CAPÍTULO 135. Un espacio para el deseoSamuel no se detuvo a preguntar qué era lo que el señor Baker padre tenía que lo hacía sentir tan seguro, pero no se detuvo a preguntarlo porque su prioridad era cuidar de su esposa y de su hijo, y la de aquel abuelo asegurarse de que su nieto estuviera a salvo. Así que antes de que la sesión del juicio se reanudara, vio al señor Baker y su esposa acercarse al banquillo de los acusados y hablar con su hijo en un susurro antes de salir de la sala, dejándolo solo con su abogado.Por un segundo y sin que nadie lo notara, los ojos de Justin se fijaron en Samuel y le hizo un mudo gesto de asentimiento, como si le reconociera lo que acababa de hacer y se lo agradeciera.Sin embargo con aquella mano de Naiara entre las suyas a él le bastaba para saber que había hecho lo correcto. Ella era todo lo que le importaba en el mundo, ella y su hijo era todo lo que amaba y si en aquel mismo momento estaban librando aquella batalla en un juzgado era precisamente
CAPÍTULO 136. Un hombre diferente.Era dulce y coqueta. Era su renacuajo dulce y coqueto y Samuel estaba tan condenadamente enamorado de ella, que se derretía solo de pensar que la mujer que amaba estaba a punto de darle la felicidad más grande que un hombre podía tener.—Tienes que aprovecharme ahora, Zazu, porque en unos meses estaré tan redonda y ya no podrás hacer esto conmigo —susurró Naiara cerrando las piernas a su alrededor mientras un suspiro suave emergía de su boca.—¡¿Estás bromeando, renacuajo?! ¿Olvidas que tu esposo es bombero? Lo mismo puedo levantar un tronco que a un hombre más pesado que yo. ¿Cómo se te ocurre que no podría contigo? —le coqueteó Samuel mientras besaba su vientre, y aquellos gruñidos bajos terminaron por descontrolarlos a los dos.Fue solo cuestión de pocos segundos para que Naiara le abriera aquella camisa sin importarle qué botón saltara, mientras Samuel subía los bordes de su vestido con desesperación, acariciando sus muslos y tirando de su cuerpo
CAPÍTULO 137. Un interrogatorio difícil Javier respiró profundo mientras se acercaba al estrado de los testigos, y al mirar a Justin, a Rafael Bravo y a su propio padre sentados en el banquillo de los acusados, no pudo evitar aquel escalofrío, o el pensamiento de que solo por pocos minutos él había podido estar en esa misma posición.Unos pocos minutos, unas de las escasas decisiones medio conscientes que había tomado en su vida, lo habían separado de pasar la siguiente mitad de ella en la cárcel, para en cambio estar recuperándose de una de las peores adicciones que el ser humano podía tener.Pasó saliva mientras ocupaba el asiento que le indicaban y trató por todos los medios de no cruzar la mirada con su hermano, porque ya el fiscal le había advertido de cualquier cosa se agarrarían los abogados defensores, y el hecho de que podía estar en complicidad para mentir junto a Samuel sería una de ellas.Se ajustó el saco con serenidad, juró sobre la biblia y ni bien había acabado de pro
CAPÍTULO 138. El instintoSamuel se despidió de su hermano y le prometió ir de nuevo a verlo ese fin de semana. Nadie podía negar que Javier había aprovechado la oportunidad esta vez, así que en los próximos cuatro meses Samuel esperaba que su hermano saliera de aquella clínica totalmente recuperado. ¿Qué haría después? Eso dependería mucho de qué hubiera pasado con su padre en ese tiempo, pero ciertamente siempre habría un sitio para él en su vida y en la de su familia.Por suerte ese día el juez decidió cerrar la sesión temprano y dejar el resto de los interrogatorios para dentro de dos días, sin embargo antes de que pudieran salir por la puerta del juzgado, uno de los abogados de Justin se acercó a ellos para darles un mensaje.—Quiere hablar con ustedes —les dijo—. Ya sé que puede resultar incómodo, pero pidió hablar con ustedes, o al menos con el señor Samuel —advirtió el abogado.Durante un segundo él y Naiara se miraron, pero los dos estaban de acuerdo en que a pesar de todo lo
CAPÍTULO 139. Una búsqueda desesperadaSamuel confiaba en ella, confiaba en ella con todo su corazón, porque Naiara era el amor de su vida, precisamente por eso sentía tanto miedo de que algo pudiera pasarle a ella o a su bebé. Sin embargo era verdad que la vida a veces ponía a las personas en medio de situaciones que no se habían buscado, y no quedaba más remedio que lidiar con ellas con todo el coraje posible.—Está bien, ven conmigo, pero prométeme que vas a hacer absolutamente todo lo que yo te diga, ¿de acuerdo? —le pidió besando sus nudillos y la muchacha asintió de inmediato mientras él ponía en marcha la camioneta otra vez. Ir a la casa de alquiler donde se estaban quedando los Baker no era el problema, el problema era que según la casera habían salido temprano y parecían demasiado apurados. No le habían pagado nada pero tampoco se habían llevado sus maletas.—Oye Samuel... mira no es que yo sea chismosa, de verdad —dijo la mujer pasando saliva—. Pero bueno...—Suéltalo, Rocí
CAPÍTULO 140. Una mentira desvergonzadaLos gritos se escuchaban incluso desde afuera del edificio de la comisaría. Gritos de mujer cuya voz tanto Naiara como Samuel conocían perfectamente, y que no eran de nadie más que Nadia, reclamando entre maldiciones que le devolvieran a su hijo. Del otro lado de la estancia estaban los señores Baker, evidentemente aquella era una buena razón para que se perdieran el juicio, pero se les veía completamente desesperados. Y en medio de todo estaban el capitán de la policía y una mujer de unos cincuenta años, de aspecto severo y actitud completamente rígida.—¡Señora Bravo, por favor, se tiene que calmar! —sentenció el capitán y aquello por supuesto que sonaba más a orden que a petición.—¡No me da la gana! ¡El niño es mío! —vociferaba Nadia fuera de sí—. ¡Lo estuve cargando nueve meses! ¡Yo lo parí! ¡¿Cómo se le ocurre que a esta hora me lo van a quitar?!—Nadie se lo está quitando, señora Bravo —replicó la trabajadora social con voz neutra y calm
CAPÍTULO 141. El nombre de un guerreroPor supuesto que todos los gritos de Nadia no se harían esperar. Frente a sus narices estaban quitándole de nuevo su última salida, el último rastro de poder y manipulación que le quedaba sobre los abuelos de su hijo para conseguir que le dieran lo que quería, aunque nadie supiera aun exactamente qué era lo que pretendía.—¡No pueden hacer eso! ¡No pueden quitarme a mi hijo! —exclamó furiosa mientras los agentes de la policía intentaban contenerla por todos los medios—. ¡Mucho menos para dárselo a esta que siempre ha sido una inútil buena para nada!—La inútil buena para nada ha sabido ganarse el respeto de la gente de este pueblo, a diferencia de ti —sentenció su hermana—. Y el problema entre tú y yo es que nos conocemos desde hace demasiados años. Tú no quieres a nadie. Tu hijo jamás ha sido más que una farsa para ti, un medio para un fin, Nadie. Y ningún bebé se merece ser eso.—¡Maldit@ estúpida! ¡No soy a dejar que te lo quedes! ¡Sé que está
CAPÍTULO 142. Una familia extrañaSobra decir que los ojos de aquel par de abuelos se iluminaron como si les hubieran hecho el mayor regalo del mundo. No querían separarse de su nietecito, para ellos era como volver a revivir todo su amor por la paternidad, todo el que le habían dado a su hijo, del que por desgracia tendrían que estar separados durante mucho tiempo.Sin embargo y a pesar de los errores de Justin, Naiara no podía dejar de reconocer dos cosas: la primera era que los señores Baker jamás habían sido más que amorosos y nobles con ella mientras era la pareja de su hijo, y la segunda era que cualquiera que se cruzara en el camino de Nadia tenía la desgracia más que asegurada. Samuel los siguió en su camioneta hasta la casa que le estaban alquilando a la señora Rocío y los señores Baker de inmediato recogieron sus cosas y subieron el camino hacia El Mirador en su auto detrás de Samuel.—Por favor, tienes que grabar esto —le pidió Naiara cuando se bajaron del auto, porque ya