CAPÍTULO 159. Una mujer peligrosaDe un lado de la ventana de cristal hermética estaba Samuel, más impactado que si le hubiera estallado una bomba en pleno rostro. No sabía qué hacer, no sabía qué decir, solo podía recordar que Nuria realmente estaba ansiosa cuando había intentado hablar con él. Sin embargo, no sentía ni un mínimo de culpa porque entendía que, aun sabiéndolo, no habría podido hacer nada a aquellas alturas.A su lado estaba el capitán de la policía hablando con varios de sus oficiales y, por supuesto, uno de ellos salió corriendo en busca de la veterinaria, para que declarara qué demonios estaba pasando y si por alguna terrible casualidad lo que fuera que hubiera encontrado en los perros o que tuviera la persona a la que habían mordido era contagioso.Y del otro lado del cristal estaba Naiara, intentando contener las lágrimas a pesar de todo, y su esposo sabía que era porque, aunque no la hubieran querido en su vida, el corazón de la muchacha era demasiado grande como
CAPÍTULO 160: Un resultado trágicoEl grito fue largo, hondo y furioso, sin embargo, no tenía nada que ver con la inyección sino con el hecho de que la paramédico le había clavado aquella jeringa en el brazo izquierdo, justo por debajo de la mordida del animal, y el dolor la habría hecho casi desmayarse de no ser porque los sedantes que venían en la inyección hicieron efecto extremadamente rápido.—Vamos, ayúdame aquí, por favor —exclamó el paramédico que dirigía, y uno de los oficiales se apresuró para quitarle las esposas a Nadia.A simple vista parecía que realmente estaba enferma, el color de la piel, la sudoración y aquellas enormes ojeras bajo sus ojos hablaban de que no estaba precisamente en su mejor estado físico, pero aun así los paramédicos tenían que revisarla antes de llevarla a un hospital para asegurarse de que fuera por la mordida y no por alguna otra cosa.—Por favor, necesitamos hacer una exploración rápida, envíenme un par de oficiales femeninas y que se retiren tod
CAPÍTULO 161. La declaración de un juradoAquella audiencia prometía ser un desastre. Desde el mismo segundo en que había empezado, Naiara había sabido que aquello sería un desastre, porque la expresión de su padre no podía ser más frustrada o llena de odio.Francisco, por otro lado, parecía absolutamente confiado en que lograría librarse de aquello. Los dos hombres no habían cruzado ni una palabra desde que el juicio había comenzado y aquel último día ni siquiera se miraban.Naiara pidió permiso para acercarse a su padre y hablarle, sin embargo, la asistente del juez le respondió con una educada negativa.—Lo siento, no pueden verlo hasta que el juicio termine —le dijo con delicadeza.—Lo sé, pero es que esto es importante, se trata de mi hermana, de su hija —intentó convencerla Naiara, pero no funcionó.—Comprendo, pero créame que no va a pasar más de media hora desde que esto comience hasta que termine, así que por favor solo espere media hora y le aseguro que podrá verlo.La mucha
CAPÍTULO 162. Un yugo liberadoLa expresión de Rafael Bravo no varió ni siquiera un poco mientras encajaba aquella noticia. Era imposible determinar si estaba sintiendo algo; solo cuando despegó los labios pareció que aquello realmente lo afectaba.—¿Qué... Qué estás diciendo? —le preguntó mirándola por primera vez a los ojos desde hacía días.—Nadia está en el hospital, cuando se metió a incendiar El Mirador, los perros que cuidaban la propiedad la mordieron —le explicó Naiara con un nudo en la garganta—. Al parecer, estaban infectados con una bacteria y... se la pasaron a Nadia en la saliva. Estuvo todos estos días sin recibir ningún tratamiento, así que lo siento, los médicos dicen que ya no pueden hacer nada. Sé que quizás resulte difícil, pero si le pides al juez que te deje ir a despedirte... quizás te lo conceda.—¡¿Quizás me lo conceda?! —gritó furioso Rafael—. ¡¿Quizás me lo conceda, maldit@?! ¡Al final tu hermana siempre tuvo razón! ¡Siempre dijo que tú ibas a ser nuestra de
CAPÍTULO 163. Los Leal—¿Por qué vinieron a este sitio? —preguntó Javier con nerviosismo porque al parecer él había sentido exactamente lo mismo que su hermano.—Ya sabes que la hermana de Naiara se está muriendo aquí en el hospital —respondió Samuel—. Seguramente el juez le concedió a Rafael que pasara para despedirse de su hija.—Ya veo... —murmuró Javier, mientras los dos se hacían a un lado para no estorbar ni en la entrada de la sala de Urgencias, ni a los policías judiciales que estaban a punto de sacar a Rafael de aquella camioneta.Sin embargo, el maldito mal presentimiento que traían los dos no sería gratuito. En el mismo momento en que las puertas de la camioneta se abrieron, lo único que se vio fue un cuerpo que embestía furiosamente contra el policía que cargaba las llaves, y un segundo después, Rafael pateaba al hombre en la cara mientras Francisco hacía todo lo que podía por quitarle las llaves.Los gritos no se hicieron esperar, y por supuesto, antes de que otros dos po
CAPÍTULO 164. Dos noticias.La única razón, absolutamente la única que tenía Francisco Leal para estar en aquel lugar era que el juez le había concedido a Rafael cinco minutos para que pudiera despedirse de su hija moribunda.Todo se había descontrolado en un solo instante, y ahora tenían otro desastre entre manos.Naiara tuvo que hacer un esfuerzo desesperado para lograr que Samuel se levantara del suelo de aquel estacionamiento, y luego los dos corrieron como pudieron hacia el interior del centro de salud.Y por supuesto que mientras él caminaba de un lado al otro, aguardando desesperadamente por noticias, ella se encargó de avisarle a todas las personas que necesitaban venir a apoyarlo. Porque si algo era tristemente cierto, era que si Javier no sobrevivía a aquella operación, entonces Samuel perdería la última familia de sangre que le quedaba.—Todo va a estar bien —le dijo, intentando que se sentara y rezando con todo su corazón para que Sergio llegara lo más rápido posible—. Por
CAPÍTULO 165. Una sola familiaNo había dudas de que a veces la familia del corazón era más importante que la familia de sangre. Samuel siempre lo había sabido, y se hizo más patente que nunca cuando fue el señor Baker en persona el que se ocupó del funeral y el entierro de Nadia, para que Naiara y el abuelo Félix no tuvieran que pasar por el dolor de encargarse de eso.Dos días después, y para tranquilidad de todos, Javier por fin abrió los ojos y la primera persona a la que encontró a su lado fue a su hermano, medio ojeroso, bastante cansado, pero indudablemente feliz de tenerlo con los dos pies en el mundo de los vivos.Un instante más tarde, Samuel gritaba para que un médico viniera, y en los siguientes minutos revisaban a Javier hasta convencerse de que ya estaba fuera de peligro.—Tengo que decirlo... la edad no te hace bien... —murmuró Javier mirando a su hermano, que frunció el ceño sin comprenderlo—. Tus días de gloria ya pasaron, ahora te vas a poner gordo y panzón mientras
CAPÍTULO 166. Una nueva vida para todosDespedirse del pequeño Alejandro no fue fácil para sus tíos, pero Naiara había tenido razón y después de la muerte de Nadia las autoridades solo podían concederle la custodia a los Baker. Hicieron por supuesto de hacer una nueva prueba de paternidad y un mes después la familia hacía una linda cena de despedida, porque muy pronto lograrían trasladar a Justin a una cárcel en los Estados Unidos y los Baker también se irían de regreso con su nieto.—Me encantaría decirles que se quedaran, sería maravilloso poder tener a Alejandro cerca —murmuró Naiara acariciando a su sobrino—, pero entiendo que allá podrán luchar un poco más para que Justin esté en una cárcel de mínima seguridad y puedan sacarlo pronto.El señor Baker pasó saliva pero finalmente hizo un gesto de asentimiento.—Lamento si es algo que te incomoda, pero sí, trataremos de hacer lo posible porque esté con nosotros y con su hijo antes de que Alejandro cumpla los doce años.Naiara le diri