Estando envuelta en aquellos brazos de hombre que más que calma y calidez me brindaban seguridad y un inquebrantable y poderoso amor, me permití recordar el inicio de nuestra historia. No era de algunos meses atrás o desde que empezamos a salir, era una historia que había iniciado hacía años y había empezado a trazarse incluso cuando ignoraba el amor que Bruno sentía por mí. Era una historia que había tenido un sinfín de capítulos previos antes de que empezara a relatarse verdaderamente.Recordé mi adolescencia y una sonrisa se desplegó en mis labios. En cada uno de mis recuerdos, por más mínimo que fuera, él siempre estuvo presente. Cuando me gradué de mi bachillerato, en cada uno de mis cumpleaños desde que era una chiquilla, en cualquier evento escolar al que asistiera mi hermano y él siempre lo acompañaba, incluso estuvo presente en mi primer día de universidad y en aquella boda que me llevó a conocer un infierno. Estuvo ahí cuando mi padre murió, fue quien me dio sosiego y me bri
Pensé que mi madre y mi hermano me dirían algo por irme a vivir demasiado pronto con Bruno, pero ellos se mostraron felices y lo único que me dijeron fue que, si estaba segura de dar ese paso con él, me apoyarían en todo. Además, no era como si fuera a vivir al otro lado del mundo. Estaríamos muy cerca, como a unos cinco minutos en auto y quince a pie.La experiencia de vivir juntos ha sido tan maravillosa. Cada día, al despertar, una felicidad tan inmensa e incomparable que no podía describir me gobernaba el alma y me hacía sentir tan viva, tan feliz, tan llena de ilusiones y tan enamorada de tener a mi lado a un hombre como Bruno.Jamás en mi vida me había sentido tan completa, amada, dichosa, que estaba en el lugar indicado, que todo valía la pena, que el mundo tenía sentido y que todo se esfumaba y quedaba una increíble paz que me decía que ahí, en sus brazos, pertenecía desde siempre.No había un solo día donde no fuese feliz. Me sentía viviendo en una interminable fantasía, en u
Me dije a mí misma que no debía ilusionarme demasiado, que no perdiera la cabeza ante el hecho de que no pudiera tener hijos, que no enloqueciera si nada era claro y todo podía pasar.Pero, en mi mente, seguían rondando las palabras que Bruno me había dicho noches atrás, cuando exterioricé el miedo que sentía de no poder ser madre.«Hay muchos niños en busca de amor, protección y una familia que les brinden lo mejor. Siempre podrás ser madre, mi amor, así que no tienes por qué sentir miedo, después de todo, amar a quien no lleva tu sangre es una muestra palpable de que estás hecha para ser una madre maravillosa».Siempre tenía las mejores palabras para mí, no solo para dejarme muda, sino para calmar mis más profundos miedos. Él tenía tanta razón, y es que mi vida no se iba a detener si yo no podía tener un hijo, no cuando había cientos de niños esperando un hogar, una bonita y hermosa familia.Adoptar también hacia parte de tener una familia y ser los mejores padres que un inocente pu
Había enloquecido, eso era un hecho que nadie podía negar, ni siquiera yo misma.Quizá sí estaba loca, porque preparar una boda en tan solo tres días, y temiendo que pudiera dar a luz en cualquier momento, era una clara señal de que había perdido toda mi cordura.Pero no era así, solo eran mis fervientes deseos y anhelos actuando por mí. No se me podía culpar, si solo podía pensar en ser feliz, y casarme —en tres dias—, era mi mayor felicidad, así como una completa locura.Todo era un caos, desde el hecho de que nos estábamos preparando para la llegada de nuestra adorada princesa Chloe, hasta los más mínimos detalles de la boda.A pesar de que tenía a Sheyla y a Amanda ayudándome en todo, lo cierto era que las tres no dábamos abasto. Y no es que fuera la gran ceremonia ni tuviera cientos de invitados, pero igual no dejaba de ser tedioso así fueran a asistir familiares y amigos cercanos —lo que se resumía a menos de treinta personas—.Lo más difícil de conseguir fue el vestido, después
Encontrándome frente al espejo, ante mi peor enemiga, no podía mover un solo músculo ni tampoco abrir los ojos. Me resultaba imposible mirarme una vez más después de muchísimo tiempo y ver lo que había quedado de mí.Mi mente, en cuestión de segundos, se perdió en los malos recuerdos, haciendo que mis temblantes manos no pudiesen liberarme de esas cadenas que aún me ataban y me condenaban a recordar una y otra vez como un bucle sin salida el peor de los infiernos.Estaba muerta por más que mi corazón latiera y algo muy dentro de mí me obligara a respirar. Por más que abriera los ojos y viera colores y formas a mi alrededor, todo para mí estaba oscuro, sin gracia alguna, sin belleza, sin esas tonalidades brillantes que antes me hacían sonreír y me encantaba tanto fotografiar.El sol era eso, un cuerpo enorme que daba luz y calentaba cada día, pero que no llegaba a tocarme por ningún motivo, como si fuese un repelente y huyera de mí. Y la luna, de diferentes formas estaba allí, quieta y
La recuperación sería larga y de muchos cuidados, pero estaba dispuesta a todo por sanar tanto física como mentalmente. Mis traumas habían quedado tatuados en mi piel a fuego y en mi mente solo podía recordar una vez tras otra lo vivido, pero este renacer era único y majestuoso.Podía sentir como me ponía en pie y renacía de las cenizas, poco a poco volviendo a construirme a mí misma. Había llegado el momento de olvidar y enterrar el pasado y vivir y ser feliz en el presente y el futuro que venía.El camino sería largo y quizá lleno de tormentos, aún así, iba de la mano de mi familia y de aquel hombre que aún permanecía a mi lado luego de que la tormenta lo destruyera todo. Bruno me confundía y me hacía rabiar como sonreír, me daba luz y me llenaba de miedos con su manera de actuar y de decirme las cosas. Pero él era esencial en mi vida, se había convertido en alguien demasiado importante para mí.En nuestra larga estadía en Estados Unidos no había mencionado nada respecto al beso que
Me sentía muy emocionada, al fin saldría de la clínica y podríamos volver a casa, así como ya no tendría que usar más vendajes alrededor de mi cuerpo y mi rostro. Las cicatrices iban sanando de manera efectiva y rápida, tanto, que ya no se veían tan rojizas y no se sentían tan duras al tacto como en un principio.Mirarme en el espejo y ver un rostro y no un monstruo era gratificante y un alivio para mi alma. Ya no contemplaba a mi enemigo, ahora me veía, sintiéndome nuevamente yo misma y una persona como cualquier otra. Ya no había asco ni palabras hirientes contra mi propio aspecto, algo que me agradecía, porque no me había dado cuenta de lo mucho que me lastimaba diciéndome todo aquello que veía al espejo y no me gustaba y que aborrecía con el alma.Me había sumido tanto en el dolor y me había encerrado en mi trauma y mis deseos de morir que me arrepentía de no haber tomado la decisión de operarme hacía muchísimo tiempo, pero ahora eso no importaba, después de todo, luego de mi muer
—No puedo creer que no tenga nada que ponerme —me quejé, mirando y revolcando toda la ropa que tenía sobre la cama—. ¿Por qué rayos no tengo nada mejor que ponerme, algo mucho más bonito?Las faldas, los vestidos, los pantalones e incluso las camisas eran tan simples. No podía ponerme esa ropa tan anticuada y horrible para salir a cenar con Bruno, sería vergonzoso que él estuviera todo guapo mientras yo vestía unos harapos que hasta entonces me parecieron de los más horribles. No sé cómo pude decirle a mi madre que me comprara todo eso.Rendida, soltando un suspiro, me senté en la cama aún con la toalla alrededor de mi cuerpo, apretando la tela entre mis manos con fuerza. Entre todas las prendas no había ninguna que me gustara y me hiciera sentir cómoda y bonita. Todas eran horribles, especiales para cubrir todas las imperfecciones de mi cuerpo.No es que quisiera vestirme con prendas más reveladoras, pero sí unas que me hicieran sentir bien y a gusto. Toda esa ropa se la había pedido