DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 20. Tres díasTuvo que sentarse, no tenía más opción. Así que se apoyó en la primera jardinera que vio y se sentó en aquel borde de cemento sin importarle que la tierra de adentro la ensuciara.—Yo no... no sabía —murmuró y Nuria se sentó a su lado con un suspiro cansado.—Porque ese condenado va pregonando cualquier cosa menos el bien que ha hecho —rezongó—. Me salvó la vida, pero esa bala pasó muy cerca de su columna y se llevó por delante algunos ligamentos que no pueden recuperarse. La mayoría del tiempo está bien, incluso puede levantar sus pesos y sus cosas, pero parece que derribar al chico el otro día lo hizo entrar en crisis y no quiere inyectarse. Ximena respiró profundo y trató de entender por qué no querría, aunque para alguien como él posiblemente fuera más un castigo autoimpuesto que otra cosa.—¿Crees que tenga miedo de recaer? —le preguntó a la mujer y la vio negar.—No, la verdad no lo creo. La mayoría de los analgésicos que podemos usar
DONDE HUBO FUEGO. CAPÍTULO 21. Una idea y un infiernoJavier despegó los labios para tomar aire, porque ni siquiera sabía cómo responderle a eso. Habría hecho casi cualquier cosa para que ella no se fuera, pero no podía permitir que se quedara solo por lástima.—Ximena, confío en ti con mi vida —le dijo con sinceridad—. Pero soy un adulto funcional, testarudo pero funcional. No tienes que...—No te debo nada, ya lo sé muy bien —respondió ella—. Pero eso no cambia el hecho de que eres importante para mí y que quiero verte bien. Además, solo tengo tres días para terminar esa idea de las habitaciones de desintoxicación y lograr que te gusten, así que pensé que lo mejor sería que te aprovechara. Ya sabes, te quedas conmigo a tiempo completo...—Déjame adivinar: yo hago reposo en la cama, tú trabajas en el sofá, y pedimos comida de la calle todos los días —murmuró él levantando una ceja divertida porque ya habían usado algunas versiones alternativas de esa misma propuesta cuando eran chico
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 22. Un sueño peligrosoSolo fue cuestión de unos pocos segundos desde que aquella idea la asaltó hasta que Ximena se puso a dibujar de nuevo. Estaba tan metida en lo que hacía que solo alcanzó a sonreír cuando sintió aquel beso suave en la mejilla y se bebió el jugo que Javier extendía hacia ella como si no se diera cuenta de todo lo que llevaba implícito un par de gestos tan inocentes como aquellos.Simplemente siguió dibujando porque aquella inspiración había que aprovecharla, y solo se detuvo cuando ya tenía decenas de bocetos sobre la cama y la luz del sol entrando por una ventana le molestó lo suficiente como para que se percatara de que había estado despierta toda la noche.—¡Por Dios, no te dejé dormir! —exclamó viendo el lado vacío junto a ella en la cama y levantó los ojos para ver a Javier que se acercaba con una taza enorme de chocolate caliente.—Dormí por ratos —respondió él—. Solo me despertaba de cuando en cuando para darte de comer, como a
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 23. Un momento para dosY Ximena sabía que cuanto más tratara de bromear Javier era porque peor estaban las cosas.—Está bien, está bien. Lo diré de otra manera: tu ropa me da miedito, ¿te la puedes quitar? —le preguntó y lo escuchó respirar tan hondo como podía antes de asentir.—Yo me quito lo que tú quieras, pero vas a tener que ayudarme —respondió y Ximena le levantó con suavidad la playera para ver aquella cicatriz que se había puesto de color rosa con los años. Solo era un círculo pequeño, y algunas ramificaciones donde los cirujanos habían tenido que cortar para reparar, y aun así Ximena podía sentir la tensión expandiéndose desde ese punto.—Lo siento... —murmuró acariciándolo con las puntas de los dedos y lo sintió estremecerse.—Muñeca, tú no tuviste nada que ver con eso —le respondió él.—Lo sé, pero a veces cuando me hablabas del monstruo que era tu padre... yo no te creía —respondió Ximena y nada evitó que su voz se quebrara—. Pensaba que sol
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 24. Una visita inesperadaXimena no podía negarlo, hacerlo descansar era algo que requería esfuerzo de parte de los dos, porque tal parecía que cada vez que se miraban algo ardía entre ellos. Así que los dos días que siguieron solo fueron un infierno más o menos controlado y lo peor de todo: deseado.Bastó con que salieran de aquella bañera para que la comida llegara y los dos se sentaran a discutir el proyecto. Cada boceto que Ximena le enseñaba él se lo iba imaginando, una pequeña ciudad, un espacio hermoso lleno de calma, de naturaleza y de privacidad. tan cerrado y tan abierto a la vez, porque los techos de las habitaciones eran transparentes e incluso con posibilidad de abrirse.—¡Es fantástico, me encanta! —exclamó y antes de que ella pudiera siquiera asegurarse de que no lo estaba haciendo solo para que se quedara, ya Javier estaba programando una videoconferencia con su hermano.La verdad era que no necesitaba consultarle nada, no pediría dinero ad
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 25. Un hombre manipulador.—Suéltame. —La voz de Ximena era controlada, pero seguía siendo una mujer con una gran educación, porque si algo había aprendido era que más tarde o más temprano la gente acababa sacando sus verdaderos colores, y que no tenía que levantar la voz más allá de los decibeles normales para llegar a herir.No le sorprendía la expresión pétrea en el rostro de Javier, como tampoco que no hubiera movida ni un dedo para apartarla de Fernán, porque eso fue capaz de hacerlo ella por sí misma.—¿Está todo bien? ¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó dando un paso atrás mientras su prima retrocedía alejándose de ellos y bufaba con incomodidad.—Bueno... me dijeron que renunciaste al despacho —le dijo Fernán con una expresión esperanzada que descolocó por completo a la muchacha.—Así es. ¿Y eso qué tiene? —replicó ella.—¿Qué tiene? ¿Cómo que qué tiene, Ximena? ¡Eso era lo único que nos impedía estar juntos! —exclamó Fernán mirándola a los ojos c
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 26. Sin compasión—¿Es una maldit@ broma? —gruñó Fernán mirando a Javier de arriba a abajo, como si no pudiera creer que un hombre que se pusiera mocasines y no tuviera un Rolex en la mano no era capaz de encargar un proyecto decente—. ¡No me digas! ¿Y qué le pudiste encargar tú? ¿Tu cabañita de campo?—Este... no, esa está bastante bien, ¿no es verdad muñeca? —dijo Javier sin alterarse ni un ápice mientras miraba a Ximena y ella asentía—. Lo que le encargué fue el proyecto de una clínica de rehabilitación de diez mil metros cuadrados, y Ximena me presentó unas ideas que de ninguna manera me atreví a rechazar.Pero aún así Fernán solo lo miraba como si fuera un gusano.—¿Esperas que me crea eso?—Pues no es como que a alguien le importe lo que tú creas, inútil —gruñó Jenny como si nada le diera más gusto que meter el dedo en la llaga—. Pero enfrente tienes a Javier Leal, exvio de Ximena, heredero de una de las familias de más rancia fortuna en la región, y
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 27. La llave para un recuerdoXimena era una mujer inteligente, pero por desgracia había cosas que no podía ni llegar a imaginar, y Javier estaba en una posición en aquel momento en que no quería que se la tocaran ni con el pétalo de una rosa, como si cada momento perfecto que habían tenido últimamente pudiera evaporarse de un momento a otro.Así que tomó quizás la decisión menos inteligente pero sí la más oportuna, que era no decirle que su novio de dos años le había hecho gemelos nada menos que a su prima. Ese tipo de traiciones no eran nada fáciles de asimilar, en especial cuando venían de parte de la propia familia.—Vamos por una mesa de trabajo, vamos a comprar la más linda... ¿Y si compramos una digital?—Javier...—¡No puedes decirme que no es una buena inversión! ¡A largo plazo la vas a usar mucho, créeme! ¡Solo elige una y yo me ocupo de que te la traigan mañana mismo! —la animó.Pero mientras él trataba de hacerla concentrarse en otra cosa para