CAPÍTULO 100. Demasiado cansancio—Estamos en un cese a las hostilidades, Samuel... —intentó detenerlo Naiara sin mucho éxito—. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa... Y otra cosa es...—¡Es otra cosa, renacuajo! ¡Es otra cosa!... —murmuró Samuel desesperado mientras su boca recorría el cuello de su esposa, dejando un camino de besos disco suave sobre sus pechos, antes de levantarla por la cintura ya salen radar las piernas alrededor de sus caderas.Y a esas alturas era demasiado evidente que ninguno de los dos sabía lo que estaba diciendo.Ni siquiera se habían molestado en ver la casa por dentro, en buscar su habitación, o en aquel hermoso protocolo de imaginar dónde demonios pondrían sus muebles. Porque la verdad era que lo único que Samuel podía imaginar en aquel momento era a Naiara sobre el suelo de madera, desnuda, y gimiendo.—No me acuerdo de cuál era el cuarto... —susurró ella mientras enredaba los dedos en su cabello para atraerlo hacia su boca.Y ni siquiera iba a intent
CAPÍTULO 101. Rápido y en silencioPara el momento justo en que Sergio abrió la puerta de aquel camión, Samuel todavía tenía la frente pegada al volante, y trataba de encontrar el ánimo correcto para atravesar el día sin que aquello lo volviera loco.—¿Qué pasó? —Fue la única pregunta medio asustada de su amigo—. No me digas que te pasó algo con Naiara, ¡pensé que te las cosas iban bien!Samuel se echó atrás respirando profundo y luego lo miró con incertidumbre, porque honestamente no sabía si reírse o ponerse a llorar.—Las cosas están bien con Naiara por ahora —murmuró—. Al menos hasta que se dé cuenta de que está embarazada.—¿Quééééé? —Sergio le abrió mucho los ojos mientras tiraba de la manga de su camisa para sacarlo del camión—. ¿Cómo que embarazada, Samuel, estás loco?—Pues honestamente quisiera, o al menos quisiera estar un poco equivocado, pero lo dudo. Lleva unos cuantos días bastante cansada, trae las hormonas por las nubes, y apenas puede levantarse por la mañana. Hoy ca
CAPÍTULO 102. Hay algo más ahí abajo—Creo que se están confundiendo… —fueron las primeras palabras que salieron de su boca y Samuel levantó una ceja divertida, porque en aquel punto ya no tenía ningún caso que lo negara—. Yo no soy...—Usted es el licenciado González, que se encargaba de la evaluación del suelo y manto acuífero cada vez que se solicitaba la perforación de pozos en los pueblos de Villahermosa y aledaños.El hombre trató de cerrar la puerta apresurado, pero una mano violenta de Sergio se interpuso.—¡Váyanse ahora mismo si no quieren que llame a la policía! —los amenazó el hombre, pero eso solo hizo que la expresión de Samuel se convirtiera en piedra.—¡Háganos el favor, entonces! —gruñó por lo bajo mirándolo a los ojos con expresión amenazante—. Por favor de llamar a la policía, y así de paso les explica como estuvo involucrado en una evaluación fraudulenta hace quince años, una evaluación que llevó al incendio de El Mirador, y a un sustancioso soborno de parte del se
CAPÍTULO 103. Un presentimientoSamuel sentía que el pecho le latía con demasiada fuerza. Terminar de hablar con el señor González fue cuestión de pocos minutos, pero si era honesto la verdad era que no tenía ni la más mínima idea de qué debía hacer en aquel momento.Ahora sabía la verdad, ahora sabía el motivo de la obsesión de su padre con El Mirador, pero ¿cuáles eran sus opciones?—No sé si me asusta o no que estés tan callado —murmuró Sergio mientras conducía todo el camino de regreso.—Es que no sé qué hacer —declaró Samuel con sinceridad—. Ahora sé que todo se trata de dinero, solo que en una escala muchísimo mayor de lo que había imaginado. Ahora sé que mi padre hará lo que sea y un poco más por conseguir El Mirador, pero no sé qué hacer exactamente con esta información. ¿Denunciarlo? Después de quince años nadie me creería que él fue el responsable del incendio de la finca hace tanto tiempo. ¿Pedirle al señor González que declare en su contra? Eso solo serviría para demostrar
CAPÍTULO 104. Un hombre demasiado perdidoQue Samuel tuviera todas las respuestas era sin duda algo importante para ella, pero en aquel momento había otras cosas que le preocupaban más a Naiara, como el hecho, por ejemplo, de que su familia todavía no se hubiera ido de regreso a Estados Unidos a pesar de que les había dejado muy claro que no los quería cerca.Ya no había absolutamente ninguna interacción entre ellos, pero el hecho de que los Bravo aún no se hubieran largado de Villahermosa, solo podía significar que todavía estaban planeando algo, que todavía creían que tenían oportunidades, que todavía se estaban confabulando con Francisco Leal para quitarles El Mirador a ella y a su abuelo.Esa mañana como todas las demás le fue difícil levantarse, le fue difícil ponerse en pie sin que aquellas náuseas se apoderaran de ella, y para el momento en que llegó a la cocina se dio cuenta de que Rosy se le quedaba mirando con expresión extrañada.—¿Qué pasó, dormiste mal? —le preguntó Naiar
CAPÍTULO 105. Una búsqueda desesperadaEl corazón de Samuel probablemente latía con más fuerza que el de un caballo de tiro. Escuchar a Rosy gritar que se le había perdido, que Naiara se le había perdido, quizás no era tan difícil como oír la forma en que una de las dependientas de la cafetería gritaba su nombre.—¡El período de la señora Bravo! ¿¡Señora Bravo? ¡El pedido de...!Samuel entró corriendo a la cafetería dándose cuenta que ni eso había alcanzado a llevarse y miró alrededor, a quienes todavía estaban esperando sus órdenes cerca del mostrador.—¡Naiara Bravo! —gritó llamando la atención de todos, y de inmediato las miradas de las personas alrededor se concentraron en él—. Naiara Bravo estaba justo aquí hace unos minutos, ¿alguien puede decirme a dónde fue? ¿Alguien la vio?A su lado Sergio, que tenía solo la cabeza un poco más fría, sacó su teléfono con una foto que les había tomado a Naiara y a Samuel pocos días antes y se le enseñó a la gente.—Es ella ¿alguien la ha visto
CAPÍTULO 106. ConfabulaciónPara el momento en que Naiara volvió a abrir los ojos, el dolor de cabeza que tenía era atroz, y el sol estaba ya lo suficientemente alto en el cielo como para que en aquel sitio hubiera demasiado calor.Apenas logró enfocar la vista se dio cuenta de que estaba en el asiento trasero de un auto, presumiblemente ese contra el que Justin había hecho rebotar su cabeza.Y no pudo evitar que su mente se regodeara en aquel primer pensamiento.“Samuel lo va a matar”.Sin embargo aunque estaba mareada, le fue del todo imposible llevarse una mano hacia aquel lado de su frente donde se había golpeado, y solo entonces se dio cuenta de que tenía las manos atadas. No solo las manos, sus piernas también estaban atadas y estaba encogida casi en posición fetal en aquel asiento trasero.En un segundo el corazón se le disparó en el pecho, pero apenas sintió unas voces acercándose, tuvo buen cuidado de volver a cerrar los ojos y tratar de parecer tan desmayada como hasta hacía
CAPÍTULO 107. Un hombre descartable—¡Honestamente no sé quién está más loco o es más idiota! —rugió Francisco por lo bajo mirando a Rafael—. ¿De verdad vas a dejar que este imbécil se lleve a tu hija a Estados Unidos?El hombre frente a él frunció el ceño en un segundo y lo miró como si estuviera demasiado escaso de moral como para hacerle aquel reclamo.—¿Y a ti desde cuándo te importa la seguridad de mi hija? —escupió con molestia.—¡No, si es que a mí la seguridad de tu hija me importa un cuerno, lo que me importa es tener a la maldit@ policía en la puerta de mi casa buscándola, y puedo asegurarte que Samuel es un perro de presa cuando se trata de ella, y que no va a descansar hasta encontrarla!Los ánimos estaban sobradamente caldeados, pero eso no significaba que Francisco Leal fuera tonto como para tomar malas decisiones. Después de todo, había logrado evadir la justicia durante quince años, y jamás había pagado por ninguno de sus crímenes, que eran bastantes y ninguno pequeño.