Y definitivamente aquella no era una noticia agradable, no una que la señora Bravo quisiera escuchar, porque eso significaba poner en riesgo la poca estabilidad económica que ahora tenían en Estados Unidos solo para sacar de la cárcel a Rafael.Sin embargo no podían hacer otra cosa que asentir y marcharse de allí tan rápido como pudieran.—¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que le den fecha para un juicio? —preguntó la mujer con impaciencia al abogado en cuanto abandonaron la estación de policía.—Meses —le dijo el hombre—. Tenemos una semana para pagar la fianza, de lo contrario irá a la cárcel provincial. Pero si no tienen para pagarla, quizás... quizás puedan pedir un crédito aquí.—¿Un crédito con qué maldito aval? —replicó Nadia con impotencia.—Quizás no un crédito a las instituciones más comunes —apuntó el abogado y la señora Bravo se cruzó de brazos mirándolo con impaciencia.—Me imagino que se refiere a un usurero, que ese usurero es usted y que nos va a cobrar unos buenos inter
CAPÍTULO 127. ConfesionesQuizás después de todo lo que había pasado aquel no fuera el mejor momento para sentarse a tomar decisiones sobre el futuro de El Mirador, pero en el mismo instante en que Samuel hizo aquel gesto con el que pretendía posponer esa conversación si solo llegaba a inquietar a su esposa, el abuelo lo detuvo con un gesto tranquilizador.—Hijo, la niña tiene razón, a pesar de todos los malos momentos que hemos vivido últimamente, tenemos que ser fuertes como para seguir adelante, y ya no tiene caso negar que El Mirador es la causa de todos esos malos momentos —sentenció el señor Félix con firmeza.—No, abuelo, El Mirador no es la causa de los problemas, y tampoco lo que hay debajo de El Mirador. La causa de nuestros problemas es la gente que lo ambiciona, la gente que lo quiere, y podemos hacer dos cosas: o ceder a todo eso, o terminarlo de una vez por todas —sentenció la muchacha—. La pregunta es si vamos a permitir que quienes provocaron la muerte de la abuela Juli
CAPÍTULO 129. Cierra los ojosParecía una completa locura, pero por más que Rafael Bravo gritó, pataleó, hizo berrinche o amenazó, no hubo forma de que le concedieran una segunda hipoteca para la enorme mansión que tenía en Estados Unidos.Pocos sabían la verdadera razón por la que estaba tan desesperado por emparentar con los Baker, y era que para gente sin inteligencia natural como él, sin importar que le hubieran regalado los recursos, estos poco a poco se iban acabando.Así que después de una semana, simplemente no habían podido pagar su fianza y le habían avisado que lo trasladarían a la Cárcel Regional.Francisco era otra historia, por supuesto que había logrado pagar la fianza, pero lo primero que había hecho en conjunto con sus abogados era desentenderse por completo de él. Bastante tenía ya con lidiar con el hecho de que le hubieran levantado cargos por complicidad de un secuestro, y sus abogados le habían dejado bastante claro que ni con todos sus recursos lograría tapar aqu
CAPÍTULO 130. Una madre desnaturalizadaNo era egoísmo, y sabía que no porque Naiara Bravo tenía el corazón más grande del mundo, pero de verdad no podía permitir que la lastimaran a ella ni a su hijo, y aquel instinto de protección se le disparaba solo por el simple hecho de tener a su madre y a su hermana cerca, porque no podía decir con sinceridad que estaba segura de que no buscarían alguna forma de atacarla.—¡No sé cómo pude traer al mundo a una criatura tan horrible como tú! —gritó Lucía fuera de sí, mientras Nadia soportaba otra contracción, pero su hija menor ni siquiera hizo el mínimo intento por responderle.En efecto, solo un par de minutos después escuchaban el sonido estridente de la sirena de la ambulancia, y los paramédicos se llevaban a Nadia al centro de salud.—Hiciste bien —dijo una voz a su espalda y Naiara se giró para ver a su abuelo parado en el umbral de la puerta de su pequeña casa.—Abuelo... ¿estabas ahí? ¿Por qué no dijiste nada? —lo increpó Naiara con pre
CAPÍTULO 131. Una negociación—No —la respuesta era más que clara y le rostro de Samuel denotaba perfectamente que no estaba dispuesto a cambiar de idea, pero Naiara apretó su mano con un gesto suave mientras lo miraba a los ojos—. ¡Renacuajo, la única razón por la que ese tipo puede querer verte es para tratar de manipularte!Eso era algo de lo que el bombero estaba plenamente convencido, pero aunque Naiara pensara lo mismo, estaban en las puertas de aquel juzgado con los padres de Justin frente a ella. Los dos habían volado desde estados Unidos para tratar de sacarlo de aquel atolladero, pero el señor Baker padre era un abogado lo sufrientemente inteligente como para saber que las evidencias que tenían contra su hijo alcanzaban para que lo condenaran.El secuestro de una mujer embarazada no era cosa de juego, y ningún jurado lo pasaría por alto, así que después de comprobar que tenían todo en contra, su última carta era tratar de negociar.—Por favor —le pidió la madre de Justin—. N
CAPÍTULO 132. Un juicioDe un momento a otro la sala se había quedado en el más absoluto de los silencios, como si nadie fuera capaz de creer que Justin Baker se hubiera declarado culpable del secuestro, en especial por lo que eso representaba.Lo mismo Rafael que Francisco estaban contando con que los abogados americanos que había llevado el padre de Justin, que no eran menos de seis y se veía que todos eran unos tiburones, hicieran hasta lo imposible por desestimar el caso de secuestro, y con el caso desestimado, era evidente que todos los cargos de complicidad desaparecerían.Pero con aquella aceptación de culpa, Justin cambiaba el panorama radicalmente para ellos, entonces no les quedaría más remedio que pelear por sí mismos.Sin embargo antes de que Francisco o Rafael o sus abogados soltaran el primer reproche, el fiscal del caso se adelantó.—Presentamos a este tribunal la confesión firmada del señor Baker —expresó repartiendo copias del documento—. Ha aceptado no solo su respon
CAPÍTULO 133. ArroganciaLa arrogancia en el rostro de Francisco desapareció en una fracción de segundo y miró al fiscal con ojos llenos de impresión.Samuel bajó la cabeza y apretó los labios con un gesto de mudo alivio, porque se lo había recalcado al fiscal muchas veces: la mayor debilidad de su padre era que se creía más inteligente que todos y por lo tanto, intocable; así que mientras creyera que podía demostrar esa superioridad, terminaría soltando la lengua tarde o temprano.—¡Objeción! ¡Esa fue una pregunta capciosa! —exclamó el abogado defensor y el fiscal se giró hacia él con un gesto de satisfacción.—Eso no es motivo de objeción, las preguntas capciosas están destinadas a que los interrogados hablen, y si el suyo acaba de confesar que en efecto estaba en medio de una situación de secuestro entre un hombre que ya se declaró culpable y otro de sus cómplices… Bueno, ese es su problema, abogado, no el mío.Y el juez pareció respaldas aquel argumento porque un segundo después s
CAPÍTULO 134. Un bebé en peligroY aunque su hermana estuviera lo suficientemente ofuscada como para darse cuenta de lo que Naiara estaba haciendo, aquella pregunta no le pasó desapercibida a algunas personas entre el público de la sala a las que Nadia no había visto.—¿Lo dejaste con mamá o lo dejaste en el hospital? —gruñó la muchacha y Nadia se acercó a ella con expresión furiosa.—¡Eres una maldit@ entrometida y no es tu puto problema dónde esté mi hijo! —exclamó Nadia—. ¡Tú siempre dándotelas de Santa Naiara, preocupada por todos, la noble, la buena, la perfecta Santa Naiara! ¡Pero tú y yo sabemos que solo eres una estúpida que jamás me llegó ni a los talones y jamás pudiste tragarte eso! Así que si no vas a hacer nada para liberar a mi padre, mejor atente a las consecuencias, te lo advierto.Pasó a su lado como un huracán para ir a sentarse cerca de su padre y los ojos de Naiara buscaron automáticamente a aquella pareja que permanecía en alerta entre las personas sentadas en el