CAPÍTULO 118. Un hombre sin límitesY a pesar de que el abuelo ya sabía muy bien que su hijo no era la mejor persona del mundo, a pesar de que sabía que había estado involucrado en el incendio de hacía quince años, a pesar de saber que era avaricioso, que no tenía límites, al menos no había esperado que fuera tan cruel con sus propias hijas. Sin embargo era evidente que se había equivocado.Así que solo cerró los ojos llevándose una mano al pecho y tratando de calmarse, porque con todo lo que estaba pasando era muy probable que le diera otro maldito infarto, y él no podía permitirse faltarle a su nieta.—Entonces no me equivoqué... —murmuró por lo bajo mientras Samuel lo miraba con preocupación, porque lo último que quería era que se pusiera malo de salud—. No viniste por ningún acta de nacimiento...—No, vino a buscar el pasaporte de Naiara, ¡para que Justin pudiera sacarle en un avión del país! —sentenció Samuel y los otros dos hombres en aquella habitación abrieron mucho los ojos,
CAPÍTULO 119. Desvelando secretosEl pobre señor Félix de verdad sentía que esta vez le iba a dar algo, pero por una causa completamente buena. Samuel había tenido que decírselo todo, absolutamente todo comenzando por sus sospechas de que Naiara estaba embarazada y su posterior confirmación.Por supuesto de que el hecho de que aquel embarazo estaba en riesgo asustaba al abuelo, sin embargo al parecer tenía mucha más fe por todos sus años de experiencia que Samuel en medio de su angustia.—No pienses lo peor. ¡De verdad te lo digo no pienses lo peor! —lo reconvino el señor Félix mientras llegaban al centro de salud—. Naiara es fuerte, de verdad no tienes idea de lo fuerte que es esa chiquilla, ha sobrevivido a muchas cosas. Así que debes tener confianza en ella, va a salir de esto y tu hijo también. Te aseguro que todos vamos a salir de esto con bien —sentenció palmeándole el hombro y carraspeó estirándose la camisa con cuidado para parecer lo más pulcro y tranquilo posible cuando vier
CAPÍTULO 120. Un momento feliz en la tormentaIncuestionablemente, aquella sí que era una noticia difícil de procesar. El abuelo Félix no entendía mucho sobre todas esas cosas de ingeniería, pero sí tenía muy claro lo que era un metal precioso, y también que algunos eran tan raros que costaban mucho dinero.—¡Esto es como si hubiera oro o algo así ¿no?! —le preguntó a Samuel.—Un poco más intenso que eso, abuelo —dijo el muchacho—. El rodio ha llegado a cuatriplicar o quintuplicar el precio del oro en varias ocasiones. Así que estamos hablando de una fortuna inmensa.El abuelo miró a su nieta y la verdad era que ninguno de los dos sabía exactamente qué decir.Podía parecer una bendición, pero durante los últimos quince años aquel yacimiento se había convertido en la maldición no conocida de la familia Bravo.—Yo... honestamente ni siquiera sé qué hacer con esa información —murmuró la muchacha y Samuel alcanzó el dorso de su mano para besarla.—Nada, no tienes que hacer nada y menos ah
CAPÍTULO 121. No es demasiado tardeNaiara de verdad no quería alterarse, pero no podía evitar que hablar de aquel tema no le exacerbara todos los terribles recuerdos del día anterior.—Me imagino que Samuel le habrá contado que el señor Francisco fue detenido en su propia casa apenas comenzamos la investigación, y nos dimos cuenta de que estaba involucrado —siguió explicándole el jefe de la policía—. Lo primero que hicimos fue rastrear el auto de renta que estaba a nombre de Justin Baker, y aunque debo confesarle que a mí me sorprendió la ubicación en la que lo encontramos... Samuel siempre pareció convencido de que su padre estaría involucrado en su secuestro.—Y no se equivocó —sentenció la muchacha mientras sus ojos se humedecían—. Él no que el autor del secuestro, pero sí fue un cómplice muy activo.El jefe de la Policía miro a Samuel y luego el médico que estaba allí, como si no estuviera muy seguro de alterar a Naiara de aquella forma, pero tenía a los abogados de Francisco Lea
CAPÍTULO 122. ¡Eso se acabó!Por supuesto que las celdas de la estación de policía de Villahermosa eran tan horribles como las de cualquier otro lugar, eso sin contar con el trágico hecho de que tras las treinta y seis horas de arresto inicial, era fin de semana y por supuesto que a los detenidos por el secuestro de Naiara, se le habían sumado en las celdas unos cuantos borrachos o busca pleitos que habían arrestado en los antros del pueblo.En el mejor de los casos apestaban a alcohol y se pasaban la mitad de la noche hablando solos o gritando para que los sacaran de allí. En el peor de los casos se hacían encima y entonces el hedor era por completo insoportable, en especial para un par de ricachones remilgados como Rafael o Francisco.Por supuesto que no los habían dejado comunicarse el uno con el otro, y por supuesto que los abogados de Francisco habían estado intentando sacarlo desde el primer momento, sin embargo no era tan simple, pues el jefe de la policía había decidido ejerce
CAPÍTULO 123. Un decisión importante.Había verdades que no podían negarse y el hecho de que él jamás había tenido un buen contacto con su hermano era una realidad. Samuel era el mayor de los dos, y aunque se suponía que debía cuidar de Javier, su hermano no pasaba de los seis o siete años cuando su vida se había sumergido en aquel caos.Había dejado de prestarle atención a todos, especialmente a su propia familia, y toda su atención se había volcado en convertirse en un bombero forestal, en expiar aquella culpa por la muerte de la abuela Julia que lo estaba carcomiendo. Y no era descabellado decir que eso también había hecho que se separara de Javier.Samuel no entendía por qué su hermano besaba el suelo por donde su padre caminaba, pero tampoco se había encargado de decirle toda la verdad, porque para empezar no estaba muy seguro de que le creyera, y para seguir sentía que Javier era demasiado inestable como para hacer algo al respecto, especialmente si ese algo era rebelarse contra
CAPÍTULO 124. La familia equivocada.Decir que Javier estaba por completo descolocado era poco. La verdad era que en algunos momentos pensaba que se había vuelto a perder con la droga y estaba soñando todo aquello. La gente era amable con él... o sea su hermano... y la familia de su hermano... y los amigos... ¡La gente era amable con él y eso definitivamente tenía que ser un sueño!Sin embargo un par de aquellas palmadas cariñosas y toscas de su hermano lo devolvieron a la realidad desde sus pensamientos, para darse cuenta de que en efecto no estaba soñando.—Javier —lo llamó Naiara para que se acercara a la cama—. Lamento que hayamos tardado en sacarte de la cárcel. Te prometí que les diría a todos la verdad de inmediato, pero estaba... Bueno no estaba precisamente consciente como para poder hablar.—No pasa nada. Supongo que después de todo me hacía falta un par de días ahí, con el resto de los vagabundos de esta ciudad —murmuró Javier entre dientes porque le daba demasiada pena dec
CAPÍTULO 125. Una mujer malvadaY a pesar de todo Naiara no se arrepentía ni de una sola de esas palabras, aunque estaba convencida de que aunque para ella fueran totalmente ciertas, no significaba que eso cambiaría de ninguna forma la actitud de Nadia.Toda su vida, o al menos desde que Naiara tenía memoria, la personalidad de su hermana se había resumido en reclamar, reclamar lo que creía que era suyo, reclamar lo que creía que se merecía, reclamar lo que creía que le pertenecía por derecho y tomarlo a las malas si no lo conseguía.—Por desgracia tú eres de esas personas que le llama “injusticia” al simple hecho de no obtener lo que quiere —sentenció la muchacha con determinación—. No me interesa saber por qué estás aquí, pero la verdad es que ya no me interesa nada de ti. Eres egoísta, siempre lo ha sido, pero encima tener mal corazón ya es mucho defecto junto, hermanita.—¡Eres una perra, siempre se lo dije a nuestra madre! —le gritó Nadia fuera de sí—. ¡Metiste presos a papá y a