CAPÍTULO 97. RepresaliasHostilidad. Esa era la palabra correcta. Una hostilidad que superaba a cualquier otra cosa. Si antes la posición de Francisco Leal como alcalde de Villahermosa había representado alguna amenaza, ahora su influencia parecía haberse magnificado entre las peores gentes de la ciudad.Naiara ya estaba acostumbrada a que le hicieran el vacío, a que no quisieran atenderla muchas veces, a que la gente fuera grosera con ella o a que no quisieran ayudarla, pero todo lo que había pasado en los últimos días parecía haber recrudecido los ánimos.Y no había que ser muy inteligente para saber en aquel momento lo mismo Francisco que Rafael estaban histéricos, porque los dos habían visto cómo se les iba entre las manos una fortuna, aunque ninguno supiera cuál era exactamente la medida de esa fortuna que el otro estaba esperando.—¿¡Cómo pudiste dejar que esto pasara?! —le gritó Francisco la próxima vez que volvieron a reunirse, cuando Rafael tuvo que decirle que ya no iba a he
CAPÍTULO 98. Un descubrimiento impactante—Bueno si lo pones así... —Naiara le abrió los ojos a Rosy porque había que ver que ella no era la única loca en aquella pandilla, pero la mujer parecía determinada y era evidente que Joaquín también.—Renacuajo, ya sé que no te gusta la idea —murmuró Samuel un par de horas después, mientras el sol caía lentamente, y Naiara respondió con un suspiro, porque no podían hacer otra cosa, la oportunidad que estaba tocando a su puerta no se presentaría dos veces—. Quizás será mejor que no vengas. Alguien debería quedarse con el abuelo y...—Ni lo intentes. Ni siquiera lo intentes —replicó Naiara—. No me dejarán fuera de esto, ¡así que vamos todos o no va ninguno!Samuel asintió mientras la veía terminar de vestirse y se acercó de inmediato a ella, envolviéndola en un abrazo porque sabía que iban a ponerse en una posición vulnerable, pero aun así debía tener confianza en su fortaleza y en su sagacidad.—Está bien, solo voy a salir un momento. Paso por
CAPÍTULO 99. ¡Una casa con aislamiento!La gente de Villahermosa era supersticiosa naturalmente, pero aquella historia de que había fantasmas en el Ayuntamiento solo se lo habían tragado los más incautos, y desde luego Francisco Leal no era uno de ellos. Sin embargo no había ni una sola pluma movida de lugar, ni una sola silla fuera de su sitio, ni una sola puerta forzada o documento perdido, así que la policía optó por determinar que era obra de algunos chiquillos del pueblo tratando de asustar al guardia de seguridad.Naiara y Samuel, por su parte, habían cerrado aquel episodio en particular sentados en el portal de la casa después de haberse asegurado de que el abuelo estaba tranquilo y dormido.—¿Entonces eso es? —preguntó la muchacha con un suspiro lleno de tristeza—. ¿Crees que haya metales preciosos aquí, debajo de El Mirador, y por eso tu padre está empeñado en comprarlo?Samuel pasó un brazo sobre sus hombros y la acercó a su cuerpo con un gesto protector.—Me gustaría decirt
CAPÍTULO 100. Demasiado cansancio—Estamos en un cese a las hostilidades, Samuel... —intentó detenerlo Naiara sin mucho éxito—. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa... Y otra cosa es...—¡Es otra cosa, renacuajo! ¡Es otra cosa!... —murmuró Samuel desesperado mientras su boca recorría el cuello de su esposa, dejando un camino de besos disco suave sobre sus pechos, antes de levantarla por la cintura ya salen radar las piernas alrededor de sus caderas.Y a esas alturas era demasiado evidente que ninguno de los dos sabía lo que estaba diciendo.Ni siquiera se habían molestado en ver la casa por dentro, en buscar su habitación, o en aquel hermoso protocolo de imaginar dónde demonios pondrían sus muebles. Porque la verdad era que lo único que Samuel podía imaginar en aquel momento era a Naiara sobre el suelo de madera, desnuda, y gimiendo.—No me acuerdo de cuál era el cuarto... —susurró ella mientras enredaba los dedos en su cabello para atraerlo hacia su boca.Y ni siquiera iba a intent
CAPÍTULO 101. Rápido y en silencioPara el momento justo en que Sergio abrió la puerta de aquel camión, Samuel todavía tenía la frente pegada al volante, y trataba de encontrar el ánimo correcto para atravesar el día sin que aquello lo volviera loco.—¿Qué pasó? —Fue la única pregunta medio asustada de su amigo—. No me digas que te pasó algo con Naiara, ¡pensé que te las cosas iban bien!Samuel se echó atrás respirando profundo y luego lo miró con incertidumbre, porque honestamente no sabía si reírse o ponerse a llorar.—Las cosas están bien con Naiara por ahora —murmuró—. Al menos hasta que se dé cuenta de que está embarazada.—¿Quééééé? —Sergio le abrió mucho los ojos mientras tiraba de la manga de su camisa para sacarlo del camión—. ¿Cómo que embarazada, Samuel, estás loco?—Pues honestamente quisiera, o al menos quisiera estar un poco equivocado, pero lo dudo. Lleva unos cuantos días bastante cansada, trae las hormonas por las nubes, y apenas puede levantarse por la mañana. Hoy ca
CAPÍTULO 102. Hay algo más ahí abajo—Creo que se están confundiendo… —fueron las primeras palabras que salieron de su boca y Samuel levantó una ceja divertida, porque en aquel punto ya no tenía ningún caso que lo negara—. Yo no soy...—Usted es el licenciado González, que se encargaba de la evaluación del suelo y manto acuífero cada vez que se solicitaba la perforación de pozos en los pueblos de Villahermosa y aledaños.El hombre trató de cerrar la puerta apresurado, pero una mano violenta de Sergio se interpuso.—¡Váyanse ahora mismo si no quieren que llame a la policía! —los amenazó el hombre, pero eso solo hizo que la expresión de Samuel se convirtiera en piedra.—¡Háganos el favor, entonces! —gruñó por lo bajo mirándolo a los ojos con expresión amenazante—. Por favor de llamar a la policía, y así de paso les explica como estuvo involucrado en una evaluación fraudulenta hace quince años, una evaluación que llevó al incendio de El Mirador, y a un sustancioso soborno de parte del se
CAPÍTULO 103. Un presentimientoSamuel sentía que el pecho le latía con demasiada fuerza. Terminar de hablar con el señor González fue cuestión de pocos minutos, pero si era honesto la verdad era que no tenía ni la más mínima idea de qué debía hacer en aquel momento.Ahora sabía la verdad, ahora sabía el motivo de la obsesión de su padre con El Mirador, pero ¿cuáles eran sus opciones?—No sé si me asusta o no que estés tan callado —murmuró Sergio mientras conducía todo el camino de regreso.—Es que no sé qué hacer —declaró Samuel con sinceridad—. Ahora sé que todo se trata de dinero, solo que en una escala muchísimo mayor de lo que había imaginado. Ahora sé que mi padre hará lo que sea y un poco más por conseguir El Mirador, pero no sé qué hacer exactamente con esta información. ¿Denunciarlo? Después de quince años nadie me creería que él fue el responsable del incendio de la finca hace tanto tiempo. ¿Pedirle al señor González que declare en su contra? Eso solo serviría para demostrar
CAPÍTULO 104. Un hombre demasiado perdidoQue Samuel tuviera todas las respuestas era sin duda algo importante para ella, pero en aquel momento había otras cosas que le preocupaban más a Naiara, como el hecho, por ejemplo, de que su familia todavía no se hubiera ido de regreso a Estados Unidos a pesar de que les había dejado muy claro que no los quería cerca.Ya no había absolutamente ninguna interacción entre ellos, pero el hecho de que los Bravo aún no se hubieran largado de Villahermosa, solo podía significar que todavía estaban planeando algo, que todavía creían que tenían oportunidades, que todavía se estaban confabulando con Francisco Leal para quitarles El Mirador a ella y a su abuelo.Esa mañana como todas las demás le fue difícil levantarse, le fue difícil ponerse en pie sin que aquellas náuseas se apoderaran de ella, y para el momento en que llegó a la cocina se dio cuenta de que Rosy se le quedaba mirando con expresión extrañada.—¿Qué pasó, dormiste mal? —le preguntó Naiar