CAPÍTULO 123. Un decisión importante.Había verdades que no podían negarse y el hecho de que él jamás había tenido un buen contacto con su hermano era una realidad. Samuel era el mayor de los dos, y aunque se suponía que debía cuidar de Javier, su hermano no pasaba de los seis o siete años cuando su vida se había sumergido en aquel caos.Había dejado de prestarle atención a todos, especialmente a su propia familia, y toda su atención se había volcado en convertirse en un bombero forestal, en expiar aquella culpa por la muerte de la abuela Julia que lo estaba carcomiendo. Y no era descabellado decir que eso también había hecho que se separara de Javier.Samuel no entendía por qué su hermano besaba el suelo por donde su padre caminaba, pero tampoco se había encargado de decirle toda la verdad, porque para empezar no estaba muy seguro de que le creyera, y para seguir sentía que Javier era demasiado inestable como para hacer algo al respecto, especialmente si ese algo era rebelarse contra
CAPÍTULO 124. La familia equivocada.Decir que Javier estaba por completo descolocado era poco. La verdad era que en algunos momentos pensaba que se había vuelto a perder con la droga y estaba soñando todo aquello. La gente era amable con él... o sea su hermano... y la familia de su hermano... y los amigos... ¡La gente era amable con él y eso definitivamente tenía que ser un sueño!Sin embargo un par de aquellas palmadas cariñosas y toscas de su hermano lo devolvieron a la realidad desde sus pensamientos, para darse cuenta de que en efecto no estaba soñando.—Javier —lo llamó Naiara para que se acercara a la cama—. Lamento que hayamos tardado en sacarte de la cárcel. Te prometí que les diría a todos la verdad de inmediato, pero estaba... Bueno no estaba precisamente consciente como para poder hablar.—No pasa nada. Supongo que después de todo me hacía falta un par de días ahí, con el resto de los vagabundos de esta ciudad —murmuró Javier entre dientes porque le daba demasiada pena dec
CAPÍTULO 125. Una mujer malvadaY a pesar de todo Naiara no se arrepentía ni de una sola de esas palabras, aunque estaba convencida de que aunque para ella fueran totalmente ciertas, no significaba que eso cambiaría de ninguna forma la actitud de Nadia.Toda su vida, o al menos desde que Naiara tenía memoria, la personalidad de su hermana se había resumido en reclamar, reclamar lo que creía que era suyo, reclamar lo que creía que se merecía, reclamar lo que creía que le pertenecía por derecho y tomarlo a las malas si no lo conseguía.—Por desgracia tú eres de esas personas que le llama “injusticia” al simple hecho de no obtener lo que quiere —sentenció la muchacha con determinación—. No me interesa saber por qué estás aquí, pero la verdad es que ya no me interesa nada de ti. Eres egoísta, siempre lo ha sido, pero encima tener mal corazón ya es mucho defecto junto, hermanita.—¡Eres una perra, siempre se lo dije a nuestra madre! —le gritó Nadia fuera de sí—. ¡Metiste presos a papá y a
CAPÍTULO 125. Un solo obstáculoNaiara estaba intranquila y era lo justo, porque por más que quisiera permanecer calmada, no podía negar el hecho de que Nadia ya le había causado suficiente sufrimiento en su vida como para no confiar en que pudiera quedarse tranquila.Algo haría, Naiara no sabía qué pero algo haría, y solo esperaba de corazón que cualquier burrada que cometiera no pusiera en peligro a su hijo.Si era honesta tenía que reconocer que dudaba mucho que Nadia quisiera a ese bebé. Desde el primer momento le había parecido solo un lazo alrededor del cuello de Justin, como si esa fuera su única manera de enredarlo al punto de evitar que su hermana pequeña se casara con él. Sin embargo ese mismo sentimiento malvado que había animado esa resolución, seguía existiendo en el carácter podrido de Nadia.Precisamente por eso su primer movimiento después de replicarle a su madre con la mayor cantidad de veneno posible, fue intentar conseguir un abogado para su padre. Por supuesto que
Y definitivamente aquella no era una noticia agradable, no una que la señora Bravo quisiera escuchar, porque eso significaba poner en riesgo la poca estabilidad económica que ahora tenían en Estados Unidos solo para sacar de la cárcel a Rafael.Sin embargo no podían hacer otra cosa que asentir y marcharse de allí tan rápido como pudieran.—¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que le den fecha para un juicio? —preguntó la mujer con impaciencia al abogado en cuanto abandonaron la estación de policía.—Meses —le dijo el hombre—. Tenemos una semana para pagar la fianza, de lo contrario irá a la cárcel provincial. Pero si no tienen para pagarla, quizás... quizás puedan pedir un crédito aquí.—¿Un crédito con qué maldito aval? —replicó Nadia con impotencia.—Quizás no un crédito a las instituciones más comunes —apuntó el abogado y la señora Bravo se cruzó de brazos mirándolo con impaciencia.—Me imagino que se refiere a un usurero, que ese usurero es usted y que nos va a cobrar unos buenos inter
CAPÍTULO 127. ConfesionesQuizás después de todo lo que había pasado aquel no fuera el mejor momento para sentarse a tomar decisiones sobre el futuro de El Mirador, pero en el mismo instante en que Samuel hizo aquel gesto con el que pretendía posponer esa conversación si solo llegaba a inquietar a su esposa, el abuelo lo detuvo con un gesto tranquilizador.—Hijo, la niña tiene razón, a pesar de todos los malos momentos que hemos vivido últimamente, tenemos que ser fuertes como para seguir adelante, y ya no tiene caso negar que El Mirador es la causa de todos esos malos momentos —sentenció el señor Félix con firmeza.—No, abuelo, El Mirador no es la causa de los problemas, y tampoco lo que hay debajo de El Mirador. La causa de nuestros problemas es la gente que lo ambiciona, la gente que lo quiere, y podemos hacer dos cosas: o ceder a todo eso, o terminarlo de una vez por todas —sentenció la muchacha—. La pregunta es si vamos a permitir que quienes provocaron la muerte de la abuela Juli
CAPÍTULO 129. Cierra los ojosParecía una completa locura, pero por más que Rafael Bravo gritó, pataleó, hizo berrinche o amenazó, no hubo forma de que le concedieran una segunda hipoteca para la enorme mansión que tenía en Estados Unidos.Pocos sabían la verdadera razón por la que estaba tan desesperado por emparentar con los Baker, y era que para gente sin inteligencia natural como él, sin importar que le hubieran regalado los recursos, estos poco a poco se iban acabando.Así que después de una semana, simplemente no habían podido pagar su fianza y le habían avisado que lo trasladarían a la Cárcel Regional.Francisco era otra historia, por supuesto que había logrado pagar la fianza, pero lo primero que había hecho en conjunto con sus abogados era desentenderse por completo de él. Bastante tenía ya con lidiar con el hecho de que le hubieran levantado cargos por complicidad de un secuestro, y sus abogados le habían dejado bastante claro que ni con todos sus recursos lograría tapar aqu
CAPÍTULO 130. Una madre desnaturalizadaNo era egoísmo, y sabía que no porque Naiara Bravo tenía el corazón más grande del mundo, pero de verdad no podía permitir que la lastimaran a ella ni a su hijo, y aquel instinto de protección se le disparaba solo por el simple hecho de tener a su madre y a su hermana cerca, porque no podía decir con sinceridad que estaba segura de que no buscarían alguna forma de atacarla.—¡No sé cómo pude traer al mundo a una criatura tan horrible como tú! —gritó Lucía fuera de sí, mientras Nadia soportaba otra contracción, pero su hija menor ni siquiera hizo el mínimo intento por responderle.En efecto, solo un par de minutos después escuchaban el sonido estridente de la sirena de la ambulancia, y los paramédicos se llevaban a Nadia al centro de salud.—Hiciste bien —dijo una voz a su espalda y Naiara se giró para ver a su abuelo parado en el umbral de la puerta de su pequeña casa.—Abuelo... ¿estabas ahí? ¿Por qué no dijiste nada? —lo increpó Naiara con pre