DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 14. ¡Lo siento!Era como un maldito deja vú, como una soga alrededor de su cuello, como volver en el tiempo solo que aún peor, porque hacía nueve años Javier inhalaba coca pero no se pinchaba nada. ¿Entonces todo era una mentira? ¿Cómo era posible que...? ¿Cómo era posible que se viera tan sano si se estaba drogando? ¿Cómo...?Las lágrimas le subieron a los ojos en un solo segundo pero en el mismo momento en que le dio la espalda a la casa para alejarse escuchó aquella maldición llena de dolor, que venía acompañada de un jadeo ahogado.—¡Te lo estoy diciendo y no me escuchas! ¡Al menos un relajante muscular tienes que ponerte! ¡El dolor no se va a ir solo! —lo regañó la mujer.—Con la fisioterapia... —intentó defenderse él.—¡La fisioterapia no es suficiente, cabeza dura! A veces te logro acomodar un poco pero no soy Dios. Estas crisis solo se controlan con antiinflamatorios y analgésicos —lo reconvino la mujer—. Ahora, ¿me quieres decir qué burrada hicist
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 15. Sentimientos a mediasEra imposible que aquellas lágrimas no se le salieran, por un segundo había revivido aquel terror de verlo drogarse y cómo se ponía después, pero también le daba demasiado remordimiento pensar eso de él, cuando era evidente que había hecho hasta lo imposible por darle un giro drástico a su vida.—Lo siento... —susurró y sintió que su piel se estremecía cuando los labios de Javier rozaron ese espacio neutral bajo su oreja, subiendo por su mejilla y por su sien mientras le daba la vuelta y la abrazaba.—No es tu culpa, no te dejé precisamente buenos recuerdos —murmuró estrechándola con toda la fuerza que podía usar sin lastimarse más.—Pero yo no debí pensar... no está bien... tú eres diferente ahora... —suspiró Ximena ocultando la cara en su pecho y Javier sintió que aquel calor extraño se expandía por su cuerpo.Ximena había sido su primer amor, eso no valía la pena ni negarlo, y quizás por todo lo que había sucedido después tambi
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 16. Una propuesta.Ximena ni siquiera sabía qué decir. No podía alargar su viaje a Villahermosa indefinidamente, y a Javier lo estaba matando la contrariedad que veía en su expresión.—Lo siento —le dijo mientras salían de la notaría—. Ya sabes cómo es el verano aquí, la mitad del país está de vacaciones y la otra mitad quiere estarlo, así que por estas fechas las cosas se complican un poco. —Sí, lo sé —suspiró Ximena—. El problema es que no puedo ausentarme indefinidamente del despacho. Pedí una semana de vacaciones, ¡pero al final tengo un jefe, trabajo para alguien! Javier respiró hondo y ni siquiera necesitaba preguntarlo, porque podía recordar perfectamente que había conocido a Ximena mientras dibujaba dramáticamente un puente al atardecer, y lo primero que le había llamado la atención era su capacidad no solo para copiarlo sino para transformarlo después.—Bueno... ¿Y has pensado en trabajar de manera independiente? —le preguntó rascándose la nuca.
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 17. ChispasXimena sentía que el corazón se le aceleraba un poquito más cada vez que lo veía, y por desgracia sabía que no había forma de evitar eso, porque las cosas que había sentido una vez por Javier habías sido demasiado grandes como para olvidarlas por completo.La idea de trabajar con él en un proyecto tan grande la hacía dudar a cada segundo, el problema era que verlo le hacía olvidar todas las dudas. Así que al día siguiente cuando llegó a la clínica, su primer pensamiento fue que Javier se había vuelto loco, porque en lugar de un Jeep o una cuatrimoto, lo que había esperándola eran un par de caballos.—¡Ni de broma! ¡Pero claro que no! —exclamó girándose en redondo y Javier la retuvo de un brazo, muerto de risa.—Muñeca, hay lugares que no tienen paso para las cuatrimotos —le avisó—, solo podríamos rodear la zona a caballo. Vamos, no seas miedosa, si Calíope es un amor.Pero por más que Ximena mirara a la yegua, no había forma de convencerla.—Ca
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 18. ¿Confías en mí?Y era terrible, precisamente era terrible porque era cierto. El calor afuera era insoportable en el verano, pero el calor que había entre ella y Javier era muy diferente.Todo en su cuerpo vibraba cuando lo tenía cerca, aunque era obvio que los dos estaban haciendo un esfuerzo por controlarse hasta el infinito. —Javier...—Sí... este... mejor vamos a seguir... —jadeó él porque no podía negar que todo, absolutamente todo en su cuerpo estaba despertando y aquel no era el momento ni el lugar.Recorrieron un estimado de unas diez hectáreas mientras él iba contándole más o menos lo que quería para aquel proyecto, y quizás tenía razón, porque Ximena no tardó nada en captar su idea.—¿Ahora vas a dejar hablar a la sabionda? —preguntó ella tratando de girarse para mirarlo, pero Javier solo subió una de sus piernas con un movimiento fluido y la hizo darse la vuelta.—Dispara.—Bueno... hay muchas cosas que se pueden hacer de las que quieres y o
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 19. ConsecuenciasPor desgracia no había una respuesta fácil para eso, porque Ximena sabía que decirle que sí al proyecto la pondría en un contacto directo y constante con Javier, y si no habían podido evitar hacía nueve años cuando los dos eran un desastre, ¿cómo iban a evitarse ahora que eran un par de adultos completamente conscientes uno del otro?—Dame tres días —le pidió mirándolo a los ojos—. Déjame ver si soy capaz de diseñar lo más escabroso de la clínica, y luego veremos qué sucede.Javier asintió con el corazón medio nervioso y medio aliviado, porque sabía muy bien que ella iba a poder hacer cualquier cosa; así que solo media hora después cabalgaban de regreso a la hacienda.Para ella su sonrisa fue tranquilizadora, pero Ximena estaba a punto de irse a su casita cuando recordó que iba a necesitar algunos materiales si quería comenzar a dibujar, y regresó para preguntarle dónde en Villahermosa podía comprarlos, cuando lo vio detenerse junto a un
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 20. Tres díasTuvo que sentarse, no tenía más opción. Así que se apoyó en la primera jardinera que vio y se sentó en aquel borde de cemento sin importarle que la tierra de adentro la ensuciara.—Yo no... no sabía —murmuró y Nuria se sentó a su lado con un suspiro cansado.—Porque ese condenado va pregonando cualquier cosa menos el bien que ha hecho —rezongó—. Me salvó la vida, pero esa bala pasó muy cerca de su columna y se llevó por delante algunos ligamentos que no pueden recuperarse. La mayoría del tiempo está bien, incluso puede levantar sus pesos y sus cosas, pero parece que derribar al chico el otro día lo hizo entrar en crisis y no quiere inyectarse. Ximena respiró profundo y trató de entender por qué no querría, aunque para alguien como él posiblemente fuera más un castigo autoimpuesto que otra cosa.—¿Crees que tenga miedo de recaer? —le preguntó a la mujer y la vio negar.—No, la verdad no lo creo. La mayoría de los analgésicos que podemos usar
DONDE HUBO FUEGO. CAPÍTULO 21. Una idea y un infiernoJavier despegó los labios para tomar aire, porque ni siquiera sabía cómo responderle a eso. Habría hecho casi cualquier cosa para que ella no se fuera, pero no podía permitir que se quedara solo por lástima.—Ximena, confío en ti con mi vida —le dijo con sinceridad—. Pero soy un adulto funcional, testarudo pero funcional. No tienes que...—No te debo nada, ya lo sé muy bien —respondió ella—. Pero eso no cambia el hecho de que eres importante para mí y que quiero verte bien. Además, solo tengo tres días para terminar esa idea de las habitaciones de desintoxicación y lograr que te gusten, así que pensé que lo mejor sería que te aprovechara. Ya sabes, te quedas conmigo a tiempo completo...—Déjame adivinar: yo hago reposo en la cama, tú trabajas en el sofá, y pedimos comida de la calle todos los días —murmuró él levantando una ceja divertida porque ya habían usado algunas versiones alternativas de esa misma propuesta cuando eran chico