DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 22. Un sueño peligrosoSolo fue cuestión de unos pocos segundos desde que aquella idea la asaltó hasta que Ximena se puso a dibujar de nuevo. Estaba tan metida en lo que hacía que solo alcanzó a sonreír cuando sintió aquel beso suave en la mejilla y se bebió el jugo que Javier extendía hacia ella como si no se diera cuenta de todo lo que llevaba implícito un par de gestos tan inocentes como aquellos.Simplemente siguió dibujando porque aquella inspiración había que aprovecharla, y solo se detuvo cuando ya tenía decenas de bocetos sobre la cama y la luz del sol entrando por una ventana le molestó lo suficiente como para que se percatara de que había estado despierta toda la noche.—¡Por Dios, no te dejé dormir! —exclamó viendo el lado vacío junto a ella en la cama y levantó los ojos para ver a Javier que se acercaba con una taza enorme de chocolate caliente.—Dormí por ratos —respondió él—. Solo me despertaba de cuando en cuando para darte de comer, como a
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 23. Un momento para dosY Ximena sabía que cuanto más tratara de bromear Javier era porque peor estaban las cosas.—Está bien, está bien. Lo diré de otra manera: tu ropa me da miedito, ¿te la puedes quitar? —le preguntó y lo escuchó respirar tan hondo como podía antes de asentir.—Yo me quito lo que tú quieras, pero vas a tener que ayudarme —respondió y Ximena le levantó con suavidad la playera para ver aquella cicatriz que se había puesto de color rosa con los años. Solo era un círculo pequeño, y algunas ramificaciones donde los cirujanos habían tenido que cortar para reparar, y aun así Ximena podía sentir la tensión expandiéndose desde ese punto.—Lo siento... —murmuró acariciándolo con las puntas de los dedos y lo sintió estremecerse.—Muñeca, tú no tuviste nada que ver con eso —le respondió él.—Lo sé, pero a veces cuando me hablabas del monstruo que era tu padre... yo no te creía —respondió Ximena y nada evitó que su voz se quebrara—. Pensaba que sol
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 24. Una visita inesperadaXimena no podía negarlo, hacerlo descansar era algo que requería esfuerzo de parte de los dos, porque tal parecía que cada vez que se miraban algo ardía entre ellos. Así que los dos días que siguieron solo fueron un infierno más o menos controlado y lo peor de todo: deseado.Bastó con que salieran de aquella bañera para que la comida llegara y los dos se sentaran a discutir el proyecto. Cada boceto que Ximena le enseñaba él se lo iba imaginando, una pequeña ciudad, un espacio hermoso lleno de calma, de naturaleza y de privacidad. tan cerrado y tan abierto a la vez, porque los techos de las habitaciones eran transparentes e incluso con posibilidad de abrirse.—¡Es fantástico, me encanta! —exclamó y antes de que ella pudiera siquiera asegurarse de que no lo estaba haciendo solo para que se quedara, ya Javier estaba programando una videoconferencia con su hermano.La verdad era que no necesitaba consultarle nada, no pediría dinero ad
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 25. Un hombre manipulador.—Suéltame. —La voz de Ximena era controlada, pero seguía siendo una mujer con una gran educación, porque si algo había aprendido era que más tarde o más temprano la gente acababa sacando sus verdaderos colores, y que no tenía que levantar la voz más allá de los decibeles normales para llegar a herir.No le sorprendía la expresión pétrea en el rostro de Javier, como tampoco que no hubiera movida ni un dedo para apartarla de Fernán, porque eso fue capaz de hacerlo ella por sí misma.—¿Está todo bien? ¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó dando un paso atrás mientras su prima retrocedía alejándose de ellos y bufaba con incomodidad.—Bueno... me dijeron que renunciaste al despacho —le dijo Fernán con una expresión esperanzada que descolocó por completo a la muchacha.—Así es. ¿Y eso qué tiene? —replicó ella.—¿Qué tiene? ¿Cómo que qué tiene, Ximena? ¡Eso era lo único que nos impedía estar juntos! —exclamó Fernán mirándola a los ojos c
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 26. Sin compasión—¿Es una maldit@ broma? —gruñó Fernán mirando a Javier de arriba a abajo, como si no pudiera creer que un hombre que se pusiera mocasines y no tuviera un Rolex en la mano no era capaz de encargar un proyecto decente—. ¡No me digas! ¿Y qué le pudiste encargar tú? ¿Tu cabañita de campo?—Este... no, esa está bastante bien, ¿no es verdad muñeca? —dijo Javier sin alterarse ni un ápice mientras miraba a Ximena y ella asentía—. Lo que le encargué fue el proyecto de una clínica de rehabilitación de diez mil metros cuadrados, y Ximena me presentó unas ideas que de ninguna manera me atreví a rechazar.Pero aún así Fernán solo lo miraba como si fuera un gusano.—¿Esperas que me crea eso?—Pues no es como que a alguien le importe lo que tú creas, inútil —gruñó Jenny como si nada le diera más gusto que meter el dedo en la llaga—. Pero enfrente tienes a Javier Leal, exvio de Ximena, heredero de una de las familias de más rancia fortuna en la región, y
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 27. La llave para un recuerdoXimena era una mujer inteligente, pero por desgracia había cosas que no podía ni llegar a imaginar, y Javier estaba en una posición en aquel momento en que no quería que se la tocaran ni con el pétalo de una rosa, como si cada momento perfecto que habían tenido últimamente pudiera evaporarse de un momento a otro.Así que tomó quizás la decisión menos inteligente pero sí la más oportuna, que era no decirle que su novio de dos años le había hecho gemelos nada menos que a su prima. Ese tipo de traiciones no eran nada fáciles de asimilar, en especial cuando venían de parte de la propia familia.—Vamos por una mesa de trabajo, vamos a comprar la más linda... ¿Y si compramos una digital?—Javier...—¡No puedes decirme que no es una buena inversión! ¡A largo plazo la vas a usar mucho, créeme! ¡Solo elige una y yo me ocupo de que te la traigan mañana mismo! —la animó.Pero mientras él trataba de hacerla concentrarse en otra cosa para
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 28. Donde hubo fuego...Y era una burda mentira, cruel y descarada, porque a ninguno de los dos se le ocurrió protestar cuando atravesaron los límites de la propiedad y terminaron dando un largo rodeo por aquellas carreras entre aldeas que casi nadie transitaba, mucho menos después de la medianoche.Javier sentía las manos de Ximena alrededor de su cintura, junto con la velocidad, el viento, la adrenalina y todo lo que se podía sentir a aquella hora. Cada apretón suave de sus manos era una orden y él las reconocía todas: cuando iba demasiado rápido, cuando la curva le daba miedo, cuando quería que acelerara. Y aquella última, aquella última fue de reconocimiento cuando Javier se desvió por la carretera, por un carril de tierra que casi no se veía y que iba a dar a un viejo puente de piedras, un puente enorme y cubierto que ya no servía para nada más que no fuera recordar.Para el momento en que la moto se detuvo los dos estaban jadeando y riendo, y él gir
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 29. Nueve años de deseo.Más de ciento ochenta kilogramos, la condenada moto pesaba más de ciento ochenta kilogramos y tenía un sistema de equilibrio y soporte perfecto cuando estaba detenida así que no, nadie se iba a caer de allí.Y Ximena no podía negarlo: si hacer el amor con aquel hombre era excitante, hacerlo con él encima de aquella moto era como echarle más combustible al fuego. Sintió las manos se Javier estrujando su camisón, levantándolo por encima de sus caderas hasta encontrar el borde de sus bragas. Cada roce era desesperante y perfecto, cada movimiento de sus dedos hacía que Ximena se apretara contra él instintivamente, y bastó con que solo deslizara un par de ellos en su interior para escuchar aquel primer grito lleno de urgencia.—¡Javier...!—Dime, muñeca, ¿qué pasa? —susurró él contra la piel de su cuello, mientras una de sus manos iba a cerrarse sobre sus nalgas y la otra se dedicaba a excitarla hasta el infinito. —¡Tú pasas! —jadeó e