CAPÍTULO 125. Una mujer malvadaY a pesar de todo Naiara no se arrepentía ni de una sola de esas palabras, aunque estaba convencida de que aunque para ella fueran totalmente ciertas, no significaba que eso cambiaría de ninguna forma la actitud de Nadia.Toda su vida, o al menos desde que Naiara tenía memoria, la personalidad de su hermana se había resumido en reclamar, reclamar lo que creía que era suyo, reclamar lo que creía que se merecía, reclamar lo que creía que le pertenecía por derecho y tomarlo a las malas si no lo conseguía.—Por desgracia tú eres de esas personas que le llama “injusticia” al simple hecho de no obtener lo que quiere —sentenció la muchacha con determinación—. No me interesa saber por qué estás aquí, pero la verdad es que ya no me interesa nada de ti. Eres egoísta, siempre lo ha sido, pero encima tener mal corazón ya es mucho defecto junto, hermanita.—¡Eres una perra, siempre se lo dije a nuestra madre! —le gritó Nadia fuera de sí—. ¡Metiste presos a papá y a
CAPÍTULO 125. Un solo obstáculoNaiara estaba intranquila y era lo justo, porque por más que quisiera permanecer calmada, no podía negar el hecho de que Nadia ya le había causado suficiente sufrimiento en su vida como para no confiar en que pudiera quedarse tranquila.Algo haría, Naiara no sabía qué pero algo haría, y solo esperaba de corazón que cualquier burrada que cometiera no pusiera en peligro a su hijo.Si era honesta tenía que reconocer que dudaba mucho que Nadia quisiera a ese bebé. Desde el primer momento le había parecido solo un lazo alrededor del cuello de Justin, como si esa fuera su única manera de enredarlo al punto de evitar que su hermana pequeña se casara con él. Sin embargo ese mismo sentimiento malvado que había animado esa resolución, seguía existiendo en el carácter podrido de Nadia.Precisamente por eso su primer movimiento después de replicarle a su madre con la mayor cantidad de veneno posible, fue intentar conseguir un abogado para su padre. Por supuesto que
Y definitivamente aquella no era una noticia agradable, no una que la señora Bravo quisiera escuchar, porque eso significaba poner en riesgo la poca estabilidad económica que ahora tenían en Estados Unidos solo para sacar de la cárcel a Rafael.Sin embargo no podían hacer otra cosa que asentir y marcharse de allí tan rápido como pudieran.—¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que le den fecha para un juicio? —preguntó la mujer con impaciencia al abogado en cuanto abandonaron la estación de policía.—Meses —le dijo el hombre—. Tenemos una semana para pagar la fianza, de lo contrario irá a la cárcel provincial. Pero si no tienen para pagarla, quizás... quizás puedan pedir un crédito aquí.—¿Un crédito con qué maldito aval? —replicó Nadia con impotencia.—Quizás no un crédito a las instituciones más comunes —apuntó el abogado y la señora Bravo se cruzó de brazos mirándolo con impaciencia.—Me imagino que se refiere a un usurero, que ese usurero es usted y que nos va a cobrar unos buenos inter
CAPÍTULO 127. ConfesionesQuizás después de todo lo que había pasado aquel no fuera el mejor momento para sentarse a tomar decisiones sobre el futuro de El Mirador, pero en el mismo instante en que Samuel hizo aquel gesto con el que pretendía posponer esa conversación si solo llegaba a inquietar a su esposa, el abuelo lo detuvo con un gesto tranquilizador.—Hijo, la niña tiene razón, a pesar de todos los malos momentos que hemos vivido últimamente, tenemos que ser fuertes como para seguir adelante, y ya no tiene caso negar que El Mirador es la causa de todos esos malos momentos —sentenció el señor Félix con firmeza.—No, abuelo, El Mirador no es la causa de los problemas, y tampoco lo que hay debajo de El Mirador. La causa de nuestros problemas es la gente que lo ambiciona, la gente que lo quiere, y podemos hacer dos cosas: o ceder a todo eso, o terminarlo de una vez por todas —sentenció la muchacha—. La pregunta es si vamos a permitir que quienes provocaron la muerte de la abuela Juli
CAPÍTULO 129. Cierra los ojosParecía una completa locura, pero por más que Rafael Bravo gritó, pataleó, hizo berrinche o amenazó, no hubo forma de que le concedieran una segunda hipoteca para la enorme mansión que tenía en Estados Unidos.Pocos sabían la verdadera razón por la que estaba tan desesperado por emparentar con los Baker, y era que para gente sin inteligencia natural como él, sin importar que le hubieran regalado los recursos, estos poco a poco se iban acabando.Así que después de una semana, simplemente no habían podido pagar su fianza y le habían avisado que lo trasladarían a la Cárcel Regional.Francisco era otra historia, por supuesto que había logrado pagar la fianza, pero lo primero que había hecho en conjunto con sus abogados era desentenderse por completo de él. Bastante tenía ya con lidiar con el hecho de que le hubieran levantado cargos por complicidad de un secuestro, y sus abogados le habían dejado bastante claro que ni con todos sus recursos lograría tapar aqu
CAPÍTULO 130. Una madre desnaturalizadaNo era egoísmo, y sabía que no porque Naiara Bravo tenía el corazón más grande del mundo, pero de verdad no podía permitir que la lastimaran a ella ni a su hijo, y aquel instinto de protección se le disparaba solo por el simple hecho de tener a su madre y a su hermana cerca, porque no podía decir con sinceridad que estaba segura de que no buscarían alguna forma de atacarla.—¡No sé cómo pude traer al mundo a una criatura tan horrible como tú! —gritó Lucía fuera de sí, mientras Nadia soportaba otra contracción, pero su hija menor ni siquiera hizo el mínimo intento por responderle.En efecto, solo un par de minutos después escuchaban el sonido estridente de la sirena de la ambulancia, y los paramédicos se llevaban a Nadia al centro de salud.—Hiciste bien —dijo una voz a su espalda y Naiara se giró para ver a su abuelo parado en el umbral de la puerta de su pequeña casa.—Abuelo... ¿estabas ahí? ¿Por qué no dijiste nada? —lo increpó Naiara con pre
CAPÍTULO 131. Una negociación—No —la respuesta era más que clara y le rostro de Samuel denotaba perfectamente que no estaba dispuesto a cambiar de idea, pero Naiara apretó su mano con un gesto suave mientras lo miraba a los ojos—. ¡Renacuajo, la única razón por la que ese tipo puede querer verte es para tratar de manipularte!Eso era algo de lo que el bombero estaba plenamente convencido, pero aunque Naiara pensara lo mismo, estaban en las puertas de aquel juzgado con los padres de Justin frente a ella. Los dos habían volado desde estados Unidos para tratar de sacarlo de aquel atolladero, pero el señor Baker padre era un abogado lo sufrientemente inteligente como para saber que las evidencias que tenían contra su hijo alcanzaban para que lo condenaran.El secuestro de una mujer embarazada no era cosa de juego, y ningún jurado lo pasaría por alto, así que después de comprobar que tenían todo en contra, su última carta era tratar de negociar.—Por favor —le pidió la madre de Justin—. N
CAPÍTULO 132. Un juicioDe un momento a otro la sala se había quedado en el más absoluto de los silencios, como si nadie fuera capaz de creer que Justin Baker se hubiera declarado culpable del secuestro, en especial por lo que eso representaba.Lo mismo Rafael que Francisco estaban contando con que los abogados americanos que había llevado el padre de Justin, que no eran menos de seis y se veía que todos eran unos tiburones, hicieran hasta lo imposible por desestimar el caso de secuestro, y con el caso desestimado, era evidente que todos los cargos de complicidad desaparecerían.Pero con aquella aceptación de culpa, Justin cambiaba el panorama radicalmente para ellos, entonces no les quedaría más remedio que pelear por sí mismos.Sin embargo antes de que Francisco o Rafael o sus abogados soltaran el primer reproche, el fiscal del caso se adelantó.—Presentamos a este tribunal la confesión firmada del señor Baker —expresó repartiendo copias del documento—. Ha aceptado no solo su respon