CAPÍTULO 120. Un momento feliz en la tormentaIncuestionablemente, aquella sí que era una noticia difícil de procesar. El abuelo Félix no entendía mucho sobre todas esas cosas de ingeniería, pero sí tenía muy claro lo que era un metal precioso, y también que algunos eran tan raros que costaban mucho dinero.—¡Esto es como si hubiera oro o algo así ¿no?! —le preguntó a Samuel.—Un poco más intenso que eso, abuelo —dijo el muchacho—. El rodio ha llegado a cuatriplicar o quintuplicar el precio del oro en varias ocasiones. Así que estamos hablando de una fortuna inmensa.El abuelo miró a su nieta y la verdad era que ninguno de los dos sabía exactamente qué decir.Podía parecer una bendición, pero durante los últimos quince años aquel yacimiento se había convertido en la maldición no conocida de la familia Bravo.—Yo... honestamente ni siquiera sé qué hacer con esa información —murmuró la muchacha y Samuel alcanzó el dorso de su mano para besarla.—Nada, no tienes que hacer nada y menos ah
CAPÍTULO 121. No es demasiado tardeNaiara de verdad no quería alterarse, pero no podía evitar que hablar de aquel tema no le exacerbara todos los terribles recuerdos del día anterior.—Me imagino que Samuel le habrá contado que el señor Francisco fue detenido en su propia casa apenas comenzamos la investigación, y nos dimos cuenta de que estaba involucrado —siguió explicándole el jefe de la policía—. Lo primero que hicimos fue rastrear el auto de renta que estaba a nombre de Justin Baker, y aunque debo confesarle que a mí me sorprendió la ubicación en la que lo encontramos... Samuel siempre pareció convencido de que su padre estaría involucrado en su secuestro.—Y no se equivocó —sentenció la muchacha mientras sus ojos se humedecían—. Él no que el autor del secuestro, pero sí fue un cómplice muy activo.El jefe de la Policía miro a Samuel y luego el médico que estaba allí, como si no estuviera muy seguro de alterar a Naiara de aquella forma, pero tenía a los abogados de Francisco Lea
CAPÍTULO 122. ¡Eso se acabó!Por supuesto que las celdas de la estación de policía de Villahermosa eran tan horribles como las de cualquier otro lugar, eso sin contar con el trágico hecho de que tras las treinta y seis horas de arresto inicial, era fin de semana y por supuesto que a los detenidos por el secuestro de Naiara, se le habían sumado en las celdas unos cuantos borrachos o busca pleitos que habían arrestado en los antros del pueblo.En el mejor de los casos apestaban a alcohol y se pasaban la mitad de la noche hablando solos o gritando para que los sacaran de allí. En el peor de los casos se hacían encima y entonces el hedor era por completo insoportable, en especial para un par de ricachones remilgados como Rafael o Francisco.Por supuesto que no los habían dejado comunicarse el uno con el otro, y por supuesto que los abogados de Francisco habían estado intentando sacarlo desde el primer momento, sin embargo no era tan simple, pues el jefe de la policía había decidido ejerce
CAPÍTULO 123. Un decisión importante.Había verdades que no podían negarse y el hecho de que él jamás había tenido un buen contacto con su hermano era una realidad. Samuel era el mayor de los dos, y aunque se suponía que debía cuidar de Javier, su hermano no pasaba de los seis o siete años cuando su vida se había sumergido en aquel caos.Había dejado de prestarle atención a todos, especialmente a su propia familia, y toda su atención se había volcado en convertirse en un bombero forestal, en expiar aquella culpa por la muerte de la abuela Julia que lo estaba carcomiendo. Y no era descabellado decir que eso también había hecho que se separara de Javier.Samuel no entendía por qué su hermano besaba el suelo por donde su padre caminaba, pero tampoco se había encargado de decirle toda la verdad, porque para empezar no estaba muy seguro de que le creyera, y para seguir sentía que Javier era demasiado inestable como para hacer algo al respecto, especialmente si ese algo era rebelarse contra
CAPÍTULO 124. La familia equivocada.Decir que Javier estaba por completo descolocado era poco. La verdad era que en algunos momentos pensaba que se había vuelto a perder con la droga y estaba soñando todo aquello. La gente era amable con él... o sea su hermano... y la familia de su hermano... y los amigos... ¡La gente era amable con él y eso definitivamente tenía que ser un sueño!Sin embargo un par de aquellas palmadas cariñosas y toscas de su hermano lo devolvieron a la realidad desde sus pensamientos, para darse cuenta de que en efecto no estaba soñando.—Javier —lo llamó Naiara para que se acercara a la cama—. Lamento que hayamos tardado en sacarte de la cárcel. Te prometí que les diría a todos la verdad de inmediato, pero estaba... Bueno no estaba precisamente consciente como para poder hablar.—No pasa nada. Supongo que después de todo me hacía falta un par de días ahí, con el resto de los vagabundos de esta ciudad —murmuró Javier entre dientes porque le daba demasiada pena dec
CAPÍTULO 125. Una mujer malvadaY a pesar de todo Naiara no se arrepentía ni de una sola de esas palabras, aunque estaba convencida de que aunque para ella fueran totalmente ciertas, no significaba que eso cambiaría de ninguna forma la actitud de Nadia.Toda su vida, o al menos desde que Naiara tenía memoria, la personalidad de su hermana se había resumido en reclamar, reclamar lo que creía que era suyo, reclamar lo que creía que se merecía, reclamar lo que creía que le pertenecía por derecho y tomarlo a las malas si no lo conseguía.—Por desgracia tú eres de esas personas que le llama “injusticia” al simple hecho de no obtener lo que quiere —sentenció la muchacha con determinación—. No me interesa saber por qué estás aquí, pero la verdad es que ya no me interesa nada de ti. Eres egoísta, siempre lo ha sido, pero encima tener mal corazón ya es mucho defecto junto, hermanita.—¡Eres una perra, siempre se lo dije a nuestra madre! —le gritó Nadia fuera de sí—. ¡Metiste presos a papá y a
CAPÍTULO 125. Un solo obstáculoNaiara estaba intranquila y era lo justo, porque por más que quisiera permanecer calmada, no podía negar el hecho de que Nadia ya le había causado suficiente sufrimiento en su vida como para no confiar en que pudiera quedarse tranquila.Algo haría, Naiara no sabía qué pero algo haría, y solo esperaba de corazón que cualquier burrada que cometiera no pusiera en peligro a su hijo.Si era honesta tenía que reconocer que dudaba mucho que Nadia quisiera a ese bebé. Desde el primer momento le había parecido solo un lazo alrededor del cuello de Justin, como si esa fuera su única manera de enredarlo al punto de evitar que su hermana pequeña se casara con él. Sin embargo ese mismo sentimiento malvado que había animado esa resolución, seguía existiendo en el carácter podrido de Nadia.Precisamente por eso su primer movimiento después de replicarle a su madre con la mayor cantidad de veneno posible, fue intentar conseguir un abogado para su padre. Por supuesto que
Y definitivamente aquella no era una noticia agradable, no una que la señora Bravo quisiera escuchar, porque eso significaba poner en riesgo la poca estabilidad económica que ahora tenían en Estados Unidos solo para sacar de la cárcel a Rafael.Sin embargo no podían hacer otra cosa que asentir y marcharse de allí tan rápido como pudieran.—¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que le den fecha para un juicio? —preguntó la mujer con impaciencia al abogado en cuanto abandonaron la estación de policía.—Meses —le dijo el hombre—. Tenemos una semana para pagar la fianza, de lo contrario irá a la cárcel provincial. Pero si no tienen para pagarla, quizás... quizás puedan pedir un crédito aquí.—¿Un crédito con qué maldito aval? —replicó Nadia con impotencia.—Quizás no un crédito a las instituciones más comunes —apuntó el abogado y la señora Bravo se cruzó de brazos mirándolo con impaciencia.—Me imagino que se refiere a un usurero, que ese usurero es usted y que nos va a cobrar unos buenos inter