Capítulo 001
-Señora Hamilton, lamento darle esta noticia. Tiene cáncer de ovarios. Hay que hacerle una operación lo más pronto posible para evitar que se expanda a otros lugares. A pesar de que todavía está en etapa uno, hay muchos riesgos y habrá poca posibilidad de embarazo en el futuro si no se trata a tiempo. Yudith se quedó tiesa y pálida ante esta noticia.Tener un hijo no estaba en sus pensamientos porque, aunque llevaba tres años casada, su esposo él nunca la había tocado. Por más que se ha esforzado por ser una buena esposa, él jamás la ha notado. Es como si ella no existiera para él. Jamás imaginó que su vida diaria tantos jiros. -Señora Hamilton, tiene que informarle a sus familiares. Necesitará que alguien cuide de usted después del proceso quirúrgico. Yudith no emitió ni una sola palabra, tenía la mente tan aturdida. Sin poder asimilar bien esta noticia, solo tomó los resultados que le dio el doctor y salió del hospital en silencio. Luego tomó un taxi para llegar a casa. Cuando la criada la recibió, la notó muy pálida y con el rostro triste. -Señora, ¿qué ha pasado? No se ve nada bien. ¿Acaso está enferma? -preguntó la señora Nani. Yudith asintió con la cabeza en señal de negación. -Estoy bien -respondió y subió directo a su habitación. Se sentó en la cama y miró hacia la mesita de noche, donde había una foto de su boda con Max. Pensó que ese sería el día más feliz de su vida, pero en la noche de bodas, Max le dejó claro que no la amaba, que estaba enamorado de alguien más y que solo era su esposa en el papel, pero que en su corazón nunca existiría un lugar para ella. En aquel momento ella no entendía: si amaba a otra, ¿por qué se casó conmigo? Esa pregunta nunca tuvo respuesta,. En aquel momento sintió dolor en el corazón, pues, sin darse cuenta, se había enamorado de él. Por tal motivo, pensó que con el tiempo, si se esforzaba por ser una buena esposa, tal vez él la llegaría a apreciar un poco. Pero ese día nunca llegó, así que ya perdió toda esperanza. Aguantó todos estos años en esa casa que se acercaba más a una prisión que a un hogar, todo por el bien de su abuelo. Pero ya estaba tan cansada... Yudith se tumbó en la cama, tenía la mente hecha un desastre. No tenía familia. Creció con sus abuelos, su madre murió cuando era niña y nunca conoció a su padre. Su abuela también falleció hace un par de años, entonces solo quedaba el abuelo, pero ya estaba en una edad avanzada. Por primera vez, Yudith se sintió sola e indefensa. Así que pensó en decirle a Max. Aunque él no la amara, tal vez podría acompañarla al médico la próxima vez... Sintió un poco de sueño y se quedó dormida. Cuando abrió los ojos, ya estaba oscuro. Se levantó, fue a ducharse, salió del baño y se puso ropa de dormir. Bajó la escalera y pensó que seguro Max ya había regresado del trabajo. Se encontró con la criada que iba hacia el estudio de Max con una taza de té. -Señora, la cena ya está lista. En un momento le sirvo -dijo la señora Nani. -Está bien, no tengo mucha hambre. De todos modos, yo le llevaré el té al señor Hamilton. Puedes retirarte. Yudith tomó la bandeja con el té y caminó por el pasillo hacia el estudio. Cuando se acercó a la puerta, escuchó la voz de Max. Al parecer estaba en una llamada; su voz sonaba suave y dulce. Era obvio que hablaba con una mujer. Esto le dolió mucho. Él nunca le habló con dulzura a ella, era como un bloque de hielo. Ella tocó la puerta, que estaba entreabierta. Cuando Max la vio, su expresión cambió al instante. Su mirada cálida se transformó en desprecio. -¿Por qué estás aquí? -preguntó Max. Yudith se acercó al escritorio y dejó la bandeja. -¡¿Acaso estás sorda?! ¡Sal ahora mismo de aquí! -gritó, con mucho odio en su tono. Yudith tembló, con la mirada baja. No encontraba las palabras para empezar a hablar, pero sabía que quizás no tendría otra oportunidad. Así que se armó de valor, apretó el dobladillo de su blusa y levantó la mirada hacia él. -¿Podrías acompañarme al doctor la próxima semana? -preguntó con voz temblorosa. -¿¡Qué?! ¿Por qué me lo pides a mí? ¿Crees que tengo tanto tiempo libre para perderlo contigo? Además, no quiero que Cecilia se entere de que estuve contigo en público. Podría sentirse humillada delante de ella. Tú solo eres una rata, lo que tenga que ver contigo no me interesa en lo absoluto. Recuerda cuál es tu lugar. Además, según recuerdo, nunca he tocado tu inmundo cuerpo. En caso de que estés embarazada, está claro que no es mío. Lárgate y no me molestes más. Yudith escuchó todas estas amargas palabras, que fueron como si miles de cuchillos atravesaran su corazón. Se quedó en silencio y dos ríos de llanto corrieron por sus mejillas. Se preguntó qué había hecho mal para merecer tanto desprecio. No le estaba pidiendo amor, le bastaba con un poco de amabilidad. Pero, al parecer, hasta eso era algo imposible con este hombre. Solo quedaba una solución para terminar todo esto. Levantó el rostro y se secó las lágrimas. -Vamos a divorciarnos -dijo Yudith, con la voz temblorosa. -¿Cómo? ¿El divorcio? ¿Quién te crees que eres para pedirme el divorcio? -respondió Max, incrédulo. Yudith lo interrumpió. -Sé que para ti no valgo nada y no soy nadie. Es cierto, solo soy una pueblerina. Y tienes a alguien a quien amas, seguro piensas casarte con ella en el futuro. Así que esto es lo mejor... Me iré en silencio, muy lejos. Y si no me das el divorcio, de todas formas encontraré una forma de irme. -¡Yudith, no colmes mi paciencia! -gritó Max, dando un golpe al escritorio con la palma de la mano. Yudith saltó, nerviosa, parada frente a él, y las lágrimas por sus mejillas volvieron a caer como dos ríos. Pero no se quedó callada. -¿Por qué? ¡¿Por qué me desprecias tanto?! Está bien, si no me amas, nunca te pedí que lo hicieras. ¿Pero qué te hice para que me trates con tanta crueldad? Si de verdad te parezco tan despreciable e inmunda, ¿por qué no me dejas ir así? Ya no tendrás que verme más -tartamudeó entre sollozos y amargura. -¿¡Quieres saber la verdad!? -exclamó Max. -¿Quieres que te diga que eres la hija de la prostituta que sedujo a mi padre y provocó la muerte de mi madre? Como la puta de tu madre está muerta, tú tendrás que pagar por ella. -¡¿Entiendes!? Yudith negó con la cabeza, no podía creer lo que acababa de escuchar.Capítulo 002 —No sabía mucho sobre su madre porque murió cuando ella era pequeña, pero sus abuelos siempre le contaron cosas buenas sobre ella. Le dijeron que fue una talentosa diseñadora de joyas, pero que una enfermedad le arrebató la vida siendo joven. Max se acercó más a Yudith, la apuntó con el dedo y la miró con una expresión sombría. —¿Sabes quién es tu padre? —le preguntó con voz tensa. Yudith no tenía respuesta para esa pregunta. —¡Vamos, dime! ¡Responde! —gritó Max, con la sangre inyectada en los ojos. Yudith temblaba de miedo. No podía responder porque nunca conoció a su padre, y sus abuelos jamás le hablaron de él. —¡¿Lo entiendes ahora?! —agregó Max, la rabia evidente en su voz—. ¡El simple hecho de que seas el maldito engendro nacido de la relación entre mi padre y la zorra de tu madre me repugna hasta los huesos! Max respiró profundamente, tratando de contener su ira, pero continuó con más furia: —Mi madre se suicidó por su culpa. Ver tu cara me da asco y repuls
Capítulo 003 —¡Señora! No se ve nada bien, debería ir al hospital —dijo la criada, un poco alarmada. —No es necesario, señora Nani. Tomaré las pastillas para el resfriado y me sentiré mejor —susurró Yudith, con la voz ronca—. ¿El señor Max está en casa? —No —respondió la mujer. —Está bien, puedes retirarte —dijo Yudith, mientras la criada salió cerrando la puerta detrás de ella. Yudith tomó el vaso de leche junto con la pastilla. Tosió un par de veces, sintiendo el picor en su garganta. Se acostó nuevamente y volvió a dormir. Así pasaron varios días sin que pudiera comer nada, solo tomando las pastillas para el resfriado y un vaso de leche tibia. Su fiebre aumentó, y su cuerpo se fue debilitando cada vez más. Aparentemente, Max no había regresado a la casa desde la última discusión. A Yudith no le pareció extraño; seguramente estaba en los brazos de su amada Cecilia, como tantas otras veces. Ya no era raro que él no volviera a casa. Al día siguiente, la señora Nani tocó
Capítulo 004 —No se preocupe, señora, despertará pronto. Su cuerpo está demasiado débil, así que se le administraron medicamentos muy fuertes, pero pronto estará despierta. La señora Nani, al escuchar eso, respiró sintió más tranquila. Cuando Max regresó, la señora Nani le dio la información que le dejó el médico. Max caminó por el pasillo hasta llegar al consultorio del doctor Mayer no tuvo que buscar mucho, pues el nombre estaba escrito en la puerta y. Procedió a tocar. —Pase —le indicó la voz del doctor. —¿Quería hablar conmigo,? — La monótona vos de. Max llegó tras abrir la puerta. —Sí, señor. —Maximiliano Hamilton, ese es mi nombre —respondió Max. —Oh, claro. Pues, señor Hamilton, tengo algo que decirle respecto a los exámenes de sangre que le hicimos más temprano. Pero, por favor, siéntese. Max procedió a sentarse en la silla frente al escritorio del doctor. —¿Qué pasó doctor ya estan listos los resultados que pedí?. El doctor lo miró a los ojos solo para en
Capítulo 005 —Después de comer, Yudith se sintió muy cansada. Se tumbó en la cama y se arropó con la manta. —Señora, si necesita cualquier cosa, avíseme. Estoy aquí para cuidar de usted —dijo la criada con una voz dulce. Era una mujer mayor, pero le había cogido mucho cariño a Yudith y la trataba con mucho respeto. Entonces, Yudith le hizo una señal para que se acercara más a ella, ya que no podía hablar en voz alta debido a la irritación en su garganta. Le susurró con una voz apenas audible: —Señora Nani, váyase a casa. Yo estaré bien, puedo cuidarme. Las enfermeras estarán al pendiente de mí. Además, si se queda aquí, no podrá dormir bien y mañana tendrá que trabajar cansada. Eso tampoco será bueno para su salud. —No, señora, ¿cómo puede preocuparse por mí cuando usted está tan débil? No tendrá a nadie... Max no la dejó terminar la frase. —Está bien, señora Nani. Llamaré a un chófer para que te lleve a casa, entonces. —¿Quién cuidará de la señora? —dijo Nani. —Yo me
Capítulo 006 Sintiéndose observado, Max con sus hermosos ojos grises le dio a Yudith una breve mirada de reojo y continuó con el trabajo atrasado. Después de unas cuantas horas de trabajo, Max levantó la vista y miró por la ventana. Ya estaba casi oscuro. Se levantó y extendió los brazos para destensar los músculos, notando que Yudith se había quedado dormida con la cabeza apoyada en la pared. Entonces, la cargó y la llevó hasta la cama. La bajó suavemente y le acomodó la manta encima. Al día siguiente, Yudith despertó temprano y se sentó en la cama. Poco a poco se sentía mejor y más revitalizada. Como no vio a nadie en la habitación, pensó que estaba sola. Pero cuando se paró para ir al baño, pudo escuchar la voz de Max que venía del pasillo. Al parecer, estaba hablando por teléfono. Ella se acercó un poco más a la puerta y, a juzgar por su tono de voz, parecía que estaba hablando con Cecilia. Con ella siempre hablaba con un tono diferente a los demás. A decir verdad, en
Capítulo 007: La señora Nani había escuchado que una antigua amiga suya, con quien había trabajado en el pasado, también estaba internada en el mismo hospital. Colocó las cosas que había traído de casa y, al ver que Yudith seguía durmiendo, aprovechó para averiguar en qué habitación estaba su amiga. Preguntó en la recepción por el nombre de la otra señora, que también era de mediana edad. La recepcionista le dio la información: la señora se hospedaba en la habitación 202. Caminó hasta allá, un poco impaciente. Tocó la puerta y la voz de una niña pequeña la invitó a pasar. Cuando entró, vio a una señora de mediana edad postrada en una cama. La mujer había envejecido y estaba muy delgada y maltratada, pero su semblante seguía siendo el mismo. Una niña pequeña, como de unos ocho años, estaba sentada al lado de la cama. Nani sostuvo la mano de María, su mejor amiga de la juventud, y acarició suavemente la cabeza de la señora. —¿María, te acuerdas de mí? —le preguntó Nani con una
Capítulo 008 Después de conducir por las calles sin rumbo, Max finalmente detuvo el auto frente a una colina desde donde podía verse la bella ciudad nocturna. Necesitaba calmarse y aclarar sus emociones. Reclinó la nuca en el asiento y se masajeó las sienes, cansado, pensando en lo que acababa de pasar. Se preguntó a sí mismo: —¿Cómo es que pensé en Yudith en un momento como ese? ¿Acaso me estoy volviendo loco? Solo con recordar su aroma casi me hizo perder la razón. —Ahora que sé que no somos hermanos, no hay nada que me impida hacerla mía —murmuró de repente, como si estuviera cayendo en cuenta ahora sobre eso—. Tal vez, después de saciar el deseo que tengo por ella, pierda el interés y pueda seguir con mis planes sin contratiempos. Tomando una decisión, arrancó su auto con dirección a la casa. Todo estaba en silencio. Nani estaba en el hospital con Yudith. Subió inmediatamente a su habitación y se dio una ducha. Después del baño, se secó el pelo y se puso una bata de dormir.
Capítulo 009: Poco después, Max llegó al hospital. Entró en la habitación y buscó en cada rincón, ella pero no encontró a nadie. Mientras tanto, Yudith estaba sentada en un banco, en medio del jardín en la parte trasera del hospital. La brisa que le acariciaba el rostro era agradable y cálida, mientras el sol estaba radiante, en su punto más alto del cielo. El doctor le había dado permiso para salir a tomar un poco de aire fresco. Pero más que eso, el doctor quería aprovechar la oportunidad para hablar con ella. —Señorita Song —dijo el doctor, acercándose—. ¿Qué has pensado sobre la operación de la que te hablé la última vez? Yudith agachó la mirada y tomó un respiro durante unos segundos. Luego levantó la barbilla y miró al doctor Meyer. —¡No me voy a operar! —respondió con firmeza. —¿Por qué no, señorita Song? —preguntó él—. ¿Puedes explicarme por qué una chica tan joven y bella como tú va a dejarse vencer sin antes luchar? El doctor se volvió hacia ella y la tomó de la