—¿Cuándo se está preparado para dar el siguiente paso en una relación? —solté de repente, silenciando a Sheyla y Amanda ipso facto—. Ya saben a lo que me refiero...—Bueno, creo que no hay tal preparación para seguir al pie de la letra. Cuando te sientas lista y estés segura de dar ese paso, las cosas simplemente se darán —respondió Amanda—. No tienes que sentirte presionada, eso solo lo decides tú cuando estés lista.—Ama tiene razón, es una decisión personal e intima que solo tú puedes tomar. Si te sientes lista en dar el paso... Hazlo, pero siempre ten presente que lo quieres hacer por ti misma, porque crees que ya es hora de dar ese paso tan importante, porque Bruno es ese hombre al que le entregarías todo.Asentí, guardando silencio por breves instantes. Lista me he sentido desde hace mucho, quizá desde que empezamos a salir y su primer beso encendió a más no poder mi piel, pero cuando las cosas se ponían muy candentes sentía un enorme miedo cada que la oportunidad se presentaba.
Me mantuve quieta donde estaba, sintiendo que la tierra bajo mis pies se movía, que las manos me sudaban en exceso y que el corazón me martillaba con mucha fuerza. La ansiedad me carcomía con cada segundo que transcurría, pero lo que más me tenía al borde del colapso era el silencio en el que se había sumido Bruno desde que salí de la habitación.No era que me arrepintiera de la ropa que usaba o me sintiera incómoda o insegura con ella puesta, pero sí debí pedirle a Sheyla que no eligiera prendas tan… reveladoras. El vestido negro que había elegido tenía un escote en V que resaltaba mis atributos, ajustándose en mi cintura y terminando en prenses hasta el medio de mis muslos. De hecho, la falda era bastante corta y me sentía algo expuesta, pero me había contemplado por muchos minutos en el espejo y me había gustado como me quedaba el vestido.No sabía cómo romper ese silencio tan denso que se había formado entre los dos. Bruno no dejaba de mirarme de arriba abajo y con una fijeza que
Llegamos a la cabaña en cuestión de minutos, pasando de la risa a una descontrolada pasión que nos sumergió en un mar de emociones y sensaciones que crecían y se arremolinaban en nuestro interior con demasiada fuerza.Bruno me acorraló en la misma puerta, sujetando mi cabello y mi nuca con sus grandes manos mientras su boca exploraba la mía con una ansiedad que dejaba ver hasta entonces, dejando en claro lo mucho que me deseaba, como si no existiera nada que lo hiciera contenerse.Me besaba como si no hubiera un mañana, rozando su lengua con la mía de una manera que me tenía encandilada a más no poder. Mi cuerpo se amoldaba al suyo, como si fuéramos dos piezas de rompecabezas que empataban a la perfección. Sentía que flotaba, y no era para menos, si esos besos estaban siendo verdaderamente alucinantes.El beso subió de intensidad en cuestión de segundos, nublando cada uno de mis sentidos y, logrando así, que todo dejara de existir a mi alrededor. El calor que emitía su cuerpo era pode
Estando envuelta en aquellos brazos de hombre que más que calma y calidez me brindaban seguridad y un inquebrantable y poderoso amor, me permití recordar el inicio de nuestra historia. No era de algunos meses atrás o desde que empezamos a salir, era una historia que había iniciado hacía años y había empezado a trazarse incluso cuando ignoraba el amor que Bruno sentía por mí. Era una historia que había tenido un sinfín de capítulos previos antes de que empezara a relatarse verdaderamente.Recordé mi adolescencia y una sonrisa se desplegó en mis labios. En cada uno de mis recuerdos, por más mínimo que fuera, él siempre estuvo presente. Cuando me gradué de mi bachillerato, en cada uno de mis cumpleaños desde que era una chiquilla, en cualquier evento escolar al que asistiera mi hermano y él siempre lo acompañaba, incluso estuvo presente en mi primer día de universidad y en aquella boda que me llevó a conocer un infierno. Estuvo ahí cuando mi padre murió, fue quien me dio sosiego y me bri
Pensé que mi madre y mi hermano me dirían algo por irme a vivir demasiado pronto con Bruno, pero ellos se mostraron felices y lo único que me dijeron fue que, si estaba segura de dar ese paso con él, me apoyarían en todo. Además, no era como si fuera a vivir al otro lado del mundo. Estaríamos muy cerca, como a unos cinco minutos en auto y quince a pie.La experiencia de vivir juntos ha sido tan maravillosa. Cada día, al despertar, una felicidad tan inmensa e incomparable que no podía describir me gobernaba el alma y me hacía sentir tan viva, tan feliz, tan llena de ilusiones y tan enamorada de tener a mi lado a un hombre como Bruno.Jamás en mi vida me había sentido tan completa, amada, dichosa, que estaba en el lugar indicado, que todo valía la pena, que el mundo tenía sentido y que todo se esfumaba y quedaba una increíble paz que me decía que ahí, en sus brazos, pertenecía desde siempre.No había un solo día donde no fuese feliz. Me sentía viviendo en una interminable fantasía, en u
Me dije a mí misma que no debía ilusionarme demasiado, que no perdiera la cabeza ante el hecho de que no pudiera tener hijos, que no enloqueciera si nada era claro y todo podía pasar.Pero, en mi mente, seguían rondando las palabras que Bruno me había dicho noches atrás, cuando exterioricé el miedo que sentía de no poder ser madre.«Hay muchos niños en busca de amor, protección y una familia que les brinden lo mejor. Siempre podrás ser madre, mi amor, así que no tienes por qué sentir miedo, después de todo, amar a quien no lleva tu sangre es una muestra palpable de que estás hecha para ser una madre maravillosa».Siempre tenía las mejores palabras para mí, no solo para dejarme muda, sino para calmar mis más profundos miedos. Él tenía tanta razón, y es que mi vida no se iba a detener si yo no podía tener un hijo, no cuando había cientos de niños esperando un hogar, una bonita y hermosa familia.Adoptar también hacia parte de tener una familia y ser los mejores padres que un inocente pu
Había enloquecido, eso era un hecho que nadie podía negar, ni siquiera yo misma.Quizá sí estaba loca, porque preparar una boda en tan solo tres días, y temiendo que pudiera dar a luz en cualquier momento, era una clara señal de que había perdido toda mi cordura.Pero no era así, solo eran mis fervientes deseos y anhelos actuando por mí. No se me podía culpar, si solo podía pensar en ser feliz, y casarme —en tres dias—, era mi mayor felicidad, así como una completa locura.Todo era un caos, desde el hecho de que nos estábamos preparando para la llegada de nuestra adorada princesa Chloe, hasta los más mínimos detalles de la boda.A pesar de que tenía a Sheyla y a Amanda ayudándome en todo, lo cierto era que las tres no dábamos abasto. Y no es que fuera la gran ceremonia ni tuviera cientos de invitados, pero igual no dejaba de ser tedioso así fueran a asistir familiares y amigos cercanos —lo que se resumía a menos de treinta personas—.Lo más difícil de conseguir fue el vestido, después
Encontrándome frente al espejo, ante mi peor enemiga, no podía mover un solo músculo ni tampoco abrir los ojos. Me resultaba imposible mirarme una vez más después de muchísimo tiempo y ver lo que había quedado de mí.Mi mente, en cuestión de segundos, se perdió en los malos recuerdos, haciendo que mis temblantes manos no pudiesen liberarme de esas cadenas que aún me ataban y me condenaban a recordar una y otra vez como un bucle sin salida el peor de los infiernos.Estaba muerta por más que mi corazón latiera y algo muy dentro de mí me obligara a respirar. Por más que abriera los ojos y viera colores y formas a mi alrededor, todo para mí estaba oscuro, sin gracia alguna, sin belleza, sin esas tonalidades brillantes que antes me hacían sonreír y me encantaba tanto fotografiar.El sol era eso, un cuerpo enorme que daba luz y calentaba cada día, pero que no llegaba a tocarme por ningún motivo, como si fuese un repelente y huyera de mí. Y la luna, de diferentes formas estaba allí, quieta y