CAPÍTULO 113. Un sacrificio inesperadoEstaba asustada y era imposible negar eso.Tenía tanto miedo, tanto miedo de lo que pudiera pasar con Justin, que sentía que apenas era capaz de tomar aliento.Hubiera querido salir corriendo lo más lejos posible, pero para empezar no tenía las fuerzas suficientes, y para seguir, en el mismo momento en que se hubiera movido, el entorno estaba tan terriblemente tranquilo que Justin se habría dado cuenta de dónde estaban.Javier seguía sujetándola en aquel nicho de piedras y poniéndose el dedo índice contra los labios, para avisarle que por favor hiciera silencio. Estaban en peligro los dos, porque al menos él estaba medio drogado, pero era evidente que Justin estaba mal de la cabeza, porque de lo contrario no hubiera creído que conseguiría nada de Naiara secuestrándola.—No te muevas... No te muevas —susurró Javier por lo bajo, pero hasta le daba miedo sacar la cabeza para averiguar hacia dónde demonios había ido Justin, así que los dos se quedaro
CAPÍTULO 114. EN MEDIO DE LA OSCURIDAD.Una de las opciones era simple, subir a Javier a una de las cuatrimotos y ponerlo a buscar como todo el mundo, el problema era que Samuel lo había visto drogado tantas veces, que sabía muy bien que en aquel momento su mente no estaba del todo clara.—Quédate aquí —le dijo con el corazón acelerado—. Si de verdad Naiara está cerro abajo, entonces vamos a rezar por encontrarla antes de que caiga la noche, o de lo contrario las cosas pueden llegar a ponerse muy difíciles.Y la verdad era que a Samuel le dolía hasta pensarlo, pero lo que más estaba martillándole en el pecho, era la desesperación de saber que Naiara quizás debía estar aturdida, quizás estaba herida, y que todo aquello no sólo podía afectarla a ella sino también el embarazo. La verdad era que no estaba seguro de si Naiara se había dado cuenta o no, pero en cualquier caso, si todo aquello que estaba sucediendo llegaba a lastimarla, entonces las consecuencias serían terribles para los do
CAPÍTULO 115. Una confirmaciónEl corazón de Samuel era como una bomba, listo para estallar, sin embargo no se detuvo ni por un minuto mientras la jefa de la Unidad Canina le señalaba el camino.Sabía muy bien cómo había llegado a aquel punto de desesperación, pero en el mismo momento en que las linternas apuntaron hacia las figuras nerviosas de los perros, sintió como si el mundo se estuviera hundiendo sus pies, porque Naiara estaba inconsciente y no se veía bien.Corrió para llegar a ella tan rápido como pudo, y derrapó a un costado de su cuerpo, levantándola contra él mientras intentaba despejarle la frente de cabello y de pequeñas hojas y tierra que se le habían pegado por el sudor.—¡Naiara, por Dios, contéstame! —la llamó con aquel nudo en la garganta que apenas lo dejaba respirar—. ¡Vamos, renacuajo, mírame, mírame! ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí! —gritó desesperado mientras todos se acercaban a ellos.—¿Está viva? ¡Por Dios tiene que estar viva! —murmuró la señora a cargo de los
CAPÍTULO 116. En riesgoY los instintos del médico estaban perfectamente alineados con el universo, porque en el momento en que Samuel entró en aquella pequeña habitación de Urgencias, Naiara estaba precisamente abriendo los ojos, pero la desorientación que tenía y todos aquellos rostros extraños solo la hicieron intentar moverse desesperada, sin darse cuenta de que se estaba haciendo daño.—¡Tranquila, renacuajo, mírame, soy yo! ¡Soy yo! —exclamó él sujetando su cara entre las manos y tratando de que los ojos de la muchacha se enfocaron—. Estás a salvo, te encontramos. Mírame, renacuajo, mírame, todo está bien, estás a salvo, estás conmigo...Samuel no pudo evitar que sus ojos se humedecieran en el mismo momento en que los de Naiara se llenaban de lágrimas y aquel sollozo lleno de angustia escapó de su pecho. Solo Dios sabía el miedo tan grande que había pasado, solo Dios sabía que aquella angustia de no tener idea de qué estaba sucediendo, o de si la iban a lastimar o no, o de cuánt
CAPÍTULO 117. Una visita desagradableLo principal era que Naiara estuviera tranquila, Samuel lo sabía, como también sabía que si algo llegaba a sucederle al abuelo, no habría forma de que alguien pudiera evitarle un dolor inimaginable. El abuelo era lo único que a Naiara le quedaba aparte de él mismo, así que bajo ningún concepto Samuel iba a permitir que algo le sucediera al anciano. Por supuesto que su primera llamada fue para Joaquín, y por desgracia la respuesta que recibió no era precisamente una tranquilizadora.—¡¿Cómo que ya te fuiste? —gruñó con impaciencia.Últimamente parecía que aquella familia del corazón se solidificaba, porque con todo lo que estaba sucediendo Joaquín, Rosy o Sergio siempre estaban rondando El Mirador para asegurarse de que el abuelo estuviera bien. Sin embargo en aquel instante específicamente, el abuelo mismo le había pedido que se marchara.—Mira, no estoy propiamente dentro de la casa, el señor Félix me pidió que saliera en cuanto llegó su hijo, pa
CAPÍTULO 118. Un hombre sin límitesY a pesar de que el abuelo ya sabía muy bien que su hijo no era la mejor persona del mundo, a pesar de que sabía que había estado involucrado en el incendio de hacía quince años, a pesar de saber que era avaricioso, que no tenía límites, al menos no había esperado que fuera tan cruel con sus propias hijas. Sin embargo era evidente que se había equivocado.Así que solo cerró los ojos llevándose una mano al pecho y tratando de calmarse, porque con todo lo que estaba pasando era muy probable que le diera otro maldito infarto, y él no podía permitirse faltarle a su nieta.—Entonces no me equivoqué... —murmuró por lo bajo mientras Samuel lo miraba con preocupación, porque lo último que quería era que se pusiera malo de salud—. No viniste por ningún acta de nacimiento...—No, vino a buscar el pasaporte de Naiara, ¡para que Justin pudiera sacarle en un avión del país! —sentenció Samuel y los otros dos hombres en aquella habitación abrieron mucho los ojos,
CAPÍTULO 119. Desvelando secretosEl pobre señor Félix de verdad sentía que esta vez le iba a dar algo, pero por una causa completamente buena. Samuel había tenido que decírselo todo, absolutamente todo comenzando por sus sospechas de que Naiara estaba embarazada y su posterior confirmación.Por supuesto de que el hecho de que aquel embarazo estaba en riesgo asustaba al abuelo, sin embargo al parecer tenía mucha más fe por todos sus años de experiencia que Samuel en medio de su angustia.—No pienses lo peor. ¡De verdad te lo digo no pienses lo peor! —lo reconvino el señor Félix mientras llegaban al centro de salud—. Naiara es fuerte, de verdad no tienes idea de lo fuerte que es esa chiquilla, ha sobrevivido a muchas cosas. Así que debes tener confianza en ella, va a salir de esto y tu hijo también. Te aseguro que todos vamos a salir de esto con bien —sentenció palmeándole el hombro y carraspeó estirándose la camisa con cuidado para parecer lo más pulcro y tranquilo posible cuando vier
CAPÍTULO 120. Un momento feliz en la tormentaIncuestionablemente, aquella sí que era una noticia difícil de procesar. El abuelo Félix no entendía mucho sobre todas esas cosas de ingeniería, pero sí tenía muy claro lo que era un metal precioso, y también que algunos eran tan raros que costaban mucho dinero.—¡Esto es como si hubiera oro o algo así ¿no?! —le preguntó a Samuel.—Un poco más intenso que eso, abuelo —dijo el muchacho—. El rodio ha llegado a cuatriplicar o quintuplicar el precio del oro en varias ocasiones. Así que estamos hablando de una fortuna inmensa.El abuelo miró a su nieta y la verdad era que ninguno de los dos sabía exactamente qué decir.Podía parecer una bendición, pero durante los últimos quince años aquel yacimiento se había convertido en la maldición no conocida de la familia Bravo.—Yo... honestamente ni siquiera sé qué hacer con esa información —murmuró la muchacha y Samuel alcanzó el dorso de su mano para besarla.—Nada, no tienes que hacer nada y menos ah