CAPÍTULO 140. Una mentira desvergonzadaLos gritos se escuchaban incluso desde afuera del edificio de la comisaría. Gritos de mujer cuya voz tanto Naiara como Samuel conocían perfectamente, y que no eran de nadie más que Nadia, reclamando entre maldiciones que le devolvieran a su hijo. Del otro lado de la estancia estaban los señores Baker, evidentemente aquella era una buena razón para que se perdieran el juicio, pero se les veía completamente desesperados. Y en medio de todo estaban el capitán de la policía y una mujer de unos cincuenta años, de aspecto severo y actitud completamente rígida.—¡Señora Bravo, por favor, se tiene que calmar! —sentenció el capitán y aquello por supuesto que sonaba más a orden que a petición.—¡No me da la gana! ¡El niño es mío! —vociferaba Nadia fuera de sí—. ¡Lo estuve cargando nueve meses! ¡Yo lo parí! ¡¿Cómo se le ocurre que a esta hora me lo van a quitar?!—Nadie se lo está quitando, señora Bravo —replicó la trabajadora social con voz neutra y calm
CAPÍTULO 141. El nombre de un guerreroPor supuesto que todos los gritos de Nadia no se harían esperar. Frente a sus narices estaban quitándole de nuevo su última salida, el último rastro de poder y manipulación que le quedaba sobre los abuelos de su hijo para conseguir que le dieran lo que quería, aunque nadie supiera aun exactamente qué era lo que pretendía.—¡No pueden hacer eso! ¡No pueden quitarme a mi hijo! —exclamó furiosa mientras los agentes de la policía intentaban contenerla por todos los medios—. ¡Mucho menos para dárselo a esta que siempre ha sido una inútil buena para nada!—La inútil buena para nada ha sabido ganarse el respeto de la gente de este pueblo, a diferencia de ti —sentenció su hermana—. Y el problema entre tú y yo es que nos conocemos desde hace demasiados años. Tú no quieres a nadie. Tu hijo jamás ha sido más que una farsa para ti, un medio para un fin, Nadie. Y ningún bebé se merece ser eso.—¡Maldit@ estúpida! ¡No soy a dejar que te lo quedes! ¡Sé que está
CAPÍTULO 142. Una familia extrañaSobra decir que los ojos de aquel par de abuelos se iluminaron como si les hubieran hecho el mayor regalo del mundo. No querían separarse de su nietecito, para ellos era como volver a revivir todo su amor por la paternidad, todo el que le habían dado a su hijo, del que por desgracia tendrían que estar separados durante mucho tiempo.Sin embargo y a pesar de los errores de Justin, Naiara no podía dejar de reconocer dos cosas: la primera era que los señores Baker jamás habían sido más que amorosos y nobles con ella mientras era la pareja de su hijo, y la segunda era que cualquiera que se cruzara en el camino de Nadia tenía la desgracia más que asegurada. Samuel los siguió en su camioneta hasta la casa que le estaban alquilando a la señora Rocío y los señores Baker de inmediato recogieron sus cosas y subieron el camino hacia El Mirador en su auto detrás de Samuel.—Por favor, tienes que grabar esto —le pidió Naiara cuando se bajaron del auto, porque ya
CAPÍTULO 143. Un hombre lleno de soberbiaEl juzgado le sentó a Naiara especialmente mal ese día aunque no supo por qué. Era lógico que no le gustara, porque ahí dentro lo que iba a encontrar era nada menos que un triste destino para su propio padre, pero aquel día en particular sintió que la piel se le erizaba al entrar.—¿Pasa algo, renacuajo?Naiara pasó saliva y se acomodó en su asiento, sujetándole la mano. —Por mucho tiempo traté de entender por qué mis padres eran así conmigo, pero ahora que vamos a ser padres —dijo tocando su pequeña pancita—, ahora sé que no hay justificación posible para que me hayan hecho sufrir durante tantos años. Solo quiero que todo esto acabe, Samuel, solo quiero que todo acabe para poder olvidarme de todos ellos.Samuel no pudo hacer nada más que pasar los brazos alrededor de ella y estrecharla, porque no había nada que pudiera decirle excepto que debían esperar al desarrollo del juicio. Sin embargo parecía que ella no era la única empeñada en termin
CAPÍTULO 144. Un enemigo débilNaiara sentía que el corazón se le iba a salir del pecho mientras escucha la retahíla de maldiciones que se escapaban de la boca de su suegro. Ya no le quedaba ninguna duda, y lo mejor o lo peor del caso era que a nadie en aquella sala le quedaban dudas tampoco.Sin embargo no era la única impactada, porque se daba cuenta perfectamente de que aquella revelación también había sido un shock para su padre. Rafael Bravo parecía al borde del colapso, sin embargo quizás por la rabia o quizás por la conciencia de que abrir la boca solo lo ensuciaría más, fue que se metió la cabeza entre las manos y no pronunció ni una sola palabra, rumiando su odio en el más absoluto silencio.Finalmente el juez se cansó de golpear con su mazo sobre la madera sin que Francisco Leal le hiciera ni el más mínimo caso, así que lo declaró en desacato, y lo mandó a una celda por las próximas cuarenta y ocho horas.—Eso es todo —murmuró el fiscal acercándose a Samuel y a Naiara en el
CAPÍTULO 146. El sacrificio de un hombreY no era tan simple como girar una palanca y dejar que el agua saliera, Samuel lo sabía, porque mientras no había ningún tipo de acelerante el fuego era más o menos controlable, pero con gasolina de por medio la historia era distinta. Así que lo primero era redirigir las reservas de agua hacia donde más se necesitaba y eso no era precisamente sobre los campos de olivas, sino sobre la casa. Sobre la casa, sobre y alrededor del camino por el que Naiara tenía que salir, sobre cualquier espacio que pudiera ponerla a salvo. De cuando en cuando miraba a un costado y podía ver la linterna del señor Baker, moviéndose de prisa en dirección a la casa, mientras él corría hacia el sitio donde estaban las conexiones de los regadíos.Maldijo por lo bajo al darse cuenta de que no había llevado su celular, pero confió ciegamente en que al percatarse del fuego Naiara hubiera llamado de inmediato a los bomberos.Y en efecto, al ver aquella línea de fuego recor
CAPÍTULO 147. Sin salidaAquel camión cisterna, por suerte, ya se conocía el camino de tierra que llevaba hacia la casa vieja, eso quería decir que podía soportar perfectamente los enormes baches que se habían hecho con el tiempo por la falta de uso de aquel carril. Alrededor el fuego se hacía más intenso cada vez, pero lo mismo Sergio que los compañeros que iban con él, estaban decididos a sacar a Samuel a toda costa.—¡Vamos con el viento en el costado derecho! —gritó uno de los otros bomberos, avisándole.—Y vamos a rezar para que no cambie —sentenció Sergio—. Porque con la forma en que este maldito incendio se está expandiendo, si nos quedamos atrapados vamos a pasar un muy mal trago.Condujo tan rápido como pudo, viendo con desesperación cómo los aspersores de los campos estaban abiertos a todo lo que daba y aun así era imposible controlar el fuego. Cinco minutos más en que ya le preocupaba todo, porque el humo también era denso, y cuando ya el camión no pudo avanzar más Sergio
CAPÍTULO 145. Un intruso en El MiradorLos perros estaban ladrando, y si a Naiara la hubiera despertado el llanto del bebé, se habría asustado menos. Pero los mastines solo tenían un objetivo y era cuidar de la propiedad, así que el hecho de que estuvieran desquiciados solo podía significar que alguien había traspasado los límites de la finca.—Samuel... —Su nombre salió de sus labios como una súplica, pero para ese momento él ya se estaba vistiendo.—Tranquila, renacuajo, solo iré a ver qué los tiene así —intentó tranquilizarla pero eso era imposible porque no había nada que ver más que un intruso.—Zazu, los perros no se ponen así por un conejo —murmuró ella y él alcanzó su boca con un beso suave.—Por eso me llevo algo más potente que para cazar solo conejos —sentenció él y apenas atravesó la puerta dela habitación cuando ya el abuelo Félix estaba en la sala y le lanzaba una escopeta de cacería perfectamente cargada y lista.Y aunque Samuel era definitivamente el hombre más joven y