CAPÍTULO 102. Hay algo más ahí abajo—Creo que se están confundiendo… —fueron las primeras palabras que salieron de su boca y Samuel levantó una ceja divertida, porque en aquel punto ya no tenía ningún caso que lo negara—. Yo no soy...—Usted es el licenciado González, que se encargaba de la evaluación del suelo y manto acuífero cada vez que se solicitaba la perforación de pozos en los pueblos de Villahermosa y aledaños.El hombre trató de cerrar la puerta apresurado, pero una mano violenta de Sergio se interpuso.—¡Váyanse ahora mismo si no quieren que llame a la policía! —los amenazó el hombre, pero eso solo hizo que la expresión de Samuel se convirtiera en piedra.—¡Háganos el favor, entonces! —gruñó por lo bajo mirándolo a los ojos con expresión amenazante—. Por favor de llamar a la policía, y así de paso les explica como estuvo involucrado en una evaluación fraudulenta hace quince años, una evaluación que llevó al incendio de El Mirador, y a un sustancioso soborno de parte del se
CAPÍTULO 103. Un presentimientoSamuel sentía que el pecho le latía con demasiada fuerza. Terminar de hablar con el señor González fue cuestión de pocos minutos, pero si era honesto la verdad era que no tenía ni la más mínima idea de qué debía hacer en aquel momento.Ahora sabía la verdad, ahora sabía el motivo de la obsesión de su padre con El Mirador, pero ¿cuáles eran sus opciones?—No sé si me asusta o no que estés tan callado —murmuró Sergio mientras conducía todo el camino de regreso.—Es que no sé qué hacer —declaró Samuel con sinceridad—. Ahora sé que todo se trata de dinero, solo que en una escala muchísimo mayor de lo que había imaginado. Ahora sé que mi padre hará lo que sea y un poco más por conseguir El Mirador, pero no sé qué hacer exactamente con esta información. ¿Denunciarlo? Después de quince años nadie me creería que él fue el responsable del incendio de la finca hace tanto tiempo. ¿Pedirle al señor González que declare en su contra? Eso solo serviría para demostrar
CAPÍTULO 104. Un hombre demasiado perdidoQue Samuel tuviera todas las respuestas era sin duda algo importante para ella, pero en aquel momento había otras cosas que le preocupaban más a Naiara, como el hecho, por ejemplo, de que su familia todavía no se hubiera ido de regreso a Estados Unidos a pesar de que les había dejado muy claro que no los quería cerca.Ya no había absolutamente ninguna interacción entre ellos, pero el hecho de que los Bravo aún no se hubieran largado de Villahermosa, solo podía significar que todavía estaban planeando algo, que todavía creían que tenían oportunidades, que todavía se estaban confabulando con Francisco Leal para quitarles El Mirador a ella y a su abuelo.Esa mañana como todas las demás le fue difícil levantarse, le fue difícil ponerse en pie sin que aquellas náuseas se apoderaran de ella, y para el momento en que llegó a la cocina se dio cuenta de que Rosy se le quedaba mirando con expresión extrañada.—¿Qué pasó, dormiste mal? —le preguntó Naiar
CAPÍTULO 105. Una búsqueda desesperadaEl corazón de Samuel probablemente latía con más fuerza que el de un caballo de tiro. Escuchar a Rosy gritar que se le había perdido, que Naiara se le había perdido, quizás no era tan difícil como oír la forma en que una de las dependientas de la cafetería gritaba su nombre.—¡El período de la señora Bravo! ¿¡Señora Bravo? ¡El pedido de...!Samuel entró corriendo a la cafetería dándose cuenta que ni eso había alcanzado a llevarse y miró alrededor, a quienes todavía estaban esperando sus órdenes cerca del mostrador.—¡Naiara Bravo! —gritó llamando la atención de todos, y de inmediato las miradas de las personas alrededor se concentraron en él—. Naiara Bravo estaba justo aquí hace unos minutos, ¿alguien puede decirme a dónde fue? ¿Alguien la vio?A su lado Sergio, que tenía solo la cabeza un poco más fría, sacó su teléfono con una foto que les había tomado a Naiara y a Samuel pocos días antes y se le enseñó a la gente.—Es ella ¿alguien la ha visto
CAPÍTULO 106. ConfabulaciónPara el momento en que Naiara volvió a abrir los ojos, el dolor de cabeza que tenía era atroz, y el sol estaba ya lo suficientemente alto en el cielo como para que en aquel sitio hubiera demasiado calor.Apenas logró enfocar la vista se dio cuenta de que estaba en el asiento trasero de un auto, presumiblemente ese contra el que Justin había hecho rebotar su cabeza.Y no pudo evitar que su mente se regodeara en aquel primer pensamiento.“Samuel lo va a matar”.Sin embargo aunque estaba mareada, le fue del todo imposible llevarse una mano hacia aquel lado de su frente donde se había golpeado, y solo entonces se dio cuenta de que tenía las manos atadas. No solo las manos, sus piernas también estaban atadas y estaba encogida casi en posición fetal en aquel asiento trasero.En un segundo el corazón se le disparó en el pecho, pero apenas sintió unas voces acercándose, tuvo buen cuidado de volver a cerrar los ojos y tratar de parecer tan desmayada como hasta hacía
CAPÍTULO 107. Un hombre descartable—¡Honestamente no sé quién está más loco o es más idiota! —rugió Francisco por lo bajo mirando a Rafael—. ¿De verdad vas a dejar que este imbécil se lleve a tu hija a Estados Unidos?El hombre frente a él frunció el ceño en un segundo y lo miró como si estuviera demasiado escaso de moral como para hacerle aquel reclamo.—¿Y a ti desde cuándo te importa la seguridad de mi hija? —escupió con molestia.—¡No, si es que a mí la seguridad de tu hija me importa un cuerno, lo que me importa es tener a la maldit@ policía en la puerta de mi casa buscándola, y puedo asegurarte que Samuel es un perro de presa cuando se trata de ella, y que no va a descansar hasta encontrarla!Los ánimos estaban sobradamente caldeados, pero eso no significaba que Francisco Leal fuera tonto como para tomar malas decisiones. Después de todo, había logrado evadir la justicia durante quince años, y jamás había pagado por ninguno de sus crímenes, que eran bastantes y ninguno pequeño.
CAPÍTULO 108. Un hombre peligrosoAlgo tenía metido en el cuerpo, y definitivamente no algo bueno, porque Javier se movía de un lado al otro de aquella pequeña casucha, inquieto, mientras una amplia sudoración se dibujaba en el borde de su frente.—Esto no está bien... ¡Maldición, esto no está bien, no está bien! —exclamó cerrando los dedos en su cabello con tanta fuerza que por un segundo Naiara creyó que se los iba a arrancar.Miró alrededor, tratando de acostumbrar la vista a aquella penumbra, porque la casucha solo tenía una ventana y estaba cerrada. La única luz entraba por la puerta abierta y tampoco era mucha.—Por supuesto que está mal, Javier, tú lo sabes también como yo —dijo Naiara intentando controlar las lágrimas que tenía en el borde de los ojos, porque su padre y Francisco eran un par de desgraciados, Justin era un sinvergüenza de lo peor, pero el hombre que tenía frente a ella en aquel momento estaba simplemente drogado, y eso lo hacía en extremo inestable y peligroso.
CAPÍTULO 109. Sobreviviendo al infiernoAquella era la peor versión posible del tipo borracho llamando a las tres de la madrugada a la mujer que lo había abandonado. Solo que este tipo borracho en particular tenía que haber perdido la cabeza por completo, o tener algún delirio de poder como para imaginar que podía secuestrarla, subirla a un avión, hacerla cruzar todo el océano, para luego casarse con ella frente a toda su familia, como si solo con el simple hecho de estar de regreso en América, fuera a conseguir que Naiara lo perdonara y accediera a casarse de nuevo con él.La muchacha lo miró aturdida, pero se cuidó mucho de recordarle que ella ya estaba casada con otra persona, porque en aquel estado en que estaba Justin, se podía razonar con él mucho menos que con el yonqui que estaba afuera.—¡Maldición! ¿No me vas a decir nada? —gruñó su ex después de algunos minutos de silencio, desesperándose.—¿Y qué quieres que te diga? —replicó Naiara con incomodidad.—¡Pues lo que piensas!