio negar.—No, la verdad no lo creo. La mayoría de los analgésicos que podemos usar
DONDE HUBO FUEGO. CAPÍTULO 21. Una idea y un infiernoJavier despegó los labios para tomar aire, porque ni siquiera sabía cómo responderle a eso. Habría hecho casi cualquier cosa para que ella no se fuera, pero no podía permitir que se quedara solo por lástima.—Ximena, confío en ti con mi vida —le dijo con sinceridad—. Pero soy un adulto funcional, testarudo pero funcional. No tienes que...—No te debo nada, ya lo sé muy bien —respondió ella—. Pero eso no cambia el hecho de que eres importante para mí y que quiero verte bien. Además, solo tengo tres días para terminar esa idea de las habitaciones de desintoxicación y lograr que te gusten, así que pensé que lo mejor sería que te aprovechara. Ya sabes, te quedas conmigo a tiempo completo...—Déjame adivinar: yo hago reposo en la cama, tú trabajas en el sofá, y pedimos comida de la calle todos los días —murmuró él levantando una ceja divertida porque ya habían usado algunas versiones alternativas de esa misma propuesta cuando eran chico
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 22. Un sueño peligrosoSolo fue cuestión de unos pocos segundos desde que aquella idea la asaltó hasta que Ximena se puso a dibujar de nuevo. Estaba tan metida en lo que hacía que solo alcanzó a sonreír cuando sintió aquel beso suave en la mejilla y se bebió el jugo que Javier extendía hacia ella como si no se diera cuenta de todo lo que llevaba implícito un par de gestos tan inocentes como aquellos.Simplemente siguió dibujando porque aquella inspiración había que aprovecharla, y solo se detuvo cuando ya tenía decenas de bocetos sobre la cama y la luz del sol entrando por una ventana le molestó lo suficiente como para que se percatara de que había estado despierta toda la noche.—¡Por Dios, no te dejé dormir! —exclamó viendo el lado vacío junto a ella en la cama y levantó los ojos para ver a Javier que se acercaba con una taza enorme de chocolate caliente.—Dormí por ratos —respondió él—. Solo me despertaba de cuando en cuando para darte de comer, como a
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 23. Un momento para dosY Ximena sabía que cuanto más tratara de bromear Javier era porque peor estaban las cosas.—Está bien, está bien. Lo diré de otra manera: tu ropa me da miedito, ¿te la puedes quitar? —le preguntó y lo escuchó respirar tan hondo como podía antes de asentir.—Yo me quito lo que tú quieras, pero vas a tener que ayudarme —respondió y Ximena le levantó con suavidad la playera para ver aquella cicatriz que se había puesto de color rosa con los años. Solo era un círculo pequeño, y algunas ramificaciones donde los cirujanos habían tenido que cortar para reparar, y aun así Ximena podía sentir la tensión expandiéndose desde ese punto.—Lo siento... —murmuró acariciándolo con las puntas de los dedos y lo sintió estremecerse.—Muñeca, tú no tuviste nada que ver con eso —le respondió él.—Lo sé, pero a veces cuando me hablabas del monstruo que era tu padre... yo no te creía —respondió Ximena y nada evitó que su voz se quebrara—. Pensaba que sol
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 24. Una visita inesperadaXimena no podía negarlo, hacerlo descansar era algo que requería esfuerzo de parte de los dos, porque tal parecía que cada vez que se miraban algo ardía entre ellos. Así que los dos días que siguieron solo fueron un infierno más o menos controlado y lo peor de todo: deseado.Bastó con que salieran de aquella bañera para que la comida llegara y los dos se sentaran a discutir el proyecto. Cada boceto que Ximena le enseñaba él se lo iba imaginando, una pequeña ciudad, un espacio hermoso lleno de calma, de naturaleza y de privacidad. tan cerrado y tan abierto a la vez, porque los techos de las habitaciones eran transparentes e incluso con posibilidad de abrirse.—¡Es fantástico, me encanta! —exclamó y antes de que ella pudiera siquiera asegurarse de que no lo estaba haciendo solo para que se quedara, ya Javier estaba programando una videoconferencia con su hermano.La verdad era que no necesitaba consultarle nada, no pediría dinero ad