CAPÍTULO 108. Un hombre peligrosoAlgo tenía metido en el cuerpo, y definitivamente no algo bueno, porque Javier se movía de un lado al otro de aquella pequeña casucha, inquieto, mientras una amplia sudoración se dibujaba en el borde de su frente.—Esto no está bien... ¡Maldición, esto no está bien, no está bien! —exclamó cerrando los dedos en su cabello con tanta fuerza que por un segundo Naiara creyó que se los iba a arrancar.Miró alrededor, tratando de acostumbrar la vista a aquella penumbra, porque la casucha solo tenía una ventana y estaba cerrada. La única luz entraba por la puerta abierta y tampoco era mucha.—Por supuesto que está mal, Javier, tú lo sabes también como yo —dijo Naiara intentando controlar las lágrimas que tenía en el borde de los ojos, porque su padre y Francisco eran un par de desgraciados, Justin era un sinvergüenza de lo peor, pero el hombre que tenía frente a ella en aquel momento estaba simplemente drogado, y eso lo hacía en extremo inestable y peligroso.
CAPÍTULO 109. Sobreviviendo al infiernoAquella era la peor versión posible del tipo borracho llamando a las tres de la madrugada a la mujer que lo había abandonado. Solo que este tipo borracho en particular tenía que haber perdido la cabeza por completo, o tener algún delirio de poder como para imaginar que podía secuestrarla, subirla a un avión, hacerla cruzar todo el océano, para luego casarse con ella frente a toda su familia, como si solo con el simple hecho de estar de regreso en América, fuera a conseguir que Naiara lo perdonara y accediera a casarse de nuevo con él.La muchacha lo miró aturdida, pero se cuidó mucho de recordarle que ella ya estaba casada con otra persona, porque en aquel estado en que estaba Justin, se podía razonar con él mucho menos que con el yonqui que estaba afuera.—¡Maldición! ¿No me vas a decir nada? —gruñó su ex después de algunos minutos de silencio, desesperándose.—¿Y qué quieres que te diga? —replicó Naiara con incomodidad.—¡Pues lo que piensas!
Quizás había un momento especial para que un hombre perdiera la razón, o quizás no había que perder la razón para tomar malas decisiones, porque con el respaldo de unas cuantas botellas de alcohol, o con una abstinencia de él, era demasiado fácil que el cerebro dejara de funcionar claramente.Sin embargo aunque aquella cuatrimoto había regresado a la casa a toda prisa, traqueteando por el camino de tierra y amenazando con volcarse de cuando en cuando en las curvas, Justin llegó diez minutos después de la casa, solo para encontrarse con el terrible espectáculo de tres patrullas de policía.¿¡Cómo se le había ocurrido a Francisco Leal mandarlo a llamar cuando era evidente que la policía estaba en la casa buscando a Naiara!?Sin embargo ya no le daba tiempo de volver a encender la cuatrimoto y largarse de allí, porque el ruido enseguida atraería la atención de la gente, así que se ocultó lo más rápido que pudo en la pequeña caseta de la piscina en el fondo de la propiedad, y aun así era
CAPÍTULO 111. Un hombre desesperadoY no era precisamente una metáfora. Francisco Leal abrió los ojos desmesuradamente en el mismo momento en que el capitán de la policía le hizo un gesto a uno de sus hombres, y de una de las camionetas vio que bajaba la patrulla canina con tres animales.—Tenemos perros —confirmó el jefe de la policía, al que Francisco solo había conseguido terminar de exasperar con aquella amenaza de que conseguiría que lo despidieran de su puesto—. Y debo decir que la patrulla canina es el orgullo de la policía de Villahermosa, expertos sobre todo en encontrar personas perdidas en estos cerros, así que no les será nada difícil rastrear el olor nauseabundo que dejó Justin Baker en algunas prendas de su habitación de alquiler.Francisco retrocedió vivamente mientras el corazón comenzaba a latirle con fuerza, porque el hecho de que rastrearan a Justin Baker era lo mismo que rastrear a la puñetera hija de Rafael Bravo dentro de su propiedad. Pero antes de que pudiera d
CAPÍTULO 112. EscapandoPodía temblar, suplicar y llorar, pero aun así nada de eso cambiaría la situación tan terrible en la que estaba. Naiara sentía el cuerpo absolutamente débil, y no tenía idea de si era por el golpe que se había dado en la cabeza, por la tensión que estaba pasando, o simplemente por el asco que la había hecho vomitar lo poco que había comido ese día.Y la verdad era que por desgracia todo dependía de un hombre que no estaba en sus cinco sentidos, y que miraba aquel teléfono medio espantado y medio decidido, mientras permanecía arrodillado frente a ella.—¡Javier, escúchame! ¡Ahora estamos en peligro los dos! ¡Estamos en peligro ¿entiendes?! —le reclamó Naiara una vez más, intentando llamar su atención lo suficiente como para que reaccionara—. ¡Mírame a los ojos! ¡Mírame! —Y contuvo el aliento en el mismo momento en que los ojos enrojecidos de su cuñado se clavaron en ella—. ¡Todavía estamos a tiempo, todavía estamos a tiempo de que seas el héroe en esta historia,
CAPÍTULO 113. Un sacrificio inesperadoEstaba asustada y era imposible negar eso.Tenía tanto miedo, tanto miedo de lo que pudiera pasar con Justin, que sentía que apenas era capaz de tomar aliento.Hubiera querido salir corriendo lo más lejos posible, pero para empezar no tenía las fuerzas suficientes, y para seguir, en el mismo momento en que se hubiera movido, el entorno estaba tan terriblemente tranquilo que Justin se habría dado cuenta de dónde estaban.Javier seguía sujetándola en aquel nicho de piedras y poniéndose el dedo índice contra los labios, para avisarle que por favor hiciera silencio. Estaban en peligro los dos, porque al menos él estaba medio drogado, pero era evidente que Justin estaba mal de la cabeza, porque de lo contrario no hubiera creído que conseguiría nada de Naiara secuestrándola.—No te muevas... No te muevas —susurró Javier por lo bajo, pero hasta le daba miedo sacar la cabeza para averiguar hacia dónde demonios había ido Justin, así que los dos se quedaro
CAPÍTULO 114. EN MEDIO DE LA OSCURIDAD.Una de las opciones era simple, subir a Javier a una de las cuatrimotos y ponerlo a buscar como todo el mundo, el problema era que Samuel lo había visto drogado tantas veces, que sabía muy bien que en aquel momento su mente no estaba del todo clara.—Quédate aquí —le dijo con el corazón acelerado—. Si de verdad Naiara está cerro abajo, entonces vamos a rezar por encontrarla antes de que caiga la noche, o de lo contrario las cosas pueden llegar a ponerse muy difíciles.Y la verdad era que a Samuel le dolía hasta pensarlo, pero lo que más estaba martillándole en el pecho, era la desesperación de saber que Naiara quizás debía estar aturdida, quizás estaba herida, y que todo aquello no sólo podía afectarla a ella sino también el embarazo. La verdad era que no estaba seguro de si Naiara se había dado cuenta o no, pero en cualquier caso, si todo aquello que estaba sucediendo llegaba a lastimarla, entonces las consecuencias serían terribles para los do
CAPÍTULO 115. Una confirmaciónEl corazón de Samuel era como una bomba, listo para estallar, sin embargo no se detuvo ni por un minuto mientras la jefa de la Unidad Canina le señalaba el camino.Sabía muy bien cómo había llegado a aquel punto de desesperación, pero en el mismo momento en que las linternas apuntaron hacia las figuras nerviosas de los perros, sintió como si el mundo se estuviera hundiendo sus pies, porque Naiara estaba inconsciente y no se veía bien.Corrió para llegar a ella tan rápido como pudo, y derrapó a un costado de su cuerpo, levantándola contra él mientras intentaba despejarle la frente de cabello y de pequeñas hojas y tierra que se le habían pegado por el sudor.—¡Naiara, por Dios, contéstame! —la llamó con aquel nudo en la garganta que apenas lo dejaba respirar—. ¡Vamos, renacuajo, mírame, mírame! ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí! —gritó desesperado mientras todos se acercaban a ellos.—¿Está viva? ¡Por Dios tiene que estar viva! —murmuró la señora a cargo de los