CAPÍTULO 157. Una conversación entre hermanas—Tiene que estar desquiciada, no puede ser otra cosa —aseguró uno de los oficiales que estaba del otro lado de la ventana de cristal, y Samuel, que estaba a su lado, pensaba exactamente lo mismo.—Créeme que ese grado de mentira patológica, así, sin ningún tipo de remordimiento, de vergüenza... Eso tiene que ser un trastorno mental, tienes razón —murmuró.—Y ella tiene un punto —suspiró el oficial en respuesta—. Todas las pruebas que tenemos contra Nadia Bravo son circunstanciales, comenzando con el mismo hecho de su huida.—Pero todavía quedan las mordidas de los perros, ¿verdad? Quiero decir, ¿cuándo la van a revisar? —replicó Samuel.—Ya está llegando la forense. Honestamente no sé cómo funcionará eso, solo que ella es la que tiene que determinar, en caso de que tenga mordidas en el cuerpo, si esas mordidas fueron hechas por los dientes de tus mastines.Era evidente que eso tenía nervioso a todo el mundo, sin embargo, antes de que aquel
CAPÍTULO 158. De todo corazón.Por supuesto que del otro lado del cristal tanto Samuel como el capitán se echaron hacia adelante cuando notaron aquellas palabras de Naiara. Y ese instinto del bombero de que algo extraño estaba sucediendo se acentuó más que nunca.—¿De qué demonios estás hablando, estúpida? —escupió Nadia y Naiara se llevó las manos a la cara por un segundo tratando de recomponerse.—¿Los perros te mordieron? —le preguntó por fin y vio la expresión llena de sarcasmo y desprecio que su hermana le dirigía.—No sé de qué demonios estás hablando.—Nadia, por favor, contéstame, ¿te mordieron los mastines? ¿Los mastines de El Mirador? ¿Te mordieron?—¿Y crees que soy tan idiota como para admitir eso frente a ti? —replicó con rabia su hermana mayor—. ¡Solo quieres que lo admita porque eso me condenaría, esa sería una prueba de que estuve en El Mirador y le prendí fuego de una punta a la otra...! Y también es un gusto que no te voy a dar, hermanita. Puedo garantizarte que no m
CAPÍTULO 159. Una mujer peligrosaDe un lado de la ventana de cristal hermética estaba Samuel, más impactado que si le hubiera estallado una bomba en pleno rostro. No sabía qué hacer, no sabía qué decir, solo podía recordar que Nuria realmente estaba ansiosa cuando había intentado hablar con él. Sin embargo, no sentía ni un mínimo de culpa porque entendía que, aun sabiéndolo, no habría podido hacer nada a aquellas alturas.A su lado estaba el capitán de la policía hablando con varios de sus oficiales y, por supuesto, uno de ellos salió corriendo en busca de la veterinaria, para que declarara qué demonios estaba pasando y si por alguna terrible casualidad lo que fuera que hubiera encontrado en los perros o que tuviera la persona a la que habían mordido era contagioso.Y del otro lado del cristal estaba Naiara, intentando contener las lágrimas a pesar de todo, y su esposo sabía que era porque, aunque no la hubieran querido en su vida, el corazón de la muchacha era demasiado grande como
CAPÍTULO 160: Un resultado trágicoEl grito fue largo, hondo y furioso, sin embargo, no tenía nada que ver con la inyección sino con el hecho de que la paramédico le había clavado aquella jeringa en el brazo izquierdo, justo por debajo de la mordida del animal, y el dolor la habría hecho casi desmayarse de no ser porque los sedantes que venían en la inyección hicieron efecto extremadamente rápido.—Vamos, ayúdame aquí, por favor —exclamó el paramédico que dirigía, y uno de los oficiales se apresuró para quitarle las esposas a Nadia.A simple vista parecía que realmente estaba enferma, el color de la piel, la sudoración y aquellas enormes ojeras bajo sus ojos hablaban de que no estaba precisamente en su mejor estado físico, pero aun así los paramédicos tenían que revisarla antes de llevarla a un hospital para asegurarse de que fuera por la mordida y no por alguna otra cosa.—Por favor, necesitamos hacer una exploración rápida, envíenme un par de oficiales femeninas y que se retiren tod
CAPÍTULO 161. La declaración de un juradoAquella audiencia prometía ser un desastre. Desde el mismo segundo en que había empezado, Naiara había sabido que aquello sería un desastre, porque la expresión de su padre no podía ser más frustrada o llena de odio.Francisco, por otro lado, parecía absolutamente confiado en que lograría librarse de aquello. Los dos hombres no habían cruzado ni una palabra desde que el juicio había comenzado y aquel último día ni siquiera se miraban.Naiara pidió permiso para acercarse a su padre y hablarle, sin embargo, la asistente del juez le respondió con una educada negativa.—Lo siento, no pueden verlo hasta que el juicio termine —le dijo con delicadeza.—Lo sé, pero es que esto es importante, se trata de mi hermana, de su hija —intentó convencerla Naiara, pero no funcionó.—Comprendo, pero créame que no va a pasar más de media hora desde que esto comience hasta que termine, así que por favor solo espere media hora y le aseguro que podrá verlo.La mucha
CAPÍTULO 162. Un yugo liberadoLa expresión de Rafael Bravo no varió ni siquiera un poco mientras encajaba aquella noticia. Era imposible determinar si estaba sintiendo algo; solo cuando despegó los labios pareció que aquello realmente lo afectaba.—¿Qué... Qué estás diciendo? —le preguntó mirándola por primera vez a los ojos desde hacía días.—Nadia está en el hospital, cuando se metió a incendiar El Mirador, los perros que cuidaban la propiedad la mordieron —le explicó Naiara con un nudo en la garganta—. Al parecer, estaban infectados con una bacteria y... se la pasaron a Nadia en la saliva. Estuvo todos estos días sin recibir ningún tratamiento, así que lo siento, los médicos dicen que ya no pueden hacer nada. Sé que quizás resulte difícil, pero si le pides al juez que te deje ir a despedirte... quizás te lo conceda.—¡¿Quizás me lo conceda?! —gritó furioso Rafael—. ¡¿Quizás me lo conceda, maldit@?! ¡Al final tu hermana siempre tuvo razón! ¡Siempre dijo que tú ibas a ser nuestra de
CAPÍTULO 163. Los Leal—¿Por qué vinieron a este sitio? —preguntó Javier con nerviosismo porque al parecer él había sentido exactamente lo mismo que su hermano.—Ya sabes que la hermana de Naiara se está muriendo aquí en el hospital —respondió Samuel—. Seguramente el juez le concedió a Rafael que pasara para despedirse de su hija.—Ya veo... —murmuró Javier, mientras los dos se hacían a un lado para no estorbar ni en la entrada de la sala de Urgencias, ni a los policías judiciales que estaban a punto de sacar a Rafael de aquella camioneta.Sin embargo, el maldito mal presentimiento que traían los dos no sería gratuito. En el mismo momento en que las puertas de la camioneta se abrieron, lo único que se vio fue un cuerpo que embestía furiosamente contra el policía que cargaba las llaves, y un segundo después, Rafael pateaba al hombre en la cara mientras Francisco hacía todo lo que podía por quitarle las llaves.Los gritos no se hicieron esperar, y por supuesto, antes de que otros dos po
CAPÍTULO 164. Dos noticias.La única razón, absolutamente la única que tenía Francisco Leal para estar en aquel lugar era que el juez le había concedido a Rafael cinco minutos para que pudiera despedirse de su hija moribunda.Todo se había descontrolado en un solo instante, y ahora tenían otro desastre entre manos.Naiara tuvo que hacer un esfuerzo desesperado para lograr que Samuel se levantara del suelo de aquel estacionamiento, y luego los dos corrieron como pudieron hacia el interior del centro de salud.Y por supuesto que mientras él caminaba de un lado al otro, aguardando desesperadamente por noticias, ella se encargó de avisarle a todas las personas que necesitaban venir a apoyarlo. Porque si algo era tristemente cierto, era que si Javier no sobrevivía a aquella operación, entonces Samuel perdería la última familia de sangre que le quedaba.—Todo va a estar bien —le dijo, intentando que se sentara y rezando con todo su corazón para que Sergio llegara lo más rápido posible—. Por