CAPÍTULO 151. Una hipótesis impensableEl capitán de la estación de bomberos lo miró como si creyera que todavía estaba en shock o algo así.—¿Los mastines? ¿De qué hablas, Samuel? —le preguntó sentándose a su lado—. Simba está bien.—No te estoy hablando de Simba, te estoy hablando de los mastines, tres mastines que viven dentro de la propiedad de El Mirador, son de la casa, ellos fueron los que nos despertaron a tiempo —le explicó Samuel—. Ellos fueron los que se dieron cuenta del intruso y avisaron.—¡Maldición, pues ojalá se hubieran dado cuenta antes, porque a quien hizo esto hasta le dio tiempo a regar la maldit@ gasolina por todos lados! —gruñó su jefe con un tono lleno de impotencia y de rabia, porque sabía muy bien el infierno que significaba morir en un incendio, como para siquiera imaginar que una persona podía ser tan despiadada como para intentar quemar a propósito no solo a toda una finca sino también a toda una familia.—Créeme, de no ser por esos animales no habríamos
Samuel se levantó como un resorte porque obviamente era algo muy importante, y tanto él como el capitán de la policía lo sabían. La patrulla salió delante de la camioneta, y Samuel no era capaz de explicar lo que iba sintiendo por el camino, apresurándose hasta que la enorme estación pintada de rojo apareció en su campo de visión.Bastó solo que Samuel estacionara y abriera la puerta de su auto para que los tres perros, que estaban echados a la sombra en una esquina de la edificación, cerca de donde se estacionaban los camiones cisterna, salieran corriendo desesperados a encontrarse con él.—¡Calma, muchachos, vamos a calmarnos, vamos, vamos! —intentó tranquilizarlos él, palmeándoles los lomos con gestos cariñosos, y abrazándolos por turnos hasta que logró que se sentaran.—He estado mandando a los chicos a revisar lo que quedó de la casa —le dijo al jefe de los bomberos—. Y hace solo quince minutos que aparecieron por allí, estaban bastante débiles así que no fue difícil que se dejar
CAPÍTULO 153. Una persona despreciablePor desgracia la expresión de sorpresa, consternación y azoro en la cara de aquella mujer le dijeron en un solo instante a Samuel que ella no tenía idea de lo que estaba hablándole. Y si tenía idea, porque el suceso había salido por supuesto en algunos noticieros locales, entonces lo que la tenía estupefacta era el hecho de que alguien pudiera culparla a ella del incendio.—¡No no no no no no no no no no no no! ¡No, claro que no! ¡Maldición, por supuesto que no yo no estoy tan loca! —exclamó golpeando la mesa frente a ella y mirándolos como si fueran un par de aliens.—¿Y me quiere decir que está escapando por nada? —espetó el jefe de la policía y ella le puso los ojos en blanco, prácticamente chasqueando los dedos en su cara como si con eso hiciera que el policía se espabilara.—¡Ay, por favor, usted está ahí en el epicentro de todo el escándalo y el desastre que está viviendo la familia Bravo! —escupió ella con evidente sorna—. Ustedes saben mu
CAPÍTULO 154. Una mujer inteligenteLa gente pensaba que ella era estúpida, lo habían pensado desde el mismo momento en que se había convertido en una niña hermosa. Y la verdad era que Nadia era impulsiva, sí, pero estaba muy lejos de ser idiota.La mitad de su vida la había pasado calculando, y la otra mitad haciendo hasta lo imposible para demostrar que era la más inteligente, la más capaz, la más astuta y por eso se merecía lo mejor. Sabía que era buena en demasiadas cosas, pero al parecer caerle bien a los malditos perros no era una de ellas.Apenas si había visto venir a los animales, los malditos ni siquiera habían ladrado, en lugar de eso lo primero y lo último que había escuchado habían sido aquellas pisadas veloces, demasiado cerca como para que pudiera escapar.El primer grito había llegado cuando la mandíbula de uno de los mastines se había cerrado ferozmente sobre una de sus pantorrillas. Su primera y única reacción había sido lanzar contra él el bidón de gasolina que tení
CAPÍTULO 155. Una oración contestadaEl tiempo pasa para las personas de forma distinta. Por un lado, para Samuel y Naiara era momento de reconstruirse, de buscar un nuevo camino y seguir adelante. Sin embargo, sabían que nada de eso iban a lograrlo a menos que dieran con la persona que había atentado contra sus vidas.Y por otro lado, Nadia parecía una bestia herida en todo el amplio sentido de la palabra, porque en los noticieros locales ya había salido su foto bajo la leyenda de “BUSCADA”, y prácticamente no podía sentarse a comer en ningún lugar decente sin que la gente se diera cuenta de quién era.Así que no le había quedado más remedio que seguir deambulando en aquella caravana traqueteante, rumiando su impotencia y su rabia mientras pensaba en qué demonios iba a hacer para devolverle aquel golpe a su hermana.—Es que no puede tener tanta suerte, ¡no puede tener tanta suerte! —gruñó frustrada, sin poder creer que Naiara hubiera esquivado aquella bala en particular.Y quizás era
CAPÍTULO 156. Una fugitiva capturadaDecirle a Samuel que él no podía participar porque solo era un civil era lo correcto, y también era lo más inútil que se podía hacer, el capitán de la estación lo sabía perfectamente. Así que en lugar de prohibírselo, simplemente le señaló una de las patrullas para que se subiera, porque era mejor tenerlo controlado que desobediente.Samuel no se lo hizo repetir dos veces, pero en el mismo momento en que se acercó a aquella patrulla, lo detuvo la llamada urgente de una mujer que venía corriendo desde el otro lado de la calle.—Samuel, espera, espera, ¡tengo algo que decirte, es importante! —exclamó la veterinaria de Villahermosa, pero Samuel no tenía demasiado tiempo como para escucharla, porque la primera patrulla iba ya de salida y no podía dejar que todas se le fueran.—Nuria, ahora no, por favor. Tengo que irme, pero en cuanto regrese te aseguro que me paso por la clínica.—Samuel, pero es que es importante, los análisis de los mastines ya sali
CAPÍTULO 157. Una conversación entre hermanas—Tiene que estar desquiciada, no puede ser otra cosa —aseguró uno de los oficiales que estaba del otro lado de la ventana de cristal, y Samuel, que estaba a su lado, pensaba exactamente lo mismo.—Créeme que ese grado de mentira patológica, así, sin ningún tipo de remordimiento, de vergüenza... Eso tiene que ser un trastorno mental, tienes razón —murmuró.—Y ella tiene un punto —suspiró el oficial en respuesta—. Todas las pruebas que tenemos contra Nadia Bravo son circunstanciales, comenzando con el mismo hecho de su huida.—Pero todavía quedan las mordidas de los perros, ¿verdad? Quiero decir, ¿cuándo la van a revisar? —replicó Samuel.—Ya está llegando la forense. Honestamente no sé cómo funcionará eso, solo que ella es la que tiene que determinar, en caso de que tenga mordidas en el cuerpo, si esas mordidas fueron hechas por los dientes de tus mastines.Era evidente que eso tenía nervioso a todo el mundo, sin embargo, antes de que aquel
CAPÍTULO 158. De todo corazón.Por supuesto que del otro lado del cristal tanto Samuel como el capitán se echaron hacia adelante cuando notaron aquellas palabras de Naiara. Y ese instinto del bombero de que algo extraño estaba sucediendo se acentuó más que nunca.—¿De qué demonios estás hablando, estúpida? —escupió Nadia y Naiara se llevó las manos a la cara por un segundo tratando de recomponerse.—¿Los perros te mordieron? —le preguntó por fin y vio la expresión llena de sarcasmo y desprecio que su hermana le dirigía.—No sé de qué demonios estás hablando.—Nadia, por favor, contéstame, ¿te mordieron los mastines? ¿Los mastines de El Mirador? ¿Te mordieron?—¿Y crees que soy tan idiota como para admitir eso frente a ti? —replicó con rabia su hermana mayor—. ¡Solo quieres que lo admita porque eso me condenaría, esa sería una prueba de que estuve en El Mirador y le prendí fuego de una punta a la otra...! Y también es un gusto que no te voy a dar, hermanita. Puedo garantizarte que no m