DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 25. Un hombre manipulador.—Suéltame. —La voz de Ximena era controlada, pero seguía siendo una mujer con una gran educación, porque si algo había aprendido era que más tarde o más temprano la gente acababa sacando sus verdaderos colores, y que no tenía que levantar la voz más allá de los decibeles normales para llegar a herir.No le sorprendía la expresión pétrea en el rostro de Javier, como tampoco que no hubiera movida ni un dedo para apartarla de Fernán, porque eso fue capaz de hacerlo ella por sí misma.—¿Está todo bien? ¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó dando un paso atrás mientras su prima retrocedía alejándose de ellos y bufaba con incomodidad.—Bueno... me dijeron que renunciaste al despacho —le dijo Fernán con una expresión esperanzada que descolocó por completo a la muchacha.—Así es. ¿Y eso qué tiene? —replicó ella.—¿Qué tiene? ¿Cómo que qué tiene, Ximena? ¡Eso era lo único que nos impedía estar juntos! —exclamó Fernán mirándola a los ojos c
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 26. Sin compasión—¿Es una maldit@ broma? —gruñó Fernán mirando a Javier de arriba a abajo, como si no pudiera creer que un hombre que se pusiera mocasines y no tuviera un Rolex en la mano no era capaz de encargar un proyecto decente—. ¡No me digas! ¿Y qué le pudiste encargar tú? ¿Tu cabañita de campo?—Este... no, esa está bastante bien, ¿no es verdad muñeca? —dijo Javier sin alterarse ni un ápice mientras miraba a Ximena y ella asentía—. Lo que le encargué fue el proyecto de una clínica de rehabilitación de diez mil metros cuadrados, y Ximena me presentó unas ideas que de ninguna manera me atreví a rechazar.Pero aún así Fernán solo lo miraba como si fuera un gusano.—¿Esperas que me crea eso?—Pues no es como que a alguien le importe lo que tú creas, inútil —gruñó Jenny como si nada le diera más gusto que meter el dedo en la llaga—. Pero enfrente tienes a Javier Leal, exvio de Ximena, heredero de una de las familias de más rancia fortuna en la región, y
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 27. La llave para un recuerdoXimena era una mujer inteligente, pero por desgracia había cosas que no podía ni llegar a imaginar, y Javier estaba en una posición en aquel momento en que no quería que se la tocaran ni con el pétalo de una rosa, como si cada momento perfecto que habían tenido últimamente pudiera evaporarse de un momento a otro.Así que tomó quizás la decisión menos inteligente pero sí la más oportuna, que era no decirle que su novio de dos años le había hecho gemelos nada menos que a su prima. Ese tipo de traiciones no eran nada fáciles de asimilar, en especial cuando venían de parte de la propia familia.—Vamos por una mesa de trabajo, vamos a comprar la más linda... ¿Y si compramos una digital?—Javier...—¡No puedes decirme que no es una buena inversión! ¡A largo plazo la vas a usar mucho, créeme! ¡Solo elige una y yo me ocupo de que te la traigan mañana mismo! —la animó.Pero mientras él trataba de hacerla concentrarse en otra cosa para
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 28. Donde hubo fuego...Y era una burda mentira, cruel y descarada, porque a ninguno de los dos se le ocurrió protestar cuando atravesaron los límites de la propiedad y terminaron dando un largo rodeo por aquellas carreras entre aldeas que casi nadie transitaba, mucho menos después de la medianoche.Javier sentía las manos de Ximena alrededor de su cintura, junto con la velocidad, el viento, la adrenalina y todo lo que se podía sentir a aquella hora. Cada apretón suave de sus manos era una orden y él las reconocía todas: cuando iba demasiado rápido, cuando la curva le daba miedo, cuando quería que acelerara. Y aquella última, aquella última fue de reconocimiento cuando Javier se desvió por la carretera, por un carril de tierra que casi no se veía y que iba a dar a un viejo puente de piedras, un puente enorme y cubierto que ya no servía para nada más que no fuera recordar.Para el momento en que la moto se detuvo los dos estaban jadeando y riendo, y él gir
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 29. Nueve años de deseo.Más de ciento ochenta kilogramos, la condenada moto pesaba más de ciento ochenta kilogramos y tenía un sistema de equilibrio y soporte perfecto cuando estaba detenida así que no, nadie se iba a caer de allí.Y Ximena no podía negarlo: si hacer el amor con aquel hombre era excitante, hacerlo con él encima de aquella moto era como echarle más combustible al fuego. Sintió las manos se Javier estrujando su camisón, levantándolo por encima de sus caderas hasta encontrar el borde de sus bragas. Cada roce era desesperante y perfecto, cada movimiento de sus dedos hacía que Ximena se apretara contra él instintivamente, y bastó con que solo deslizara un par de ellos en su interior para escuchar aquel primer grito lleno de urgencia.—¡Javier...!—Dime, muñeca, ¿qué pasa? —susurró él contra la piel de su cuello, mientras una de sus manos iba a cerrarse sobre sus nalgas y la otra se dedicaba a excitarla hasta el infinito. —¡Tú pasas! —jadeó e
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 30. Una sorpresa desagradableJavier hubiera preferido cualquier cosa, hasta una rana del pantano de la hacienda, antes de que le dieran la desagradable sorpresa de que aquel hombre lo estaba buscando.Las felicitaciones de sus amigos no se habían demorado, pero también le habían dicho que el señor Fernán Marín lo estaba esperando desde temprano y que insistía en que no se iría de allí sin hablar con él.Javier frunció el ceño cuando vio a aquel tipo vestido con impecable traje y corbata, y no pudo negar que se sorprendió porque esperaba cualquier tipo de amenazas o reclamos, en lugar de lo que Fernán parecía dispuesto a dar, que era una presentación de ventas.—Creo que algo pasé por alto, señor Marín, porque, que yo recuerde, no creo haberle pedido nada de esto —sentenció Javier cuando lo vio sacar un par de planos y extenderlos sobre la mesa.—Lo sé, señor Leal —contestó Fernán con toda la deferencia—. Pero para comenzar usted y yo comenzamos con mal pi
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 31. Un hombre que solo quiere lastimarNecesitaba ganar tiempo. Era todo lo que necesitaba ganar un poco de tiempo porque había personas malas con objetivos muy jodidos en la vida, y luego estaban los hombres como Fernán Marín: hombres pequeños, hombres que nunca dejaban de sentirse inferiores porque no dejaban de compararse con los demás. Y el objetivo de esos hombres solo era lastimar.Javier conocía suficiente sobre la traición de seres queridos como para saber que a Ximena le afectaría mucho una noticia como aquella. También sabía que no podía evitársela de ninguna forma, porque la verdad tarde o temprano saldría a la luz, pero al menos podría ganar un poco de tiempo para quitarse a aquel idiota de encima y poder hablar él mismo con ella.—Este es el trato: tú pones una cifra, yo te hago un cheque por esa cifra, tú te largas de la vida de Ximena y no te volvemos a ver nunca más —sentenció Javier con aspereza.—¡Vaya que estás encaprichado con la muchac
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 32. Dos corazones rotos¿Cómo era tan tonta como para permitir que la misma persona le rompiera dos veces el corazón?Eso era lo único en lo que Ximena podía pensar mientras salía de aquella clínica como un huracán, pero en el mayor silencio posible, porque ventilar sus problemas no era precisamente algo que le agradara. Y lo único que le impidió a Javier gritar su nombre hasta el otro lado del estacionamiento fue precisamente que tenía media comitiva de sus empleados alrededor, o de pacientes que no lo habían visto felicitándolo.Así que hizo hasta lo imposible por deshacerse de ellos rápido, pero para cuando logró llegar al estacionamiento ya la camioneta de Ximena había desaparecido por el carril que llevaba a su casita.—¡Demonios! ¿¡Cómo se me pueden torcer tanto las cosas cuando se trata de esta mujer?! —exclamó con frustración mientras corría por la llave de su propia camioneta y luego se dirigía hacia la casita tan rápido como el terreno se lo perm